⚜️10⚜️"Desasosiego e ilusión"

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El no muerto mayor, preso de su devoción hacia el cuerpo del pecado reencarnado frente a su deshabitada visión, se aferra con creces a su pequeña cintura. Provocando que el meneo descomunal de aquel que lo monta sobre sus ropas se sienta caliente de tal manera, que ni la helada piel que comparten se siente friolenta.

Es más, todo quema alrededor de sus somas como si se hubiese encendido una llama eterna dispuesta a abrasar cada fragmento de sus dermis sin dejar lugar a nada más que al enfermizo deseo de socavar las profundidades de ambas cavidades del cuerpo del vampiro del medio.

Comenzando con la laboriosa lengua del no muerto mayor, que se amolda de una manera excepcional a los abismos de la boca de su amante, profanando más allá de ser posible y recaudando intensos jadeos para resguardar en su memoria.

La piel quema, arde y distorsiona toda sensación de incipiente control que logre meditar en cuestión de segundos, recorriendo con fervor las diferentes ondulaciones del glamoroso ser poseso encima suyo. Que clama ofrendando su cuello por la íntima marca y por la pronta degustación de su fresco plasma.

—¡Tómame! —repite Henry como un demente embriagado en sensaciones, mientras no deja de mover impetuoso su cadera y tirando su cabeza hacia atrás, a medida que entierra sus uñas sobre el contracturado cuello del no muerto bajo su mandato.

De inmediato, el aroma a fresco carmín que brota desde el pálido cuello del mayor provoca que el del medio quiera sorber y lamer con extremada ansia, como si no pudiera poner un freno a esto que se jacta de añejo. Y desesperado, por el aroma que incita con creces a devorarlo, se deja llevar sin atenuar su magnífico vaivén sobre la humedad de la tela que recubre aquel miembro que desea dentro.

Aclamado por los infiernos como el mismísimo demonio de la lujuria, se prende con labios y lengua sobre la pálida dermis de su mayor, mientras el de abajo jadea buscando apoyo y renuente control a la situación que se le sale de las manos.

El mayor, no puede controlar su desesperado ardor y la enferma necesidad de corromper en su interior. Así que sin miras de poder detener lo que sus adentros gritan que se deje ser, arranca las vestimentas del artista con suma fuerza, dejando al descubierto y solo para él, el miembro erecto del vampiro del medio que clama por ser palpado con suma urgencia.

Su cabeza da mil vueltas pero solo se enfoca en el deseo que transmiten las pieles que chocan como descontrolados planetas, alterando todo en su sistema hasta el punto de perderse en lo que supuestamente debería ser él, como ejemplo.

Y en un acto de ceguera absoluta, a medida que jadea sobre aquel al que consideraba un hermano, separa con ambas manos las deliciosas nalgas que solo ha observado desde lejos, para apresar y masajear con extremada fuerza generando que el viciado en la sangre de su cuello se aleje para gemir sonoramente.

—¡M-maldita... S-sea... Jhon! —suelta entrecortado el de arriba a medida que la intensidad del toque recibido va en aumento —Deja de jugar conmigo y jódeme bien duro —finaliza observando directo a los enrojecidos ocelos de aquel maduro que lo incita.

Los siguientes son gruñidos provenientes desde ambas fuentes y un codicioso toque de labios que reparte fluido como un tormentoso río desbordado desde sus orillas.

Entonces, la ágil mano del mayor, recoge desde las fauces de la garganta del otro, abundante saliva para luego elevarlo de un jalón y abrirse paso a su perdición.

Recibiendo como castigo divino un exacerbado gemido desde las profundidades del no muerto ofrendado, que clama en lenguas del antaño, ser duramente penetrado.

En el lujoso baño del lugar donde moraron amantes varios, el joven rubio trata de acomodar sus prendas en busca de cuantioso aire mientras la joven a su lado acomoda velozmente sus vestimentas. Y sin dirigirle palabra alguna, se escapa raudo de su lado.

