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Shinichiro Sano

Después de dos largos años decidió regresar a Japón para quedarse definitivamente.

Ya no huiría porque sabía que él no quería que ella sintiera eso. Además, ella debía enfrentar esto, ya no solo debía cuidarse así misma...

Ahora tenía un pequeño ser que dependía de ella.

Y además, tenía que estar pendiente de los jóvenes a quien consideraba su familia, esperaba que no estuvieran enojados con ella.

Realmente no quería que la odiaran.

Hoy era 22 de febrero del año 2006.

Aniversario de cuando se creó la mejor pandilla que conoció, los Black Dragons. Ella había pasado los mejores momento de su juventud con esa pandilla, con sus grandes amigos y con su primer y único amor.

—Shinichiro...— susurró la rubia, sintiendo como una calidez le envolvía en medio de esos tiempos fríos.

También era un buen momento para ir a visitarlo. Tenía tanto que charlar con él.

Stella no sabía cómo pero sintió que algo malo pasaría, debía apurarse en llegar.

Y no era la primera vez que le sucedía. Llevaba con eso desde que dejó Japón para irse a otro país. Algo le decía que sus seres queridos estaban pasando por cosas malas. Fue debido a eso que regresó a casa, quería verificar por ella misma que todos estuvieran bien.

Manjiro sabía que ese momento no era para pelear, no frente a la tumba de su hermano mayor.

Pero no conocía aquel que tenía enfrente, sabía que debía tener cuidado con ese peliblanco. Ahora que sabía que era líder de Tenjiku, no debía confiarse.

Fue bueno haber enviado a Emma lejos y a cuidado de Takemichi.

Hasta que ambos sintieron a alguien acercarse.

—Shinichiro debe estar feliz de saber que ambos están acá— habló la mujer ignorando la tensión en el ambiente que creaban ambos jóvenes.

Aquella voz se les hizo conocido a los dos.

Ambos vieron como una rubia se acercaba a ellos, vestida con un suéter color beige de cuello alto, con una falda larga y unas botines marrones.

Pero fueron aquellos ojos color marrones, que en ese momento los miraban con calidez que recién ambos se dieron cuenta de quien era.

"Lo que más amo de Stella son sus ojos. Siempre siento una calidez venir de ellas, eso hace que me enamore más de mi linda novia"

Recordaron lo que Shinichiro siempre les decía. No podían olvidar la felicidad que siempre tenía él al hablar de ella.

Incluso Izana había dejado su sonrisa burlesca al verla, sintió que temblaba levemente de ver a quien consideraba también una hermana en ese lugar.

—Me hace feliz verlos, chicos. Realmente los extrañé— habló Stella sintiendo ganas de llorar, pero los retenía porque no quería que ellos la vieran así.

—Stella-san...¿en verdad eres tú?— preguntó Manjiro, aún no se lo creía. No podía creer a quien tenía enfrente.

"—Ya verás Manjiro, ¡tu hermano será novio de alguien tan linda como Stella!

—No lo creo— soltó burlón un Mikey de 6 años.

—Pues deberías, porque tu hermano es considerado como alguien muy guapo— Shinichiro sé señaló así mismo causando risas en el menor"

—En verdad haz crecido pequeño Manjiro— Stella sonrió mirando al rubio de baja estatura, se acercó a él para envolverlo en un abrazo sintiendo como el pequeño temblaba— ya no te preocupes, ahora estaré contigo.

—¿Por qué mientes?— gritó Izana haciendo que Stella se asombrara— ¡Eres una mentirosa así como él! Seguro a la mínima oportunidad te irás.

El Kurokawa se exaltó, no le había agradado ver a quien era su hermana abrazar a Mikey.

Esos dos era iguales, siempre iban a preferir a Manjiro, solo porque él sí era hermano de Shinichiro. En cambio, él no era nada. Solo un maldito niño huérfano a quien le mintieron en su propia cara.

Puede que había tratado mal a Shinichiro, pero en verdad había necesitado la presencia de ella al enterarse de su muerte. Consuelo que nunca tuvo.

Stella apretó los puños, no podía esperar que todo pasara sin pena ni gloria. Sabía que de algún modo eso pasaría con Izana.

"—Quiero abrir una tienda de motocicletas junto a Manjiro e Izana. Sería grandioso que ambos se llevaran bien, a los dos los considero mis hermanos.

—Oh~, eso realmente es algo lindo— le había respondido ella— Shin es un buen hermano mayor— alagó causando un sonrojo en el pelinegro— sé que lo lograrás.

