Capítulo 48

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El año escolar terminó y con eso una etapa. Parecía que apenas unos días estaba entrando a clases, volvía a ver a sus amistades y a su crush de la secundaria, con el que ahora cumplía dos meses de noviazgo. Sin duda todo había pasado muy rápido.

Después del baile, las vacaciones iniciaban, sólo para los que no debían materias y el siguiente fin de semana era el partido final. Algo muy pesado para Henry y Gideon, sin embargo, no demasiado gracias a sus amistades que los apoyaban incondicionalmente.

En esta ocasión sí estarían los padres de Gideon, de Henry y el hermano de Teresa.

Estuvieron en la escuela desde temprano para repasar las estrategias, practicar un poco, aunque no mucho para no agotarlos, y calentar. La tensión estaba sobre todos en el equipo, más sobre el entrenador que a pesar de que sabía que era un simple juego le gustaba tener la idea de que no.

Cómo cada partido los chicos estaban en los vestidores cambiándose, cuando el entrenador llama a Henry y Gideon a su oficina.

—Hoy es el partido final Henry y Gideon—empezó a hablar—, he puesto toda mi confianza en los dos para que el equipo allá mejorado en los últimos meses y así pueda ganar esto.

Ambos asintieron siguiendo prestando atención—. También por eso espero que des lo mejor de ti Henry—sabía a qué se refería, sutilmente le estaba diciendo que para este partido final era el capitán, otra vez.

Sinceramente ya se encontraba un poco harto de serlo, siempre tenía la mayor carga, todos esperaban mucho de él y, sobre todo, los demás siempre seguían sus pasos. Al principio claro que todo fue emoción y alegría, ahora era algo de fastidio.

Decidió que para el partido final haría cambiar las cosas.

—Usted sabe entrenador que es un honor ser el que dirige al equipo, pero hace unos días me lastime un poco el tobillo y aunque puedo jugar sin dificultad no creo dar el cien por ciento de mí que necesitamos hoy—fingió sobar su tobillo mientras miraba de reojo a Gideon, quien estaba confundido.

—¡Esto es importante Henry y lo sabes!, debiste haber dado aviso con antelación—respondió el entrenador exasperado. Gideon permanecía callado escuchando todo.

—Lo sé entrenador, pero no se desanime, Gideon—lo abrazó por los hombros—, es igual de bueno que yo, incluso mejor. A estado entrenando mucho y créame que tiene potencial. Yo mismo lo he visto.

—¿Lo tomas Gideon?, es mucha responsabilidad, no sólo agilidad—lo miró serio el entrenador. El chico trago saliva con algo de dificultad, desde que se inscribió en el equipo de fútbol siempre ha querido ser capitán, pero ahora que se lo estaban proponiendo la idea la ponía algo nervioso.

—S-sí, es decir, sí entrenador.

—De acuerdo, problema resuelto y Henry—volteó a verlo—, si sientes que ya no puedes me avisas para ver a quién de tus compañeros metemos—él asintió y el entrenador se levantó de su lugar saliendo por la puerta. Escucharon algunos gritos de parte de este de que se apuraran los demás.

—¿Cuándo te lastimaste el tobillo? —Preguntó permaneciendo sentado.

—De nada, amigo—Henry se levantó feliz dispuesto a irse, pero Gideon lo impidió tomándolo del hombro.

—Espera, espera, espera, ¿por qué agradecerte?

Henry giró los ojos divertido—. Mentí Gid, no tengo lastimado nada sólo lo dije para que pudieras ser capitán hoy.

—Pero...

—Sé cuánto lo has querido ser, así que una pequeña mentira no está mal, además ya me tenía cansado ese puesto y tú tienes que impresionar a alguien.

Gideon rio nervioso por eso último y las mejillas se le empezaron a tornar de un tono rojizo—. Gracias Hen, pudiste al menos haber avisado.

Negó con la cabeza—. No era necesario y no hay de qué—palmeo de hombro—. Vamos tienes un equipo que dirigir.

Ambos salieron de la oficina y al ver que eran los últimos, salieron corriendo hacia las canchas de la escuela, el último lugar que verían de la escuela.