Dejando al joven algo mareado y sujeto a suposiciones del por qué se ofende si fue ella en primer lugar, la que se conmocionó con la presencia de aquel impúdico impertinente.

Esos ojos, ocelos que lo envuelven arrastrando su alma hasta la base de sus piernas. Dejándolo expuesto a sensaciones que disfrutó pero siempre con el peso de la culpa rasguñando con firmeza sobre su pecho.

Porque a la fémina puede engañar con fingir que el toque de ella lo transporta al más allá, pero consigo mismo no puede hacerse tamaño fraude. Por más que lo que disfrutó esté en contra de las leyes del cómo se debe vivir en sociedad y siendo acorde.

Entonces, sacude su mente de errados pensamientos y remoja su nuca para recuperar algo de la poca cordura que flota intermitente sobre sus terminaciones nerviosas. Y antes de proceder a salir del recinto, se da la vuelta una vez más, tratando de visualizar algún indicio de aquel ensombrecido que supuestamente estuvo acá; y que no fue obra de su maquinada cabeza.

Dejando escapar un suspiro algo parecido a resignación, procede a salir al encuentro del embriagado tumulto del exterior.

Y en un rincón, materializándose lentamente, el no muerto menor procede a acomodar su pantalón luego del residual pos orgásmico que obtuvo al tocar con su vaho cada parte del cuerpo del rubio. Sintiendo cada momento de pasión y el cómo ese frágil cuerpo y endeble mente, responde a cada profanación.

Su cuerpo, ansía por alimentarse presto de alguna víctima que se presente en su camino. Y sentir a escasos centímetros como la sangre bombeaba exaltada sobre las venas y arterias del erótico rubio, no ayudaron en su cometido de no transformarse en la bestia que clama por alimento.

Y como por obra del destino, en un momento dado, la puerta del lavado se abre dando paso a uno de los ineptos humanos que arengaba a que su exquisita obsesión actúe como el macho defensor de la nada. Así que como un maldito animal al acecho se arrima al costado de aquel que no sabe ni donde se encuentra parado.

Y en un momento determinado, ese sucio hombre trastrabilla sobre la pared de un costado. Y el no muerto, de inmediato, se ofrece como soporte. Dejando su palpitante vena al perfecto alcance de sus ansiosos labios.

—Hoy es tu día de suerte bastardo — inquiere el vampiro oliendo a medida que se la hace agua la boca, desarrollando presuroso el asome de sus colmillos filosos que pican por enterrarse y chupar hasta dejarlo seco.

El tiempo se pausa en efímeros momentos, en donde el no muerto prepara a su presa con algún tipo de encantamiento que promueve a que la misma se deje sobrellevar de impresiones, de las cuales no tendrá la más remota idea.

Pero sobre que reaparecen rozagantes y ansiosos sus filos, un grito ahogado de impresión llama su atención haciendo el cuello de la víctima a un lado para observar hacia adelante lo que sucede.

El reflejo del espejo frente a sus enrojecidos ojos, le devuelve al joven rubio tapándose sus labios a sus espaldas mientras señala la dirección de su total asombro.

Una refracción del espejo que no devuelve en ningún momento su reflejo.

Y actuante veloz como si el viento soplara y no diera tiempo a nada, suelta la presa que cae como en trance para intimidar al exquisito rubio entrometido.

Y en un pestañeo, el joven rubio se encuentra atrapado entre dos grandes brazos que sostienen cual efímera pluma su cuerpo.

—Mantente cabizbajo y cierra tus ojos humano... —susurra con profunda y ronca voz aquél que desea con tesón embeber de su cálida sangre —Eso es bonito, haces bien con tenerme miedo — articula ronco el vampiro sobre el trémulo oído del rubio.

Segundos eternos en donde el joven rubio súplica por alguna deidad que tenga piedad de su alma. Y aquel monstruo, al cual no le ve ni le vió la cara, decida que su vida no vale ni siquiera el esfuerzo de quitársela.










Diossss, cuanta tensión😏

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