Después de decir eso ella apretó su mano dándole su apoyo"

—Siempre quise saber esto...¿por qué sientes tantos celos de Mikey?— preguntó ella, claro que sabía la respuesta, sus actitudes lo confirmaba, pero quería que aquello saliera de la propia boca de Izana.

Aquello sería el primer paso para ayudarlo.

Manjiro no sabía qué estaba pasando, no sabía qué ella conociera a Izana Kurokawa.

—¿Crees que voy a responder a eso? No te creas la gran cosa. Tu ya no eres mi hermana— soltó con dureza aquellas palabras.

—Puedes que tú ya no me consideres una hermana pero para mi serás siempre el pequeño Izana, aquel que pedía que Shinichiro y yo jugáramos con él—

Sin poder evitarlo, Izana vió el reflejo de Shinichiro en Stella.

—¡Ustedes me mintieron! Diciéndome que era su hermano cuando no compartíamos lazos sanguíneos, siempre preferían hablar de Mikey, con quien Shinichiro si compartía sangre. No entienden como eso fue duro para mi. Yo quería que ustedes siempre hubieran estado conmigo, pero no cumplieron nada de lo que dijeron.

—Izana, ¿crees que eso nos importaba?— soltó con dureza la rubia— a Shinichiro no le importaba que no compartieras lazos sanguíneos con él, de igual forma te miraba como su hermano pequeño. A él ni a mi nos importaba eso. Nosotros siempre íbamos a verte, te queríamos y seguimos queriéndote. No preferimos a nadie, lo queremos a todos por igual. A Emma, Mikey y a ti, todos eran importantes para Shinichiro y para mi— Stella le sonrió al albino que la miraba sin pronunciar palabra alguna— él quería que todos ustedes se llevaran bien y que fueran una gran familia.

Izana no sabía qué decir, bajó la mirada.

Mikey había escuchado atentamente lo que la mayor había dicho. Shinichiro siempre había sido alguien genial.

—Shinichiro siempre me hablaba de ti— habló el rubio— me decía lo mismo que dijo Stella-san, él quería que nos lleváramos bien y yo acepté sin dudarlo. Izana, tú eres mi hermano y nada lo va a cambiar.

El de piel morena apretó los labios, no se merecía eso. No con toda las atrocidades que había hecho. Entonces recordó algo que iba a pasar.

—E-Emma...Kisaki la va a matar y todo por mi culpa...— se atrevió a decir él. Y quiso correr antes de que eso sucediera pero una mano lo detuvo y lo mismo pasó con Mikey, quien no había dudado en querer correr para evitar que eso le sucediera a su hermana.

Ambos quedaron recostados en el pecho de Stella que mostraba una gran calma. Aunque por dentro estaba furiosa. Furiosa con aquel tipo llamado Kisaki y con Izana por permitir eso. Pero sabía qué no era momento para echar culpas.

—Emma está bien— dijo ella para sorpresa de los jóvenes— yo la lleve a otro lado antes de llegar aquí. Sabía que algo malo iba a suceder, así que la dejé en casa con el señor Sano y con cierta personita que quiero que conozcan— sonrió— espero que desde ahora en adelante se lleven bien ustedes dos, realmente me gustaría que se cuidaran la espalda como los hermanos que son. Además también quiero hablar con Shinichiro antes de ir a casa.

Izana y Mikey confiaron y se quedaron junto a ella, escuchando la melodiosa voz de la rubia, que no dejaba de contar diversas anécdotas de Shinichiro estando en los Black Dragons.

Y cuando iban a ir a casa, Stella se encontró con un rostro conocido.

—¡Inupi!— llamó al rubio que se había quedado en el lugar, vigilando de que Izana no le hiciera nada a Mikey, se sorprendió al verlo ahí también aunque dejó eso de lado al ver a la rubia.

—¿Stella-san?—

—¡Mírate estás todo grande! ¡Me alegra mucho verte!— decía cariñosamente la mayor abrazando al rubio, que no sabía qué hacer pero terminó correspondiendo al cariño de Stella, a quien la consideraba como una hermana mayor.

—Quisiera presentarles a alguien— habló Stella dejando entrever que escondía algo detrás de ella, desde donde estaban Izana y Mikey no podían ver nada, en cambio, el abuelo Sano y Emma miraban con diversión el momento— ¡Tada~!— exclamó la rubia alzando en sus brazos a un niño rubio muy pequeño.

