⚜️21⚜️"Actuar"

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La mirada que le otorga el mayor a su menor, dicta de ser todo menos amistosa. Pero aún así, se incorpora inclinándome a decirle unas cuantas palabras al joven que permanece quieto y observando más allá de sus espaldas.

La continúa sensación de que no todo está bien, arremolina con creces sobre el pecho del excéntrico no muerto como un renegrido mantón. Pero aún así, prefiere guardar distancia y respetar la decisión que tomó el humano de hacerle creer que finalmente le creyó. Simplemente no logra entender el ¿por qué? él haría algo como eso... ¿Es que acaso, el joven blondo recuerda con nitidez el suceso?

—¿No es que estabas realmente apurado Henry? —suelta William exasperado. Y con una creciente necesidad de arrimarse al joven aposentado para poder, finalmente, tocarlo.

—Sí, ya me iba... ¿Necesitas algo cariño? —articula Henry brevemente al joven rubio. Mientras éste, despacio niega más para sus adentros pero sin dejar de observarlo a William.

Finalmente, el dueño de la colorida habitación donde se hospeda, se aleja dándose la vuelta y otorgándole una firme mirada llena de expectativas al menor de los vampiros. Mientras éste, sus hombros menea sacándose la culpa y lanzándola hacia afuera.

Una vez ambos solos, donde el pálido morocho palidece aún más bajo en intenso escrutinio que le otorga el magullado joven rubio, rebusca fuerzas desde sus adentros en tanto pausado se acerca como si nada nunca hubiera sucedido.

Y el rubio, exacerbado en su sentidos, percibe como cada milimétrico sonido se intensifica ante su pabellón auditivo. Mientras lo azota repentinamente, el intenso aroma propio del ser frente a sus ojos, que provoca la imprevista sequedad de su boca.

—A-ag...ua —murmura apenas audible pero a sabiendas de que aquel que detallado lo observa, lo atiende de igual manera.

El intranquilo vampiro, rápido se acerca al escuchar el necesitado pedido. Echándose al hombro, aquellas culpas que hizo el intento en vano de echar lejos.

No puede creer cómo es que éste humano sin ni siquiera emitir palabra, puede con solo una intensa mirada, dominarlo. Pero lejos de cuestionar o de quejarse, simplemente se acerca veloz pero a la misma vez precavido; tomando con sus guantes un vaso del ansiado líquido.

Y en cuanto el líquido transparente recorre la aumentada quemazón de la garganta del rubio, náuseas lo acosan de imprevisto. Pero solo espectora como si se hubiera ahogado en un intento por controlar sus recientes instintos.

—¿Se encuentra usted bien? —dice el menor de los vampiros, apresurándose a sobar lentamente la espalda del rubio como en busca de su alivio.

—¿A-ahora se p-preocupa? —sale, sarcástico y sin pensarlo, desde las fauces del humano; entre retorcidos sonidos que asemejan a risillas —Como que las formalidades están de más, cuando tuvo impertinente sus labios sobre mi cuerpo ¿no cree?

Arthur, no se explica realmente cómo puede ser que el nítido recuerdo del suceso con la inmunda bestia lo tenga tan tranquilo. ¡Debería estar enloqueciendo! O quizás, finalmente, ya ha enloquecido.

Porque este ser frente a sus ojos no es un simple mortal como lo guardan los otros... Es una bestia codiciosa de su cuerpo y sumamente sedienta del sabor de su linfa.

Y él... es un hombre, supuestamente heterosexual, que reacciona normal a los instintos de la bestia. ¿Acaso algo está mal en él? ¿Cómo puede ser que no esté aterrado y sea capaz de afrontarlo?

El vampiro queda tieso ante las palabras del rubio. Y agachando su cabeza como no lo hacía en años, le suelta: —No fue esa mi intensión en un principio, solo... yo solo...

—¿Qué eres? ¿Y qué demonios me has hecho? —suelta Arthur en un repentino ataque de valía guardándolo directo a sus renegridos ocelos.

William, que escucha más nítido que nunca su cuestionamiento, esboza una pequeña e imperceptible sonrisa al darse cuenta que no es terror lo que lo aqueja; simplemente está reclamando como lo haría un pequeño niño a causa de una consecuencia no merecida.

—¿Se puede saber de qué mierda te ríes? —escucha sarcástico el vampiro y entonces ahí, decide elevar su cabeza.

—Deberías de tener más cuidado con las formas en las que te diriges a mí —suelta serio, con una ronca y profunda voz el no muerto.

Y el rubio, que hasta ahí no se había percatado de sus formas, abruptamente se detiene hasta de sus acelerados pensamientos. Tomando en cuenta que el hombre bestia frente suyo lo ha reducido hasta casi a un despojo. No debería estar siendo impertinente, es más, debería haberse ido bien lejos en cuanto sus ojos se abrieron.

Pero aún así, él está aquí... Con la frente en lo alto aunque por dentro sea un mar de sentimientos contradictorios.

—¿Qué crees que soy? —cuestiona William acercándose demasiado al cuerpo del rubio y provocando que el valiente se arrastre raudo hacia el cabecero de la cama del excéntrico vampiro. —¿Y ahora, a dónde está tu valentía mi bello humano?

En el cuerpo de Arthur se suceden, en simultáneo, variadas reacciones nada ajenas a la insolente bestia que lo acorrala contra el cabecero. Pero aunque quiera hacerse ajeno a lo que advierte con cada fibra de su cuerpo dictando a su distorsionada conciencia que está mal esto que siente y que el del frente es un hombre más allá de ser finalmente una bestia, los hilos del destino cual titiritero lo manejan a su manera.

Y a medida que los centímetros se acortan, su cuerpo reacciona en exacerbación de aquel insolente que se acerca.

Sin prisa pero con eternas pausas cuando en el camino se encuentran y el rubio se pierde en el ennegrecido y sereno abismo de sus ojos.

—Soy una bestia... Una maldita alimaña sedienta de tu todo... —suelta William cuando sus gélidos ribetes surcan la orilla de los trémulos del joven rubio.

Y sabiendo a conciencia que no tiene poder alguno sobre los confines de la mente de su presa, aún así, el vampiro se arriesga aunque luego todo lo pierda.

—¿Me tienes miedo? —suelta impúdico el no muerto mientras recorre, con su áspera lengua, la temblorosa quijada del rubio.

Pero con lo que el pálido morocho no cuenta, es que el joven rubio ceda ante sus incrementados instintos en cuando la cercanía de la bestia lo ahogue a sobremanera.


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