6.- Fin del viaje

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Yuuri cayó de rodillas no bien abandonó el incendio, todavía sintiéndose sofocado y aturdido, sujetando el cuerpo de una Kitty inconsciente. Vagamente registró los gritos de asombro y aclamaciones por el milagroso rescate, permitiendo dócilmente que un hombre con el rostro repleto de pecas tomara a Kitty, todavía desmayada, para que puedan revisarla.. No fue sino hasta que Viktor, a quien prácticamente acababa de conocer y que sin embargo igualmente entró a ayudarlo en aquel infierno de fuego y calor con sus poderes de hielo, lo sacudió levemente por el hombro para devolverlo a la realidad.

Yuuri abrió la boca y el otro se anticipó negando con la cabeza y llevándose un dedo a los labios.

Así, Viktor se las ingenió para evadir las preguntas de Yuuri, quien notó que cuando se acercaban a agradecerle o expresar su admiración por su valentía, invariablemente desviaba la atención de su persona y jamás comentó sobre sus poderes.

─ El verdadero héroe es Yuuri ─insistía, rechazando terminantemente el llevarse algún mérito, pese a que sin él tanto Yuuri como Kitty habrían muerto─, fue porque actuó tan rápido que pudimos intervenir de manera oportuna.

A Yuuri le desconcertó que minimizara su participación. Tenía la impresión de que Viktor era el tipo de persona que no le temía a llamar la atención. Si ya antes demostró su insistencia a hacer el bien en situaciones tan insignificantes como liberar mariposas de telarañas o arrancar maleza de las flores... ¿por qué ser tan esquivo, ahora que podría obtener crédito por su buena acción? ¿Y por qué ocultar su don? Ver a magos o a personas con habilidades especiales era una situación común y para eso podía remitirse a Yuuko y su familia, que eran muy queridos y apreciados en Hasetsu.

"Así que, en realidad era un mago..." se plantea, asimilando su descubrimiento "O tal vez, si es un hada".

Lo trasladaron a él y a Kitty, los heridos más graves, a la clínica del pueblo. Un sencillo edificio de un solo piso atendido por un único médico. Lo examinaron, determinando que a pesar de todo, su herida no era tan severa y sanaría en un par de días; lo trataron y dejaron reposar en uno de los cuartos destinados para los pacientes. Yuuri dejó escapar un suspiro y se removió inquieto en la cama, intentando no mover su pierna lastimada, que seguía molestándole aún con el medicamento. Por el lado amable, pudo irle mucho peor, sin embargo, no cambiaba el que su viaje se vería interrumpido. ¿Debería escribir a su familia para avisarles lo sucedido, o sólo les daría preocupaciones innecesarias? ¿Y qué dirían en Hystoria si se retrasaba? Las invitaciones no tenían una fecha de caducidad... ¿o sí? ¿Y Viktor? Se suponía que viajarían juntos hasta Petersburg, pero en verdad, Yuuri desconocía si éste tenía alguna urgencia por llegar a su destino y si ese era el caso, tan sólo lo retrasaría. Salvo por que iban a la misma ciudad, no los unía nada.

"Me imagino que querrá seguir por su cuenta, y no dejar que yo lo retenga" admitió y por alguna razón, la perspectiva lo entristeció un poco.

─ ¿No tendrías que estar descansando?

Se volvió para ver a Viktor recargado contra el marco de la puerta en actitud despreocupada.

─Supongo que sigo demasiado impresionado como para dormir ─contestó, hundiéndose entre las suaves y mullidas almohadas─. ¿Tú estás bien?

El de cabellos plateados asintió, dedicándole una sonrisa y avanzó a paso lento hacia él, ocupando la silla al lado de la cama, sentándose a su lado.

─ ¿Por qué lo hiciste?

─ ¿Qué cosa?

─ Entrar al fuego así sin más... pudiste haber muerto.

─ Bueno, de eso no estoy tan seguro... ─repuso, llevándose una mano al pecho, a su carta.

─ Sabes que el no tener una carta rota, no te libra de la posibilidad de ser víctima de accidentes. Sí, tal vez no mueras, pero pudiste terminar gravemente lesionado ─rebatió en tono serio y Yuuri se mordió la lengua, percatándose de que acababa de revelar algo de su carta sin querer─. Apenas habías hablado con esa chica, y sin embargo no vacilaste en arriesgar tu vida por ella.

─ Tú hiciste lo mismo.

─ No, yo... ─se pasó una mano por el cabello y frunció el ceño, incómodo─. Tú eres una buena persona, Yuuri, y muy valiente. En realidad, si también entré fue porque sabía que nada me pasaría, por mis...─alzó las manos y se contempló las palmas.

