Capítulo 12

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No era algo común que los presidentes o CEO de las empresas fueran a los retiros con los trabajadores, menos que compartieran el mismo bus en vez de ir por su propia cuenta. Para sorpresa de los directivos de SIA, el CEO Park Jimin, viajó junto a ellos desde el comienzo.

El rubio se sentó en la segunda de las cinco filas de asientos que había sin contar la final, en donde varios se acomodaron, dejándolo a él solo, al igual que el asiento que quedaba justo detrás de él en donde Jungkook se sentó.

Park llevaba varios de insomnio y sobrecarga laboral, muchas presiones caían sobre sus hombros ahora que se había vuelto el CEO de una de las empresas de su padre. No era un secreto que tenía muchas vistas sobre él y no todas positivas. Se le debía sumar también que su vida personal no lo estaba ayudando, al contrario, lo perturbaba más. La noche anterior había salido en un fallido intento de olvidar a esas personas que taladraban su cerebro día, tarde y noche.

A pesar de que terminó como en los viejos tiempos enredado con alguien, no pudo consumar el acto. Sonaba ridículo incluso en su cabeza pero por alguna extraña razón se sentía infiel por partida doble. Por eso, entre besos que no le despertaban nada y caricias que se sentían incorrectas, detuvo todo e hizo que su acompañante se fuera de su apartamento.

No era nuevo que Jungkook despertara ese tonto sentimiento pero ahora Taehyung le hacía la competencia. ¿Tenía eso sentido? Ellos eran una maldita pareja y él solamente el tonto que se había enamorado de los dos. Ambos representaban la típica batalla entre el ángel y demonio que se posaban sobre sus hombros, pleiteando por ver quién lo dominaba más.

Después de que aquel hombre se fuera, fue en busca de dos píldoras de diazepam que lo ayudara a ceder su mente al menos esa noche ya que quería relajarse antes de enfrentarse a Jungkook y ese retiro al que marcharían la mañana siguiente. Tomó una larga ducha y cayó en la cama hasta que su despertador lo despertó, aún muriéndose del sueño.

Ese fue el motivo por el cual tan solo se subió en el bus que los transportaría, se durmió sin ver que todos los trabajadores que viajaban con ellos que se resumían en los directivos y los asistentes de estos se acomodaron dejando solamente el asiento a su espalda vacío que fue tomado por su ex pareja.

A mediados del camino, un fuerte ruido sobresaltó a Jungkook y despertó una leve murmuración. La cabeza del rubio había colisionado con el cristal de la ventana. De hecho, lo hizo dos veces y antes de que la tercera ocurriera, el menor se levantó de su asiento reprendiendo a los demás con una gélida mirada. Se sentó en el asiento libre al lado de Jimin y atrajo su cabeza a su hombro, manteniéndola en el mismo lugar con ayuda de su mano.

El trayecto hacia Incheon en donde tendrían su retiro, tardó hora y media debido al tráfico. Cuando el CEO abrió sus ojos, tardó un tiempo en darse cuenta de que quien lo estaba despertando era su ex novio y que eran los únicos que quedaban en el bus.

Se separó con premura, acomodándose el cabello mientras miraba alrededor. No obstante, casi se infartó cuando miró la chaqueta negra del contrario que dejaba como evidencia de su profundo sueño una gran mancha de baba. La vista del pelinegro siguió la suya y se pudo dar cuenta de lo que lo puso en ese trance.

— L-Lo siento. N-No supe cuándo me dormí o que t-tú estabas sentado a mi lado. — El menor luchó por reprimir una sonrisa mordiendo sus labios, asintiendo ante todos sus balbuceos. — ¿No tiene sentido nada de lo que estoy diciendo, verdad? — Preguntó tras un minuto hablando en carretilla.

— ¿Bajamos? — Se quitó su chaqueta de cuero y se levantó. — Los demás descendieron hace unos cinco minutos.

— M-Mandaré a lavarla, puedes entregármela. — Comentó estirando las manos para recibir la prenda de vestir. Sus mejillas habían tomado un color carmesí, evidenciando la vergüenza que esa situación le provocaba y el menor no pudo evitar pensar que eso lo hacía ver un poco lindo. — Haré que te la lleven a tu habitación.