Este partido, a diferencia del que vio hace varios meses, estaba mucho más intenso. Tenían un total de una hora completa de juego. A penas llevaban la mitad de este y ninguno anotaba algo, se acercaban, pero no lo lograban. Teresa, Avril, Lazy y Mark estaban en las bancas de enfrente para ver el partido, mientras que Ricardo estaba con Paula en las otras gradas.

Hubo un pequeño descanso para recargar energía, tomar agua y repasar las estrategias de juego. Hay que reconocer que Gideon estaba haciendo un gran trabajo dirigiendo a los demás, tanto así que el entrenador ni había notado aún que Henry no estaba lastimado.

Sinceramente para ambos no les importaba tanto ganar, aunque puede que tener una motivación los ayude a cambiar de opinión.

Después del descanso, el juego continuó nuevamente para que siguieran igual, no quería sonar grosera, pero ya estaba empezando a aburrirse, incluso algunos ya estaban desesperados, pues el sol estaba en su máximo esplendor.

Al ver que no había cambios el árbitro decidió por fin pasar directo a los penales. Cada uno tendría tres tiros por lo que ambos equipos elegirían a tres integrantes. Por supuesto entre ellos estaría Henry, un chico llamado Jacob y, por petición de todos Gideon.

Era la oportunidad perfecta para darle una buena impresión a ella, aunque al mismo tiempo, era algo arriesgado si fallaba en el tiro. Los nervios no disminuyeron gracias a que algunas personas, entre ellas Avril, empezaron a rodear la zona donde se harían los tiros. Vaya forma de concentrarse cuando todos te rodean.

El primer tiro lo realizaría el equipo contrario el cual falló. Fue el turno de ellos y tiró Jacob, quién también falló ¿Acaso este partido no tendría ganador o qué?

La tensión comenzó cuando la otra escuela anotó y esta vez era turno de Henry, quien estaba demasiado cansado, sudado y tenía demasiado calor, quería terminar de esto de una vez. Se tomó su tiempo para buscar entre las personas a Teresa, quien estaba tan intrigada como los demás.

Ella lo miró, le sonrió y le mando un beso en el aire, muy cursi, lo sé, pero a veces esas acciones te hacen hacer cosas sorprendentes, tales como anotar un gol. No podía haber hecho mejor elección que elegir a Teresa, quien ahora estaba celebrando, luciendo hermosa a vista de Henry.

Las esperanzas de ganar volvieron a estar por la cima cuando el otro equipo falló, ahora todo dependía de Gideon, suerte que justo le tocó ser capitán el mismo día de la final dónde la presión recae más.

Sentía todo su cuerpo temblar, las manos le sudaban y sentía un cosquilleo en el estómago, estaba altamente considerado ceder su lugar a alguien más porque tenía mucha inseguridad. Algunos empezaban a murmura, debido a que se estaba tardando demasiado.

Avril se dio cuenta que estaba pensando en muchas cosas, quería ir a ayudarlo, pero no se le permitía el paso, la única opción que tenía era detrás de la portería, la cual era muy arriesgada. Intentó sobre salir entre la multitud para que Gideon la notará y así poder tratar de calmarlo.

Sin ser consiente, Gideon sabía lo que Avril trataba de hacer al observarla de reojo, no pudo evitar sonreír. Las cosas con ellos después del beso empezaron a funcionar más, aunque seguían siendo algo tímidos con expresarse físicamente, ya no tenía miedo en demostrarlo.

Sus pensamientos se acabaron cuando el árbitro le llamó la atención de que estaba tardado demasiado, entonces sin pensarlo mucho, visualizando bien su objetivo, decidió patear el balón. No recordaba que gane o pierda Avril siempre estaría orgullosa de él y esa era la única opinión que le importaba.

Los gritos, los empujones y los saltos se hicieron presentes en el momento que el balón toco la red de la portería. Mientras el otro equipo empezaba a irse decepcionado, el otro estaba encima de Gideon festejándolo.

Teresa, Avril, Mark y Lazy festejaban grupalmente saltando de un lado a otro. Cuando declararon el final del partido, con algo de dificultad, Gideon paso entre la multitud para llegar con una sola persona. Esquivaba los que querían ir a felicitarlo y desde lejos le hizo una señal a su familia para que los esperaran un momento más.

