22. Aturdido

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Joshua Casttle

¿Alguna vez te has sentido aturdido emocionalmente?

La verdad es que es una sensación de la cual no se puede escapar. Te piensas que serías maduro, no pienses en eso y déjalo pasar, pero simplemente, la sensación de aturdimiento no termina.

Te ocupas e intentas saturarte para dejar de sentirte aturdido, como ilógico y enojado. Pero luego, llegas a tu cama exhausto y sin poder dormir demasiado, o durmiendo con una sensación de pesadez que realmente no te ayuda a descansar.

Tenía casi una semana con esa sensación de aturdimiento y el cansancio me había noqueado cuando llegué a casa luego de verla. Pero ni en mis sueños podía huir de ella.

Joshua, por favor, escúchame —se repetía en mi cabeza una y otra vez. Yo no quería escucharla decirme que estar con Justin era lo mejor para ella, como tantas veces lo hablamos y lo discutimos. Pero ahora yo realmente quería que ella estuviera conmigo, y fuese mi novia, mi esposa, mi vida entera. Para este punto no me importaba si sonaba inmaduro o infantil, pero yo era mejor para Alice de lo que Justin jamás sería.

Como fuere, ella no me había dado una oportunidad de demostrárselo. Y yo iba a confiar en su criterio, la iba a dejar ser tan feliz como quisiera ser. Sin embargo, nada en el mundo me obligaba a quedarme y mirarla seguir diluyendo su valor frente a un tipo que ni siquiera podía ofrecerle la atención que merecía.

Y sí, esto me mantenía aturdido y con la mirada fija en el techo mientras mis oídos dejaban de zumbar luego de medio dormir durante cerca de media hora. Respiré profundo y me senté en la cama tratando de desemperezarme mientras me metía las manos en el cabello.

Por Dios que necesitaba arreglarme con Alice.

No era que mi estado de ánimo dependiera de ella, pero ciertamente estar enojado por tanto tiempo estaba comenzando a enfermarme y no dejaría de estarlo hasta que pudiera entender qué estaba sucediendo. ¿Cómo era que había cambiado de opinión con tanta brusquedad? ¿Por qué estaba brillante y rozagante si solo había vuelto con Justin?

Ok, trataba de que mis pensamientos no sonaran tan rencorosos, pero... A medida que pasaba el tiempo la sensación no mejoraba como yo quería, sino que se acentuaba y esto no me servía para continuar con mi vida útil.

Levanté el teléfono y el corazón se me aceleró al leer el nombre de Alice en él. ¡Vaya traidor! «Se supone que tenemos que olvidarnos de ella, imbécil», pensé tratando de ordenarle a mi corazón un imposible mientras me apuraba a leer el contenido del mensaje.

Alice: Lindo, sé que estás enojado. Creo que te debo una explicación. ¿Podemos vernos?

¿Cómo se podía bajar la guardia tan rápido con un simple mensaje de texto? Me aseguré de responderle rápidamente.

"¡Claro! ¿Dónde estás?"

Y luego me detuve lentamente a pensar en lo que había hecho. Bien, quería verla, y hablar con ella de una buena vez, pero, ¿saben qué también es «lindo»? Su novio con el que se estaba besando en el parque.

¡Dios mío! Necesitaba dejar de pensar de esta manera, porque era demasiado ajeno a mí. Y también algo inevitable. Tan pronto puse un pie en el suelo mamá entró de un portazo y me miró.

—No me digas que estabas dormido, Joshua —entorné la vista.

—Estoy cansado, mamá —fui honesto.

—¿Trajiste el whiskey? —luché por recordar de qué demonios me hablaba.

—¿El whiskey? —ella se quejó antes de que yo terminara de preguntar.

—¿En dónde tienes la cabeza, Joshua? —yo me alboroté el cabello cuando vi como ella tuvo la compulsión de venir a ordenarlo. Respiré profundo y traté de recordarme a mí mismo por qué no había ido a vivir solo—. El whiskey que te pedí para mi reunión de póker, mis invitados lo esperan.

—Lo siento, lo olvidé —expresé tratando de no sonar sarcástico. Todos sabíamos que en estos días estaba saturado de trabajo, por supuesto que ir a buscar una botella de whiskey ridículamente cara a un bar porque mamá no quería que el servicio lo tocara era lo más importante.

—Puedes ir a buscarlo ahora —yo miré la hora y la miré a ella. Eran casi las 10 de la noche.

—¿Es en serio? —pregunté.

—¿Sugieres que vaya a buscarlo yo misma? —negué con la cabeza. De todas formas, iba a salir para ver a Alice.

—Vuelvo en un rato —anuncié tomando una chaqueta y las llaves del coche.

Era inquietante que Alice no me hubiese respondido todavía, pero es que yo no había sido el único que se había saturado de trabajo, había visto sus fichas de entrega y estaba trabajando arduamente durante todos los días que no estuve en el laboratorio. Incansable desde las 9 am hasta las 6 o 7 pm como solo su esencia de guerrera le permitía cuando se le metía entre ceja y ceja que debía hacer algo importante.

En este caso, tenía que ver con terminar de pagar la beca para dejar de preocuparse por ello y dedicar sus recursos a ayudar a su madre en casa.

Llegué al bar y pedí la botella en la barra mientras veía a un grupo de tipos brindar mientras la música no les permitía escuchar lo que estaban diciendo. Volví mi mirada para centrarme en recibir la botella y pagarla, y cuando me di media vuelta me tropecé con uno de los tipos y lo miré de frente. Era Justin.

Él me miró de arriba abajo, tomó sus cervezas y levantó el rostro en forma de saludo. Yo hice el mismo gesto y él siguió en su onda de risas y palabras ininteligibles mientras se regresaba a su círculo de amigos en el medio del bar.

Lo seguí con la mirada hasta la mesa para darme cuenta de algo muy sencillo: Alice no estaba con él. Lo cual era coherente para mí, Alice no parecía de las chicas de ir a bares. Y él seguramente seguía siendo un tipo que prefería estar con sus amigotes que salir con ella.

Pensé en seguir criticando mentalmente a Justin cuando mi teléfono sonó desconcentrándome. Cuando levanté el teléfono vi un número internacional y me aproximé a salir del bar para contestar.

—¿Sí?

—¿Joshua? Por Dios, dime que Alice está contigo —escuché esa voz afrancesada pero inconfundible de Lanna.

—No, Lanna. No estoy con ella, yo...

—¿No estás con ella? Maldita sea... Joshua tienes que ayudarme a encontrarla —no supe explicar cómo, pero el corazón se me aceleró mil pasos mientras trataba de concentrarme lo más que pudiera para entender.

—¿Qué ha sucedido?

—Mira, ha quedado de llamarme al llegar a casa porque yo tuve un gran evento e íbamos a hablar de ello —asentí tratando de mantener la calma—. Pero no me ha llamado, no me contesta. ¿Tú has hablado con ella?

—No, ella me escribió a eso de las siete, pero estaba dormido y no me ha respondido desde que desperté.

—Algo le pasó, Joshua, estoy segura de que algo le pasó.

—Pues estamos peleados, quizás ella solo quiere estar sola... —aventuré.

—Alice y yo estamos en continentes separados, aunque peleemos ella me atiende el teléfono, así somos. ¿Por qué no iba a responderme por pelear contigo? —se quejó casi con desesperación.

—Vamos paso a paso, Lanna —le supliqué para poder organizarme y no entrar en pánico—. ¿A qué hora dijo Alice que llamaría?

—Se supone que sale del trabajo a las 6.

—Pero ha estado saliendo a las 7 o más tarde —dije—. Iré al laboratorio a ver si sigue ahí —pero incluso a mí me sonaba poco probable esa versión—. O tal vez está en casa y...

—No está en casa ni en la residencia, Josh. ¿Crees que no he agotado los recursos antes de llamarte? Sé que no estás bien con Aly —tragué grueso y respiré profundo.

—En diez minutos máximo estaré en el laboratorio.

—Tomaré un avión a América ahora mismo.

—Lanna, seguramente Alice está bien, solo trabajando horas extras.

—No trates de tranquilizarme con cosas que no sabes, Josh, por favor —soltó con demasiado estrés en su voz—. Búscala, nos vemos en unas horas —exclamó antes de colgar el teléfono y dejarme con el corazón en la garganta.

Traté de llamar a Alice mientras manejaba como loco hacia el laboratorio. El café estaba cerrando y Adam estaba afuera con las llaves en las manos.

—¡Señor Casttle! ¿Sucedió algo? —me acerqué al verlo detenerse de cerrar la última puerta.

—¿Está Alice aquí? —le pregunté. Él negó con la cabeza.

—Se marchó como a las 7:30 —me impacienté rápidamente y negué con la cabeza.

—¿Sola?

—La vi tomar un taxi —recordó—. Casualmente salí a botar la basura —yo me sentí más impaciente todavía y presioné las manos con fuerza.

—¿Recuerdas algo más?

—No mucho, realmente no pude ver nada, el coche se veía oscuro —argumentó como si se tratara de un dato cualquiera, pero yo recordé la declaración de Lanna ante la policía y sentí que iba a vomitar el corazón de golpe.

—Era un taxi reglamentario, pero tenía el asiento trasero con ventanas oscurecidas —relató con lágrimas en los ojos—. Estaba realmente oscuro, aunque fuese de día.

Levanté el teléfono y llamé a mi papá lo más rápido que pude.

—¿Qué sucede, Joshua?

—Algo ha sucedido con Alice, papá, creo que la secuestraron.

—¿Qué? ¿Cómo puedes estar tan seguro?

—Desapareció hace tres horas en un taxi como el que su amiga que fue secuestrada hace unos meses describió. No aparece por ninguna parte.

—Debes ir a la policía —me desesperé. Era lo lógico, pero yo no podía soportar la idea de sentarme en una estación por horas mientras ese tipo le hacía quién sabía qué cosas a Alice.

—No tengo tiempo para la burocracia, papá —dije encendiendo el coche cuando él carraspeó.

—¿Estás enteramente seguro de que la chica está en peligro?