— No será necesario. Además, no es la primera vez que babeas mi ropa.

Recuerdos del pasado los invadió a ambos, cuando iban junto a la escuela en bus y se sentaban juntos, Jimin solía siempre quedarse dormido ya fuera sobre su regazo u hombro. Lo mismo ocurría cuando se quedaban a dormir juntos porque de alguna forma siempre amanecían enredados sin una posición fija y donde fuera que el rubio colocara su cabeza, amanecía con una marca de baba.

Los dos se miraron por unos segundos y descendieron un tanto torpe. Ambos fueron recibidos por el personal del complejo que la empresa había rentado y llevado a sus habitaciones. El CEO no lo dijo pero realmente agradeció mentalmente que los demás no hubieran notado todo lo que tardaron y que lo vieran tan sonrojado como sabía que estaba.

Una vez que todos estuvieron hospedados en sus habitaciones, se reunieron en el lobby donde el guía de la ciudad los esperaba. Al ser el primer día visitaron tres destinos casi turísticos. La Isla Yeongjong, Parque de la Libertad, el Chinatown de la ciudad, Wolmido y por último Songdo Central Park, un parque inspirado en el Central Park de Nueva York con senderos, prados y lagos artificiales con taxis acuáticos que por coincidencia o simple casualidad, la ex pareja terminó tomando juntos.

Ya era de noche cuando regresaron al hotel, la mayoría se dirigió directamente al comedor ya que sus barrigas rugían pero Jungkook fue directamente a su habitación al igual que Jimin. Este último se cambió de ropa y salió a correr por los alrededores por casi una hora antes de regresar al hotel.

— Jimin... — Al escuchar la voz de Jungkook, el aludido se detuvo en seco en el pasillo, dejando caer sobre sus hombros la toalla con la que se secaba el sudor. Estaba frente a su puerta, a escasos metros de la habitación del pelinegro solamente que del lado izquierdo del pasillo.

El menor, quien lo había visto pasar por el sendero que bordeaba el jardín de su habitación mientras estaba sentado en la terraza con su iPad, calculó el tiempo que se demoraría para entrar y lo esperó. Lo llamó en cuanto abrió la puerta pero no dijo mucho más. Su habla se perdió cuando el único sentido que parecía funcionar era el de la vista.

La camiseta blanca que por el sudor se adhería al cuerpo contrario, el cabello húmedo que le daba un aspecto tan atractivo al pegarse en su rostro. Sus muslos marcados por encima del ajustado pantalón de hacer ejercicio, sus pantorrillas, la forma en que sutilmente los músculos de sus brazos se mostraban al sostener en una mano una botella de agua y en la otra la toalla. Los labios húmedos... Era mucho lo que su vista quería captar en tan pocos segundos.

— Jungkook, ¿querías algo?

— ¿Ah? — Se percató de su extraña reacción, sintiendo como respuesta. — Sí, sí... Necesitaba hablar contigo. — Comunicó caminando en su dirección, viendo como Jimin intentaba abrir la puerta con torpeza. — ¿Podría pasar?

— ¿Pasar? ¿Te refieres a mi habitación? — ¿Qué preguntas tan bobas y obvias habían sido esas? — Sí, claro pasa. Sin embargo debo tomar una ducha. T-Tengo que cambiarme de ropa, ya sabes...

— ¿En serio debes cambiarte antes de conversar conmigo? — Preguntó Jungkook una vez que entró a la habitación que estaba ocupando el rubio en aquel retiro. — Estás bien así.

Al final se pusieron de acuerdo y una vez tomada su ducha, el mayor se sintió ligeramente más calmado y presentable. Fue gracioso para él cuando vio a Jungkook sentarse en el suelo de concreto de la terraza, dejando que sus pies se perdieran en el césped.

Existían hábitos que no cambiaban, él solía hacer eso cuando eran niños, adolescentes e incluso en la universidad. Cada vez que se sentaban en un lugar donde había hierba cerca, el pelinegro se quitaba los zapatos y hundía sus pies descalzos en ella.