Llego a donde estaba Avril, frente a frente y sonriendo, los otros chicos captaron el momento y se fueron a celebrar también a Henry.

—Abby, ven conmigo—tomó su mano y ambos comenzaron a caminar por las canchas, Avril, estando confundida, caminó a su lado sin decir nada.

Entraron a la escuela, pasando por los pasillos silenciosos, ¿tenía permiso para estar ahí?, ¿a dónde la llevaba Gideon?

—Gid, ¿qué pasa?, ¿a dónde vamos? —Aun estando perdida, la sonrisa no desvanecía de su rostro.

—Espera y veras, ya estamos cerca...—dejo de tomar su mano y se puso detrás de ella, cubriendo sus ojos y empezando a guiarla.

—Gideon, ya dime qué haces y porqué estamos aquí, en primer lugar, ¿no nos meteremos en problemas por esto? —Ambos caminaron a paso lento para evitar caerse.

—Tranquila Abby, no te preocupes por eso.

Entraron al lugar, llevando a Avril a una zona específica. El piso se sentía como si fuera alfombra y realmente esa era su única pista, pues no había ruido absoluto.

—¿Ya puedo abrir los ojos? Sabes que me desesperan un poco las sorpresas—dijo esto último divertida.

—Ya lo sé, pero antes de que te muestre qué es, gracias por apoyarme hoy.

—Sabes que siempre lo haré ¿Si lograste verme hacerte señales? —Ambos soltaron una pequeña risa.

—Claro que lo hice fue parte motivo por la cual logre anotar.

—Lo lograste porque eres bueno Gid, no por mí.

Gideon lentamente se acercó a su oído derecho, sin dejar de taparle los ojos, para susúrrale—. Estoy cien por ciento seguro de que, sin ti, no lo hubiera hecho.

Avril sintió un cosquilleo en su oído y las piernas le empezaron a temblar un poco, no pensó que volvería a sentir algo así. Soltó una risa algo nerviosa.

—¿Lista para ver la sorpresa que te hice? —Preguntó mientras la hacía dar algunos pasos para atrás.

—¿Sorpresa?, ¿porqué o qué? —Gideon rio en su lugar y empezó a quitarle las manos de los ojos.

Parpadeo varias veces para acostumbrase un poco a la luz y lo siguiente que vio simplemente le dieron ganas de llorar de la felicidad.

Estaba frente a una estantería, en la biblioteca de la escuela, algunos libros tenían pegados letras y corazones, dichas letras formaban la oración "¿Y sí empezamos nuestra historia de amor?", que era una obvia referencia a que le estaba pidiendo salir con él de manera formal.

Se acercó a ver de cerca los detalles del libro, no podía dejar de sonreír.

—Cada una de las letras tiene un libro o que has leído o que es tu favorito—mencionó Gideon estando en el mismo lugar.

Avril lo confirmó cuando vio la portada de su libro favorito el cual había releído más de cuatro veces. No imaginó que Gideon le prestaría mucha atención en ese tipo de cosas.

—Sí quiero—fue lo único que dijo ella mientras seguía viendo el estante, quería conservar esta imagen para siempre.

—¿De verdad? —Se golpeó mentalmente por hacer aquella pregunta. Avril rio mientras caminaba hacia él, quedado de nuevo frente a frente, observando un poco hacia arriba por la diferencia de estatura.

—Claro que sí tontito—despeino su cabello mientras volvía a reír. Entonces Gideon la tomó de la cintura acercándola más hacia él, ella llevo ambos brazos hacia su cuello y sólo se dedicaron a mirarse.

—¿Vas a dejarme besarte? —Preguntó Gideon.

—¿Por qué no te dejaría hacerlo?

—Porque literalmente acabo de termina de jugar un partido y estoy sudando, odias el sudor.

—Bueno...—comenzó a masajear la nuca de Gideon—, puede que haga una excepción por ti.

Volvieron a permanecer callados, esta vez empezando a cerrar sus ojos y a acercarse más, uniendo sus labios en un suave beso. Se quedaría entre ellos dos que era el cuarto beso que se daban después del primero.

Era muy extraño, pero al mismo tiempo relajante, sentirse segura y protegida entre los brazos de alguien. Sin duda le gusta esta nueva sensación.

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