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Su garganta aun duele, las lágrimas siguen cayendo sobre las que ya dejaron el camino ligeramente blanco sobre sus mejillas, los sollozos se acabaron hace algunas horas y sus labios aun dejaban escapar pequeños lamentos silenciosos.

Camina con las pocas fuerzas que le quedan, su rodilla y parte de muslo están heridos al ir en contra de Titus, aunque su confianza es la quemas le duele y no el recuerdo de su inútil intento de detenerlo.

Pero no pudo, ni siquiera pudo tocarle un cabello porque era un amigo demasiado valioso para ella, tanto que no se pudo ni plantear la idea de dañarlo aunque le estuviera apuntando con el filo de su espada a ella, Regis, Lunafreya y Nyx.

Se maldijo por la debilidad emocional que poseía, aun cuando la creyó extinta después de tantos años de dolor, solo para darse cuenta que el dolor no quema o destruye los sentimientos, solo los deja a carne viva y el más mínimo roce los hace reaccionar de manera dolorosa hasta el punto en que no crees en lo que hay ante tus ojos como el padre que se niega a aceptar que su hijo le ha hecho el mal a alguien.

Regis. Su rostro y su expresión vuelve a ella y deja ir un grito roto a mitad de su nuevo llanto, se inclina en sí misma tratando de consolarse, ante su acción solo se va para adelante, su vestido negro se estropea más de lo que ya estaba pero ya no tiene ni fuerzas para algo más que llorar y quedarse ahí, tratando de recuperar su estabilidad aun cuando cae por la debilidad muscular por todo lo que ha acontecido hace tan pocas horas.

Cuando despertó luego de lo que el hombre que conoció como Nyx había hecho para sacarla a Luna y a ella de la ciudadela siendo atacada, se dio con la sorpresa de que tenía apariencia de muerta, recuerda muy bien que, antes de desmayarse, le ordenó a Luna escapar, ella era más importante y le brindó parte del poder que guardaba dentro de ella en caso de que, si seguía perdiendo sangre así y solo las retrasaba hasta llegar a su muerte prematura, siguiera en búsqueda de Noctis.

Él era más importante, ambas lo sabían pero Luna se negó a dejarla, teniendo que obligarla a irse cuando se desvanecía diciendo que lo hiciera feliz y que estaba feliz de que ella fuera su futura y eterna compañera en una bendición que pensó le daría el día de la boda, pero nada sale como se quiere, no siempre.

Ahora no sabe qué hacer, ya ni recuerda si los torniquetes son buenos para las cortadas profundas o para detener el sangrado, está perdida, solo sabe que viene de donde proviene el humo de la destrucción que el imperio ha dejado atrás; tantos recuerdos físicos han sido destruidos en ello, quiere seguir llorando pero no la llevarán a nada.

Se siente junto a un árbol y trata de conseguir el aliento suficiente para continuar, con rapidez lleva sus manos al corsé que la aprieta horriblemente, liberándose después de pasar su daga por las tiras que lo mantenían en su lugar.

Puede sentirlo, aun en su interior y sin la prenda que la presiona lo siente de manera desgarradora.

-Regis -lamenta al aire, escuchando la estática, ya no puede comunicarse con él por su mente porque ya no está, lo vio irse delante de sus ojos a través de aquella pared de magia sólida, le rogó con la mirada que no lo hiciera, abrió la boca para tratar de hablarle, todo fue tan rápido que antes de darse cuenta gritaba destrozada y caía sobre el escudo cristalino ante la falta de fuerza en sus piernas, antes de ser tomada del antebrazo por Nyx quien las sacó a toda velocidad del lugar- Regis.

Sigue llamando su nombre, con la ligera esperanza que le responda ante su llanto preocupado, así como cuando corría a ella cuando lo llamaba de niño.

Quiere regresar en el tiempo y enterrar el lado afilado de su escudo en el cuello del emperador cuando lo vio sonreír con altanería a ella y Regis, quiere borrar ese silencio de su cabeza, quiere borrar de su memoria la sonrisa ligera que Regis le mostró cuando la separó de él para protegerla de Titus, quiere volver en el tiempo para evitar que Nyx se ponga ese maldito anillo, quiere haber sido capaz de mantenerse alerta para asegurarse de sacar a Luna de la ciudadela en ruinas sana y salva, quiere haber muerto cuando fue herida para no tener que darle la cara a Noctis ahora.

Tampoco soporta la idea de que haya condenado a Luna a un final que era solo suyo, se suponía que solo ella debía sufrir tal destino pero en su intento desesperado por ser débil en un mísero momento de su vida la llevaron a ello, no quiere enfrentarse a ello.

No lo soportará, no podrá soportarlo.

En mitad de su llanto silencioso lanza a un lado la máscara de la diosa fuera de su rostro, sintiendo cómo el sol le quema las retinas al no tener los ojos cubiertos por la usual tela negra que la dejaba sin mucha visibilidad.

Se obliga a callarse cuando ve a más naves del imperio acercarse por sobre su cabeza.

la voz dentro de ella le dicen que siga, que encuentre a Noctis y Lunafreya, debe quitarle lo que le ha dado para tratar de salvarla.

Insomnia ha caído, el escudo que protegía a la ciudad se ha desvanecido a igual que su rey, su príncipe está ahí afuera, la persona a quien más ama y debe amar está en peligro, se obliga a seguir, sintiendo la poca fuerza que le queda en el cuerpo, su importante carga la ayuda un poco pero su peso también la detiene, da una ultima mirada hacia la máscara que ha usado por más tiempo del que puede recordar, está destrozada y no tiene arreglo, ya no hay tiempo para lamentarse, no hay tiempo para nada más, el reloj impuesto sobre ella ha ido más rápido de repente y tiene que apurarse.

Quiere apurarse para que le quede algo de tiempo para seguir a su lado y poder sonreír de verdad, sin nada que la detenga o que la limite, poder quererlo como ha soñado desde que le dijeron que alguien vendría para ella y que tendría que amarlo más que a nada para no guardarle rencor cuando su tarea estuviera hecha.

En un inicio se le hizo injusto, no le conocía pero igual debía quererlo, durante mucho pensó que cada heredero era aquel a quien le habían prometido, pero los años y la experiencia le hicieron darse cuenta de que a quien le habían prometido realmente lo elegiría ella, entonces, ¿cuándo fue que eligió a Noctis? no puede decirlo con precisión, solo sabe que desde el primer momento en que sintió su energía viva dentro de Aulea algo se revolvió en su interior, puede que el miedo a lo desconocido y por saber que ese niño le arrancaría el corazón de la manera más literal posible, puede que el nacimiento de un sentimiento que le ganaba a otros en más de un sentido, o simplemente porque todo miedo o sentimiento por su propia persona pasó a segundo plano cuando lo tuvo en sus brazos la primera vez, cuando en un acto egoísta lo vio a los ojos cuando era un bebé de pocos días, no recordaría nada de ello en los futuros años, pero para ella fue suficiente, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas al verse reflejada en esos pozos de agua viva, cristalinos, puros, hermosos, regresando visión de la verdad de su futuro final siendo consumida por aquello que guardaba en su interior.

La idea ya no le causó tanto daño al comparar que, una vez ella ya no esté ahí, él aun se quedará y tratará de vivir con la culpa que no le correspondía.

Cuando lo hizo todo le pareció correcto, aun cuando el pequeño había empezado a llorar por el desconcertante futuro que se presentaba a él y que no comprendía, porque no era lo suficientemente grande para poder entender o recordar la escena de muerte que se le daba en frente, siendo sus sollozos retenidos por el abrazo que (...) le brindó mientras le decía que todo estaría bien, que no tenía que preocuparse por ella, que lo iba a cuidar y velar por él.

Limpia la daga en lo que queda de la despedazada falda del vestido formal negro que vestía por completo hace unas horas para ponerla de nuevo en su funda de cuero negro, es algo muy importante ahora aunque lo tuvo guardado tanto tiempo, escondido de Noctis y sus ojos curiosos cuando iba a verla a su habitación atiborrada de cosas del pasado.

Recuerda la vez en que encontró el dibujo que guardaba con todas sus fuerzas, su pregunta de qué era y por qué lo había hecho, el escalofrío que pasó por su cuello ante la imagen grabada en lápiz en el papel aventajado por los años.

-Es solo un regalo, no te preocupes - dijo mientras lo sentaba a su lado en su cama, sintiéndolo cerca para hacer que el miedo se fuera de su cuerpo con mayor rapidez y evitar más preguntas.

No era un regalo para ella, obviamente.

Era un regalo para el heredero elegido, el entronado, su querido amado.

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