— Tengo entendido que te encargaste junto a tu nuevo asistente de organizar todo. — Jungkook asintió mostrándole la copia de los documentos guardados en su iPad, ya que no debía llevarlos de forma física al retiro. — No debes encargarte de cada detalle personalmente, puedes delegar responsabilidades en el señor Kim. No te sobrecargues porque después no podrás rendir al máximo y eso ya afectaría a la empresa.

Sin poder responderle con algo más allá de una tímida sonrisa, el menor bajó la mirada porque era extraño sentir ese deje de regaño y preocupación en su voz. Por muchos años no vio esa faceta del rubio.

— ¿Cómo fue? — Preguntó ahora Jimin mientras desplazaba su dedo por la pantalla para leer los documentos.

— Logramos firmar el contrato y no hubieron inconvenientes. Yo mismo me encargué de organizar la reunión para el lunes a las 2:00 p.m. Debido a varios asuntos laborales y conflictos de horario, dos miembros del consejo asistirán a través de una videoconferencia. — No se equivocó al ascender al pelinegro, cada día le mostraba su eficacia como trabajador con resultados fehacientes que no daban margen a grandes fallos.

— De acuerdo. — El menor sintió en silencio estirando sus piernas para levantarse. — Oh, también... Sobre la firma del contrato con Jinsheng, no se lo comentes al Consejo de Directores aún. — Aquello le pareció un tanto extraño pero Jimin sabía lo que hacía, por eso asintió con otra sonrisa.

— Como digas.

— Además, quería preguntarte algo. — Con cierta intriga el director general se volteó para mirarlo, viéndolo jugar con la punta de sus dedos, reconociendo ese acto. ¿Estaba nervioso? — ¿Ya comiste?

— No, después de las actividades conjuntas me fui a mi habitación para terminar algunos asuntos pendientes y de ahí vine directamente a mostrarte estos documentos para que los revisaras.

— Yo tampoco he comido, sería raro ir al comedor ahora solo por eso yo... E-Es decir, si no has comido y tienes hambre podríamos... E-Eso, ya s-sabes, quiero d-decir... — ¿Se había vuelto gago o perdido su capacidad de habla?

— Vamos a comer, Jimin. — Sonrió poniéndose en pie, estirándole la mano para ayudarlo a levantarse.

En vez de dirigirse al comedor del interior, se sentaron en la terraza de este. Corrieron la mesa y las sillas para ubicarlas cerca del jardín. Cuando la comida fue llevada a la mesa, la camarera no puedo evitar mirar con extrañeza como ambos tenían sus pies descalzos en el césped mientras conversaban sonrientes.

— Ya basta de hablar de trabajo, eso es todo lo que hemos hecho desde que nos volvimos a ver. Cuéntame de ti. — Pidió el pelinegro con una sonrisa descuidada, intercambiando su plato por el del contrario una vez que termino de cortar su solomillo.

Fue por costumbre, comenzó a hacerlo con él desde que era niño porque la primera vez que el mayor intentó utilizar un cuchillo se cortó y por unos años tuvo cierta fobia de ellos, por lo que cuando comían juntos siempre fue él quien se encargó de picar lo hubiera que cortar. Esta costumbre trascendió aún después de ponerle punto final a su relación y no verse más.

A veces cortaba la carne para su mamá ya que la mayoría de los días ella trabajaba hasta tarde y llegaba cansada a su casa. Le gustaba procurar que ella no hiciera mucho esfuerzo y descansara correctamente. Cuando inició su relación con Taehyung, hacía esto por inercia y aunque al comienzo le pareció extraño, el castaño rápidamente se acostumbró a ello y hasta ese día, no había podido dejar ese hábito con sus más allegados.

Él no lo notó pero aquello conmovió al rubio, volviéndolo a poner nervioso. Entre su pregunta y aquel gesto, empezaba a abrumarse, no sabía exactamente cómo reaccionar. Sentía sus ojos picar, con una bola de pensamientos rebotando en su cabeza de un lado a otro. Sus recuerdos, el día que habían pasado junto a sus compañeros pero que pareció ser solo de ellos, Taehyung... Este último era el que más venía a su mente.

— ¿De mí? — Falsificó su mejor sonrisa, algo a lo que ya estaba acostumbrado. — La verdad es que no hay mucho que contar de mí, creo que lo sabes todo. Mi pasado, mi presente... Sabes todo de mí, Jungkook.

