Capítulo 4

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Ya hace un mes que trabaja en la empresa y simplemente JiMin ya quiere irse.

Ese estúpido alfa no hace más que molestarlo, tal parece que es su juguete de diversión. Lo manda a comprarle su merienda y no en alguna cafetería de la empresa, tiene que ser en una queda a cinco cuadras de ahí, llena de personas para después virar hasta el último piso.

Ese imbécil tiene una secretaria, un asistente, millones de personas al rededor y solo lo manda a él.  No se puede quejar porque es el jefe y no le conviene que lo despidan cuando apenas se acaba de mudar a un apartamento, todavía no ha hecho el depósito inicial.

JiMin con todo eso notó que el alfa nunca sale de la oficina, algunos dicen que tiene su propio cuarto en la oficina, otros que se va muy tarde en la noche pero él prefiere no andar en chismes, tampoco es que tenga tiempo para eso.

Ese día era igual, tenía que llevarle una merienda dentro de unas. Está con la cabeza escondida en sus brazos recostado en su mesa cuando entra HoSeok a toda prisa jadeando por aire.

—¡Llegó el expresidente!.

—¿En serio?. Llego antes de lo pensado, eso no significa nada bueno.— comenta Jin algo pensativo, HanMin solo está callada por segundos cuando habla.

—¿Vino con su esposa?.

— No vino solo y muy serio.—respondió Hoseok sentándose en su lugar.

—Ese hombre siempre está serio.— hablo Jin esta vez.

— Perdón pero, ¿de quién hablan?— él no entendía porque tanto escándalo al punto de obligarlo a levantar la mirada hacia todos.

— El que llegó es el ex presidente osea ex CEO de esta empresa el padre de Mi YoonGi, Min SeungRi pero cada vez que viene el o su esposa YoonGi se pasa todo el día enojado.

Explico Jin poniendo cara dramática. JiMin estaba más confundido.

— Con suerte y esta vez solo ocurra un despido, ya que siempre que viene se enoja tanto que despide a cualquiera sin razón, así que de aquí es mejor no salir por hoy.— contó Hoseok empezando a trabajar en su lugar.

— Eso es injusto y horrible porque dentro de poco tengo que ir a su oficina ... Estoy jodido.— susurró para volver a esconder la cabeza en sus manos, hoy no era su mejor día.
  
                               ...

JiMin  iba corriendo por los pasillos de la empresa para poder llegar al ascensor. Tenía en la mano derecha el jugo de proteínas y en la otra una merienda bien saludable, todo para su  jefe. Casi llegando a su destino una idea se le ocurre. Se desvió al baño cerrando con seguro la puerta. Destapa el jugo y sin detenerse a pensar le echa una escupía.

—¿Sería demasiado?...no, es lo justo.

Al llegar no ve a la secretaria por lo que va a la puerta y toca dos veces pero nadie le responde. Lo vuelve a intentar pero sigue sin respuesta. Indeciso abre la puerta mirando a todos lados.

No hay nadie, eso se le hace raro porque YoonGi nunca sale de su oficina, solo para las juntas. Se adentra más en el lugar, camina hacia el escritorio dejando ahí la merienda. Estaba por irse cuando se da cuenta que la puerta que está en la derecha se encuentra un poco entreabierta.

Se acerca a ella y nota que adentro está oscuro. Nervioso la va abriendo lento con su corazón a mil. Asoma la cabeza admirando un cuarto súper hermoso con una pared de cristal completa para ver la cuidad en lado derecho, una cama de tamaño King con sábanas blancas y negras que hacen juego con las almohadas. Unos cuadros colgados arriba, algos raros, había una hilera de luz violeta en el techo. Lo que más le llamó la atención es ver a un cuerpo sentado con sus piernas encogidas escondiendo su rostro en las rodillas. Era YoonGi, estaba ahí en el piso sentado contra el lado de la cama.

JiMin pensado en lo entrometido que está siendo se acerca un poco. Se queda frente al mayor.

YoonGi levanta la cabeza para verlo y JiMin puede ver sus ojos rojos, ya no tiene lágrimas pero todavía estaban rojos e inchados con la nariz de botón roja. YoonGi no hace nada, solo baja la mirada pero no se mueve, entonces el beta decide agacharse para estar de frente. Empieza acariciar sus cabellos en un toque gentil.

—¿Estás bien?.

Es lo único que pregunta. YoonGi al escucharlo lo mira a los ojos y deja salir algunas lágrimas pero al instante las limpia.

—¿Qué haces aquí?.— pregunta el pálido con voz baja y algo ronca.

— Le traje su merienda.

—¿Y por qué no la dejaste en el escritorio?.

— Sufro del síndrome de la curiosidad.— acaricio ahora sus mejillas limpiando el rastro de lágrimas con sus dedos.

— Eso se llama ser chismoso.— replicó alzando un poco las esquinas de sus labios sin alejarse del tacto contrario.

— Da igual, es lo mismo, si quieres te apapacho como un peluche si te hace sentir mejor.

— Si me besas me sentiría mejor.

— Entonces con gusto lo hago.— y lo hizo.

Se sentía muy bien, sus labios se movían lento disfrutando el momento. De forma lenta paso su lengua por el labio inferior contrario y mordió igual de lento pero duro.

Ah los segundo el beso se intensifica. JiMin se acerca más casi quedando a horcajadas, mientras que el contrario agarra más su cintura. Nesecitaban del oxígeno, se separan con respiraciones irregulares.

— Te ves hermoso.— dijo de repente YoonGi.

— Pensé que ibas a decir gracias.— contestó el castaño jadeando todavía por el beso.

— Sí.

—¿Ya estás mejor?.

— Sí, pero si me das otro beso se me quita todo.— mostró una sonrisa coqueta. Por fin sonreía.

— No abuses tampoco alfita, me preocupe al verte así... Hasta me arrepentí de hechar una escupía en tu jugo.— murmuró lo último recordando ese pequeño detalle.

—¿Qué?. ¿En serio?.— empezó a reírse mucho por lo dicho.— ¿Tanto odias a tu jefe?.

— Sí, es un maldito que me tiene todo el día haciendo sus recados, debería subirme el sueldo, me lo merezco.— dijo frunciendo los labios y el ceño, viéndose demasiado lindo.

— Sí, debería.

JiMin se da cuenta de la cercanía que tenían y se levanta rápido acomodando su traje y cabellos, de repente se sentía muy nervioso.

— Uhm, Bueno yo mejor me voy, si necesita algo me avisa, adiós.— salió corriendo de ahí con el rostro rojo.

Mientras, YoonGi tiene una sonrisa de oreja a oreja como hacía tiempo no tenía. Se quedó ahí un rato mirando hacia el cristal que da a la cuidad. Ese beta le encantaba y no solo a él, también su lobo que está loco por ir de tras de ese chico. Es muy raro pero no piensa mucho en eso, solo quiere pensar en lo bien que se sienten esos labios esponjosos con brillo labial a cereza.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro