⚜️6⚜️"Efímera contienda"

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El joven rubio se aferra al lavado con una fuerza irreconocible para su total entereza, mientras percibe como su nuez de Adán paulatino se acomoda a medida que logra tragar ante las recientes impresiones adquiridas.

La percepción que le devuelve el eximio y lujoso tocador crece dentro suyo como la inminente sensación de ser participe o promotor de algo que se gesta sin siquiera poder controlarlo, y que va más allá de lo que pueda distinguirse como bien o como mal.

Así que solo atina a mojar nuevamente su nuca con incrementada desesperación mientras su frecuencia cardíaca aumenta raudo ante la frígida evocación que contrarresta con su acalorada dermis.

Una necesidad física más allá de su propio conocimiento, le atribuye a sentirse hirviendo mientras quema por cada fracción de su agraciado cuerpo.

En tanto, la continúa luz del farol sin fuego frente a sus ocelos lo trasporta bien lejos, cerrando sus párpados ante la ceguera que le genera al observarlo directo.

Y si a eso, se le suma su creciente y nada disimulada erección bajo la marcada emoción de sentirse contemplado, bien podría pensarse que se volvió loco o que lo está desde antaño.

Porque no puede dejar de disfrutar la inminente nube de placer que comienza a recorrer las bajas extremidades de su cuerpo, comenzando desde los dedos de sus pies, siguiendo por sus tobillos y haciendo tiritar cada porción de piel al alcance de semejante apercibimiento.

Se siente atrapado en una bruma tóxica de impetuosa pasión y ante la cual, totalmente consciente, le otorga mezquina resistencia.

Es que sentirse intrépido y libidinosamente sublime ante la aversión de lo que realmente debería ser, muy por el contrario, lo complace de mil maneras.

A continuación, el joven rubio se inclina sobre el lavado exhalando una larga bocanada de aire retenido desde lo más profundo de sus pulmones ante el roce desmedido de algo irreconocible sobre su prominente erección... Erección que quema por salir desvergonzada a sollozar al exterior.

Preso de un ataque de pánico mezclado con el enardecimiento que brota por sus venas, no atina a moverse más que a dejarse llevar por el velo ensombrecido que lo rodea...

Y es tal la intensidad de todo lo que vivencia, que en un momento se abruma cerrando con fuerza sus ojos. Pero una sensual y ronca voz que ya ha sido escuchada por el joven rubio, le exige desde lo más remoto de sus pecaminosos pensamientos que abra presuroso sus ocelos para guardar la visión de su estremecido tomo ante el reflejo que le devuelve el espejo.

Y enteramente agitado, el mortal abre paulatino sus vidriadas orbes mientras observa el reflejo del empañado espejo sin ver nada más que su cuerpo ardiente en fervor y en deseo. Sintiendo luego como un pecaminoso hormigueo toma posesión de sus caderas, sensibilizando la unión de sus nalgas ante una fría corriente que se mete sin previo aviso sobre el negro abismo de su cuerpo.

Recuerdos... Vestigios de lo que alguna vez soñó, ahora estando despierto.

Un calor abrazador penetrándose completo por cada rincón del entregado cuerpo de un joven que se deja ser sin medir las malditas consecuencias de sus actos.

Ardor... Se prende fuego percibiendo como sus límites son forjados más alla de lo que pueda ser capaz de imaginarse haciendo en algún momento...

Un ronquido grave que retumba como un eco divino en los pabellones auditivos del rubio mortal seducido, lo quema por dentro.

Y estremecido de pies a cabeza disfruta por prima vez en su vida, de ser sometido frente a un velo que lo acusa. Ante las sombras de algo que va más allá de su propio entendimiento y que pone su aburrido mundo de cabezas.

Aferrado al lavado con creces, mientras se seduce a él mismo frente a la erótica imagen que le devuelve el espejo, percibe un frío escozor en su cuello más una innegable sensación de querer ser marcado como si fuera un preciado objeto.

Pero un fuerte tañido a la puerta, seguido de un par de palabras cuestionando "si se encuentra bien o si necesita algo" del personal de servicio, lo despierta del idílico trance o lo que fuera que acontecía en ese momento.

Dándose cuenta luego, de la rojez de su rostro que quema y percatándose de que estaba a punta de eyacular sobre sus prendas.

De inmediato, siente la ausencia de algo que lo deja solitario, desnudo y al descubierto. Y acomodando sus prendas como puede, le indica al personal al otro lado de la puerta y con su voz algo tomada, que enseguida sale y que no necesita nada.

Y mirándose por última vez frente a aquel espejo que fue testigo de su completa e impertinente ofrenda, se retira del sanitario, tragándose cada una de sus dudas y dilemas. Ya que no le encuentra explicación racional alguna para lo sucedido ahí adentro.

Por otro lado, el no muerto menor, completamente agitado y materializado en su totalidad, no deja de pegarse mentalmente ante el arrebato de querer enterrarse presto con sus afilados colmillos ante la deliciosa piel de ese delicado humano.

Y no es que tenga ganas de matar... Es la maldita necesidad de sentir su dulce sangre como una potente droga mortal.

Endemoniada necesidad que crece como un maligno tumor dentro de su gélido ser, apoderándose de cada espacio sin dejar lugar al raciocinio más que a la vesánica necesidad de hacerlo suyo una y otra vez.

—William ¿Te encuentras bien? —el agradable timbre de la voz del vampiro del medio, lo saca de su conmoción.

—Sí... Ya estoy bien... Te lo aseguro —. Contesta seguro y tratando de engañarse a él mismo.

—Pues mucho no se nota... ¿Por qué mejor no me acompañas a dar un paseo por el jardín? Es un hermoso día nublado y tu hermano mayor me ha dado la estricta orden de que salga de mis cuatro paredes hacia el mundo exterior —. Finaliza gesticulando en reparo a como articula sus palabras el no muerto mayor.

—Te lo agradezco, pero no estoy de ánimos para estúpidos paseos —. Contesta William resuelto y sin importarle nada.

—¡Hey! ¡Solo trato de ayudarte a sobrellevar lo que sea que te pase! Y desde ya te digo hermanito, que puedes contar conmigo para lo que necesites.

Dicho esto, el menor de los vampiros se retira, no sin antes arrimarse a darle un efímero abrazo al que considera su hermano de sangre. Él, no es de andar demostrando afecto alguno pero le agradece la sincera preocupación que tiene Henry consigo.

En el despacho del flamante jefe, el joven rubio dispone de firmar unos documentos que cumplen la función de contrato para su nuevo labor, contento en parte por tener la posibilidad de laborar para la gran firma pero con cierto recelo por dentro, por todo lo que le sucedió.

El mayor, explica con lujos de detalles cuales serán sus responsabilidades. Y que tienen que ver, en gran parte, con llevar la documentación del control de la contabilidad tributaria de las diversas sedes distribuidas por las zonas aledañas.

—¿Alguna duda o pregunta que requiera que le aclare? —cuestiona el jefe ante un atónito joven que abre de más grande sus ojos.

—Disculpe... Es solo que... me siento honrado pero a la vez asustado por tamaña labor, pero prometo dar lo mejor de mí para no desilusionarlo —. Comenta el joven rubio, lo más seguro posible y tratando de dar una mejor impresión que la que dió al regresar del lavado. Ya que el jefe le habría preguntado si estaba con calor o sofocado, ya que la rojez de su rostro no pensaba abandonarlo por un buen rato.

—No se preocupe, parece mucho pero no lo es tanto, a parte estoy yo para ayudarlo o mi hermano menor, en todo caso. La idea es que pueda deslindarme un poco de las responsabilidades, pero eso no significa que lo dejaré en solitario y a la deriva como barco sin timón. Así que no dude en preguntar si necesita ayuda con algo. Por lo pronto lo espero mañana de nuevo aquí, en mi oficina a primera hora de la matinal, es necesario que lo acompañe por un lapsus de tiempo hasta que se sienta competente. Yo confío en usted, falta que usted lo haga solamente.

Finaliza el flamante jefe ante los ojos repletos de ilusión del joven rubio, que solo puede pensar en estos momentos en sentirse venturoso y con la necesidad de correr a los brazos de su prometida para contarle la buena nueva y así lograr que la familia de ella, tal vez lo acepte.

Creyendo, erróneamente, que si emite palabras sobre lo sucedido en el baño, se transforme en un pecaminoso pensamiento solo para sus adentros. Y sin querer darle tanta vuelta al asunto ya que al fin y al cabo, él es un hombre honrado que, supuestamente, ama a su prometida.












Ajá, ni tú te crees eso heterosexual🤣

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