— No todo, no sé lo que hiciste cuando abandonaste la universidad y te fuiste a los Estados Unidos. No supe jamás de ti, solamente escuché que viniste al funeral de tu madre. En ese momento yo estaba viajando pero cuando me enteré regresé. — Jimin ensanchó los ojos ante esto porque desconocía ese hecho.

— ¿Viniste cuando mamá murió?

— Sí, sabes que ella y mi madre eran amigas inseparables, a veces me mostraba tus fotos cuando yo iba de visita a Busan, me mantenía al tanto de tu vida. Cuando falleció mi mamá me dio la noticia, fue un poco problemático conseguir un vuelo desde Macao a esa hora de la noche. Tuve que esperar hasta el día siguiente, asistí a la reunión de la empresa que ya tenía programada y de ahí salí directamente al aeropuerto. Sin embargo, no habían vuelos directo a Busan por ello tuve que llegar a Incheon y luego ir a nuestra ciudad natal, cuando llegué, ya todo había acabado y tú te habías ido.

Jimin mordía su labio inferior mientras escuchaba todo, dejando caer finalmente lágrimas que no pudo retener en sus ojos. El recuerdo de su madre, de su muerte, eso era algo por lo que todavía cargaba una gran culpa.

— Ya, bueno... — La suave tela de una servilleta que no esperaba secó su rostro. Jungkook se limitó a secar sus mejillas hasta que calmó su llanto sin decir absolutamente nada. — Estaba en medio de una reunión con mi padre cuando recibí la primera llamada del hospital que no pude ver hasta dos horas más tarde. Cuando finalmente contesté la segunda llamada me dijeron que mi madre estaba en el salón de operaciones. Salí directamente hacia el aeropuerto pero cuando aterricé, vi que tenía nuevas llamadas, mi madre murió mientras volaba.

— No tuviste tiempo para decirle adiós... — El mayor negó volviendo a sentir sus lágrimas pero esta vez fue más veloz que el contrario y antes de que este llegara a su rostro, comenzó a secarse él. — No llores.

— Tal como ella pidió, no alargué la agonía. Recogí su cuerpo en la morgue del hospital, me despedí, tarde pero lo hice. Le mandé un mensaje a sus allegados y una hora después comencé el funeral. La velamos toda la noche y madrugada, en la mañana esparcí sus cenizas en el mar como siempre quiso y me regresé directamente al aeropuerto sin pasar por nuestra casa. Simplemente no pude, huí de Corea como un niño cobarde que no sabía cómo lidiar con la culpa y el dolor.

— Ey, no te llames así. Jamás fuiste un cobarde, ni siquiera cuando solían acosarte en la escuela. En tu infancia, adolescencia y adultez, he sido testigo de todas esas etapas y puedo asegurarte que esa palabra nunca te ha descrito, no lo hace o hará en el futuro. — Vio a Jimin refugiarse en la comida y él lo imitó.

Comieron en un silencio que no fue incómodo, sino reconfortante para ambos. Fue una pausa que fue muy bien recibida.

— Mientras estuve en Estados Unidos no hice mucho, me pulieron como para que pasara de bastardo a hijo reconocido. Me entrenaron, terminé mi carrera e hice mi máster mientras trabajaba para mi padre en sucursal americana. Así estuve hasta que el gran señor Park decidió que tomara el control de SIA y me enviara de regreso a mi país natal. — Respondió repentinamente a la pregunta que se le hizo un rato antes pero Jungkook pudo ver que tampoco era un tema en el que quería ahondar por lo que lo dejó estar.

— ¿Qué tal la vida personal? ¿Novio, prometido, algún esposo escondido? — Cambió de tema con una pícara sonrisa sin saber que ese era el último tema del cual al mayor le gustaría conversar con él.

— No hay ninguno de los tres. — Su respuesta fue algo escueta pero despertó curiosidad en el menor.

— ¿Es en serio? Me es difícil creer que nadie haya intentado conquistar ese corazón.

— ¿Quién dice que no lo han intentado? — Jimin enarcó una ceja con destellos de altanería en ella que hizo reír a Jungkook, imitándolo poco después. — Digamos que todavía ha llegado la persona destinada para mí.