─ ¿Te refieres a... lo que hiciste con el hielo? ─cuestionó sin poder evitarlo, ocasionando que Viktor se sobresaltara y se arrepintió de preguntar─. Lo... lo siento mucho. Probablemente no es de mi incumbencia, pero... estoy un poco familiarizado con el tema de la magia, así que no tienes que...

─ Tienes razón, no es tu incumbencia.

Yuuri calló de golpe, sorprendido por el tono cortante y la expresión de Viktor. ¿En dónde había quedado el joven amable que quería buscar a la madre de una cría de zorro? ¿Y el chico astuto y perspicaz con quien convivió antes que el incendio estallara? En su lugar, se encontraba una persona seria y fría. En verdad, ¿quién era realmente Viktor Nikiforov?

Mientras tanto, el aludido pareció darse cuenta de sus palabras, saliendo lentamente de su ensimismamiento para precipitarse sobre Yuuri.

─ Perdóname, por favor. ¿En qué estaba pensando?─se recriminó, alarmado─. Estás herido, recuperándote... no está bien que te trate así.

─ ¡Ah, no!─exclamó Yuuri, recordando que algo similar pasó cuando recién se conocieron, después de que Viktor criticara la ropa que le dio, en ésta ocasión sintiendo que el enojo del de ojos azules estaba justificado─, es decir... no conozco tus circunstancias. Sólo hablé por hablar. Además, si estoy aquí es por ti. Tú también te arriesgaste, te debo mi vida.

El comentario apaciguó a Viktor, aunque se mantuvo en silencio, como evaluando la situación.

─ Esto no es magia ─musitó, sin dejar del todo su reticencia─. Es una habilidad innata.

Yuuri escarbó en su memoria hasta que dio con la información que requería. A diferencia de la magia, en la que distintos hechizos y conjuros tenían diferentes efectos, las habilidades innatas eran dones que conferían a sus portadores de una única destreza. Extraordinaria fuerza física, controlar el fuego o algún otro elemento, telepatía o hasta el poder convertirse en algún animal en específico... eran talentos con los que una persona nacía y que podría aprender a controlar, pero nunca avanzaría más allá de eso.

Viktor se limitó a mirarlo, expectante y Yuuri le hizo un movimiento de cabeza para demostrar que comprendía sin inquirir al respecto, pese a que seguía lleno de curiosidad. Las habilidades innatas eran tan comunes como la magia. ¿Por qué Viktor se empeñaba en ocultar la suya? Y si se basaba en la manera en que se desenvolvió en medio del fuego, era evidente que podía manejarla la perfección, así que podía descartar que fuera vergüenza por no saber controlarla.

─ Me imagino que quieres una explicación. ¿Por qué mantenerlo en secreto? Puedo manejarlo, por lo que puedes adivinar que no es debido a la pena por no utilizarla bien. Y no soy telépata ─agregó, con una sonrisita burlona─, si supe lo que pensabas, es por lo que eres muy fácil de leer ─se permitió soltar una corta risa, ante el rubor de Yuuri, que dejó en evidencia que estaba en lo correcto. Sin embargo, la actitud despreocupada del de ojos azules se transformó en segundos─. Mi maestro me dijo, que si le salvas la vida a alguien, te vuelves responsable de su seguridad. Así que, si estás de acuerdo, te acompañaré y me aseguraré de que llegues hasta Petersburg sin problemas.

Yuuri tan sólo atinó a contemplarlo desconcertado y con el corazón latiéndole con fuerza, por alguna misteriosa razón.

─ ¡Pero! –agregó, acercándose peligrosamente a Yuuri, quien una vez más, sintió que los colores se le subían al rostro─, alguien también me dijo que al auxiliar a una persona, entonces él o ella quedan en deuda contigo.

Yuuri contuvo la respiración, incapaz de fijarse en otra cosa que no fueran los ojos azules de Viktor, consiguiendo identificar tres tonos distintos en ellos; y emitió un ruido ahogado que le arrancó otra sonrisa ladina al de cabellos plateados, aprovechando para tomarlo por la barbilla.

─ Y ya sé qué quiero de ti...

En teoría, Yuuri tendría que haberse asustado, gritado o haberlo apartado, y sin embargo lo único en su mente, era lo atractivo que le pareció Viktor desde su encuentro en el lago, que su piel se le antojaba tan suave y que si extendía la mano, podría tocarla al fin...

─ Quiero que no le cuentes a nadie sobre esto. Mantén en secreto mi habilidad innata.

La ensoñación terminó. Viktor lo soltó, pero mantuvo su cercanía. A pesar de su tono y semblante compuestos, Yuuri percibió una clara advertencia y también... ¿miedo? Por un instante, pudo admirar otro lado de Viktor, uno que era frágil, como hecho de cristal y a punto de desmoronarse.

─ Tengo mis razones. No es algo con lo que me sienta cómodo. No puedo explicarte, pero...

─ Está bien.

Viktor se interrumpió y lo observó boquiabierto. Seguramente no se esperó que accediera tan fácil y mucho menos sin ofrecerle una justificación.

─ En serio, lo prometo ─asintió Yuuri, mirándolo fijamente─. Entiendo que dudes, porque apenas nos conocemos. Aún así... te doy mi palabra. Guardaré tu secreto y no te pediré nada a cambio.

Sería muy hipócrita de su parte no hacerlo, considerando que él tenía uno propio que igualmente deseaba ocultar a toda costa. Eso era algo con lo que se relacionaba perfectamente.

Justo en el instante en que la expresión de Viktor se suavizaba y parecía querer comentar al respecto, la puerta de la habitación se abrió, revelando a una mujer que Yuuri demoró en reconocer, dado que no los miraba con desprecio ni fruncía el ceño.

─Disculpen... ─habló ella, su volumen ligeramente más alto que un susurro─, yo... quería ver cómo estaban. Y... darles las gracias.

Se trataba de la madre de Kitty. Yuuri le dedicó una sonrisa sincera, para dejarle en claro que no le guardaba ningún rencor. Lástima que Viktor no necesariamente opinaba lo mismo.

─ Espero que esté al tanto que la tragedia pudo haberse evitado. Si no se hubiera molestado con su hija al punto de dejarla encerrada...

─ ¡Viktor! ─gritó Yuuri, lanzándole una mirada de advertencia. La mujer por otro lado, lucía como si acabaran de darle un fuerte puñetazo.

─ Es la verdad ─prosiguió, cruzándose de brazos─. Ella no se merecía que la tratara de una forma tan cruel. Ni siquiera cometió una falta. Únicamente deseaba ayudar a dos viajeros cansados.

─ Viktor... ─siseó Yuuri.

─Y sabe que tengo razón ─retomó, enfocándose en la mujer, que estaba muy pálida─. Kitty nos contó su historia familiar. Y lo siento, pero no puedo tenerle lástima. No todos tienen el destino que quisieran o que creen merecer, y no por ello andan por la vida desquitándose con los que los rodean. Si usted no es feliz, es su culpa. No haga que su hija pague por su resentimiento.

─ ¡Viktor, basta! ─insistió Yuuri, tirando de la manga de su camisa para llamar su atención─. ¿Qué estás haciendo? ¡No puedes hablarle así! ¡Su hija estuvo a punto de morir!

─ Y tú junto con ella. Toda acción tiene una consecuencia, eso lo sé muy bien. No es justo que...

Un sollozo, más bien un berrido, lo interrumpió. Ambos se volvieron para contemplar a la mujer presa de una crisis de llanto. Viktor se tensó y se pegó más a Yuuri, moviéndose hacia el borde de la cama, como si la mujer fuera una serpiente y buscara que el cabellos obscuros lo defendiera.

─ ¿Qué acabas de decir? ¿Qué... "toda acción tiene una consecuencia"?

─ ¡No creí que fuera a llorar! Pensé que se enojaría y me reclamaría por impertinente, y entonces yo... ─otro sonido, mezcla de grito y sollozo lo hizo callar─. Por favor, haz algo. Nunca sé qué hacer cuando alguien llora.

Yuuri suspiró resignado y le indicó con un ademán que la ayude a acercarse. Viktor obedeció, permaneciendo a una prudente distancia cuando la mujer se sentó al lado de Yuuri.

─ En verdad, Viktor puede ser un poco tosco para decir las cosas...─el aludido contempló un punto al azar en la habitación, evadiéndose─, pero le garantizo que sus intenciones eran buenas.

─ Él... él tiene razón...─se cubrió el rostro con las manos, abrumada─. Es cierto, no me agrada mi destino y por eso soy así. Por eso casi pierdo a mi niña, a mi Kitty...─Viktor miró a Yuuri con insistencia, como diciéndole que hiciera algo y éste negó con la cabeza, decidiendo que era mejor dejarla desahogarse─. No puedo recordar la última vez que le pregunté cómo estaba o que la abracé. Cumplió catorce años hace un mes y ni siquiera le pregunté si obtuvo su carta. En lugar de eso, le reclamé por aceptar el regalo que le dieron su padre y esa maldita mujer. Por eso nunca me cuenta nada. Seguro... seguro que ahora debe odiarme.

Yuuri lo consideró por unos instantes, para después armarse de valor y tomar su mano, sorprendiéndola tanto a ella como a Viktor, quien se limitó a observar sin intervenir.

─ Tan sólo he hablado con su hija una vez, pero me consta que es una chica noble y compasiva ─le dice Yuuri en tono suave─. Lo único que Kitty quiere, es que toda su familia sea feliz.

─ No sé cómo ser feliz─ le confió, comenzando a calmarse─. No con un corazón roto, no cuando el amor me ha sido negado por culpa del destino.

─ La presencia de un lazo rojo en una carta, no determina la cantidad de amor que recibe una persona ─expresó Yuuri, visualizando a su familia─, en muchas ocasiones, quizás no sea lo que esperamos, pero no por ello es algo malo...

Aún con la incertidumbre de su propio futuro, o más bien, gracias a eso, era más consciente que nunca del amor a su alrededor. Personas que no lo juzgaron o lo apartaron, sino que lo aceptaron e impulsaron a avanzar. Pudiera ser que en la realidad no tuviera una pareja destinada, o que debiera alejarse definitivamente de sus seres queridos si resultaba que podía afectarlos negativamente, pero para siempre guardaría su cariño y afecto en su corazón.

─Ha estado tan enfocada en lo que piensa le hace falta, que ha olvidado lo que sí tiene. Y eso es el amor de su hija. Hágalo por ella, y también por usted, no deje que su carta le diga si debe ser feliz o no.

Sin previo aviso, la mujer prácticamente se abalanzó sobre Yuuri... y lo abrazó. El joven dejó escapar una corta exclamación ante la inesperada acción, pero pronto se repuso. Viktor dio señales de aproximarse y Yuuri le detuvo, negando con la cabeza; comprendiendo que esa mujer finalmente estaba dando rienda suelta a años de dolor y amargura que había cargado en su interior, de modo que le permitió desahogarse, planteándose la esperanza de que pudiera hacer una diferencia en la historia de Kitty y su familia.

***

Yuuri requirió de un reposo de una semana antes que el médico lo autorizara para continuar su viaje. Durante su convalecencia, fue atendido con gran esmero por Kitty, quien tuvo una recuperación más rápida; su madre, quien se esforzaba por sobreponerse a su mal humor acostumbrado; y Viktor, éste último su autodenominado "enfermero personal".

─ ¡Te traje la cena! Es estofado con verduras, cómelo todo para que tu cuerpo sane más aprisa.

─ Sólo... aclárame una cosa, no lo preparaste tú, ¿o sí? ─preguntó, ya habiendo comprobado que el de cabellos plateados no tenía ninguna habilidad culinaria.

─ ¡Qué cruel eres, Yuuri! ─reclamó con un puchero, aunque la diversión por la broma pudo más y ambos echaron a reír.

Yuuri estaba entre maravillado y confundido a causa de Viktor. Hacer amigos no le resultaba sencillo y si bien le parecía muy pronto atreverse a considerarlo como tal, ciertamente era muy fácil convivir con él. El de ojos azules bordeaba fácilmente sus defensas y a pesar de su reticencia y timidez naturales, se las arreglaba para arrancarle información sobre su vida y sus conocidos, lo que aterraba a Yuuri, puesto que le preocupaba que averiguara más detalles de su carta.

─ Así que, esa chica, Yuuko... ¿es tu novia?

Para bien o para mal, Viktor estaba más interesado en otros detalles, y Yuuri casi se ahoga con el estofado.

─ Supongo que eso es un no.

─ Yuuko es sólo una amiga ─repuso lenta y pausadamente, para que no quedara alguna duda.

─ Ajá... ─se burló Viktor, permitiéndole a Yuuri tomar unos cuantos bocados.

Fueron interrumpidos por una serie de débiles golpes en la puerta. Yuuri adivinó de quién se trataba y se apresuró a decirle que entrara. Viktor esbozó una sonrisa.

─ Venía a ver si necesitaban alguna otra cosa ─informó Kitty, siempre manteniendo su atención en Yuuri─. Y también... te escuché hablar con el doctor. ¿Es cierto que te marchas mañana?

─ Ah... sí. Viktor y yo debemos continuar con nuestro viaje juntos... e-es decir, porque vamos hacia donde mismo, así que... ─balbuceó, avergonzándose por un motivo que le fue desconocido.

─ Descuida, el doctor nos dará medicina para Yuuri. Y yo me encargaré de velar por su bienestar ─agregó, prácticamente ronroneando, pasándole un brazo por los hombros─. Lo juro por mi honor.

─ ¿Qué pasó con no atentar contra la virtud de doncellas inocentes? ─le recordó Yuuri, sintiendo que el corazón estaba a punto de salírsele del pecho por la repentina intromisión a su espacio personal.

