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Manjirō Sano


—¿Eh?— Saki ladeó la cabeza al escuchar las mismas palabras que le dijeron sus alumnas en la clase de modelaje que había dictado días atrás.

—Suguru-kun tiene razón Saki-sama— le dijo su asistente estando de acuerdo con el fotógrafo— últimamente se ve radiante, sus fotos se ven más naturales que antes y se ha vuelto más bella que nunca.

La pelinaranja de largos cabellos tomó la bata que le entregó anteriormente Yuki, su asistente. Bebió un poco de agua, todavía no terminaba la sesión de fotografía de la marca donde ella era imagen.

—Eso es raro, sigo cuidándome como lo hago normalmente— respondió ella. Últimamente estaba escuchando las mismas palabras de sus compañeros de trabajo, alumnas e incluso amigos.

Ella no se había hecho nada, eso estaba claro.

Sus mejillas se colorearon un poco al relacionar su aspecto con su vida sexual con Manjirō, estaba de más decir que lo hacían todos los días sin falta. Saki ni sabía cómo le hacía para caminar con normalidad en su trabajo. Su esposo sí que quería tener un hijo. Sus orbes ámbar se dirigieron disimuladamente a su vientre, esperaba que ahí ya hubiera un bebé.

Luego iría donde Hinata para averiguarlo.


La pelinaranja estampó sus manos en el escritorio de la doctora Takemichi, quien a la vez era amiga suya. Estaba sorprendida con las palabras que había soltado la castaña.

—H-Hina...¿e-es cierto?— volvió a preguntar con la voz temblorosa.

Hinata posó su mano en los hombros de su amiga, sabía lo que estaba sucediendo en el matrimonio Sano. Así que eso era una buena noticia, además ella no bromearía con eso.

—Si, Saki. Estas esperando el hijo de Mikey— afirmó con una sonrisa.

Con la alegría a tope, Saki abrazó con fuerza a su amiga, que terminó por corresponder la muestra de afecto.

—¡Se lo tengo que decir a Mikey!— exclamó eufórica la pelinaranja— ¡Él se alegrará con esta noticia!—

—Si, de eso estoy segura— contestó divertida la Hinata.


—¿Eh? ¿Qué es esto?— decía muy confundido el pelinegro mirando la hoja de papel que su esposa le había entregado— ¿¡Estas enferma!?— preguntó preocupado causando que la de orbes ámbar riera— Saki, no entiendo nada— se quejó haciendo un puchero.

Después de parar de reírse, Saki miró fijamente a los ojos oscuros de su Manjirō, tomó su mano y la lleva a su vientre posándola ahí.

—Estamos esperando un hijo, cariño— soltó la noticia con una sonrisa dejando en blanco al de menor altura.

Esperando un hijo.

Hijo...

Hijo...

Manjirō miraba al rostro de su esposa y luego miraba el vientre, aún plano, de ella, y así una y otra vez.

—¿Estás embarazada?— volvió a preguntar suavemente.

—Si, Manjirō, lo estoy. Aquí está nuestro hijo— la pelinaranja apretó con cariño la mano de su esposo que aún se encontraba en su vientre.

El pelinegro sin aguantar su felicidad abrazó fuertemente a su esposa, dejando escapar algunos sollozos. Saki se sorprendió al escucharlo llorar.

—¿Estas bien, amor?—

Mikey sonrió al escuchar el tono preocupado de ella.

—E-estoy bien. Solo estoy feliz por esta noticia, Saki— sonrió él, luego se agachó a la altura del estómago de ella para comenzar a hablar con su hijo. Saki miraba con felicidad esa escena, siempre iba a estar en su memoria. Literalmente, porque también lo estaba grabando con su celular, que disimuladamente lo sacó de su bolsillo—¡Saki, mañana hay que hacer Dorayakis, necesitaremos comerlo juntos para que nuestro bebé crezca muy bien!— habló emocionado el pelinegro— ¡y también muchas paletas de fresa y pasteles de chocolates!—

Definitivamente, Mikey no cambiaría nunca.




Saki miraba con asombro la puerta de su casa.

Todos sus amigos estaban ahí felicitándole por la noticia.

—¿Y como se enteraron?— preguntó una vez que todos pasaron.

—Alguien no pudo esperar a que sea de día y llamó a todos en plena madrugada para contarnos la noticia— le respondió Draken mirando a Mikey, que se encontraba comiendo los dorayakis que había hecho Saki.

—Ya era tiempo, ustedes se estaban demorando— le dijo Nahoya con su típica sonrisa.

—Felicidades— dijo Souya con su típico ceño fruncido, pero aún así todos sabían que el peliceleste estaba alegre.

—Gracias, Angry, y gracias por todo chicos. Y lamento lo de Mikey, prometo que le quitaré el celular— bromeó la pelinaranja sacándole una sonrisa a sus amigos.

Yuzuha, Emma y Hinata, sin importarle que ya sabía la noticia, no dudaron en abrazar a la pelinaranja, estaban felices por su amiga, mientras tanto, los chicos estaban felicitando a Mikey. Realmente era increíble ver a su líder sumamente feliz y con un nuevo integrante en la familia.




—¿Tu eres de los antojos o yo?— preguntó Saki con una ceja alzada mirando como Mikey no paraba de comer muchos dulces. Y realmente eso le estaba preocupando, a pesar de ya tener 3 meses de gestación, no tenía antojos de nada más bien comía normalmente pero el que sí comenzó a tenerlos había sido Manjirō, quien pedía cada día muchos dulces. ¡Incluso él mismo se los preparaba! Eso ya decía mucho.

—Pero tengo hambre, Saki— contestó el pelinegro para seguir comiendo. La pelinaranja solo hizo una mueca de asco. Ella amaba lo dulce pero ya abusar de ellos era otra cosa.

— Te tengo envidia— dijo ella después de un breve silencio haciendo que su esposo parara de comer— tragas y no engordas. Dime cuál es tu secreto, Manjirō.

—¿Eh?... ¿Comer?—





—¿Te pateó? ¡Quiero sentirlo!—

Saki tomó la mano de su esposo y la posó en su abultado vientre que ya tenía 5 meses.

A Mikey le brillaron los ojos al sentir la leve patada de su hijo.

—¡Me pateó, Saki!— exclamó este con brillitos a su alrededor, haciendo reír a Saki. Han sido muchas veces en que él ha sido pateado por el bebé pero igual le emocionaba como la primera vez.

—Si, ya también lo sentí, amor—

—A ver otra vez, ¡otra vez!—

La pelinaranja solo suspiró, muchas veces su bebé pateaba fuerte causándole un poco de dolor. Él sería igual a su padre, de eso estaba segura.





—¿Y qué le pasa a este?— preguntó Emma mirando como su hermano estaba pegado como chicle a Saki.

—Solo quiere que no me pase nada— contestó la de orbes ámbar con una sonrisa acariciando la cabeza de Mikey, quien solo se apegaba más a ella. Siempre el pelinegro se portaba así con ella cuando no estaban en su casa.

—"Parece un perro"— pensó la rubia divertida.

Ambas vieron con diversión cuando Mikey, quien ya se había separado de Saki, y Draken fueron a jugar con el pequeño Ryota que estaba más que feliz por ver de nuevo a su tío favorito.




—¡Saki, tienes un mundo ahí!— le dijo Takemichi. Este había ido de visita junto a Hinata.

—¿Verdad, Takemicchi? Saki es increíble— contestó Mikey totalmente de acuerdo con su amigo.

—Se que lo dicen con inocencia. Pero si lo escucho otra vez, les caerá esto— Saki enseñó su puño asustando a los dos hombres. Hinata solo rió con la escena.

Saki ya tenía cumplido 7 meses, así que su vientre había crecido mucho y aunque le gustara por su hijo, no evitaba recordar como era su cuerpo antes. Así que esos comentarios le caía un poco mal, solo un poquito.

Pero lo que la tenía más feliz era ver la sonrisa de su Manjirō.

Esa sonrisa siempre iluminaba sus días.




—Shinichiro—

—¿Uhm?— exclamó confundida la pelinaranja.

—Si es hombre...¿puede llamarse... Shinichiro?— preguntó Manjirō con una leve sonrisa mirándola a los ojos.

—Claro que sí, cariño. Será un buen nombre si es hombre— respondió Saki alegre. Ella estaba al tanto de quien era Shinichiro, el hermano mayor de su esposo. Quien lastimosamente había fallecido hace mucho.

Y sí, Saki también lo consideraba como alguien súper genial. Había tenido la oportunidad de conocerlo en el pasado.





Manjirō estaba nervioso y que su esposa apretara fuertemente su mano no ayudaba en nada.

Pero, por un demonio.

¡Su hijo ya iba a nacer!

Estaba feliz, y eso era corto.

¡Estaba felicísimo!

Espera...¿esa palabra existía?

—¡Manjirō Sano te ordenó a que vuelvas a este mundo!— el pelinegro escuchó el grito de su esposa logrando salir de sus pensamientos.

—¿Ya nació?— se atrevió a preguntar recibiendo una mala mirada de todos los ayudantes de Hinata y no solo de ellos también el de su esposa.

—¡A la próxima adoptamos idiota! ¡Esto duele como el infierno!— gritó Saki apretando de nuevo la mano de su esposo. Manjirō solo se quejó levemente, sabía que si lo hacía en voz alta recibiría un golpe de su esposa.

Mientras tanto, en toda la sala de espera se encontraban los amigos de la pareja esperando la llegada del nuevo miembro.

Algunos de ellos no pudieron evitar asustarse al escuchar los gritos y maldiciones de Saki.

—Saki me está dando mucho miedo— murmuró Nahoya haciendo que todos asintieran, lo habían escuchado perfectamente.

Y estaban más que de acuerdo con eso. Ella si que era aterradora, alguien perfecta para Mikey, en verdad.





La pareja quedaron emocionados al escuchar el llanto de su bebé recién nacido.

Hinata después de limpiarlo y cortar el cordón umbilical puso al pequeño en los brazos de su padre.

—Es un varoncito—

El pelinegro lloró de felicidad al ver a su hijo. Era tan pequeño que pensó que lo lastimaría si hacía un movimiento brusco.

—No seas tonto, no lo vas a lastimar— le dijo Saki con dificultad pero mostrándole una sonrisa— Aw, mírate tan tierno con el pequeño Shinichiro— soltó para alegrar más el ambiente.

Mikey sonrió y acercó al bebé a su esposa quien lo tomó con cuidado. Ambos miraban con ternura a su pequeño bebé que abría su boquita en busca de leche.

Y fue eso lo que siempre soñó Manjirō, tener una familia al cual proteger y sentirse querido. A una esposa que ama y que ella también lo amará mucho, a sus amigos, a Kenchin, a Emma, a su sobrino Ryota.

Y ahora el nuevo integrante de la familia.

Su hijo.

El pequeño Shinichiro Sano.





Pensé que hoy habría capítulo del manga pero recordé que no. Soy llantos 😭.

Este OS va para las personitas que me pidieron segunda parte, los quiero ❤️❤️.

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