— Debes andar rompiendo muchos corazones.

— Ahí vuelves a equivocarte, por jugarreta de la vida es mi corazón al que siempre quiebran, una y otra vez. — Los labios del pelinegro hicieron una fina línea y se arrugaron ante esta respuesta, sintiendo una parte de culpa. — No soy suficiente para las personas que quiero pero, estoy bien.

— Ey, Jimin...

— Oh, la noche está refrescando. Creo que deberíamos ir adentro. Vamos...

Sin darle tiempo para que continuara su frase, se levantó de la mesa para ir de regreso a su habitación, corriendo una vez que pasó el comedor para que Jungkook no pudiera alcanzarlo. Lo escuchó llamarlo, pudo verlo a pocos metros de él antes de cerrar la puerta pero no se detuvo.

Varios golpes resonaron en su puerta haciendo su espalda vibrar por estar aún recostado a esta, mordiéndose el labio mientras lo escuchaba hablarle.

— Jimin, no quiero que te vayas a dormir así. Perdóname si dije algo que te incomodara, si toqué temas que no fueran de su agrado solo permíteme despedirme.

Los restos de su corazón se retorcían, peleando con la parte aún sana para que juntos pudieran convencer al cerebro de que lo dejara entrar, pero este no quiso correr riesgos. Se negó rotundamente a ceder ante uno de los hombres que lo destruían y reconstruían diariamente.

Él reconocía ese aroma, había agitado sus fosas nasales desde que tenía memoria. Olía a gardenias pero todo el sabor que dejó fue de dolor y decepción.

Llegó a ese país con la esperanza de volver a verlo, de luchar por él si se le daba la oportunidad. Al saberlo soltero dejó volar una vez más sus esperanzas pero las vio estrellarse cuando supo que tenía pareja. Esas estúpidas esperanzas que se alborotaron al encontrarse con Taehyung y sentir cosas olvidadas tanto carnal como sentimentalmente. Tuvo que volver a recogerlas cuando cayeron el día que aquello que creó ir construyendo con él se terminó.

Malditas esperanzas que lo hicieron ilusionarse, volver a creer, elevándolo hasta el rascacielos más alto para dejarlo caer y hacerlo añicos cuando los vio juntos, cuando los escuchó amarse. No quería que sus interacciones crecieran, no quería seguir retomando la amistad con Jungkook, tampoco volver a ver al castaño. Necesitaba sacarlos de su vida aunque parte de esta volviera a irse con ellos.

— Por favor, solo quiero saber si estás bien, Jimin. — La voz sonó tan baja, tan débil que por un instante se tentó abrir pero solamente dejó su mano en el manubrio. — Hyung... — Ahí estaba, su endeble corazón poniéndolo en peligro al saltarse latidos. — Jiminie, sé que estás detrás de la puerta. Puedo sentir tu respiración, tus sollozos pero sobre todo, aún puedo decir que te conozco. Sólo déjame verte un segundo, compruebo que estás bien y me voy, de lo contrario tocaré toda la noche y todos los directivos e incluso trabajadores del recinto vendrán a ver qué sucede.

¿Estaba sollozando? Miró el espejo en su espalda y su reflejo le confirmó lo que él no sintió. ¿Por qué le hacía eso? No podía comportarse de esa forma y luego alejarse pretendiendo que nada pasó porque aunque en sus intenciones no estaba darle esperanzas, removerlo y darle vueltas como rehilete, justamente eso era lo que ocurría.

— ¡Park Jimin! — Exclamó firme subiendo un poco su tono de voz sin llegar a gritar. — Abre la puerta.

— Estoy bien, Kook. Gracias por preocuparte pero todo está bien, ve a dormir. — Logró responder conteniendo un poco la respiración. — Buenas noches.

— ¡Abre!

— ¡Jungkook!

— Abre la puerta, Jimin.

— ¿Todo bien? — Se escuchó una segundo voz femenina y el rubio maldijo por lo bajo, abriendo la puerta antes de que el menor respondiera.

— Sí, todo bien... — Se apresuró a decir. — Entra.

