Les guste o no.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng



Llegó a la oficina del periódico. Tan solo entró, todas las miradas se posaron a su persona, una escena que le fue muy familiar de hace tres años. Pero esta vez ni se inmutó. Camino a paso firme y con la cabeza en alto, ya no le importaba los murmullos o miradas de los demás. Solo pensaba en su familia, y cuánto debía protegerlos y cuidarlos.

Era tanto que, en vez de estar nervioso, estaba feliz de que él fuera en quien estaban todas las miradas y no en sus hijos o esposo. Feliz de que lo estaban acusando y juzgando a él, frente a sus narices, a qué miraran de una manera vulgar y despreciable a su amado gruñón.

—¿Donde está el jefe?— preguntó a una de sus compañeras de trabajo.

—Está esperándolo en su oficina— respondió la mujer —Será mejor que se prepare, si dices algo fuera de lugar, pueda que seas despedido. Esta vez puede que no te salve ser esposo de un billonario— dijo la mujer con disgusto. Diciendo lo último con desprecio y mala cara.

—<<Solo pregunte donde estaba el jefe...>>— pensó —Gracias.— sonrió y se retiró.

Entró a la oficina del jefe. Desde las afueras se sentía un aura oscura y pesada. Sabía que estaba en problemas; y si estuviera en esta clase de situación antes se hubiera preocupado a perder su trabajo y quedar sin hogar. Pero ahora, tenía un lugar seguro al cual regresar y sabía que tenía el apoyo de su familia entera, no le preocupaba de ser despedido, porque sabía que después de eso no quedaría desamparado.

Pero aún así, una gran parte de él quería conservar ese trabajo; sino, ¿como le iba a comprar regalos o hacerle sorpresas románticas a su murciélago gruñón?

—Estoy aquí, jefe— avisó su presencia antes de entrar. Recibió la indicación e ingreso.

—Clark— murmuró su jefe con semblante oscuro y la mirada clavada directo al rostro del periodista.

—Emm... ¿buenos días?— saludo inseguro.

En eso, el pitido del teléfono de su jefe comenzó a sonar. Aún muy molesto y de mala gana, contestó.

—¿Que quieres?— le pregunto a su secretaria.

Señor...— dijo dudosa —Alguien espera a verlo.

Pues dile que se espere.

Es que...— en eso, se pudo escuchar como le quitaban el teléfono a la chica y otra persona lo tomaba —Deseo hablar con usted, señor White— hablo una voz masculina y reconocible.

—Señor Wayne...— el jefe murmuró incrédulo.

—<<¡¿Cariño?!>>— pensó Clark.

—Bien. Pase— mantuvo seriedad ante la sorpresiva llegada del magnate empresario.


|3 horas atrás|

Bruce se encontraba sentado en un sillón, mientras que cerca de sus pies había unas mecedoras automáticas, bastantes modernas. En cada una había un bebé, tratando de dormirse mientras se mecían suavemente.

El multimillonario estaba bastante preocupado por su esposo, agitaba su pierna con fuerza tratando de pensar en cómo lidiar con toda la situación.

—Al diablo, voy a solucionar esto yo mismo— dijo ya cansado de no hacer nada —Alfred— llamo a su mayordomo. Se levantó de su sillón y miro al anciano. —Cuida de mis hijos; tengo un asunto que atender.

—De acuerdo— asintió el mayordomo —Tenga cuidado y por favor, controle su temperamento— le advirtió.

—Me ofendes, Alfred— dijo Bruce, yendo a su habitación para cambiarse e irse.

Pennyworth suspiro ante la actitud de su amo. Sabía que no iba a poder detenerlo, así que mejor iba a ahorrar energías y cuidar de sus pequeños nietos.

Bruce se vistió muy formal, como de costumbre. Tomo las llaves de unos de sus autos más lujosos y costosos. Salió a toda prisa hacia Metrópolis.

Después de dos horas, gracias a que no había tanto tráfico ese día, llegó solvente a las oficinas del periódico. Y cómo si fuera un ciudadano normal, bajo tranquilamente de su deportivo negro.

Entró, haciendo una escena involuntariamente dramática, apreciada por los trabajadores que pasaban de un lado a otro en recepción.

No necesito preguntar en qué piso se encontraba su esposo, tampoco pidió permiso para tomar el elevador y subir a donde a él  quisiera; porque tan solo decir su nombre era suficiente para ir y hacer lo que le diera la gana.

Llegó al piso de las oficinas, tan ajetreadas y bulliciosas como todos los días; lo opuesto a industrias Wayne, que siempre era bastante formal y organizado. Al menos en la torre principal, donde el multimillonario tiene su oficina principal.

Y cómo si nada, camino firmemente por el estrecho pasillo entre los escritorios. 

—<<No se cómo a Clark le gusta venir todos los días, ya me aburrí de ver a todas estas personas>>— pensó Bruce.

Y cada que pasaba al lado de una o dos personas, se detenían de inmediato y miraban más que asombrados al magnate empresario.

Llegó a donde la secretaria y exigió; —Quiero ver a tu jefe.

La mujer lo miro sin saber qué decir, porque para ver al jefe necesitaban cita, y no sabía si negarle el acceso a una persona tan influyente como Wayne, le podría costar su trabajo.

—Ahora aviso— tomó la mejor decisión. Tomo su teléfono y espero a que su jefe le contestara.

¿Que quieres?

Señor... alguien espera verlo— aviso, mirando a Bruce con nerviosismo.

Pues dile que se espere— hablo la exigente y ocupada voz del jefe.

—Es que...— Bruce perdiendo la paciencia y enojándose ante la actitud del jefe a sus empleados y "clientes", tomó el teléfono con delicadeza de la mano de la dama. —Quiero hablar con usted, señor White.

Bruce Wayne...

Él en persona.

Bien, pase.

Bruce sonrió y abrió la puerta del jefe con toda superioridad. Allí vio a White, quien se estaba levantando para estrechar la mano al empresario. Después vio a su esposo, quien estaba en la otra esquina del escritorio viéndolo incrédulo.

—Señor Wayne, ¿que lo trae por aquí?— preguntó White aún sin sentarse en su silla.

—Tanto como usted cómo yo sabe el porqué— respondió, viendo a su marido.

—Lo supuse, aunque ya sabe la razón por la cual él está aquí, ¿no es así, señor?— sonrió, como rara vez lo hacía, Bruce se dio cuenta de inmediato de las intenciones del jefe de su esposo.

—Lo tengo claro, y todos aquí también. Ahora, antes de que esto se haga más grande le pido que hablemos entre nosotros dos.

—¿Solos?— preguntó —Me parece perfecto. Clark, sal de aquí— ordenó a su subordinado, Bruce miro enojado a White por la forma en la que trato a su esposo; y trato con todas sus fuerzas no darle una buena golpiza a ese hombre.

—<<¿Y este quien se cree para hablarle así a Clark?>>— pensó furioso, pero recordó las sabias palabras de su mayordomo: "Controle su temperamento". Y ahí fue, cuando vio que White se había dado cuenta de la forma en la que trato al esposo de un billonario, y frente de él.

Se corrigió a si mismo. —Por favor— agregó de último, de una forma bastante educada, sorprendiendo a Clark.

Bruce suspiro y miro a su esposo salir de la oficina, ambos se miraron por una fracción de segundos, y en ese corto tiempo, se dieron apoyo mutuamente.

—Bueno, señor Wayne, ¿sobre que desea hablar?— pregunto Perry.

—Imagino que usted ya escuchó la noticia— dijo Bruce —¿Sabe cómo pasó?

—Mhm— asintió —Un tipo los reconoció y tomó la foto. ¿Puedo hacerle una pregunta?

Wayne sabía la que se venía; —¿Quienes son esos bebés?— preguntó serio, estaba a punto de conseguir una noticia que elevaría el nombre de la empresa.

—No pierde el tiempo, ¿eh?— Bruce hizo su sonrisa de empresario, desabrochó su traje y se sentó frente al escritorio; cruzó su pierna, poniéndola encima de la otra. Puso ambas manos encima de una pierna, también cruzándolas pero de forma relajada. —Estoy dispuesto a darle la información.

Perry se sorprendió, pero no podía perder compostura contra alguien como Bruce. —Bien, ¿que es lo que quiere?

—Deje de tratar así a mi esposo— el ambiente se puso tenso —Imagino que no debo decirle que, Empresas Wayne está asociada con Daily Planet.

—Lo sé perfectamente.

—Le baja a su temperamento, o hago que lo reemplacen mañana mismo— dijo con arrogancia y superioridad. Esta vez, si habían puesto nervioso a Perry.

—B-Bien— tosió para disimular su temblorosa y fallida voz. Debía admitir que no pudo mantenerse a la altura de alguien como el empresario. —Su declaración estará en todos los titulares, solo dígame qué quiere que escribamos.

—Así está mejor— sonrió.




Clark no paraba de dar vueltas de un lado a otro, estaba tan nervioso que no se atrevía ni a escuchar lo que estaban hablando dentro de la oficina. Estaba usando todas sus fuerzas para controlar sus poderes.

Después de treinta minutos salió Bruce serio.

—Vámonos— le dijo a su esposo.

—¿A casa?

—Pues a donde más— preguntó con sarcasmo.

—Pero, ¿y mi trabajo?

—Eso no importa ahora, ya me arregle con el imbécil de tu jefe. No te preocupes.

—¿Que le dijiste?— pregunto —No lo amenazaste, ¿verdad, cariño?— se alarmó un poco conociendo la actitud de su pareja. Ya iban a medio camino, esperando el ascensor. Ignorando las miradas curiosas y asombradas de los oficinistas.

—No fue necesario— mintió —Él sabe perfectamente que de un telefonazo y le cierro este changarro— dijo Bruce entrando al elevador.

—¡Pero, cariño! Yo trabajo aquí— reclamo.

—Tu no tienes la necesidad de trabajar, puedes quedarte desempleado toda tu vida si quieres. Lo sabes bien.

—Lo sé, mi amor. Siempre intentas que deje mi trabajo, pero hay una razón por la cual lo conservo.

—¿Cual es?— Bruce lo volteó a ver curioso.

—No es la gran cosa— desvió el tema.

—Ah, no. Dime.— exigió, y cómo ya era costumbre, Clark sintió la necesidad de cumplirle los caprichos a su esposo.

—Está bien. Pero no te burles, ¿si?

—Bien. Suéltalo— exigió ya muerto de la curiosidad y un poco de celos.

No sé de que.

—Lo he conservado para, ya sabes, darte regalos y llevarte a citas— se sonrojó, volteando su cara a otro lado.

—¿Ah?— Bruce lo miro sorprendido, se sonrojó como nunca antes —¿De, De verdad?

—Si...— respondió —No serviría de nada darte detalles con tu propio dinero; así que conservo este trabajo para consentirte con mi esfuerzo. Además de que me encanta mi carrera.

—C-Clark...— el millonario estaba más que enternecido y encantado. Se elevó un poco y besó sorpresivamente a su esposo. —E-Esta bien, puedes trabajar donde quieras...

—¡Aw! ¡Eres tan lindo!— dijo Clark al ver las adorables expresiones de su amante. Beso repetidamente las mejillas sonrojadas de su mayor, y al mismo tiempo lo abrazaba suavemente de la cintura.

Bruce solo podía disfrutar de cariñosos gestos de amor de su adorado esposo.


La mañana siguiente salió la noticia:

"Si, son nuestros hijos. Hemos formado una familia con amor y cariño. Tal vez no seamos las normales y comunes que están acostumbrados, pero así la amo.

Mi esposo y yo no lo ocultaremos, pero los nombres de nuestros hijos serán anónimos. Son dos niños, gemelos. Llevan el apellido Wayne y Kent; convirtiéndolos en los futuros herederos de Empresas Wayne.

Les pido que los dejen disfrutar su niñez lejos de cámaras. Porque se lo merecen."

-Bruce Wayne.

Clark, no llores— le dijo Bruce a su esposo. Él estaba leyendo el periódico.

—Que lindas palabras dijiste, mi cielo— limpio sus pocas lágrimas —Guardare esta pagina para que nuestros hijos lo lean.

—Si van a salir muchas más así en todos estos días.

—No importa— guardo el papel y se acercó a su esposo —Te amo.

—Y yo a ti.



Continuará...


___________________________________________________






HELLO

Esta historia ya va a terminar, pero no se preocupen, voy a abarcar todo.

Y ¡miren!

¡Estoy feliz porque solo he publicado tres capítulos y ya tiene 1k!

Gracias, gente.

¿Quieren leer sobre los bebés ya grandecitos?
Porque yo quiero escribir de ellos ese


Gracias por el apoyo y esperen al próximo capítulo.



Ufff. Los amo.

Bye~

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro