•Ritual•

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¿Por qué será que el tiempo parece correr más rápido cuando lo único que queremos es que se detenga?

Un par de días después de que Samon se enterara de la verdad sobre el cuerpo de su reclusa, había terminado finalmente todos los trámites y preparativos para el ritual.

Al momento en que fue a recoger a Hime no cruzaron palabras, solo compartieron un abrazo y se dieron el lujo de caminar de la mano. No eran pareja, pero se amaban. No habían necesitado palabras ni promesas para comprender eso. Y a pesar de que Hime sabía que debía apartarse, el miedo a no poder volver a tocar a Samon la hacía actuar de manera egoísta, de desear al menos un día más a su lado.

No rompieron el agarre de sus manos cuando abordaron el tren para trasladarse al cuartel principal. Se realizaría el ritual ahí puesto que solo aquellos de alto rango y confianza podían acceder a él, además de que contaba con las mejores instalaciones médicas para tratar a Hime en cuanto terminara el ritual. Okina, Kazari y Kaguya en espera de la joven para brindarle el mejor tratamiento posible.

El camino a la sala de sellado se sintió como caminar por la tabla de un barco, cada paso acercándote a tu inminente final. Tras llegar al sótano donde se ubicaba la sala Samon abrió las grandes puertas, revelando una estancia grande y vacía exepto por una silla metálica que había en el centro de lo que parecía un círculo con grabados chinos.

—Hajime... —Se sorprendió Hime al verlo ahí, parado junto a la alcaldesa tras la silla—. ¿Te ofreciste voluntario?

—En un inicio eras mi responsabilidad, no me gusta dejar las cosas a medias así que vine. —Respondió con aparente desinterés, pero su ceño fruncido más de lo normal delataba su frustración por la posición en la que se encontraba, la de un verdugo.

Samon le había dicho a Hime que debido al alto riesgo que conlleva un descontrol de su Haki, la alcaldesa tendría a un guardia listo para dispararle en la cabeza si el sellado iba mal, y ese será Hajime.

—N°15. —La llamó la alcaldesa acercándose a ella, Hime se sorprendió al ver en ella una expresión suave, y hasta algo culpable—. Espero que entiendas el por qué hemos tomado estas medidas y que no lo hacemos por desearte ningún mal, de ser posible, la verdad deseo devolver esa pistola con todas sus balas.

Momoko no podía evitar sentir empatía por esa joven, y no quería que de darse el peor caso, la chica muriera sintiéndose rechazada o algo así.

Hime esbozo una ligera sonrisa al percatarse de las intenciones sinceras de la alcaldesa.

—No debe preocuparse, más bien estoy agradecida con usted. —Momoko y Hajime la observaron sorprendidos, mientras que Samon solo desvío la mirada y se concentró en comprobar que todo estuviera listo—. La mayoría me hubiera ejecutado al estar en su lugar, pero usted en cambio me dió la oportunidad de luchar por mi vida, si consigo sobrevivir será porque usted me dió esa opción. Y si muero... Al menos lo haré sabiendo que hice todo lo que pude con el apoyo de mis seres queridos. Por eso le doy las gracias alcaldesa. —Dijo realizando una reverencia de 90 grados.

Sus palabras no eran ensayadas ni falsas, y eso los tres guardias lo notaron al mismo tiempo que el nudo en sus gargantas se acentuaba.

—Supervisaré todo el proceso en caso de que deba dar la orden de ejecución. Esfuérzate. —La animó recojiendo sus sueltos cabellos con una liga y dándole una leve palmada en su cabeza.

Tal y como la describió Samon.

Pensó Hime disfrutando de la caricia.

Pronto Samon avisó que los preparativos estaban listos por su parte, a lo que todos tomaron sus respectivos puestos.

Hajime quitó el seguro de la pistola y la apuntó a la cabeza de Hime, manteniendo una distancia en la que no estorbaría en el sellado. Momoko se colocó a un lateral de la silla, desde donde podría observar el proceso y así impartir su juicio. Hime se sentó en la silla y al instante sintió como unos grilletes metálicos se cerraban en sus extremidades y vientre.

—Kazari diseñó esta silla. —Comenzó a explicar Samon mientras comprobaba los grilletes, seguramente solo trataba de distraerla con la charla—. Normalmente los sellos son colocados en la piel por lo que no haríamos esto, pero al ser tus grilletes los sellados podemos inmobilisarte para que sea más rápido y fácil el proceso. Pero no pudimos asegurar mucho tu torso por lo que tendrás que tendrás que mantenerte lo más quieta posible cuando selle el grillete de tu cuello.

—No te preocupes, si todo sale bien es probable que para cuando selles el de mi cuello ya no tenga fuerzas para moverme. —Dijo con una ligera sonrisa, no valía la pena preocuparse.

Ahora solo podía luchar y confiar en Samon, ella no era de las que rezaban en esa situación, dejo de hacerlo hace muchos años.

Nadie dijo nada más.

Samon mojó sus dedos en la tinta y concentró su Qi para poder atravesar el metal. Hime mordió una tela que le había dado Samon en un inicio, el sudor y los temblores apareciendo casi de inmediato en su cuerpo, pero no fue mucho el tiempo que pasó hasta que un latigazo de dolor más fuerte recorriera su cuerpo e hiciera que soltara la tela, desconcertando a Momoko y a Hajime quienes nunca habían escuchado semejante alarido.