Jungkook entró a la habitación agitando su mano para despedir a la curiosa chica y con un asentimiento de cabeza para no ser descortés, cerró la puerta. Pudo darse cuenta al voltearse que el rubio secaba sus lágrimas con las manos y a su vez estas en su pantalón. No podía leerle la mente pero si lo hubiera hecho, se habría dado cuenta de lo mucho que Jimin se arrepentía de actuar de esa forma. No controló sus emociones, huyó de su lado y se encerró como un cobarde en su habitación creando toda una escena.

— Ya me viste, Jungkook. Creo que ya deberías ir a tu habitación ya que mañana serán las actividades deportivas y debes descansar para tener buen rendimiento.

— Comprendo que no quieras hablar pero no me digas que está bien. Una persona que está bien no llora al no ser por felicidad, ni siquiera estás viendo el televisor o escuchando música para decir que te pusiste sentimental por eso. Te conozco y...

— ¿Me conoces, Jungkook? — Lo cortó. — ¿A quién conoces? ¿Al Jimin que fue tu mejor amigo, el novio con el que terminaste de la noche a la mañana sin una razón aparente o al ex que a menudo esquivabas en la universidad hasta que tu pareja intentó reunirlos ignorando nuestro pasado? No sigas diciendo que me conoces cuando no supiste darte cuenta de cosas que estuvieron frente a tus narices o tal vez fingiste no saber, me da igual. ¿Por qué vienes y me haces esto? ¿Por qué?

Al decir la última pregunta se quebró sin remedio en un fuerte llanto. El pelinegro intentó abrazarlo pero solamente se liberó de sus manos y fue al baño. Rebuscó entre el estuche de las pertenencias que trajo con él para su aseo aquella pequeña botella de plástico de la que sacó dos píldoras de Valium. Se inclinó y con el agua del lavamanos se ayudó para tragarlas.

Cuando salió del baño envuelto en su bata media hora más tarde, después de otra ducha pero esta vez con agua fría, se sorprendió al verlo aún en su habitación, sentado al borde de su cama. Sus dientes apresaron sus labios inquietos que avisaban un posible nuevo llanto que no quería dejar salir. El otro cuerpo lentamente fue eliminando la distancia hasta que lo tuvo envuelto en sus brazos.

Quizás eran sus brazos, la ducha o tal vez los sedantes que últimamente volvía a tomar para poder conciliar el sueño pero no se movió o resistió. Se permitió sentir aquel simple e inocente abrazo íntimo que por tanto tiempo necesitó. Cuando los llevó a la cama con ropa sin poner distancia y se acostó a su lado tampoco se resistió. Fue tan tranquilo, aún cuando sus lágrimas corrieron lentamente, todo se sintió perfecto. Los dedos que se perdieron en su cabello, los que secaron sus lágrimas o los besos castos que se depositaron en su cabeza, todo influyó para que ese momento valiera por miles y fuera único, perfecto.

Su despertar no fue tan cálido, aún cuando sería vestido y estaba cubierto por las mantas, no sentía la tibieza de cuando se fue a dormir. La soledad lo volvió a golpear pero su trabajo lo hizo levantar sin darle espacio a los pensamientos. Tenía que dejar todo como un sueño o una pesadilla, no sabía cómo definirlo porque le trajo tanta felicidad como penurias.

Todo estaba oscuro, se pudo dar cuenta de que las cortinas habían sido pasadas por el menor en algún momento, posiblemente antes de irse una vez que se durmió. Comprobó su celular y justo ahí volvió a sentirse miserable. Habían tres mensajes de Taehyung, todos con dos palabras. "Te pienso" "buenas noches" "buenos días".

Su dedo hizo ademán de borrar toda la conversación pero si lo hacía, no podría torturarse nuevamente releyendo todo lo que se escribían. Otra debilidad, otra cadena de la que no se soltaba aún pudiendo hacerlo. Se quejó cerrando los ojos y lanzando el teléfono sobre su almohada para ignorarlo e irse a asear.

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Valium: Diazepam, un sedante.

Otra historia más que Wattpad me devuelve, un latido nuevo para mi corazón 🥺😭 Los he extrañado, espero que estén bien. Les mando muchos besos, manténganse en casa de ser posible y cuídense.
LORED
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