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Se encontraba frente al gran trono rojo y dorado, el rey estaba sentado en este, su corona puesta perfectamente en su cabeza, su expresión estaba completamente seria, además de que una ligera luz entraba por las antiguas pero elegantes cortinas, sin sumar las velas que apenas alumbraban, todo junto emanaban una vibra terrorífica, en definitiva ya no era lo mismo.

Hace años ese lugar había estado lleno de vida, incluso se había mandado a poner flores en cada esquina del salón, las cortinas eran casi transparentes, causando que una gran cantidad de luz entrara, haciendo que el lugar casi brillara, además de aquello, se pusieron cuidadosamente dos tronos en medio, era una lastima que ahora, solo hubiera uno.

El poder y la avaricia habían cegado completamente al nuevo rey, lo que antes era un pueblo feliz, se había transformado en un miserable lugar, en el que la muerte asechaba diariamente a sus habitantes.

— ¿Por qué crees que estas aquí? —  el Rey miraba amenazantemente a la niña que había "educado" para que se convirtiera en una reina poderosa y despiadada, una que pudiera gobernar a lo que a su parecer era un basurero y que infundiera miedo el solo hecho de usar su voz para dar alguna orden

— Talvez porque te disgusto que te digiera la verdad — La princesa subió ligeramente sus hombros en señal de despreocupación pero aunque lo negara por dentro un pequeño miedo estaba presente, dado a todo lo que ah pasado sabia que su padre odiaba que lo retaran

— Cuida tus palabras — Apretó fuertemente sus dientes y puños, cerro sus ojos, estaba empezando a desesperarse por el carácter de aquella niña, trato de mantener la calma, como decía él, un rey debe verse impotente y no descontrolarse— Eres mi hija, pero ni por eso permitiré que me hables de esa forma, así que estarás en los calabozos una semana, hasta que aprendas la lección

— ¡¿Qué?! Tu no puedes encerrarme como si fuera un animal

— Entonces deja de actuar como tal, y que te quede claro que puedo hacer lo que se me venga en gana, soy el rey y tu padre— Señalo con su dedo índice junto con una mirada amenazadora

— Desearía que no fueras ambas — La chica volteo su cuerpo y se encamino con pasos firmes a la salida, apretando fuertemente sus puños, odiaba esto, mas que nada, comenzaba a odiarlo a él

— ¡¡¡Como te atreves!!!— En seguida se levanto enojado, lamentablemente la princesa ya había salido de el lugar, dejando a su muy exaltado padre

Un chico caminaba lentamente entre la multitud, tenia un pequeño sombrero hecho con hojas de palmera seca, él mismo lo había tejido, tristemente era lo único que lo ayudaba a cubrirse del sol pues este causaba fuertes quemaduras en su blanca piel.

La ropa que traía puesta se encontraba en muy malas condiciones, un poco desgastada y rota, su camisa tenia algunas mordidas de ratones, aun así no se veía mal.

El joven tenia mucha hambre, no había comido desde casi dos días enteros, debido a que estaba obligado a pagar los caros impuestos, lamentablemente la paga diaria que conseguía era casi escasa.

Siempre fue muy noble, a pesar de tener una infancia bastante difícil, pues a sus tan solo diez años su madre perdió la vida, a causa de la falta de alimento, y tres años mas tarde su padre fue enviado a la horca después de intentar robar un poco de comida para el y su hermano.

Con 13 años empezó a trabajar, además de dormir menos tiempo, fue difícil, eso es completamente cierto, pero a pesar de todo logro sobrevivir.

— Yoongi, quiero esto, no no, lo necesito— El pequeño castaño señalo con una manita, la jugosa fruta que estaba en un puesto del mercado

— Jungkook, sabes que no tenemos lo suficiente como para comprarlo — Suspiro, a pesar de querer darle una buena vida a su hermano, era imposible con un Rey tan avaro, que cada día aumentaba mas los impuestos

— Oh, no se preocupe por eso, tómelo — Aquella amable anciana al parecer era dueña de aquel puesto, y cargaba una gigante sonrisa, causando que aquel chico sintiera mucha paz en su interior

— Esta segura?, no tiene impuestos que pagar? — El chico de tez pálida no quería aprovecharse de la situación aunque realmente lo necesitara no seria muy justo darle mas carga a la dulce anciana

— Soy vieja, tarde o temprano moriré, creo que los impuestos pueden esperar — Sus ojos cargaban un pequeño toque de tristeza, pues ver como el reino que alguna vez estuvo lleno de vida se transformaba en un horrible lugar en el que diariamente mas personas morían, la ponía un poco melancólica

— Gracias, realmente muchas gracias — Yoongi estaba muy agradeció, y Kookie solo tomo la fruta y le dio una gran mordída de una manera muy desesperada

— ¡ESTA DELICIOSA!— Exclamo el menor de los tres, haciendo reír a la anciana y al pálido por lo tierno que se veía estando feliz

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