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La existencia de Seok Jin había sido más un secreto para el mismo alfa puro que para los que formaban parte de la resistencia.

La resistencia estaba conformada por gente que añoraba la paz y a la vez experimentar con su lobo interior en toda su magnificencia. Personas que habían rechazado dejar de lado los libros prohibidos y la verdadera esencia de su existencia. Personas muy importantes y de altos mandos. Pero a diferencia de "los rebeldes" ellos buscaban, por sobre todas las cosas, el bienestar de quien llegaría a ser el arcano en un futuro. Y es que parte de resguardar su bienestar se debía a qué muchos ya habían apostado a que sería nada más y nada menos que Kim Seok Jin, el único hijo de dos alfas en la actualidad, con una descendiente oficial del primero y unico arcano de la historia. Su madre Sunny.

Aunque la resistencia no sabía el historial de su madre, pero había apostado a Seok Jin por haber sido concebido con éxito. Luego el tiempo revelaría si era o no quien la resistencia creía que era. Y ciertamente, no había decepcionado su evolución y su forma de manejarse y socializar con el resto. Su trabajo permitiendole estar donde estaba y el hecho de que sería el alfa de Bucheon en un futuro cercano. Todos los votos habian sido para él y nadie más. Nadie encajaba tan bien ni sobresalía tanto como Kim Seok Jin.

—En mi camino aquí me abrieron los ojos y compartieron conmigo todo lo que saben de ti —decía Marshall—. No entendía porque Eustace Smith quería salir de su pocilga y venir conmigo, pero ahora ya lo sé —mencionaba.

Ji Moon miraba en dirección a un Seok Jin que todavía estaba alterado esperando a que sus piernas despertaran—. Cada alfa sabe sobre ti. Los únicos que no estaban al tanto de la resistencia eran tu padre y Marshall —exclamaba moviendo a los dos mencionados—. Tu padre por no creer en la leyenda y haber sido de los causantes que prohibieron dicho conocimiento y Marshall por ser un jodido temperamental —añadía sin titubear.

—Culpa a mi casta —decía el rubio—. Te dije que había leído sobre ti, Kim.

Seok Jin soltaba el aire por su nariz—. Ahora poco me importa que exista una resistencia que me apoya —decía entre dientes apretando su puño—. Sólo quiero recuperar a TaeHyung. Es lo único que me importa y si algo le sucede a ellos, juro por dios que los haré pagar.

Los presentes no enterados del estado delicado de TaeHyung fruncían el ceño—. ¿Ellos? —cuestionaba So Hee.

Ji Moon gemía frustrado—. ¿TaeHyung está en cinta otra vez?

—Juro que mataré a Ho-Seok si algo le sucede otra vez. No me importa si lo ocasiona o no está vez.

—No estoy en contra de que los hagas pagar —decía Moon—. La resistencia fue causante de que las amenazas a TaeHyung acabarán años atrás —exclamaba, Gon Huan lo miraba—. Sí, Gon. Las autoridades de Japón se encargaron de filtrar las amenazadas para que lo dejarán en paz. Los rebeldes no iban a conseguir llegar a ti. Aún ni siquiera estabas seguro de lo que eras en ese momento y cuando se enteraron que TaeHyung había perdido a tu hijo, nos sentimos tan impotentes como tú en este momento. Pero no tenía sentido presentarnos ante ti. Nunca hubieras confiado en nosotros y tendríamos que haber hecho contigo lo que probablemente tienes miedo de que aún hagan contigo y es básicamente agarrarte y estudiarte como un conejillo de indias —admitía seriamente.

Min abría sus ojos indignado hacia el doctor—. Tranquilo, viejo. La mejor opción fue dejar que Seok Jin afianzará su lazo contigo. Siempre fuiste un hombre que estuvo informado. Pero la perdida de tu libro retraso años de su entrenamiento y desarrollo —exclamaba frustrado.

— ¿Ustedes saben qué sucedió con el libro de Min? —preguntaba WooYoung.

Ji Moon suspiraba—. Antes de que los rebeldes llegarán a borrar la evidencia, ellos tomaron el libro de Min —mencionaba entre dientes—. No causaron alboroto alguno. Tú a veces lo consumía y leías y a veces no le dabas importancia por largos periodos de tiempo —decía en dirección al viejo alfa.

