Capítulo 45

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POV Christian.

— ¿Lista, nena?

Palmeo su muslo para darle ánimos y que baje de la camioneta. Estacioné frente a la casa de mis abuelos, en su residencial de una zona tranquila.

— Traeré las bolsas, baja sin miedo.

Le digo, porque veo que duda un momento antes de bajar de la Suv. Tomo la bolsa de comida con una mano y Ana me sigue hasta la puerta para tocar el timbre.

— ¡Christian! — Dice mi abuela con emoción — ¡Cariño, qué sorpresa!

— Muchacho — Mi abuelo aparece detrás de ella y sonríe.

Luego sus miradas viajan a mi espalda, a la chica detrás de mí con ojos azules brillantes. Sus cabezas se ladean hacia su lado izquierdo y luego me miran fijamente.

— ¿Christian? — Mis abuela me lanza una mirada acusadora.

Mierda.

— ¡Sorpresa! ¡Trajimos el desayuno! — Digo para desviar la atención de su panza.

Intento sonreír, pero solo se miran antes de abrir más la puerta para que entremos. Empujo a Ana para que pase, pero ella me empuja a mi para que vaya primero.

Muy valiente, Ana.

— Ellos son mis abuelos, Phoebe y Ted. Abuelos, ella es Ana Steele.

Presento antes de que me riñan por mis malos modales y Ana estrecha sus manos con una gran sonrisa. Mi abuela toma su mano para llevarla hasta la cocina.

— Trajimos panecillos recién hechos, hot cakes, galletas, jugo, waffles y algunas cosas más — Digo vaciando la bolsa sobre la encimera.

— ¡Pero hijo! ¿A qué ejército piensas alimentar con todo eso?

— No, eso es solo para él — Dice Ana en tono de burla y la miro con los ojos entrecerrados.

Graciosa... Será mejor que comiences a desayunar.

Ella hace una mueca de disgusto pero toma uno de los panesillos glaseados, la abuela sirve el jugo de naranja en los vasos y le entrega uno al abuelo.

Los cuatro nos sentamos en la mesa de la cocina para desayunar mientras la televisión de la sala hace ruido. La abuela Phoebe le cuenta a Ana algo sobre las flores del jardín que crecieron hace poco y de cómo los tulipanes necesitan climas fríos.

— Christian, ¿Me ayudas en el patio?

Mi abuelo se levanta de la silla y me hace una seña para que lo siga. No quiero ir porque aún tengo hambre, pero su expresión no me deja cuestionarlo.

— Por supuesto.

Lo sigo por la cocina hasta la puerta trasera y él señala un montón de leños en el fondo y luego su cobertizo. Maldito Elliot, ¿Por qué no está aquí? A él le encanta hacer estos trabajos de mierda.

— Habla muchacho.

El abuelo cruza los brazos sobre su pecho y me mira fijamente. Mierda. Quiere hablar conmigo de algo importante y apenas pudo esperar a terminar el desayuno.

— No te hagas idiota, habla de la chica.

— ¿De Ana?

— No, de la vecina, tonto — Bufa irritado.

— Vamos a tener un bebé.

— Eso ya lo vi, ¿Estás con ella?

— Vivimos juntos — Encojo mis hombros mientras sigo cargando leños en mis brazos.

— ¿Es tu mujer?

— Bueno... Es mi novia.

— ¿Pero te vas a casar con ella?

— No lo sé.

Digo, y es la verdad. Jamás pensé que me casaría o tendría hijos, y no le había dado importancia hasta ahora.

— ¿Qué piensas hacer? — La voz de mi abuelo me gruñe de nuevo.

— Estamos juntos hasta que nazca el bebé, me hago cargo de ambos como es mi responsabilidad.

— ¿Y ya?

De nuevo encojo los hombros sin saber qué decir. Puedo decir muchas cosas a mi familia, pero mi abuelo es la única persona que no acepta mis tonterías. Incluso creo que le gusta regañarme.

— Le pedí tiempo para decidir sobre nosotros, y aún tengo tiempo.

— ¿Vas a esperar hasta el último jodido minuto? Si para este momento no lo sabes, no lo sabrás nunca. Lo mejor que puedes hacer por ella es apartarte.

— ¿Por qué? — Volteo para verlo.

— Si la quisieras como pareja no te aferrarías a cada segundo que te queda de libertad. Actuas como un cobarde.

— No lo soy.

— Escucha, sin ti ella encontrará rápidamente a otra persona que la quiera con todo y bebé. Si no la quieres para ti, déjala ser feliz.

— ¡Ella es feliz! ¡Tendrá a nuestro bebé! ¡Y nada le faltará porque yo me haré cargo de ambos!

— No estás entendiendo, idiota. Ella no quiere que la mantengas, quiere una pareja que esté con ella en las buenas y en las malas.

— ¿Y tú cómo lo sabes? — Pregunto con incredulidad.

— Lo veo en sus ojos, ella es justo como tu abuela — Mete las manos en el bolsillo y vuelve a mirarme — Además tu madre nos habló de ella.

— Por supuesto — Ruedo los ojos — Mamá les contó lo de Ana, que estuvo casada y eso.

— Así es, chico listo. Por eso es que no entiendo qué haces. Si esta chica solo fuera una chica a la que embarazaste no la traerías aquí, ni viviría contigo. Enviarías un cheque cada mes y eso sería toda tu participación.

— ¿Por qué lo dices?

— Te conozco más de lo que crees.

— ¿Qué quieres de mí? — Pregunto cansado.

— Sé que has escuchado la historia de como nos conocimos tu abuela y yo, y como le propuse matrimonio, pero hay algo que nadie sabe. Tu abuela estaba comprometida antes de que nos conociéramos, rompió ese compromiso por mi.

— Ana no estaba comprometida ni casada — Cruzo los brazos con fastidio.

— Cierta el pico y escucha. Después de eso comenzamos a salir los siguientes 8 meses, todo iba muy bien entre nosotros y un día la llevé a cenar al mejor restaurant que pude pagar. Todo fue perfecto, pero cuando la llevé a casa, ella me miró y dijo: ¿No hay anillo, eh?. Ella pensó que yo le iba a proponer matrimonio esa noche.

Me siento sobre el montón de troncos que apilé y el abuelo Ted sigue hablando.

— Lo siguiente que dijo se me quedó grabado en la memoria y acabo de recordarlo al ver a tu chica. Tu abuela dijo: “Consigue un anillo o vete”.

Mierda.

— Así que hice lo más sensato, fui a conseguir el anillo porque no quería perder a esa mujer que me volvía loco.

— Ana también me vuelve loco — Me quejo.

— Hijo, las mujeres que no dependen de nadie y no se impresionan con dinero son las que estarán a tu lado pase lo que pase.

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