•La verdad•

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Lentamente Hime comenzó a despertar de ese nostálgico sueño que tuvo, sentía sus cienes húmedas a causa de las lágrimas que derramó, pero un cálido toque causó que abriera sus ojos al fin.

—Buenos días. —La saludó Samon mientras acariciaba su rostro luego de limpiar sus lágrimas—. Traeré a Okina para que te revise.

Tras decir esto se levantó, pero fue detenido por Hime que sujetó su mano.

—¿Todos están... bien? —Preguntó temblando al recordar la amenaza del rubio la otra noche.

Samon tensó su mandíbula frustrado de que ella solo se preocupara por los demás aún cuando estaba tan herida. Respiró hondo para controlarse y esbozó una leve sonrisa para calmarla antes de responder.

—Todos estamos bien Hime, gracias por protegernos. —Dijo devolviendo suavemente su agarre.

Ella sonrió aliviada y dejó ir la mano de Samon para que buscara a Okina. Este pronto llegó para examinarla y explicarle su condición médica, Hime se volvió a sorprender de las habilidades de Okina al escuchar que no tendría más que cicatrices si se cuidaba como era debido.

—Iré a informar a la alcaldesa sobre tu estado, no hagas disparates chiquilla. —Se despidió sin darle tiempo de responder.

Tras esto Samon volvió a tomar asiento junto a ella.

—¿Quieres tomar agua o algo?

—Agua... —Todavía sentía su garganta algo reseca por el todo el tiempo que permaneció dormida.

Él de inmediato le alcanzó un vaso con dicho líquido y la ayudó a beberlo.

—Deberías descansar más.

—¿No tienes que interrogarme o algo así? —Él se tensó al escuchar esto, pero se relajó al ver la sonrisa comprensiva de Hime.

—La verdad prefiero esperar a que estés mejor para hablar...

—Mi garganta está bien Samon, solo pregunta lo que quieras. Sabía que esto iba a pasar, aunque no me esperaba que sería por culpa de Elf. —Dijo lo último con una mueca de disgusto.

—¿Ese es el nombre del tipo que te atacó? —Preguntó con el ceño fruncido.

—Al menos así es como siempre se ha nombrado frente a mí y Musashi, aunque ni idea de si es su nombre real. —Se encogió de hombros al decir lo último.

—...¿Cómo lo conociste?

—Me secuestró. Y también mató a mi madre. —Samon se quedó en blanco por la naturalidad con que Hime habló, pero no le dió tiempo de interrumpirla—. Por lo visto él y su jefe, el hombre de la cicatriz en el cuello, descubrieron que yo era una usuaria de Haki, así que se infiltraron en la prisión en que vivíamos para secuestrarme cuando era pequeña. Mi madre trató de impedirlo por supuesto, así que ellos la descuartizaron frente a mi.

Los ojos de Hime se notaban distantes mientras hablaba, como si estuviera absorta en el recuerdo del que hablaba. Sin saber que decir, Samon tomó la mano sana de la chica para transmitirle un poco de apoyo, se sentía culpable de hacerla recordar momentos tan oscuros, pero era necesario si quería ayudarla.

—Necesito saber más Hime... Cómo escapaste, cuánto sabes de ellos y cuál es tu conexión con el ala 5, necesito todo para poder protegerte.

Ella suspiró y entrelazó sus dedos antes de continuar.

—Por desgracia no sé mucho de ellos, al igual que Musashi yo permanecí encerrada en un laboratorio subterráneo sin recibir explicaciones. En mi caso hubieron otros prisioneros conmigo, pero todos murieron a causa de las cirugías, solo yo soporté los implantes. —Explicó observando sus grilletes de forma melancólica.

—...¿Escapaste tú sola?

Ella sonrió ante esta pregunta y negó con su cabeza.

—Fuí salvada. Por mi papá... Y tu hermano.

—...¿Qué? —El desconcierto de Samon era evidente en su rostro.

—Déjame hacerte una pequeña historia Samon. —Le dijo con una sonrisa cálida y tiró de su mano para que se sentara en la cama junto a ella—. Hace más de 20 años hubo un criminal que era famoso por sus habilidades de escapista.

Él era un huérfano que tuvo que aprender a robar para sobrevivir en las calles hasta que fue capturado por la policía, odiaba sentirse encerrado, así que escapó de cada prisión en la que fue encerrado volviéndose un prófugo de alto riesgo a ojos de la policía.

En una de las prisiones que estuvo, notó que algunos reclusos desaparecían sin explicación, así que intrigado, decidió investigar un poco antes de escapar.

Pero como bien dice el viejo refrán, la curiosidad mató al gato.

Descubrió que los reclusos eran utilizados como cobayas en experimentos brutales que acababan con sus vidas, y por desgracia, fue descubierto durante su investigación y atacado.

Logró escapar tras saltar a un río, como había sido disparado antes sus perseguidores lo dieron por muerto, pero una florista lo encontró a la orilla del río de su ciudad y lo llevó a su casa para sanar sus heridas.

Lo siguiente es tal y como una novela cliché, ambos comenzaron a convivir y se enamoraron, él le contó su historia sabiendo que su relación solo le traería problemas, pero ella decidió quedarse a su lado.

Desgraciadamente, ambos fueron apresados casi un año después. Ella fue encerrada en una prisión para mujeres de bajo nivel ya que su único crimen había sido esconder a un prófugo. Mientras que él fue encerrado en la prisión de mayor seguridad de ese momento, aquella que llevaba el nombre de Nanba antes de que la isla artificial fuera terminada.

Su estadía en esa prisión no fue mala y su supervisor le permitió intercambiar cartas con su amada, resultó que ella estaba embarazada cuando fueron apresados y daría a luz en la prisión. El supervisor trató de conseguirle un permiso para presenciar el nacimiento de su hija, pero su petición fue rechazada.

Así que el recluso hizo lo que mejor sabía: escapó.

Solo que esta vez dejó una nota prometiendo su regreso tras conocer a su bebé y pidiéndole al supervisor que ocultara su escape hasta que volviera.

No esperaba que le creyera, pero cuando regresó a su celda se encontró con el supervisor de brazos cruzados y esperándolo, y nadie exepto su mujer se había enterado de su escape.

Lo único que el supervisor le preguntó cuando estuvieron frente a frente, fue el género del bebé. Tras reír, el recluso le contó que fue una niña, y que acababa de encontrar a el que sería su padrino.

Y así fue. El supervisor aceptó esa responsabilidad y comenzó a visitar a la familia de su recluso en su tiempo libre, la pequeña lo adoraba y le puso el sobrenombre de gigante por sus casi tres metros de altura. A pesar de vivir en una prisión, ella era feliz y soñaba con el futuro, pero no tenía mucho tiempo.

Desde joven se descubrió que ella era una usuaria de Haki, y estos nunca llegan a la pubertad.

El supervisor buscó sin descanso una forma de salvarla, pero lo único que podía hacer era mostrarle el mundo exterior a través de las fotos e historias que le llevaba. Hasta que un día, recibió la noticia de que la niña estaba desaparecida y su madre había sido asesinada de forma brutal.

El recluso lloró y le rogó por ayuda para encontrar a su pequeña, la cual el supervisor le iba dar aún si no se la pedía, tras cuatro años de búsqueda, finalmente encontraron el paradero de la niña.

Pero había un problema: ni siquiera él era capaz de escapar de la prisión flotante sin ayuda. El supervisor se ofreció a ir él, pero si lo hacía la investigación que habían llevado a cabo se perdería ya que lo considerarían un criminal. Así que fingieron el escape del recluso, el supervisor preparó un bote y debilitó las defensas sin que nadie se percatara. De esta forma se despidió de su amigo, con la esperanza de que volviera con su hija y pudiera protegerlos tras las paredes de Nanba.