Samon había sido advertido por la chica, y sabía que por nada del mundo debía detenerse o aligerar su paso, mientras ella respirara, él seguiría con el sello tal y como se lo había pedido aquella noche. Y agradeció que Hime le contara con detalle lo que le ocurriría a sus grilletes.

Al instante en el que atravesó el metal de los grilletes, la zona que estaba en contacto con la piel de Hime se fundió con ella, adiriéndose a sus venas las cuales se empezaron a marcarse en sus extremidades, cuello y rostro y luciendo de un desconcertante color negro. Sus iris tornasoles tomando el color de la sangre misma.

—¡Esta es una reacción esperada! Por el momento su Haki es estable así que no apresure su desición alcaldesa. —Le informó sin dejar su labor y con voz firme a la mujer.

—Y-ya veo. ¡Entonces sigue!

Momoko ni siquiera trató de disimular su tartamudeo, nadie se avergonzaría de ser abrumado por la apariencia o los gritos de la joven que a pesar del dolor, apretaba sus puños y mordía sus labios en un intento de no entorpecer el proceso.

Soportando los gritos de su amada, Samon continuó los trazos en los grilletes de sus piernas, para cuando iba cerca de la mitad del segundo notó como las lágrimas habían empezado a escurrir de los ojos que Hime mantenía fuertemente cerrados, abriéndolos solo en el segundo que él apartaba sus manos para remojar sus dedos en la tinta o pasar al siguiente grillete.

Llegados al primer grillete de sus brazos ella empezó a rogar que parara, los guardias notaron que su conciencia empezaba a delirar y sus gritos de dolor y sus ruegos empezaban a mezclarse con maldiciones a los que seguramente le implantaron esos grilletes.

Ya en el cuarto grillete ella empezó a tener espasmos involuntarios y Samon tuvo la suerte de estar parado junto a ella y no arrodillado como al inicio, pues había vomitado sangre, prueba de que sus órganos estaban comenzando a colapsar y que debían apresurarse con el sellado.

Para este punto Momoko rompió la distancia con Hime y la sujetó por los hombros para controlar los espasmos y se aseguró de que no hiciera movimientos demasiado bruscos con su cabeza debido al shock, no pudo soportar estar sin hacer nada así que decidió ayudar, aún si solo podía sujetarla e intentar mantener su conciencia al pedirle que no se rindiera.

Cuando llegó el momento del último grillete, Momoko le permitió a Hajime, que se había estado mordiendo el labio inferior hasta sangrar, soltar el arma y ayudar a sostener a Hime. Hajime sujeto su cabeza firme mientras Momoko sujetaba su torso para que Samon pudiera acceder al grillete de su cuello sin movimientos bruscos.

Este fue sin duda el peor de los grilletes.

Los gritos que se habían reducido debido al estado tan débil de Hime volvieron con una potencia desgarradora el empezar el sello en su cuello, sus lágrimas cristalinas se volvieron rojizas por la presión de su cabeza, sus oídos y nariz comenzaron a sangrar y Hajime tubo que dejar que mordiera su mano con tal de que no se mordiera la lengua al comenzar a convulsionar. Todo esto mientras la retenían para completar el sello.

Todo eso había sido algo esperado.

Y aún así Okina y Kazari no pudieron evitar el escalofrío que les recorrió al ver llegar a los tres guardias jadeantes y con sus ropas manchadas de sangre, Samon portando una mirada desesperada mientras sostenía a Hime en sus brazos, inconsciente y apenas respirando.

Samon no apartó la mirada de la sala de cirugías cuando sus puertas se cerraron, ni siquiera se percató de las lágrimas que corrían por sus mejillas hasta que Momoko le tendió un pañuelo para que se las secara.

Por un momento pensó que sería juzgado, despedido o incluso encerrado, pero lo único que recibió fue un abrazo por parte de la mujer quien mejor que nadie sabía que sobre el corazón no se manda.

Hajime solo contempló esta escena en silencio, con sus puños blancos y sangrando al encajarse las uñas de tanto apretarlos por la impotencia.

Ahora solo les quedaba esperar.

Continuará...

Mitsuru: ¡¡Te Pasaste Neko-chian😭😭😭!!

Yo: ¡No me lo recuerdes😭😭😭!

Ambos: ¡¡¡Buaaaaaaaaaaaaaaaaaaahh😭😭😭😭😭😭😭😭!!!

Cuatro horas y quinientas cajas de pañuelos desechables después...

Yo: Al fin me calmé 😿.

Mitsuru: ¡¡Yo no😭😭😭!! —La autora le da un sartenazo y después se inca en el suelo sosteniendo su estómago con una expresión de dolor—. ¿¡Tu intentas matarme!?

Yo: ¡Cállate que a mí me dolió más que a ti! Mala idea dar sartenazos cuando tengo dolor de ovarios... Mala idea😵...

Mitsuru: Oww😨... Creo que mejor nos retiramos temprano hoy😅. No olviden lavarse las manos🤗.

Yo: ¡Los amoooooooo😽💕!

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