—Sí —musité—. Algo malo le ocurrió —añadí sabiendo que tenía razón, desde hacía ratos tenía mala espina con respecto a que no me respondiera y ahora entendía por qué. Mi Alice estaba en peligro.

—Te enviaré a mis escoltas y pondré a mis detectives en ello —accionó inmediatamente.

—Su última localización fue saliendo del laboratorio en un taxi —expliqué—. La salida norte del laboratorio.

—Bien, avisaré a la policía también —me informó—. Hijo, deja que mi escolta trabaje, te encontrarán en veinte minutos máximo.

—Estaré buscando por mi cuenta, papá. Saben cómo conseguirme.

—Vete a casa y déjanos trabajar.

—No puedo estar en casa si Alice está en peligro —dije—. Movería a todo un ejército solamente para encontrarla.

—Sé prudente —me pidió sabiendo que no tenía caso discutir.

Yo por mi parte comencé a diagramar mentalmente una estrategia para encontrarla. Traté de usar el GPS en su teléfono, pero fue totalmente inútil. Llamé a algunos amigos hackers y conduje hasta la residencia en busca de pistas. También revisé los cajeros para ver si la estaban robando como habían hecho con Lanna, pero no encontraba nada.

Mi desesperación incrementaba mientras las horas pasaban, y esta sensación de estar aturdido se apoderaba de mí mientras en mi cerebro corría la pequeña posibilidad de perderla para siempre. Y no me refería a perderla frente a Justin, sino a literalmente perderla, no poder verla nunca más, que desapareciera para jamás volver y que yo nunca de los nuncas volviera a ver su hermosa sonrisa.

Pero antes de derrumbarme, yo necesitaba encontrarla a salvo, ponerla en un lugar seguro nuevamente y cuidar aquella hermosa luz que debía brillar frente al mundo.

Luego de más de cuatro horas de búsqueda personal, la policía revisó las grabaciones y encontraron el taxi a nombre de un pariente de Karl Madden, quien había sido acusado del secuestro de Lanna, pero permanecía prófugo.

Ahora ellos también habían iniciado la búsqueda mientras yo esperaba que mis contactos me ilustraran con algo magistral y los escoltas buscaban en el mismo lote de contenedores donde habíamos encontrado a Lanna la primera vez.

Fue entonces que uno de los detectives de mi papá tomó información de la policía y construyó la ruta de cámaras por las que había pasado el taxi del tipo antes de desaparecer en una intersección. Lo mejor es que me envió el mapa reconstruido y yo solo tuve que presionar el acelerador a más no poder.

Me eché a manejar a través de las calles y mientras miraba el mapa y la última ubicación visible del taxi, reconocí hacia donde me dirigía: se trataba de la escuela pública de los suburbios, que había sido cerrada hacía varios años ya por las malas condiciones en las que se encontraba la estructura.

Yo no había estudiado allí, porque mi padre había pagado una colegiatura privada en la ciudad para mí y para Joyce, pero sí que habíamos ido a jugar varias veces contra su equipo de basquet.

Según recuerdo, Alice y Lanna habían estudiado en ese lugar, que ahora no era más que un terreno con tres edificios totalmente abandonados y horribles. Alerté a los escoltas y a mi padre para que avisara a la policía, pero todos estaban demasiado lejos y yo no iba a detenerme hasta encontrar a Alice y asegurarme de que estuviera a salvo.

Llegué a la escuela abandonada y vi el coche parado en unos matorrales un poco más allá. Tomé un garrote que tenía en el maletero del coche para hacer lo posible por defenderme. El corazón se me aceleraba mientras me acercaba al único lugar que parecía tener una luz encendida en su interior. Era un gimnasio que estaba en la planta baja de un edificio de tres pisos.

Caminé a pasos suaves intentando no hacer sonar ningún tipo de ruido y me metí por una de las ventanas para ver una especie de vestidor en el fondo cerrado con llave. Me asomé por la ventanilla y vi a Alice amarrada en una silla con un charco de sangre debajo de su espalda.

¿Estaría muerta? Su rostro estaba algo pálido, tenía cabeza baja y los ojos cerrados. Sentí que el alma se me iba al suelo al no ver su pecho moverse al respirar. Tenía ambas manos llenas de sangre que chorreaba hasta el suelo.

Me desesperé tanto que abrí la puerta de golpe cuando la vi levantar la mirada y dirigir a mí sus hermosos ojos café llenos de pánico.

—¡Cuidado, Joshua! —fue lo último que escuché antes de dejar de sentirme aturdido. Verla con vida me regresó el respiro casi tan rápido como me lo quitó un fuerte golpe en la cabeza con el que perdí el sentido inmediatamente.

Y así celebro mi primer k de lecturas ^^ 

Jamás me imaginé que iba a llegar a tanto en tan solo mes y medio o.o... No sería nada sin ustedes! Espero que Valiosa les esté dando tanto como a mí jeje... 

Muchas gracias por acompañarme en esta aventura increíble! De verdad no sé como agradecerles y pues... Espero que les haya gustado el capítulo. Está llegando a su final, ya pueden sentirlo y yo también...

Y bueno... Mil gracias otra vez, son lo más!

E.C Alvarez

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