Pero los años pasaron y no supo nada de ellos, continuó su investigación y logró desmantelar una de las prisiones que traficaban con reclusos en China junto a su hermano menor, ganándose este el derecho para trabajar en Nanba junto a él. Fue poco después de esto que ocurrió otra tragedia.

El supervisor asesinó a un recluso a sangre fría solo por su ambición, o eso fue lo que todos pensaron. Pero la verdad es que fue manipulado por las mismas personas que habían secuestrado a su ahijada.

Uno de ellos llamado Elf se infiltró una noche en Nanba y trató de robar la información que el supervisor había acumulado con los años de investigación, por supuesto, Elf fue encontrado y tuvo que luchar contra el supervisor que lo obligó a retirarse. El incidente nunca fue reportado, ya que la investigación que casi se robó era secreta.

Sin embargo, su silencio tuvo consecuencias, poco a poco sentía que su voluntad era doblegada por una fuente externa. Elf lo había herido la noche en que lucharon, pero él no era consciente que en ese momento le habían implantado unas nanomáquinas que poco a poco afectaban a su cerebro como si fueran parásitos. El día en que mató a un recluso, fue porque a sus ojos este se veía como Elf.

Los años pasaron de nuevo mientras estuvo encerrado y luchaba contras las nanomáquinas que querían controlarlo, hasta que lo lograron. Escapó y trató de tomar el control de Nanba bajo el efecto de las nanomáquinas, luchó contra antiguos compañeros e incluso contra su hermano pequeño, nadie podía pararlo, hasta que ella llegó y su mente logró recuperar un poco del control de su cuerpo.

Ambos lucharon, ella había perdido la memoria luego de que su padre se sacrificara para salvarla y pasó los años de la misma forma que él en su juventud, de prisión en prisión sin saber siquiera quién era y sintiéndose vacía.

En ese momento, ella apenas estaba recuperando la memoria, su cabeza dolía y sus sentidos estaban nublado, pero sabía que tenía que detenerlo a toda costa.

Él, haciendo un esfuerzo sobrehumano, le pidió que cortara su brazo izquierdo, aquél en el que estaba la fuente de las nanomáquinas. Ella lo obedeció, y al perder su fuente de control las nanomáquinas pararon su función, por supuesto, el antiguo supervisor no representó ninguna amenaza tras perder su brazo.

No sólo porque nunca quiso luchar, sino porque tantos años de lucha contra las nanomáquinas habían dañado su mente, induciéndolo a un coma del que no se sabe si logre despertar.

—Las personas de las que hablo en esta historia... No creo que necesite decirte quienes eran. —Dijo Hime con una sonrisa amarga mientras observaba a Samon.

Con cuidado llevó su mano sana a su mejilla para acariciarlo y secar algunas de las lágrimas que derramaba, él, al sentir esta caricia no aguanto más y comenzó a llorar en el regazo de la chica sin siquiera tratar de mitigar sus gritos, solo quería sacar de su pecho todas esas emociones que se habían acumulado.

Hime solo acarició sus cabellos con cariño mientras derramaba algunas lágrimas en silencio.

—Samon... —Lo llamó y él mordió su labio para que su llanto no le impidiera hablar—. Gracias por creer en Gigante.

Continuará...

Yo: Listo ( ꈨຶ ˙̫̮ ꈨຶ ).

Mitsuru: ¡¡¡Listo nada gata roñosa!!! ¡¡¡Ponte a escribir el próximo capítulo ya(╬☉д⊙)⊰⊹ฺ!!!

Yo: Trataré de no demorar tanto esta vez(;^ω^). Pero eso sí, les tengo que advertir que el próximo capítulo puede que sea el último༎ຶ‿༎ຶ.

Mitsuro: :v... ¿Qué?...

¡1855 palabras escritas con amor ( ˘ ³˘)♥!

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