—Ah, quiero levantar cargos contra eso. Ese libro me costó un ojo de la cara —decía apuntando al doctor Jo.

El alfa se encogía de hombros—. Entre tantos cargos que tienen encina, una mancha más al tigre no le haría ninguna diferencia —decía suspirando.

Seok Jin apretaba sus puños y golpeaba sus piernas.

— ¡Hey! No hagas eso —decía su madre.

—Necesito moverme ¿Cuánto falta para que esta porquería termine? ¿Y como está Tae-Eul? Necesito buscar a TaeHyung.

—Do-San está con ellos mientras nuestros hombres están buscando los videos de seguridad, pero son jodidamente rápidos para limpiar sus huellas —decía su padre.

— ¿Han intentado comunicarse mientras estuve inconsciente? —soltaba ardido. Los presentes negaban—. Necesito mi computadora, si tus hombres no encontraron nada. San podría hacerlo —decía buscando al chico y sosteniendolo del cuello de su camiseta—. Búscalo.

En ese instante el teléfono de Seok Jin sonaba en alguna parte de la habitación y sus ojos parecían desorbitados de la desesperación. WooYoung había sido el primero en correr y tomarlo para alcanzarselo.

—Video llamada. Número desconocido.—añadía corriendo de vuelta a Seok Jin.

El alfa aspiraba con fuerza—. Salgan de la cámara —pedía al atender para que el resto no pensará por si acaso, que estaba acompañado.

Cuando atendía lo primero que veía era a TaeHyung.

— Tae~... —la desesperación y vulnerabilidad en una fracción de segundos, hacía que fuera difícil para TaeHyung mantener su cara de poker.

Él estaba tan desesperado como su alfa por estar a su lado. Por sentir sus brazos alrededor y aspirar su aroma como un demente mientras Seok Jin besaba todo su rostro.

Dioses.

Arcano —de inmediato, Shownu aparecía en la cámara y detrás de TaeHyung.

—Si lo tocas te mato —decía Seok Jin con ojos rojos y unos colmillos reluciendo allí.

TaeHyung abría la boca y volvía a cerrarla, no quería que su alfa perdiera el control. Por favor, no, rogaba con sus ojos. Sabía que Seok Jin lo estaba mirando a él, y sabía que podia sentir su preocupación por él. Seok Jin apretaba sus puños y sus garras se clavaban en su muslo.

—No son necesarias las amenazas de muerte, arcano. Nadie le tocará un cabello, eso te lo prometo —decía con un maldito tono de voz condescendiente que ponía la piel de TaeHyung y la de Seok Jin de gallina. Su mano se había levantado para acariciar la cabeza de TaeHyung, pero el alfa lo había pensado dos veces cuando notaba como el Omega se alejaba, más la furia que estaba ardiendo en el interior de Seok Jin.

— ¿Qué quieres? Deja a TaeHyung fuera de esto

—Imposible —exclamaba tragando duro. Seok Jin notaba el movimiento de su garganta—. Tu Omega es nuestra garantía —añadía descaradamente.

—No te atrevas a continuar hablando —exclamaba el alfa puro entre dientes con voz atormentada y grave.

El resto estaba mirándolo desde la otra parte de la habitación en total silencio, pero rápidamente sus ojos caían en WooYoung un momento porque le era imposible no mirar a su Omega y consumir su imágen a través del teléfono, pero su mejor amigo llamaba su atención y sacudía su cabeza. Sabía que WooYoung le diría que cierre la maldita boca. Nunca había sido temperamental y ahora era clave que no lo fuera. Y aún sentía la preocupación de TaeHyung por él. Sus uñas se clavaban, pero en su muslo y sentía un líquido espeso recorrer su mano.

— Preséntate tal cual eres, abre el camino para nosotros. Cada alfa y Omega volverá con sus familias, sin más. No levanten cargos... Sólo queremos pertenecer —susurraba.

Seok Jin apretaba sus dientes intentando calmarse, enfocándose en la preocupación de TaeHyung en él.

— ¿Y pretendes que haga eso en veinticuatro horas? —cuestionaba entre dientes.

El alfa reía—. No me veas la cara de estúpido. El mundo sabe de nosotros. Somos un secreto a voces, pero nosotros somos los únicos que se atrevieron a moverse para que muchos cobardes allá afuera puedan disfrutar de esto con libertad y sin ser juzgados —añadía—. Tú y el concilio tienen el poder de anunciar un nuevo mundo no tan oculto e imponer sus leyes.

Seok Jin aspiraba con fuerza intentando controlar su respiración agitada.

—Si no me dices donde estás para ir por TaeHyung, no voy a negociar contigo. Aunque tenga el poder de salir a favor de ustedes. Aunque el mundo ya sepa descaradamente de su existencia y posiblemente la mía. Si mi Omega no está a mi lado, no esperes nada de mí.

TaeHyung se removía al lado del alfa con incomodidad y temor. Seok Jin lo sentía y sus garas hacían cinco malditos hoyos en su muslo. El alfa, Shownu comenzaba a reír. Una risa que ponía los pelos del alfa en punta y su cuerpo tenso.

—Si haces lo que se te pide, tu Omega estará a salvo. ¿O debería decir "tu familia"? —Seok Jin abría sus ojos con el pánico recorriendolo. Era tanto suyo como de TaeHyung—. El mundo ya sabe sobre ti. Mientras hablas conmigo y pretendes querer llevarme la delantera, el vídeo está siendo reproducido en las pantallas más importantes de Corea y el mundo. Buena suerte, arcano.

—Ni se te ocurra corta el lla-... ¡No!

Cuando la llamada terminaba, Seok Jin gritaba el nombre de TaeHyung, mientras que los presentes recibian una notificación a sus teléfonos para que abrieran el link que contenía el vídeo del ataque la noche en que Seok Jin se había transformado por primera vez.

— Oh, mierda. Esto es malo —decía Marshall viendo su teléfono antes que todos—. Hay que actuar. Todo el mundo está viendo esto —en el vídeo se veía el mismo con el que habían amenazado Seok Jin.

— ¡Llama al concilio ahora! —decía Gon a Sunny—. Hay que contrarrestar los daños. San, hay que filtrar el video original y Seok Jin-... ¿Seok Jin?

Los presentes habían estado tan conmocionados viendo el vídeo y como al lado del mismo se mostraba una foto de Seok Jin confirmando que era él. Que no era montaje alguno y que era sumamente peligroso haciendo que el internet colapsara en segundos e ignorando los gruñidos bajos provenientes del hombre desaliñado en la camilla.

El traje de Seok Jin era un desastre, su muslo estaba sangrando y sus piernas comenzaban a moverse, había drenado el resto de la sustancia a través de herida, consiguiendo la movilidad en sus piernas. Estaba cabizbajo y respiraba agitado. El movimiento de sus hombros y los suaves gruñidos eran lo único que notaban los presentes. Sus feromonas destilando un aroma a furia, Sunny, su madre, era la primera en acercarse cautelosamente.

— ¿Jinnie? —susurraba la delta, dando pasos hacia su hijo.

El castaño no la escuchaba. Estaba conectado a las emociones de TaeHyung e inundado por las suyas propias. Ellos ya sabían que TaeHyung estaba esperando a su hijo, sentía el temor de su Omega sutilmente, estaba intentando controlarse frente a esos malditos. Él no podía esperar, necesitaba llegar a TaeHyung y no podía importarle menos lo que estaba sucediendo actualmente, que tenía conmocionado a los presentes.

— ¿Hijo? —otro paso y Seok Jin aún no la escuchaba, moviendo sus piernas apenas dormidas ya, bajaba la que estaba herida, tocaba el suelo y se impulsaba para bajar, pero caía contra el piso al no poder sostenerse—. ¡Jin! —unos brazos delgados rodeaban la cintura de Sunny, prohibiendole acercarse.

—Ni se le ocurra, señora Kim —susurraba la mujer alfa, So Hee.

—Es mi hijo.

—Justo ahora. No estoy tan segura —decía sosteniendola con fuerza. En ese instante los ojos de Sunny lo miraban, y los gruñidos que venian junto con la respiración pesada de Seok Jin, se habían intensificado.

Las manos del alfa, resonaban con huesos estirándose para hacerse más grandes y sus garras volviéndose más largas y peligrosas. La habitación se llenaba del ruido que emitían los huesos del cuerpo de Seok Jin y los gruñidos mezclados con gemidos de dolor. Espalda y muslos. Brazos y antebrazos volviéndose más anchos más grandes.

—Oh, mierda —Nathan Marshall susurraba entre fascinado y aterrado, no pudiendo quitar los ojos del alfa puro.

Nadie lo hacía, todos estaban viendolo. Min, WooYoung, San. Sunny y Gon. Moon, Marshall y Han. Estaban anonadados, mientras veían como la camisa de tela se rompían dejando ver una espalda musculosa, hombros descubiertos entre una tela destrozada. Vello en ese mismo lugar y una tira de esta que conectaba la espalda con su cintura y cuesta bajo, rompiendo la cinturilla del pantalón dejándolos con una tira que conectaba y cubría la cintura para abajo. Los gemidos de dolor parecían estar contenidos, el arcano, como era la correcta denominación de su única especie, estaba lleno de ira, conteniendose mientras la transformación parecía estar bajo su control, no bajo su furia.

—Hay que detenerlo. Si causa caos no habrá forma de salvar su imágen —decía Moon—. ¿Tienes más de la dosis que le dimos antes? —preguntaba a So Hee.

La mujer alfa negaba—. Pedí solo una a Smith. Creí que sería suficiente, pero-... —un último grito monstruoso o gruñido bestial era lo que salía de la garganta de Seok Jin, al instante en el que su enorme brazo empujaba y estrellaba la camilla que lo había sostenido recientemente a la pared más cercana. Por suerte para las presentes, no había sido arrojada en su dirección.

Cuando se ponía de pie, la bestia del vídeo que habían contemplado minutos atrás estaba en toda su gloria frente a ellos. Pero extrañamente fascinante los rasgos humanos que habían dentro de ese enorme alfa, mitad humano y mitad animal. El rostro de Seok Jin tenía vello muy sutil en su rostro, con otros detalles similares a venas cubriendolo. Sus cejas eran tupidas y su mirada ruda y atemorizante. Sus labios carnosos resguardaban colmillos que destrozarían la piel de cualquier ser humano común y corriente. Su pecho era firme y musculoso con vello muy sutil cubriendo la zona. El pantalón no se había caído del todo de la zona de sus caderas. Pareciera ser que hubiera sido cuidadosamente amarrado para que nada se viera, pero estaba destrozado, no duraría mucho. Los brazos eran inmensos, las piernas tenían muslos macizos. Todo cubierto sutilmente de vello, y era simplemente magnífico el rojo carmesí de sus ojos.

—Oh, por dios —susurraba su padre con el teléfono en mano.

Los pasos de la bestia hacían que instantáneamente, todos en la habitación retrocedieran.

— ¡Jin! ¡TaeHyung te necesita cuerdo! —gritaba Jo Ji Moon.

Los ojos rojos de la bestia respirando con rapidez, y gruñendo por lo bajo, se posaban en él. Rápidamente estaba frente al alfa que había quedado petrificado ante la magnificencia de Seok Jin. Estaba temblando, pero no retrocedería. Moon tenía razón, si Seok Jin perdía el control ahora, no habría forma de salvar su imágen, sin importar cuánta gente de alto peso estuviera en la resistencia para cuidarlo y cuidar su estatus.

Repentinamente el arcano alzaba uno de sus brazos y su mano con garras inmensas viajaba a la nuca de Ji Moon y se clavaban allí, robando un grito desgarrador al doctor. Los presentes comenzaban a gritar en dirección a Seok Jin para que lo soltará, cuando la puerta de la habitación se abría bruscamente dejando entrar a los guardias, SuHoo y MinGi estaban listos para intentar calmar a Seok Jin.  Tenían explícita orden por parte del mismísimo alfa, en su momento en dichas prácticas, de que podrían dormirlo o dispararle si era necesario, él sanaría luego. Pero cuando ambos apuntaban, el arcano alzaba su mano libre y daba una silenciosa orden para que se detuvieran.

Los gritos de pánico de su madre y mejor amigo resonaban en la habitación. El arcano no escuchaba a nadie y miraba al doctor sollozando clavado básicamente en su gran mano. Sus garras seguían enterradas en su nuca, cuando lo levantaba como si nada—provocando otro grito desgarrador—y acercándose a un lado de su cabeza, exclamaba con esa voz grave y monstruosa:

—Μεταμορφώστε τον εαυτό σας (Metamorfóste ton eaftó sas).

El alfa Jo Ji Moon, quien hasta el momento suplicaba que lo soltará y gemía del dolor apretando sus ojos, los abría. Dorados refulgentes, su mandíbula y cuerpo dolían más que por las simples garras clavadas en su nuca, comenzando una especie de temblequeo furioso colgado de la mano de Seok Jin que dejaba a todos en pánico y alerta, hasta que el arcano literalmente lo arrojaba al otro extremo de la habitación y en el proceso en el que el cuerpo ajeno volaba, la ropa se rompía, el hombre se retorcía de dolor en el aire, todo en una fracción de segundos increíbles y cuando caía al piso, caía como un inmenso lobo de cuatro patas con pelaje marrón y gruñidos de dolor y llanto hasta que sacudía la cabeza y miraba fijamente al arcano que lo tenía en su radar.

— ¡Carajo! —Nathan gritaba de la sorpresa y eso llamaba la atención del arcano sobre él—. Mierda, mierda, mierda —sus pasos apenas retrocedían hasta que los ojos rojos parecían brillar con intensidad y se quedaba simplemente quieto, aunque parte de él quisiera salir corriendo.

—Los está marcando y eso hace que por una simple orden-... —San lo señalaba y Seok Jin lo miraba, en ese instante la marca de las garras de Seok Jin que, habían quedado en su nuca de su primera vez, le quemaba.

Jodidamente comenzaba a arder al instante en que los ojos de aquella bestia se posaban en él y doblegaban su voluntad con una simple mirada. San caía de rodillas,escuchando la misma orden que había dicho minutos atrás a Moon,  pero la escuchaba en su cabeza y el sonido de huesos quebrándose y otros alargándose comenzaba. Gemidos de dolor, ropa rasgándose y en unos segundos pasaba de un hombre promedio a un lobo gigante de cuatro patas. Min y WooYoung se apartaban y el resto también lo hacía mientras este último lobo se posicionaba al lado del arcano.

SuHoo y MinGi, los guardias, se ponían frente al resto. Marshall, So Hee. Los padres de Seok Jin y sus dos amigos, el viejo Min que estaba fascinado y WooYoung que no sabía donde mirar excepto pedir que se calmaran.

—Ni se les ocurra disparar. No están haciendo nada —decía el Omega, cagado en sus pantalones, pero confiaría.

—Mi muchacho está en control —decía Min.

Gon lo miraba con ceño fruncido—. ¿Estás seguro de eso?

El viejo le devolvía la mirada, no tenía la mejor de las relaciones, pero no había rencores por parte de Min, aunque no le gusyaba que sonará dubitativo.

—Sí, estoy seguro. SuHoo, chico —le llamaba al guardaespaldas de TaeHyung, este lo miraba brevemente, aún apuntando a la bestia que lo miraba fijo.

El arcano y sus dos lobos, no se movían, pero estaban alertas.

— ¿Señor Min?

— ¿Por qué entraste? Estoy seguro que tu trabajo era vigilar fuera.

SuHoo parpadeaba—. Oh. Tengo noticias, para Seok Jin —decía mirándolo nuevamente.

Poco había visto a Seok Jin así, su trabajo consistía en estar más con TaeHyung, y sabía que el castaño era algo fuera de lo común cuando incluso en la practica de San y su primera transformación, él había sentido que estaba listo para eso. Dios, era fascinante y atemorizante.

— Diselas —pedía Min.

— ¿Qué? —el alfa estaba confundido.

—Que le digas a Seok Jin a qué viniste —pedía el viejo.

Marshall miraba en su dirección—. ¿Está seguro que va a entender? Esto es jodidamente fascinante, pero que me clave sus garras en mi nuca, me deja un poco desconcertado —decía con el sarcasmo  y el miedo en su voz.

Un sonido parecido a una risa seca era lo que provenía del arcano. De Seok Jin. Estremecía a todos y cada unos de los presentes, el alfa norteamericano se sentía sólo un poco estúpido.

—Jin —el alfa SuHoo hablaba.

—Baja tu arma, carajo —pedía Gon detrás de él.

El hombre joven titubeaba, pero obedecía y relamía sus labios—. La pulsera que TaeHyung usa para contactarme cuando está en peligro, tiene un rastreador.

La inmensa bestia se aproximaba a SuHoo, dejándolo congelado en su lugar y haciendo que el resto se alejara instantáneamente.

Tomando coraje y pasando saliva el alfa continuaba—. Perdí la señal de la misma —un gruñido resonaba justo frente a su rostro, acelerando su pulso e incluso moviendo su lacio cabello. Había apretado sus ojos del temor, pero continuaba—. Tengo la última posición antes de que fuera destruido. Podemos comenzar por ahí —susurraba tomando su teléfono y mostrándole a Seok Jin las coordenadas—. La última señal fue por 154-4 Gogang-dong. Probablemente arrojaron su pulsera por la ruta Sosa-Ro.

En ese instante, el arcano se erguía, tronaba su cuello y el mismo sonaba antinatural ante el silencio de los presentes, segundos después, los lobos detrás de él que eran, Jo Ji Moon y Choi San, aullaban del dolor y caían al suelo temblando. El tamaño disminuía junto con sus huesos. El pelo también iba desapareciendo y las patas se volvían manos y pies. Hocicos feroces de fauces salvajes, volviendose cada vez más humanas y delicadas, hasta que solo quedaban dos hombres agotados y agitados en el suelo. Desnudos y sólo un poco confundidos.

WooYoung corría y se quitaba su chaqueta para cubrir a San, Gon se quitaba la suya y cubría al doctor que estaba desorientado tocando su nuca y mirando al alfa inmenso frente a él. Sin nada que decir, la bestia se iba en dirección a la puerta.

— ¡Jin! —Ji Moon gritaba su nombre con una fuerza extra por intentar sentirse cómodo con sus propias cuerdas vocales. El alfa no giraba, pero se detenía—. Si te vas a ahora no podremos parar el caos —decía con voz grave y ronca—. Necesitas dar un anuncio y prometo que me tienes para buscar a TaeHyung luego, pero tienes que calmar a la gente. Tu gente.

Los puños inmensos con garras filosas del alfa se apretaban, todos podían sentir su frustración, pero Min daba un paso más cerca.

—Muchacho, no le tocaran un pelo —exclamaba sutilmente—. Recuerda que si tú no marcas a TaeHyung, sus lobos no durarían nada. Serían transformaciones efímeras.

Detrás de ellos Moon volvía a hablar—. Ellos más que nadie desean esa marca en el cuello de TaeHyung. Créeme que es tan valioso para ti como lo es para ellos —se esforzaba en decir.

En ese instante el puño de la bestia se estrellaba contra la pared cercana la puerta, junto con un gruñido quebexpresba su dolor y frustración, la cual se colaba entre los huesos de los presentes. No provocaba un hoyo porque su fuerza había sido controlada, pero dejaba una marca notoria mientras su estatura y estructura física disminuía. La bestia se volvía humano y la mano de Seok Jin seguía contra el muro incrustada. Su respiración agitada, el pantalón que se había sostenido a su cintura con los últimos retazos de tela, ahora bailaba sobre sus caderas.

Su cabello castaño parecía más salvaje, sus hombros subían y bajaban, intentando calmar su respiración.

—Te prometo que nada le sucederá a TaeHyung —decía Moon—. Y si llego a equivocarme, tendrás mi cabeza antes que la de ellos... Mi alfa.

El suspiro que dejaba a Seok Jin lo hacía apretar sus dientes, sentía que las palabras de Moon no eran en vano y sabía que tanto él como Min, tenían razón. Ellos no podían tocar a TaeHyung si él básicamente era esencial para su existencia también. Apretando sus dientes para evitar maldecir y controlarse, aspiraba y soltaba el aire con fuerza por su nariz, sus fosas dilatadas, su cuerpo temblando. Todos detrás de él expectantes.

—Bien —decía entre dientes. Todo esto era más grande que ellos—. Haré una confesión pública y luego buscaré a mi familia. Y por el bien de todos ustedes, espero que nada le pase a TaeHyung y a mi hijo.

Era la mejor opción, pero a veces la mejor opción jodidamente apestaba.



Jesu' bendito

Gracias por todos los comentarios en el cap anterior, iré respondiendo de a poquito al menos una vez a todos, saben que siempre quiero al menos responderles una vez e interactuar con todos, pero los leo siempre, NO COMENTAN EN VANO. Y siempre que tengan un corazoncito en su comentario, es mio. Aunque pinche gaypad no anuncia los likes en los comentarios y recuerden cada una de sus reacciones son la gasolina para que este motor siga escribiendo.

Les abrazo fuerte fuerte🫂🫂 y perdón si hay error de deditos o de corrector automático (pinche corrector lo amo tanto como lo odio)

Con amor niñita Nanykoo 💜

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