18. Único

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

¿Había algo que fuese totalmente único en el mundo?

Toda mi vida había atesorado cosas pequeñas, gestos, aromas, detalles. Siempre había sabido que son únicos en mi corazón, y había atesorado aún más que alguien los hiciese únicos para mí. Tan único como esa sonrisa enamorada de Joshua mientras corría hacia mí y me abrazaba con fuerza.

—Razón número 11 —Me dijo al quedarse muy cerca de mi oído, mientras yo rezaba porque no le diera por robarme un beso aquí frente a toda su familia—. siempre estaré para verte brillar de esta manera —soltó con verdadera admiración—. Eres perfecta —le respondí solo con una sonrisa y lo abracé con fuerza sabiendo que esta victoria también era suya, la ceremonia había sido totalmente hermosa.

Me soltó un instante y entonces sentí el brazo de Joyce enrollarse en mi cuello casi de la misma forma.

—Oh, por Dios, Mary Alice, cantas hermoso —me dijo—. Te debo la vida, lo que quieras para tu boda con mi hermano, yo... —no pude evitar atragantarme con saliva y entre risas, negar con la cabeza. Ella soltó la misma carcajada divertida que Josh y yo luchaba por encontrar el aire en mis pulmones—. Tranquila, todo a su tiempo —volvió a bromear cuando su prometido se unió a nosotros con una media sonrisa muy linda. Era un chico alto y de piel tostada, se veía más feliz que nadie en esta sala.

—Muchas gracias a la pianista por salvar nuestra ceremonia, ha sido mejor de lo que soñamos —añadió Caleb con una sonrisa y yo asentí ya recuperándome un poco.

—Es que Alice es totalmente única —añadió Joshua tomando mi muñeca para apartarme de la gente. Todos se estaban marchando hacia las carrozas que nos trasladarían al lugar de la recepción. Cuando estuvimos en el patio trasero de la iglesia me miró a los ojos y soltó una sonrisa hermosa al notar que estábamos totalmente solos.

—¿Tenías miedo?

—Estaba aterrada —fui sincera.

—Lo hiciste hermoso, quedó perfecto.

—No soy perfecta, Josh —Le aclaré—. Pero me alegra haber podido ayudar.

—La perfección no es un estado permanente, Alice —aclaró—. Es un conjunto de cualidades invariables que te hacen lo que eres: Perfecta para mí —fue brutalmente honesto, y ahora yo sufrí las terribles ganas de robarle un beso.

—No bromeabas al decir que eres encantador —bromee tratando de dejar de sonrojarme.

—Te sonrojas hermoso, cantas hermoso y todo lo haces espectacular —añadió con una sonrisa mientras se acercaba a mí—. Razón 10, siempre reconfiguraré tu mundo filosofando contigo —prometió al encerrarme con sus brazos y hacer, sin ningún esfuerzo, que le diera un pequeño beso que prolongamos unos instantes más.

—Debemos irnos —él volvió a sonreír y asintió.

—Tienes razón, sino Joyce vendrá por nosotros —añadió antes de tomarme la mano y echar a caminar hasta las carrozas. Estas nos llevaron por un paisaje muy hermoso y una carretera sencilla hasta el hotel, donde la recepción ya había comenzado con música en vivo y las personas estaban ubicadas en sus mesas.

Llegamos, brindamos y cada uno fue a comer a sus mesas mientras todos hablaban con nosotros comentando los detalles de la boda y elogiando mi brillante salvamento a la ceremonia.

Para que me conozcan mejor, no sé cómo aceptar los halagos, ya lo habrán notado con Josh, pero con la familia solo me limitaba a sonreír y a asentir, porque cantar, tocar el piano y esas cosas eran muy cotidianas para mí, y como yo las veía cotidianas, no les daba demasiada importancia. Pero parecía haber descubierto un universo en esa familia, y ahora todos querían que cantara en este u otro evento. Al parecer mi talento era único, útil y perfecto, y todos debían admirarlo.

Un rato después estuvimos Josh y yo hablando cerca de la pista de baile cuando él me tendió la mano y yo lo miré de reojo.

—¿Qué significa eso?

—Estoy por darte mi razón número 9 —dijo levantándose de la silla y yo sonreí.

—¿Me vas a decir que encima de inteligente y elocuente, ¿eres buen bailarín?

—El mejor —sentenció halándome de la mano cuando yo me levanté y lo seguí.