Izana y Mikey quedaron en blanco, hasta que las únicas neuronas que tenían les funcionó.

Nunca olvidarían esa mirada y el mismo color de ojos.

—Él es Shihiro Sano— presentó Stella— Shihiro saluda— pidió a lo que el bebé alzó unos de sus bracitos y los movió de un lado a otro, pronunciando palabras inentendibles— está aprendiendo hablar recién va a cumplir dos años— agregó la rubia sonriendo al no escuchar palabras alguna de los menores— ¿quieren cargarlo?— sugirió.

Mikey, con dudas, quiso cargar a su pequeño sobrino. Al tener entre sus brazos al bebé, quiso llorar. Realmente era una copia de Shinichiro. Tenerlo en sus brazos le traía tanta paz que hasta le hacía olvidar toda la carga que debía llevar debido a que lideraba una pandilla, pero no solo era eso, también cargaba con la muerte de su hermano en sus hombros.

Stella miró como los oscuros ojos de Manjiro brillaban, ella entendía perfectamente eso, también sabía la carga que el mismo Manjiro se ponía. Y ella iba a cambiar eso.

Luego Izana fue quien cargó a Chihiro, al tenerlo en brazos le hizo recordar las veces en que Shinichiro iba a visitarlo en el orfanato junto a Stella, el como ambos jugaban con él hasta que la hora de visita acabara y todos los días.
Tener a Chihiro le hizo olvidar el miedo que sentía de estar en esa gran casa que se la hacía muy acogedora, le hizo ver todo lo malo que había hecho sin pensar y lo que había querido hacer.

Era un idiota por pensar en querer matar a Mikey y dejar que otro lo hiciera con Emma. Estar en la correccional no le había servido de nada. Había seguido teniendo esos estúpidos pensamientos.

El albino salió de sus pensamientos al sentir como la manito regordeta de Chihiro acariciaba su mejilla, y no sola la de él. El bebé también lo hacía con Mikey.

—Tal parece que les agrada estar con sus tíos— dijo divertida la rubia mirando la escena. Ella sabía que igualmente Shinichiro lo veía.

"Todo va a mejorar para ellos, cariño", pensó ella.

—¿Ka...kucho?— Stella no se podía creer a quien tenía enfrente.

Ni el mencionado se podía creer a quien miraba.

—¿Stella-san?— soltó con duda Kakucho.

—Es la misma, ¿o no la reconoces?— intervino Izana con una sonrisa.

—Pero...pero, ¡como haz crecido tanto!— exclamó la rubia mientras le daba un abrazo al joven— dime que comes para darle a Shihiro que yo ya no podré crecer— dijo con dramatismo la mujer para dejar de lado eso y sonreírle— Kakucho, te agradezco mucho por estar siempre con Izana, me alegra saber que ustedes dos siempre han estado juntos.

Izana sintió como se ruborizaba así que bajó la mirada. Hace poco se dió cuenta de lo importante que era su amigo Kakucho, siempre apoyándole en todo incluso hasta las ideas más descabelladas aunque no estaba de acuerdo. Pero siempre estaba ahí para él.

¿Y como le había pagado él? Tratándolo como si fuera un perro y sin hacerle caso.

Como se arrepentía tanto. Pero quería cambiar eso, esta vez lo haría.

Stella se acercó donde estaba la pandilla Tokyo Manji Gang.

Observó muchas caras conocidas aunque otras se le hacían nuevas. Mikey estaba a su lado y se veía muy alegre, hecho que hacían confundir a los miembros.

Sus ojos chocaron con cierto joven lo cual hizo que lo saludara.

—Me alegra verte acá Keisuke— saludó ella aunque no se esperaba que el mismo pelinegro se acercara e hiciera una gran reverencia frente a ella.

Baji aún se sentía culpable de lo que había hecho con Kazutora. Pero cumplió con las palabras que le dijo ella aquel día en que era cumpleaños de Shinichiro del año pasado.

"—¡Le suplicó que me perdone!— imploró él arrodillado.

—Keisuke párate— ordenó la rubia que se encontraba cargando a su pequeño hijo. Había viajado hasta Japón solo para visitar a Shinichiro por su cumpleaños, aún no está lista para pisar un pie ahí pero lo había hecho porque quería hablar con Shinichiro— no quiero mentir pero todavía estoy dolida por lo que ha pasado. Aún no proceso como Shinichiro se fue de mi lado. Pero sé que eso fue un accidente. Si te soy sincera, aún no quiero ver a Kazutora, incluso se me dificulta hablar contigo. Pero no miento con decir que espero lo mejor para ustedes dos, ustedes son jóvenes pueden reparar los errores que han hecho. Y Keisuke, no quiero que hagas algo que te perjudique porque siento que harás algo muy tonto, así que solo quiero pedirte que siempre estés con Mikey, quédate a su lado. Eres importante para él, ¿está bien?— Stella esbozó una sonrisa.

—Y-yo...¡lo haré! Confié en mi, cumpliré con mis palabras— respondió el pelinegro.

—Si logras ver a Kazutora dile que deseo que logre integrarse a la sociedad nuevamente, y que espero verlo algún día haciendo cosas buenas, que disfrute de la vida."

—No seas tan formal, Keisuke— rió la mayor mientras daba palmadas en la cabeza del joven— pero agradezco que hayas cumplido con lo que te dije.

—¿De qué hablan? No entiendo nada— intervino Mikey, llevándose un golpe de Draken.

—Deja que hablen, Mikey— le dijo este ya que se daba una idea de lo que sucedía.

Stella vió la graciosa escena sintiendo mucha calidez en ella, le hacía recordar las veces que estaba en las reuniones de los Black Dragons, esa vibra de la amistad le traía tantos recuerdos.

—¿Y por qué me trajeron, chicos?— preguntó ella sintiéndose confundida. El lugar le daba mucho terror, como si fueran a pelear ahí.

Izana y Mikey se acercaron mirándose fijamente para después estrechar sus manos sonriendo.

—No vamos a pelear— dijeron los dos al unísono. Dejando perplejos a los presentes.

—Toman no peleará contra Tenjiku— dijo Mikey.

—Tenjiku no peleará contra la Toman— dijo Izana.

—La pelea se cancela— dijeron los dos.

Aunque la mayoría lo aceptó, otros no tanto.

Y con el otro nos referimos a Kisaki. Y antes de que haga un movimiento fue desmayado por Kakucho.

Fue entonces que de esa manera la pelea de Kanto ya no existió.

Fue a partir de ahí que Izana y Mikey decidieron terminar con lo que habían creado.

Izana disolvió Tenjiku.

Mikey disolvió la Toman, queriendo terminar con todo mientras estaban en lo más alto. Nadie se quejó por esa decisión.

Después de semanas, Stella logro traer sus cosas para acomodarlo en su propia casa que no quedaba tan lejos de la familia Sano. Mayormente pasaba tiempo con ellos ya que Shihiro le gustaba estar con sus tíos y tía. Pronto comenzaría con su trabajo, por lo que Shihiro la mayoría de veces era cuidado por su padre o por Mikey con los demás.

Le llenaba de felicidad ver a todos caminar hacia un buen futuro, principalmente por Mikey e Izana. Habían aceptado ir a terapias lo que ocasionó un gran cambio en ellos, eran más abiertos y comenzaron confiar en los demás. Dejaron de cerrarse a sí mismos. Disfrutaban de cada día como los jóvenes que eran.

Y eso era lo que veía ella. Estaba tan orgullosa de ellos.

Estaba sentada en una banca que se encontraba el patio de la casa de los Sano, observaba como Shihiro corría buscando atrapar a sus tíos que no dejaban de reír con los nulos intentos del menor. Emma los terminaba regañando y Shihiro aprovechaba eso para atraparlos.

Stella sintió como algo agarraba su mano y cuando se giró a mirar...pudo verlo perfectamente. Aquellos mechones negro, que antes gustaba de acariciar, el porte que él siempre tenía y que causaba que muchos lo quisieran seguir y, como no olvidar su brillante sonrisa que muchas veces la iluminaba para continuar su vida.

Hasta que sintió un fuerte viento que sacudió su cabello para después no ver a nadie.

Y aunque ese momento duró solo unos segundos eso terminó por alegrar su día.

—Eres un tonto, pero uno al que amo— susurró ella para luego mirar el cielo.

"Descansa Shinichiro, aunque no tanto porque después de un largo tiempo iré donde estás tú y no te dejaré ir nunca"






Yo al terminar de escribir este one shot:

Ay me duele mucho ver sufrir a los chamacos 😭

Este OS es más que nada para desahogarme y desear que algo así pasara, sorry si estuvo aburrido.

Agradezco los votos y comentarios que siempre los leo pero que no tengo tiempo para contestar ❤️.

Aunque había leído una duda sobre el nombre de Stella, solo vengo a decir que lo saque de las Winx Club xD .

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