Jungkook quedó petrificado con la interrogante de Jimin. ¿Por qué había sido olvidado, con tantos años de anhelo de por medio? Le afligía pensar que el dolor en su pecho, multiplicado cientos de veces, era el que había sentido Park Jimin durante los años que se dedicó a amarlo en silencio.

Dio un paso hacia el hermoso hombre, pero su acción fue recibida con miedo y alejamiento.

—¡Le he preguntado que quién es! ¿Qué quiere? —Se separó un par de pasos hacia atrás.

—¿No me reconoces? Te he estado buscando. —Avanzó un poco más.

—¡No se acerque!

El Omega lo empujó y trató de correr al interior del malogrado edificio y subir lo más rápidamente posible las escaleras que lo separaban del pequeño departamento donde, suponía, lo esperaba su hijo. En un torpe intento de retenerlo, Jungkook lo agarró por los antebrazos y lo acercó a su cuerpo.

—No tienes que huir de mí, quiero ayudarte. —Sus acciones ligeramente desordenadas no evitaron que empleara un tono de voz tranquilo y reconfortante—. Jimin, soy yo: Jeon Jungkook.

—No conozco a nadie con ese nombre. ¡Suélteme! —Pataleó entre sus brazos—. ¡Usted también quiere apartarme de Jisun, igual que todos esos carceleros vestidos de blanco!

El azabache estuvo unos segundos sin comprender, pero una idea encajó en su mente tras un análisis rápido.

—¿El hospital?

—¡No son médicos, no quieren curarme! ¡Piensan que estoy loco y no lo estoy! ¡Quieren impedirme ver a mi hijo, igual que usted! —gritó con fuerza suficiente como para desgarrar su garganta—. ¡Apártese! —Golpeó al escritor en la entrepierna, con tanta fuerza que  lo hizo encorvarse y soltar su agarre.

El omega corrió al interior y sus pasos se sintieron subir desesperadamente. Jungkook, con una mezcla de dolor y frustración demasiado grande, se quedó arrodillado en la nieve, sin siquiera poder moverse aunque quisiera. Sus testículos y su miembro dolían demasiado, pero el solo hecho de pensar en la reacción que podría tener Jimin al encontrar una casa vacía, o personas desconocidas donde debería estar Jisun, le dio fuerzas para ponerse de pie y dirigirse al interior lo más rápido que pudo.

Un ruido estrepitoso lo hizo acelerar el paso. Lo primero que vio al entrar fue a Jimin terminando de rodar por las escaleras y caer al suelo, precedido por el sonido de una voz que se escuchó desde el segundo piso, gritando: “¡cuidado!”.

—¡Jimin! —Lo tomó entre sus brazos, notándolo inconsciente—. ¡¿Estás bien?! ¡Contéstame! «No puedo perderte, no ahora que acabo de encontrarte». —Dirigió su vista a la señora mayor que bajaba dificultosamente, apoyada de su bastón—. ¿Qué sucedió?

—Todo fue muy rápido. Tocó desesperado y al recibirlo me preguntó por un tal Jisun. Le dije que aquí no vivía nadie con ese nombre y simplemente comenzó a llorar, se dio la vuelta y corrió a las escaleras. Solo pude verlo tropezar y caer.

—No está... aquí —dijo entrecortadamente Jimin, despertando y revolviéndose entre los brazos del alfa—. Debo apresurarme..., está solo, me está esperando.

Jungkook sintió un líquido caliente humedecer la mano con la que sostenía la cabeza del joven. Al percatarse de que era sangre, entró en pánico como nunca antes.

—¡Llame a una ambulancia, por favor! ¡Rápido! —suplicó a la anciana, que corrió a buscar un teléfono lo más rápido posible.

—Jisun, espérame... Espera a papá... Pronto iré... por ti. —Sus ojos se fueron cerrando poco a poco y su cuerpo se relajó. Quedó inconsciente otra vez.

—¡Resiste! ¡No te duermas! —Lo abrazó. La mayor cercanía le permitió notar la elevada temperatura de su cuerpo—. ¡Santo cielo! ¡Estás ardiendo en fiebre!

«No te me vayas. Dios mío, no te lo lleves, no ahora».

Lo abrazó más fuerte, como si no hubiese un mañana, como si fuera a escurrirse de entre sus brazos si aflojaba su agarre. Y las lágrimas se deslizaron silenciosas y sin previo aviso, convirtiéndose en el preámbulo del nacimiento de algo especial y aún sin nombre en el interior del alfa Jeon.

Pleno capítulo dos y ya se armó el drama. Qué mala soy XD.