La verdad me gustaba bailar, pero como Justin no sabía o simplemente no quería, me había decidido a olvidarme de querer hacerlo. Yo simplemente no era de bailar con cualquiera, y tampoco era necesario para mi vida hacerlo frecuentemente.

Pero estaba más que claro que Josh no era todo el mundo. Además, estaba en una boda, con buena música en vivo y una excelente oportunidad de hacer algo más junto a él. En muchos niveles era alucinante lo perfecto que era Josh para hacer todo tipo de cosas. Sin embargo, yo era un poco mejor bailando que él.

Nos reímos, bailamos un poco y simplemente disfrutamos de la compañía del otro, como si no hubiese nadie más en el mundo que ese hermoso chico que ya no traía la chaqueta del smoking y esta chica cuyo corazón latía demasiado rápido al encontrar algo más que tuviésemos en común.

Como sea, no todo era perfecto, y cuando una de las canciones se detuvo, mi mirada se centró en la puerta principal por alguna razón que no logré entender. Mis ojos se enfocaron al reconocer un rostro y me detuve por completo al darme cuenta de quién era.

Su cabello rubio, sus ojos grises y su mano metiéndose en su chaqueta de cachemir azul para sacar una rosa blanca de ella. Mi corazón se detuvo al ver a Justin y a la chica que le sonreía y recibía la rosa de la misma forma tonta en la que yo solía hacerlo. Y es que toda mi vida creí que ese gesto era algo muy nuestro, algo muy único, porque la primera vez que me dio una rosa blanca juró que era porque se parecía a mí en delicadeza, pureza y belleza. Pero ahora estaba más que claro que no tenía nada de único.

Mis ideas chocaron unas contra otras haciéndome sentir supremamente mal. Es decir, yo estaba aquí con Josh, la persona más perfecta del mundo, y me faltaba el aire al sentir cómo se rompía uno de los gestos más únicos y bonitos que mi ex novio había tenido conmigo en toda mi vida.

—¿Qué sucede? —me preguntó Josh y yo quité mi mirada de la entrada.

—Es que... —lo miré y quise mentir mejor, pero lo que salió fue lo siguiente—, necesito agua.

—Vale, ya te la traigo —prometió, y cuando se dio vuelta se dio cuenta de mi media mentira—. Pero, ¿qué demonios? —entonces se volvió hacia mí—. Iré a averiguar que hace él aquí —dijo—. ¿Estarás bien? —asentí suavemente y me di media vuelta para evitar seguir mirando a Justin sonreír y coquetearse con una de las damas de honor de Joyce.

Y no es que fueran celos, ni odio, ni que todavía estuviera enamorada de él, ni nada parecido. O quizás si fuese así. Era un grandísimo revoltillo de emociones. En principio, odiaba la idea de pensar que Justin tenía razón, y que había terminado con él para estar con Josh. Al final de cuentas no era así, pero así es exactamente como lucía y ahora yo me sentía profundamente avergonzada con esto, porque no sabía cómo explicar lo contrario.

Por otra parte, estaban mis sentimientos existentes por Justin, que no dejaron de existir solo porque tuviera un par de meses sin llorar al respecto. No estaba preparada para topármelo de frente, y no estaba preparada para verlo coqueteando con otra mujer, dándole atenciones y detalles que me daba a mí. Si al caso venimos, estoy bastante segura de que él tampoco estaba preparado para verme a mí con Josh.

Esto lo arruinaba todo.

Me alboroté el cabello antes de levantar la cabeza al sentir a alguien mirándome. Justin estaba tomado de la mano de la chica e iba caminando a la pista de baile cuando notó mi presencia en el lugar. Bajó la mirada y simplemente siguió conversando con su amiga tratando de ignorarme, pero estaba más que claro que no esperaba verme allí.

Entonces de nuevo me sentí insuficiente al verlo bailar con ella. ¿No que no le gustaba hacer el ridículo? ¿No que bailar era tonto? ¿No que teníamos otras cosas en común que no fuesen esa? ¿No que la única vez que bailó con una chica fue en nuestro baile de graduación y fue conmigo? Era estúpido pensar en todas estas cosas mientras otro de mis recuerdos únicos se desboronaba frente a mí.

Respiré profundo enterrando la mirada en mis sandalias de tacón, mientras contaba varias veces hasta tres intentando calmarme. Era como si todas mis inseguridades vinieran directamente a comerme viva en un solo instante y yo estaba tratando de luchar con ellas como pudiera.

Entendía que era valiosa, que el hecho de que Justin no valorara las mismas cosas que yo no definía mi valor y, aunque me hiciera sentir totalmente desarmada, mis recuerdos eran míos, y yo decidía si los atesoraba o no.

Desde luego a partir de ahora no atesoraría esto. Y creo que no era descabellado sentirme herida, pero esto no iba a arruinarme el día perfecto que estaba teniendo.

—Hermosa —escuché y cuando levanté la mirada vi a Josh tenderme un vaso con agua—. Discúlpame, ese tipo es el acompañante de una de las damas de honor, no sabía que... —comenzó a disculparse, pero yo sabía que una palabra mía bastaría para que echaran a Justin a patadas.

—No tienes que disculparte por cosas que no son tu culpa.

—Podemos irnos, si quieres —propuso, a lo cual asentí con suavidad cuando él me tendió su brazo en un gesto totalmente innecesario para que me apoyara en él.

Era obvio que podía levantarme sola, pero en su simple forma de actuar me deletreó la razón número 8 para quedarme con él: nunca tendría que levantarme sola. Podría hacerlo, y es que todos podemos, pero hacerlo acompañados, ¿no es un poco mejor?

Entonces tomé su brazo y empezamos a caminar por el patio lateral para escabullirnos sin que nadie nos notara. Para nuestra mala suerte, la madre de Joshua quería que se tomara unas fotos con algunas de sus tías, y yo de buena gana lo dejé mientras apreciaba la belleza el hermoso jardín de rosas que había frente al local de la recepción.

—Es hermoso aquí —escuché detrás de mí. Al voltearme me encontré con los ojos color miel de Joyce.

—Lo es —añadí volteándome para seguir apreciando la belleza.

—Alice, yo quería agradecerte... —yo le sonreí sin muchas ganas y negué.

—Ya me has agradecido suficiente —le expliqué.

—No es eso —aseguró—. Es por estar con Josh. Se ve más feliz de lo que se ha visto en muchos años —fruncí el ceño.

—Siempre conocí a Josh con esta personalidad loca, no creo que tenga que ver conmigo —Joyce negó suavemente y se situó a mi lado mirando el campo de rosas.

—Yo creo que sí —asumió—. Mi hermano es maravilloso, pero antes de conocerte era muy serio y tranquilo.

—Creo que no sé de quien hablas —admití entre risas—. ¿Me estás diciendo que Josh no es de tirarse en camas elásticas por diversión? —Joyce soltó una carcajada.

—Lo era, pero algo mató su espíritu —explicó—. Parece que tú se lo has devuelto.

—¿Algo mató su espíritu?

—Alguien —aclaró—. ¿No te lo ha contado? —yo negué con la cabeza—. Entonces no debí mencionarlo —dijo con una media sonrisa—. Es que pensé que... —pero yo sentí una especie de vacío en el estómago. Por alguna razón sabía que esto no me gustaría.

—Joyce —comencé a decir y ella negó con la cabeza como si hubiese cometido una estupidez.

—Perdón, Alice —pidió con una sonrisa amable y yo respiré profundo. Ahora sí que me tocaba interrogar a Josh. Y lo cierto es que había dejado algunas cosas pasar, pero ahora necesitaba saber qué era lo que todos veían en mí que tenía perfecto sentido para Josh, y que al menos tres personas habían mencionado este fin de semana.

—No te preocupes —expresé con falsa tranquilidad.

—No te conozco, pero con seguridad te ves tan brillante como él —añadió logrando que dejara de pensar en un instante.

—¿Brillante?

—Es un brillo único —explicó—. Como si el mundo se oscureciese y él resaltara para ti —yo supe exactamente de qué estaba hablando—. Es lo que yo siento por Caleb, son cosas que no deben desperdiciarse —completó y yo le di crédito a sus palabras.

—¿Hablando mal de mí? —preguntó Joshua al llegar junto a nosotras—. Luego de 18 fotografías, soy todo tuyo, hermosa —se ofreció caminando hacia mi lado.

—Gracias, Josh, pero mejor quédate con Alice —le replicó Joyce en broma cuando él la abrazó de lado y le dio un beso en el cabello.

—Feliz luna de miel, Joyce. Al y yo nos vamos a la habitación.

—Lamento lo de... Bueno, mis invitados —se disculpó Joyce mirándome. Yo negué con la cabeza.

—No es tu culpa, ni de nadie —repliqué con una media sonrisa cuando ella le alborotó el cabello a Josh y lo empujó hacia mí.

—Les queda la habitación sola, enano. Disfrútala —él la empujó y sonrió apenado.

—Gracias por avergonzarme, Joy, me debes una —sentenció Josh mientras se alejaba de ella caminando a mi lado.

A medida que íbamos alejándonos ese temor se iba incrementando en mí, mientras me cuestionaba una y otra vez cómo podía formular esa pregunta.

—¿Sucede algo, Al? —fue Josh quien rompió el silencio cuando ya casi teníamos cinco minutos sin decir palabra.

—¿A quién me parezco, Josh? —pregunté. Él frunció el ceño.

—Tienes un increíble parecido con... —interrumpí negando con la cabeza.

—Sin bromas —le pedí—. Tu hermana y tu madre han dicho que me parezco a alguien, ¿de quién se trata? —volví a formular mi pregunta siendo presa de mis inseguridades. Josh abrió la puerta de la habitación y respiró profundo.

—Siento que no estamos preparados para esto, Al, yo... —pero su respuesta me irritó un poco, ¿estaba tratando de justificar que quería ocultarme algo? O bien, ¿podíamos aceptar que éramos una especie de pareja, pero no estábamos preparados para ser totalmente sinceros? Lo cierto era que Josh podía tener su propia vida en todos los aspectos. Pero estaba esta bendita manía suya por querer protegerme de la realidad, y no la toleraba demasiado, porque simplemente no me estaba protegiendo de nada, solo retardaba lo inevitable.

—Respóndeme sin tratar de cuidarme, Josh —pedí con sequedad. Él respiró profundo y se sentó en uno de los banquitos de la habitación.

—Cuando estuve en el instituto tenía una especie de mejor amiga —comenzó a relatar. Yo me senté frente a él y prácticamente vi su mirada oscurecerse al hablar—. Ella era increíble y éramos inseparables —describió cabizbajo con una sonrisa agridulce—. En el último año me convertí en presidente de la clase y me llené de obligaciones, nos distanciamos y fuimos a universidades diferentes. Empecé a estudiar derecho porque era lo que mamá quería. Pero esto solo me generó más y más ocupaciones, hasta que casi no nos veíamos.

—Todos crecemos, Josh... Son obligaciones y... —él levantó la mirada con los ojos cristalizados y negó.

—Ella trató de encontrarme varias veces y la última vez que la vi se veía realmente mal. Pero yo no podía dejar todo e irme con ella, era todo por lo que había trabajado durante tanto tiempo y simplemente no pude siquiera sentarme a su lado y escucharla 5 minutos.

—¿Qué sucedió con ella? —pregunté casi sabiendo la respuesta.

—Se suicidó —narró—. Y me dirigió su carta de suicidio a mí —tragó grueso y yo lo miré a los ojos viendo por primera vez un corazón totalmente roto en él. Negué con la cabeza sin saber cómo procesar todo aquello.

—Esto no tiene nada que ver conmigo —dije intentando convencerme, pero ya todas las teorías se formulaban en mi cabeza cuando él me tomó de la mano y asintió.

—Es cierto, no tiene nada que ver contigo —me aclaró—. Pero ella es la razón por la cual me acerqué a ti en ese parque donde nos conocimos —entonces el corazón se me detuvo por completo—. Vi sus ojos en ti, como la última vez que la vi. Un alma tan destrozada, un corazón tan roto. Sí, te pareces mucho a ella —añadió cuando una lágrima se escapó de sus ojos. Se pasó las manos por la cara y yo me quedé detenidamente pensando en aquello—. fallé en decirle a ella lo valiosa e importante que era y...

—Y me lo dijiste a mí —completé tratando de no sentirme mal por esto. Pero no podía evitarlo.

Siempre había pensado en mi encuentro fortuito con Josh como algo totalmente único. Algo nuestro. Que él había simplemente notado mi valor cuando nadie más lo hizo. Y ahora una parte de mí sentía que la primera vez que me habló ni siquiera sabía si yo era valiosa o no, simplemente estaba tratando de hacer sus paces con una chica que lució en vida como yo.

Tragué grueso y me alejé de él necesitando pensar. Pero cada segundo que pasaba se sentía más intolerable que el anterior. Y es que, quizás era demasiado pesado para él, pero mi corazón estaba demasiado roto como para no notar que para Josh tampoco era lo que decíamos que era.

—Alice, escúchame. No es lo que estás pensando —dijo como si pudiera leerme la mente, yo negué con la cabeza sintiéndome totalmente aturdida. ¿Era demasiado loco pensar de esta forma?

—Razón número 12 —traté de recordarle. Traté de explicarle el porqué de mi aversión a esta conversación mientras todo en mi ser se descomponía.

—Todo entre nosotros es único —me aseguró.

—No lo es —le repliqué, y entonces sentí un impulso de sinceridad demasiado fuerte como para evitar decirlo—. Me hablaste porque me parecía a alguien, y me sostuviste hasta aquí porque creías que podía suicidarme —fui totalmente cruda y él negó.

—No es así como fueron las cosas.

—¿No, Joshua? —le solté entre dientes—. ¿Por qué fuiste a buscarme a casa cuando te iba a dejar plantado porque Lanna se fue y sabías que estaba deprimida? ¿No era porque temías que me hiciera daño? —articulé, porque siempre me figuré a creer que eso no era cierto, pero ahora tenía sentido—. ¿Y entonces por qué estabas tan desesperado por encontrarme cuando terminé con Justin? ¿No es porque creíste que me había suicidado? —él me miró a los ojos y sin saber cómo responder. Yo me desesperé—. Dime que no, Josh. Dime que lo que sentiste por mí cuando me encontraste es único, que nuestro compromiso no fue hecho de culpas y nada de lo que estoy diciendo es verdad —él dio un paso largo hacia mí y tomándome por el cuello me robó un beso único en la historia. Era amargo, dolía.

—No puedo —expresó con dolor cuando me soltó y las lágrimas se acumularon en mis ojos—. Es cierto, temía que te hicieras daño —yo presioné los dientes con fuerza.

Estaba tan profundamente frustrada al respecto porque, aunque estuviese tirada y enterrada en el subsuelo, y a veces sintiera que mi patética existencia solo servía para ser Nadie de Ninguna Parte, jamás pensé en hacerme daño.

Es decir que, además, sus temores eran infundados, y nuestra relación estaba basada en cosas que no existían, estaba basada en su relación con esa chica. Nada era único, él simplemente estaba tratando de lavar sus culpas y yo no podía hacerle frente a esto

—Es cierto que me acerqué a ti por eso, pero en el proceso me enamoré como nunca lo había hecho antes y... —susurró Josh frente a mis cavilaciones. Yo levanté la mano para hacerlo callar.

—Razón número 12 —Le pedí recordar y él negó con la cabeza aproximándose a mí, sabiendo que esto iba a dañarnos profundamente.

—No, Alice.

—Es que, Josh, no puedo simplemente pasar por alto que estás dándome razones en las que no puedo confiar —expliqué sintiéndome totalmente aturdida—. No puedo.

—Alice tenemos más de seis meses conociéndonos, sabes todo de mí.

—No, debiste empezar por esto y yo lo hubiese entendido. Pero ahora simplemente... No es único, no es real.

—No hay nada más real que esto —me dijo obligándome a chocar las manos contra su pecho, donde su corazón amenazaba con salirse—. Y esto solo sucedió entre tú y yo, no importa lo demás —me suplicó y yo deseé con todas mis fuerzas poder complacerlo. Pero todavía tenía las piezas desechas de mi tesoro único en las manos, y las astillas rotas dolían como cortadas abiertas.

—No puedo —le repliqué necesitando pensarlo, necesitando meditarlo y deseando poder no estar tan rota en pedazos en el mismo día para hacerle frente a esto. No era justo para él cargar con mis inseguridades y no era justo para mí perder tantos tesoros el mismo día.

Porque en lo profundo de nuestro ser, deseaba ser única, como cualquier otra niñita a la que su padre llamaba hermosa y le enseñaba francés para tener un lenguaje oculto entre ellos. Como una niña que se volvió invisible cuando su padre murió. Como aferrarme a cada recuerdo para sentir que era más valiosa que alguien más, y al final resultaba siendo Nadie de Ninguna Parte una vez más. No era Valiosa, ni siquiera era Mary Alice para Josh, era una chica cuyo nombre yo desconocía y que él amó antes que a mí.

Entre más luchaba contra esta idea más me encontraba en esta posición, y ahora no podía apoyarme en Josh para levantarme. Le di un pequeño beso en los labios y sequé una de sus lágrimas antes de suspirar.

—Te amo, Josh. Te amo suficiente —le aseguré cuando él negó con la cabeza—. Tomaré un taxi a casa —finalicé soltando su mano.

—Te amo, Alice. Te amo única y suficientemente —susurró bajando la mirada y respetando cabalmente mi decisión.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro