⚜️8⚜️"Insano"

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El joven rubio abre inmensamente sus ojos cuando, la propuesta con permiso de dejarlo inmiscuirse entre las faldas de su agraciada prometida lo toma por sorpresa.

Y sin poder creer que un tipo, sea quién sea, tenga tal descaro de dejar salir así sin más sus palabras; se enerva a sobremanera dejando salir el escaso coraje que lo acompaña diciendo. —¡Acaso usted está loco! ¿Cómo piensa que permitiría semejante atrevimiento?

Y en un acto de nerviosismo con escaso control se roba la copa del extraño que lo observa directo y sin descaro, sorbiendo más de la mitad del contenido fermentado mientras acomoda nervioso sus prendas. Para luego inclinarse intimidatorio sobre aquel hombre que de algún modo provoca su zozobra.

—Si quiere intimidarme, va a tener que armar un numerito más creíble que toda esta mierda —susurra el no muerto al rubio, inclinando su cabeza de modo que no se observe lo que le diga al ser agarrado de la solapa de su delicado saco, pero sin perder detalle de lo que sucede a sus espaldas con la maldita manada de ineptos.

—¿¡Pero qué demonios le sucede!? — suelta furioso Arthur al sentirse amedrentado él, en vez del otro —¿Acaso quiere que le pegue? —escupe frente a su rostro con pleno conocimiento de que ésta es una disputa totalmente dispareja.

El hombre sombrío, riega un gutural sonido algo risueño moviendo levemente su cabeza como asombrado de la hazaña en valía de aquel que pone su mundo de cabeza. Si aquel rubio tan solo supiera, que en menos de lo que tarda en salir un chasquido de sus dedos lo tendría acorralado y sorbiendo cada gota de su cuerpo sin dejarle tiempo a medir sus condenadas palabras, otro sería el final del cuento.

—¿Y por qué no lo intenta? —murmura el ennegrecido solo para que escuche el estremecido rubio de pies a cabeza.

Y el rubio, ante el timbre de voz de aquel gélido ser que regresa como vagos recuerdos a su mente transformando las palabras en deseo hacia su cuerpo, se inquieta.

Muy por lo cierto al no muerto, la situación lo enerva en su libido a sobremanera, imaginando enterrarse presto en el delicioso humano o enterrado en su defecto.

—Cariño, ya basta —. Aparece en escena aquella fémina que trata de mantener sus ojos a raya sobre su prometido, mientras se prende de su brazo forzando a separar el calor que irradian estos dos cuerpos juntos.

"!Maldita dualidad!" Piensa el no muerto "Ser tan frío y arder en el infierno por sentir cercano su cuerpo" Así mismo, somete a su imponente cuerpo a girarse sobre la exuberante mujer para decir luego: —Si usted hubiera conservado su mirada en su amado, esto no tendría fundamento. Así mismo, agradezco el sentirme deseado. Y con su permiso, me retiro. A menos que quiera que me haga el desentendido y si es así, en todo caso la espero en el baño.

Suelta el no muerto ante los ojos brillosos de la femenina y la cara de total asombro del supuesto enamorado, que no puede creer semejante descaro. Pero lo que más le llama la atención al joven, es la forma en que reacciona la prometida a su lado, que por poco y más no suspira con ojos de anhelo hacia aquel ser obscuro que se retira en dirección al lavado.

El rubio, pretende seguirle y exigir con ímpetu que se le explique el significado de sus descabelladas palabras, pero la mano de la mujer a su lado se lo impide sobre que lo atrae desde su nuca para luego unir sus labios en una danza rítmica y profunda sin dejar lugar a la pseudo fuga emprendida.

Situación que no pasa para nada desapercibida por aquel ser que habita entre tinieblas y que, quedándose al resguardo sobre un costado, disfruta gratamente de las vistas sobre que el joven es significativamente sometido ante los brazos de la fémina.

Su mente enloquece imaginando ser él, el participe de ese encanto. Recorriendo con sus frías yemas cada fragmento ardoroso del cuerpo del rubio entregado y colando su mano por debajo de aquellas prendas que enmarcan una agraciada y tentadora retaguardia, perfecta para marcarla con sus manos de tanto amasarla.

Las respiraciones de los supuestos enamorados se tornan erráticas y arrastrando sus piernas a paso largo se dirigen al lavado bajo la atenta mirada del menor de los vampiros, que ante semejante observación presiente reventar sus bolas si no las vacía arto.

Pero decidido a dar un paso más allá para hacerlo aflojar al exquisito y confrontador rubio tarde o temprano, se encarga de ubicarse al alcance de la visión de su objeto de deseo para así armarse de rememores según sus ocelos.

Aquel par de calientes cuerpos acompasados, ingresan raudo a la habitación que pertenece al baño de los hombres, sin dejar de tocarse por encima de las ropas o besar profundo las cavidades de su boca bajo la atenta y obscura mirada del señor de las sombras en un resguardo.

Que preso de la locura que le genera aquel cuerpo pecaminoso frente a sus deshabitados ojos, comienza a tocarse por encima de sus prendas logrando empalmar su gran miembro sin necesidad alguna de tocarse sin su ropa.

Solo imaginando el cómo se sentiría la cálida lengua juguetona de aquella rubia preciosura. Deslizándose por su venoso falo, sin prisa alguna, mientras lo observa lloroso y directo a sus ojos. O en cómo debe sentirse en la gloria, que sus abultados ribetes se estiren a medida que se atora con la dura intromisión de su polla.

Un sonoro jadeo escapa de la pecaminosa boca del joven que genera que el vampiro menor eleve sus ojos, desde la posición en donde la mujer se dedica agachada a la creciente pelvis del rubio sobre su rostro, hacia la faz del susodicho. Encontrándose así de lleno, con la bruma de su gozo mientras el condenado humano no deja de observarlo directo a sus abismales fauces convertidas casi por completo en rojo.

Y en cuanto el no muerto se percata de que ambos se comen con la mirada a medida que son tocados o se tocan, el deseo dentro de sus cuerpos crece a sobremanera, forzando a no privarse de sus visiones y dejarse llevar por la obscena escena recreada frente a sus ojos.

El rubio, incrédulo de sus actos, no aparta la dirección de sus orbes. Es más, disfruta de la insana manera en que aquel imponente impertinente se toca crudo y veloz sobre su gran falo. Creyendo, aunque dentro de sus profundidades lo sabe, que aquel engendro se calienta con lo que su prometida recrea agachada con su lengua.

Pero él, muy hipócrita como el resto de aquellos de la alta sociedad que se jactan de que algo está mal y en sus mentes retorcidas lo recrean, se pierde en cada movimiento de aquel que se oculta a medias. Extrayendo sonoros jadeos desde la profundidad de sus fauces a medida que imagina someter esos finos labios sobre su duro y lloroso falo empalmado.











😏

Gracias por leer y regalarme su estrellita😍

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