─ Tú eres quien malinterpreta una noble muestra de afecto ─se defendió Viktor, evidentemente divertido─. A ella no le parece mal –indicó a Kitty con un movimiento de cabeza, la cual los contemplaba con un leve rubor en sus mejillas que acentuaba su pecas, y con su boca formando una "o" perfecta─, pero sí, es mejor que partamos lo antes posible. Conozco a un par de sanadores mágicos muy capaces en Petersburg y si hace falta, puedo encargarme de que te ayuden.

Ahí estaba otra vez, pasando de bromear y comportarse de manera despreocupada, a tomar una actitud seria y responsable.

"Definitivamente tiene que ser un Rey" insistió Yuuri, desde sus pensamientos "Cuando quiere, puede ser tan maduro y formal..." no pudo evitar observar a Viktor charlar alegremente con Kitty "Apuesto a que su carta tiene un lazo rojo..."

Instintivamente, se llevó una mano al pecho y su semblante se ensombreció. ¿Cómo podía sentirse tan atraído hacia alguien con quien había convivido durante poco más de una semana? No era lógico en lo absoluto.

"Al final es sólo eso, atracción. Cuando estemos en Petersburg, cada quien seguirá su propio camino y entonces terminará."

Siendo sincero, esa perspectiva no le resultaba muy alentadora.

***

A la mañana siguiente, a Yuuri le sorprendió que no sólo Kitty y su madre estuvieran para despedirlo, también el resto de los huéspedes de la posada y otros de los habitantes del pueblo que presenciaron el incendio.

─ ¿Qué esperabas? Eres un héroe ─le hizo notar Viktor, obligándolo a ponerse al frente cuando Yuuri intentó ocultarse tras él.

─ Quisiera que pudieran quedarse más tiempo ─expresó Kitty, dirigiéndose específicamente a Yuuri─, y si no es mucho atrevimiento de mi parte, de ser posible... ¿nos visitarías de nuevo?─pidió, entregándole una cesta con provisiones para el viaje.

─ Por supuesto que lo haré ─asintió Yuuri, esbozando una sonrisa─. Tengo algo para ti y para tu madre...─extrajo de su bolsillo el saquito de monedas y se lo dio sin dudar─. La posada necesitará de reparaciones, espero que esto les sea útil.

─ ¡Oh! ¡Es demasiado! ─exclamó la chica, sosteniendo el saquito─. No podemos aceptarlo.

─ Kitty... ─la previno su madre, aunque se apresuró a carraspear en cuánto se percató de que Viktor la miraba fijamente.

─ Ese dinero era para emergencias y creo que luego de lo sucedido, ustedes lo aprovecharán mejor.

Kitty vaciló, contemplando primero a su madre y acto seguido a Yuuri, aceptando con reticencia.

─ De verdad, no sé como agradecerte por toda tu ayuda. No sólo salvaste mi vida, no sé que le hayas dicho, pero es como si mi madre fuera otra persona ─le dijo maravillada─. Conversamos cada noche y de verdad se está esforzando por mejorar nuestra relación. Además, me ha prometido que si mi padre y mi madrastra vienen a verme, no les impedirá la entrada y hasta hablará con ellos para que todos podamos convivir en paz.

Que su madre, una mujer tan rígida e inflexible, le hiciera esa sencilla promesa debía significar mucho para Kitty. Yuuri se alegraba de corazón por ella y, porque no, por él mismo. Quería pensar que aún con una carta en blanco, era capaz de generar una diferencia y que podía afectar de manera positiva la historia de una persona. Si no hubiera estado tan ocupado, perdido en su propio entusiasmo, habría notado que Viktor estaba inusualmente serio y que presenció toda la escena cruzado de brazos y frunciendo el ceño.

─ Sabes que eso fue una mentira, ¿cierto? ─le dijo una vez que las despedidas concluyeron y se habían alejado lo suficiente.

─ ¿A qué te refieres? Kitty no...

─ Ella no, pero su madre sí.

Yuuri se detuvo abruptamente, teniendo que echar a correr para alcanzar a Viktor, quien no se percató de lo dejó atrás.

─ No comprendo ─insistió Yuuri, colocando su mano en su hombro, para pararlo─ Cuando fue a verme y hablamos... estoy seguro de que fue sincera. Y tú estabas ahí, también la escuchaste.

─ En ese momento, quizás. Pero después... ─negó con la cabeza─. No te diste cuenta porque tuviste que guardar reposo en cama, yo no tuve esa limitación, así que pude moverme con libertad y analizar lo que ocurría a mi alrededor. Pude comprobar de primera mano que la madre de Kitty cambió su forma de actuar o al menos intentaba ser más amable... únicamente con ella.

Yuuri arqueó una ceja en señal duda, intuyendo lo que Viktor quería decirle.

─ ¿No te parece extraño? Kitty mencionó que su madre permitiría que su padre y su pareja la visitaran. Pero si lo consideras, lo más natural habría sido que al enterarse del incendio, él acudiera de inmediato para corroborar que tanto su hija como su antigua pareja se encontraban bien, y que luego estuviera pendiente de ella durante su recuperación.

─ Tal vez... estaba fuera del pueblo, por eso no...

─ Cuando salimos del fuego, estabas demasiado aturdido y no lo notaste. Un hombre te quitó a Kitty y la llevó con el médico. No lo supe hasta mucho después. Era su padre. Él y su pareja presenciaron todo y quisieron ayudar... ¿y adivina quién no se los permitió? ─como Yuuri permaneció callado, Viktor continuó─. Estuvieron al pendiente, pasando a la clínica todos los días para indagar sobre la condición de ella... y también porque querían agradecerte. En cada ocasión, la madre de Kitty los echó sin ningún miramiento, eso sí, siempre cuidando que su hija no se diera cuenta.

Viktor finalizó su explicación, probablemente para que Yuuri sacara su propia conclusión. En verdad, si la mujer hubiera tenido intenciones de mostrar un cambio genuino, esa habría sido la oportunidad ideal. Pudo emplear la tragedia para pasar la página y dejar que tanto su ex─marido como su pareja la apoyaran, demostrarle a Kitty con hechos más que con promesas que deseaba que la familia estuviera reunida de nuevo. Luego de lo que Kitty había pasado, debía querer más que nunca que ambos, su padre y su madre, estuvieran a su lado, pero no. Si se guiaba por las palabras de Viktor, evidentemente aquello no podría ser, y cuando Kitty descubriera que su padre trató de buscarla y su madre se rehusó, los enojos y reclamos estarían más que garantizados. Cabía la posibilidad de que, al enterarse que su madre alejó a su padre, incumpliendo su promesa, Kitty terminara por apartarse definitivamente de ella, reforzando la idea de la mujer de que su destino era permanecer sola e infeliz.

Yuuri se limitó a asentir todavía asimilando la decepción. En verdad, fue muy ingenuo. Si bien alguna fuerza externa podía influir para cambiar a otra persona, la decisión definitiva debía provenir de uno mismo.

"O tal vez, es porque tengo una carta en blanco y al no tener una historia o destino, soy incapaz de colaborar en las de otros" se planteó con pesar "Tal vez, tampoco debería ir a Hystoria. ¿Qué ganaría con eso?

─ Otra de las lecciones de mi maestro... ─retomó Viktor, sacándolo de sus cavilaciones─, fue que en ocasiones lo más complicado no es aceptar el destino que viene con la carta, sino sobreponernos a nuestra naturaleza.

Claro, también se daba el caso de personas que aún con todo a su favor, seguían inconformes y acababan por amargarse. Yuuri recapacitó de pronto, aterrado ante la perspectiva de volverse así. Viktor le sonrió con suficiencia, como adivinando que había dado en el clavo y su comentario fue acertado. Aunque estaba agradecido, Yuuri no pudo sino sospechar.

─ ¿Por qué insistes en ayudarme? ─preguntó sin rodeos─. E─es decir...─se retractó, notando lo cortante que fue con su pregunta inicial─, tú y yo no...

─ ¿Somos nada?─completó Viktor─. Lo sé, pero entre más te veo, más interesante me pareces y en teoría no debería, pero no puedo evitar sentir curiosidad por tu carta.

Yuuri contuvo la respiración y se tensó instintivamente.

─Voy a basarme en lo poco que has querido contarme y uniré los cabos sueltos...─pausó, para tomar aire─. Eres de un origen humilde, asumo que recibiste algún tipo de enseñanza o formación por parte de un experto y aunque siempre quisiste viajar y ver el mundo, algo... no sé si tu familia o tu mismo te retenía –Yuuri tragó grueso, sin poder ocultar su nerviosismo─. Luego, recibiste tu carta y ésta vez tu maestro, tu familia o tú mismo, te convencieron de probar suerte. Y ahora estás aquí, viajando por tu cuenta, rescatando a jovencitas de la muerte y ayudando a desconocidos atrapados en lagos...─le guiñó un ojo en ésta última parte y Yuuri se sonrojó─. Así que, todo eso me lleva a pensar, que debes ser un As o como mínimo un Uno. Tu símbolo son los corazones y no posees una carta rota. Sobre si tienes un lazo rojo o no...

En ese punto, Yuuri echó a correr por el camino sin molestarse en revisar si Viktor lo seguía o no. Eso había estado demasiado cerca. Por suerte si bien adivinó gran parte de su historia, no pudo intuirla toda. Sobre todo, erró completamente con su carta. Sin embargo, aquello le bastó para reflexionar acerca de lo peligroso que podía ser relacionarse con Viktor. Si se seguía descuidando, quedaría expuesto y por más que éste tuviera sus propios secretos, una habilidad innata no se comparaba con una carta en blanco. Lo mejor sería que se separaran cuanto antes, sin importar lo atraído que Yuuri pudiera sentirse hacia él.

***

Resultó que Viktor mantuvo su promesa y se tomó muy en serio que el viaje transcurriera sin otras eventualidades al ingeniárselas para obtener transporte, alimento y alojamiento. Con su hablar elocuente, una sonrisa bien colocada, o dirigiéndose a quien juzgaba era la persona correcta, siempre se salía con la suya. Yuuri estaba asombrado. Quizás Viktor continuara distrayéndose de cuando en cuando al escoltar ancianitas que recorrían el camino a sus hogares o bajar gatitos atrapados en los árboles, pero todas esas acciones reforzaron su idea de que tenía que ser un Rey.

Una vez que arribaron a Petersburg, Yuuri sintió que el corazón se le encogía en un nudo y se paralizó, abrumado por el bullicio y lo imponente de la ciudad. Ya se había mentalizado a que ese lugar sería muy diferente de Hasetsu, pero eso no le ayudó a la hora de enfrentarse a la que sería su nueva realidad. Edificios altos y casas bien cuidadas, caminos perfectamente bien empedrados, estatuas y otros monumentos en honor a personajes célebres, elegantes carruajes y sobre todo, personas elegantemente vestidas.

─ ¿En serio te sorprende tanto? Aquí está la escuela a la que asisten hijos de reyes ─señaló Viktor─, naturalmente, la ciudad tendría que estar a la altura.

En respuesta, Yuuri se obligó a avanzar y clavó la mirada al piso, más seguro que nunca que encajar ahí sería imposible.

"¿Pero en qué rayos me metí?" se cuestionó, seguro que todos lo observaban y que se destacaba de una manera no necesariamente buena "Quizás no sea demasiado tarde y pueda volver a casa..."

─ ¡Llegamos!

El grito de Viktor le hizo frenarse abruptamente y casi caer. El de ojos azules lo tomó por el brazo, para ayudarlo a recuperar el balance y apenas puede reprimir una risa ante la expresión de Yuuri.

─ Sí, confieso que yo también me sentí un poco azorado cuando vi la academia por primera vez ─admitió Viktor, permitiendo que Yuuri admirara la imponente construcción, separada del resto de la ciudad por una magnífica reja blanca y que por su extensión bien podía constituir un pueblo en sí misma─. Aunque en aquel entonces era un jovencito de sólo quince años, ¡tu reacción es todavía más adorable que la mía!

"¿Por qué nunca sé si me halaga o se burla de mí?" deseó saber Yuuri, rezando para que el corazón no se le saliera del pecho por lo rápido que latía y para que las piernas dejaran de temblarle.

─ Bueno, ¿tienes lista tu invitación?

El de lentes volvió en sí y asintió, rebuscando en su mochila... y una nueva ola de pánico lo invadió.

─ ¿Qué ocurre?

─ N─no... no la encuentro ─balbuceó, con su voz quebrándose y a punto de girar la mochila para que su contenido cayera y fuera más fácil buscar, recriminándose por ser tan descuidado y comenzando a hiperventilar.

─ Espera, Yuuri... por favor, cálmate ─pidió Viktor sujetándolo por los hombros─. Trata de recordar... ¿cuándo fue la última vez que la viste?

─ ¡No lo sé! ─exclamó, al borde de las lágrimas y Viktor lo soltó, sobresaltado por su estado─ ¡Si lo supiera no...!

Calló en el instante que una imagen vino a su mente. Ocurrió cuando Viktor y él estaban en el bosque, después del desafortunado incidente con los zorros.

─ La hembra me atacó y arrojé la mochila, se abrió y mis cosas se salieron...─recapituló en apenas un hilo de voz─, la cría husmeaba entre ellas, y cuando las guardé... no estoy seguro si recuperé la invitación.

Yuuri fue incapaz de seguir hablando. ¿Tal vez pasó porque con su carta en blanco, no se suponía que estuviera en Hystoria en primer lugar? ¿O era un castigo por su pesimismo y haber deseado regresar a Hasetsu? ¿Y si en realidad era una señal divina, la confirmación de que no encajaría ahí? Sea cual fuere el caso, la angustia le generaba una intensa opresión en el pecho.

─Así que... ¿tienes el valor de enfrentar incendios y arriesgar tu vida, pero a la menor trivialidad como ésta, te derrumbas?

Bajo otras circunstancias, el comentario de Viktor habría hecho que Yuuri se enfadara, sin embargo, no pudo sino darle la razón.

─ ¿De verdad quieres entrar a Hystoria?

─ Sí...─dijo en un sollozo─. Pero perdí mi oportunidad. Tú mismo lo dijiste, es imposible sin invitación. Y aún si me contactara con mi reclutadora, ¿crees que me darían otra?

─Oh, por supuesto que no ─negó enérgicamente─, Lilia es muy enfática en eso. Sólo una por prospecto. Según ella, si la extravías es porque no merecías estar aquí... ¡Aunque!─se retractó, notando las gruesas lágrimas que resbalaban por las mejillas de Yuuri─, en esto definitivamente puedo ayudarte. A fin de cuentas, en parte es culpa mía que perdieras tu invitación.

─ ¿Viktor? ¿Qué...?

El aludido lo tomó de la mano sin darle oportunidad de recomponerse siquiera y prácticamente lo jaló hasta la entrada, custodiada por dos jóvenes que portaban magníficos uniformes. Uno le sonreía abiertamente a su compañero, mientras que el otro intentaba ignorarlo sin mucho éxito.

─ ¡Emil, Mickey!

Yuuri palideció y quiso echar a correr en la dirección contraria, pero el agarre de Viktor se lo impidió. Para aumentar su desconcierto y alarma, el chico sonriente los saludó agitando la mano con alegría. Su compañero en cambio, frunció todavía más el ceño.

─ ¿Dónde estabas? ¡Te esperábamos hace días! Cuando llegó tu caballo solo, algunos pensaron en organizar un grupo de búsqueda.

─ Oh, vaya. Qué gran detalle de su parte.

─ Y entonces madame Baranovskaya y el profesor Feltsman decidieron que no era necesario. Y yo estuve de acuerdo con ellos.

─ Por qué no me extraña... ─suspiró Viktor─. Eres tan considerado como siempre, Mickey...

─ ¡No me digas así! ─le ladró─. La única persona autorizada para hacerlo, es Sara.

─ ¿Ah? Pero si yo te digo Mickey todo el tiempo ─mencionó el otro joven, Emil, ladeando la cabeza.

─ ¿Y por qué crees que yo te ignoro todo el tiempo?─refunfuñó Mickey. Como la discusión parecía prolongarse, Viktor tosió para llamar la atención y ambos centraron su atención en él y en el asustado chico de gafas a su lado─. ¿Y ese quién es?

Yuuri tragó grueso y retrocedió, Viktor le pasó un brazo por los hombros, en actitud amistosa para retenerlo.

─ Él es Yuuri. Nos conocimos mientras viajaba de regreso aquí y he decidido reclutarlo.

Tanto Yuuri como Mickey soltaron un grito de asombro. Emil simplemente aplaudió, emocionado.

─ ¡Wow! ¿Te das cuenta, Mickey? ─ exclamó Emil─. Viktor únicamente había reclutado a otra persona antes de él ¡Estamos presenciando algo único! Y su otro reclutado también se llama Yuri, ¿crees que es una casualidad?

─ ¿Eh? tú... ─reaccionó Yuuri, dirigiéndose a Viktor y pasando por alto a los otros dos, que habían comenzado a discutir de nuevo─. Viktor, ¿cómo...?

El aludido simplemente le sonrió y se llevó el dedo índice a los labios, dejando que Yuuri se contestara a sí mismo, lo que consiguió al cabo de unos minutos.

─ Me dijiste que eras maestro, un... instructor de esgrima....─recordó y fue como si cayera encima un balde de agua fría─. Entonces, eso significa que...

─ Eres valiente, aunque muy distraído ─observó divertido, acariciándole la cabeza─. Te tardaste mucho en deducirlo. Pero sí, soy profesor en Hystoria. 

__________________________________________________________

NOTAS FINALES:

Uff, comenzaré diciendo que me tardé más en actualizar de lo previsto (lo que creo que no es novedad) y que a partir de aquí los capítulos serán un poco más largos. Algunos hints importantes a tener en cuenta y aparición especial de Mickey y Emil en éste capítulo. Diría que con esto concluye el arco introductorio de la historia y ahora iremos un poco más rápido.

Spoiler del próximo capítulo: a alguien le gustan los cambia formas?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro