Capítulo 4

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Jungkook se quedó todo el tiempo sentado al lado de la cama de Jimin desde que le dijeron que podía entrar, sosteniendo su mano. Tenía miedo que despertase agitado y se hiciera algún daño. Las palabras de la doctora sobre llevar al omega a su casa seguían dando vueltas en su cabeza. Nunca había sido partidario de usar su voz con los omegas o betas, si todos vivían civilizadamente en sociedad, había muchas maneras de obtener lo deseado diplomáticamente.

Al alfa le encantaba seducir a sus pretendientes con su labia y sus elegantes coqueteos, con caballerosidad y sonrisas, con cariño y detalles. Era mejor crear un espacio ameno y de disfrute mutuo y compenetración, que uno de subyugación y obediencia. “El placer es mejor compartido”, era partidario de esa frase.

Sin embargo, esta vez no era como las anteriores. Sí se trataba de persuadir y convencer, pero se trataba de una situación que no dejaba cabida a opciones.

Se sentía erróneo, se sentía horrible en su interior tener que dominar con su poderío de espécimen a alguien que toda su vida se le entregó en cuerpo y alma sin necesidad de usar siquiera coqueteos. Pero era por su bien, no era lo mismo; de eso quería convencerse para dejar sus pensamientos en la simpleza y no comenzar a debatirse incansablemente, una vez más, con su desorientado y dubitativo corazón.

Por un instante se quedó perdido en Jimin y su belleza, sin importar qué tan demacrado estuviese su aspecto. ¿Cómo pudo olvidar tan hermoso rostro?

Ver a Jimin comenzar a removerse en las sábanas y abrir los ojos lentamente lo hizo ponerse de pie, presionar el botón que avisaba al personal médico y acercase a su rostro para hablarle.

—Jimin, ¿cómo te sientes?

—¿Qué me... pasó? —Observó a su alrededor el recinto desconocido—. ¿Qué es este... lugar? Me duele todo el cuerpo.

—Sufriste una fuerte caída, es todo. Tienes muchos golpes por todo tu cuerpo.

—Muchas gracias...

El Omega se quedó pensativo, con la mirada perdida en los oscuros orbes del hermoso hombre frente a él. Sentía tanta familiaridad, tanta añoranza, tanto amor. ¿Por qué no podía entonces pronunciar su nombre? ¿Por qué se quedaba atrapado en la punta de su lengua? Sus ojos se humedecieron y justo cuando las palabras “creo que nos conocemos” iban a salir de sus labios, la puerta se abrió, dejando entrar a un par de médicos.

—Gracias por avisarnos, señor Jeon —dijo la misma doctora que le había explicado la situación anterior—. Este es el doctor Kim, neurocirujano, nos acompañará y le hará algunas preguntas al joven Park.

Los siguientes minutos giraron alrededor de interrogantes a Jimin. Corroboraron su nivel de consciencia y su orientación en tiempo, espacio y persona. Siguieron evaluando distintas esferas del sistema nervioso central hasta llegar al punto que podría convertirse en un tabú que comprometería las respuestas acertadas del joven omega hasta el momento: las relacionadas con la memoria.

Algunas respuestas eran completas, otras un poco fragmentadas. Cambiaron el enfoque de las preguntas y evaluaron diversos aspectos poco a poco, en busca de un posible diagnóstico de algo que parecían sospechar por cómo se miraban.

—Doctora, hay algo que necesita saber —le susurró Jungkook al oído a la mujer—. Jimin... no me reconoce.

—¡¿Qué?!

—Esta mañana, cuando me lo encontré, no sabía quién era yo.

—Este es un dato importante, debió comunicarlo.

—Lo lamento...

Se susurraron un par de detalles más mientras el doctor Kim terminaba de interrogar a Jimin. Después, la doctora se acercó al rubio para hacer unas preguntas más y culminar.

—Jimin, ¿conoce a esta persona? —Señaló a Jungkook.

—No lo sé... Siento que sí, pero por más que lo intento, su nombre no me sale de los labios. Tal vez lo estoy confundiendo con alguien más; o tal vez tenga cierta fijación con él. El señor Jeon es muy hermoso, su sonrisa es encantadora. ¡Dios, qué cosas digo! —Se sostuvo las mejillas sonrojadas con ambas manos.

Una inesperada y sincera felicidad llenó el interior de Jungkook. ¿Qué era ese cálido sentimiento? Era novedoso y agradable, trajo un ligero rubor a sus mejillas.

—Una última pregunta, Jimin —dijo la doctora e hizo una señal al doctor Kim para que tuviese el sedante listo para administrarlo por la vena canalizada en el antebrazo del joven—. ¿Tiene usted hijos?

Jeon observó a la doctora y se tensó. Jisun había sido el detonante de la anterior crisis de Jimin, temió por lo que podría llegar a suceder y miró al omega con preocupación. Sin embargo, lo que encontró en el rostro de este fue una cordial sonrisa. ¿Qué significaba eso?

—No, no tengo hijos —respondió—. Aunque algún día me gustaría llevar en mi vientre la descendencia del hombre del que me enamore. —Acarició su abdomen.

La garganta del escritor se cerró, sintió una opresión en su pecho y un nudo en su estómago.

—Muchas gracias por su colaboración, Jimin. —La mujer desvió su mirada al doctor a su lado, ambos asintieron mirándose y el hombre salió—. Debe permanecer en observación por veinticuatro horas antes de darle el alta, aproveche para que descanse un poco más.

—Eso haré, gracias. Me siento algo cansado. —Bostezó y cerró sus ojos lentamente.

—Señor Jeon, acompáñeme fuera un momento, por favor.

—Por supuesto. Después de usted. —Le abrió paso a la salida.

Una vez fuera, frente a frente, la fémina acomodó su bata blanca, enfocó su atención en el alfa y le dijo:

—Tengo algo que comunicarle respecto al diagnóstico de Park Jimin.

Jimin olvidó a su hijo 😭. ¿Qué será lo que se viene sobre el diagnóstico?

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