9. Pastel con sabor a pasado.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Mitch.

Yo y Crystal nunca elegimos el camino fácil. A pesar de los obstáculos y los sacrificios, preferíamos abrazar la esencia de cualquier cosa agradable del pasado que nos impulsara a seguir adelante, para no perder el rumbo entre lamentos que ya no valían la pena.

Y ha habido algo que, pese a todo el desorden, le da sentido a nuestra existencia, logrando colocarnos otra vez en el sitio correcto: la música... La responsable de esas sonrisas casuales, y de aquel llanto incontrolable; de los sentimientos que no queríamos explicar por querer conservarlos para nosotros mismos, aunque pareciese egoísta.

Es la paz, es el fuego. Es todo; y, a veces, nos hacía sentir como nada más en el mundo.

Porque la música seguirá siendo nuestro punto de encuentro entre el pasado y el presente; el puente en el que se nos cruzan las vidas cada vez que uno piensa en el otro; y quizás también define un poco de lo que seremos. Aunque acabaran condenándonos a la incertidumbre.

Pero una historia tan sólida, abarca más que eso; se oculta en todo lo vivido, en todo lo que fuimos, que no es solo música.

Nos dedicamos a explorar cada rincón del mundo sin salir de la ciudad, y conocimos cada forma, olor, sabor y sonido de la naturaleza sin hacer el menor esfuerzo por descubrirlo. Éramos un arco iris de experiencia que continuamente cambiaba sus colores por otros nuevos y cada vez más brillantes.

Hasta que todo se volvió oscuro... Más oscuro.

────────✧♬✧♬✧────────

La estancia de Mikaela ha provocado cambios en mi estado de ánimo. Unos días más leves que otro pero, sin duda, es mejor que continuar tirado en una cama todo el día. Ahora tengo con quien desahogarme, y la mayor parte del tiempo estoy acompañado, por lo que no hallo oportunidad de perder mi mente pensando cosas sin sentido.

No dejo de pensar en Crys... la extraño, y me pesa no estar con ella justo ahora. Pero me permito un momento para mí mismo, para intentar encontrar algo distinto al peso de la culpa sobre mis hombros.

Y Mike ha sido de gran ayuda.

Temprano en la mañana, Gina entra contoneándose en el comedor. Trae en una bandeja algo que nos tiene a todos con la boca hecha agua, solo por el olor que desprende. Y con todos, me refiero a mí, a Mike y al tío Nick.

Tom nunca desayuna aquí, yo tampoco lo había hecho recientemente. Pero eso es algo que mi hermana también ha logrado.

-¡Por Dios, Gina! Llega con esa delicia -exclama Nick ansioso, golpeando la mesa con las palmas de las manos como un niño pequeño reclamando su comida.

-Creo que ya sé que es. A mí esa fragancia no me confunde -afirma Mike, y una sonrisa traviesa se dibuja en sus labios pintados de rojo mientras olfatea al aire.

Pone la bandeja sobre la mesa y la destapa lentamente, haciendo más larga la condena de esperar para degustar semejante plato, porque sus manos siempre han sido divinas para la cocina; más razón para estar ansiosos.

Entonces, vemos lo que hay en el interior. Se trata de un pastel de limón, con glaseado de vainilla. Es el pastel que Gina hornea casi siempre en navidad. Si el olor lo hacía apetitoso, la apariencia definitivamente te llama a comerlo; y no tardamos mucho en hacerlo.

Desde que lo vi, supe que era más que un simple pastel. Pero al probarlo, compruebo que nada ha cambiado. Basta con llevar un pequeño trozo a mi boca para que la mezcla de sabores funcione como una máquina del tiempo, que me traslada a una dimensión que creía inexistente.

────────✧♬✧♬✧────────

Flores... amarillas, blancas, moradas.

Un cielo despejado, el Sol imponiéndose libremente.

Dos chicas sonriendo y tarareando junto a mí la canción que interpretaba con la guitarra.

Una mañana perfecta... o casi perfecta.

La tela de cuadros rojos y blancos certificaba la ocasión como un clásico picnic de verano. Las chicas no paraban de comer dulces, dejando poco para mí; pero no me molesté por eso. Continué cantando.

-Espera, Mitch, detente. -Crystal tenía migajas alrededor de la boca cuando puso una mano sobre las cuerdas para que dejase de tocar-. Ya es hora de comer el pastel.

Mike asintió frenéticamente, dando un mordisco a su panecillo.

-Sí, Mitch. Desde que vivo con el tío no lo he vuelto a probar. -Hizo un mohín que a Crys le dio gracia.

-¿No es eso suficiente para hacerte regresar? -Levanté una comisura, en un intento por no sonar demasiado intenso con ese tema, pese a que me fastidiaba.

Pero su orgullo de acero no permitía excepciones; sonrió de verdad, o al menos a la vista, mirándome desde arriba con los brazos en jarra. Descendía de su posición para quedar en cuclillas junto a mí; vi a Crystal analizando meticulosamente cada detalle con una manzana verde crujiendo tras su mordida.

Hasta que el aire de un susurro me erizó la piel, incluso antes de escucharlo.

-Confío en que no te molestaría llevarme un poco de pastel. -Sus ojos se opacaban; tragué fuerte el nudo de su ausencia parcial.

Inevitablemente, mejoró un tanto mi humor. Y Crystal tenía que ser quien interviniese a continuación.

-¿Qué hay de este pastel? -Sopló los mechones de cabello en su frente y se recostó sobre la manta; una de sus manos le protegía los ojos del Sol-. Debemos comerlo ya, chicos. ¿En serio nadie más tiene hambre?

Carcajadas de Mike se enredaron con el viento, y se lanzó también sobre el mantel. El pelo rubio de las dos cubría el área que compartían, mientras miraban al cielo con dificultad. Me sentí realmente feliz en ese momento; ellas completaban mi vida con la fuerza y la alegría que me transmitían a cada instante junto a mí.

Me pregunté qué demonios sería de mí si perdía a alguna de esas dos chicas.

-Mitch, nada de música. -Mike se volvió hacia mi rostro ensimismado-. Vamos a comer.

-Vale, chicas. -Dejé la guitarra a un lado en la hierba, no quedaba más espacio sobre los cuadros rojos y blancos-. Ya que insisten...

Partimos la réplica más pequeña del pastel de las navidades que Gina nos puso en la cesta para el picnic; mi princesita -vestida de rojo ese día- había apoyado su espalda a mis pies cruzados para estar más cómoda al saborear con detenimiento los pequeños pedacitos del dulce que llevaba a su boca.

-Nena, que hay más. No lo ahorres tanto, aún queda.

-No lo ahorro -respondió a mi hermana, una sonrisita pícara se asomaba en sus labios-. Solo busco los detalles de tan magnífico sabor. No me lo perdería por nada... ya que tengo la oportunidad. -Se encogió de hombros y continuó su degustación; mi pañuelo gris, atado en su frente para controlar los flequillos rebeldes.

-Tienes razón, es magnífico -Mike suspiró-. Demasiado como para terminárselo tan rápido.

La nostalgia la estaba inundando, lo noté en sus labios temblorosos. Había luchado bastante para que no terminara atacándome también, y tendré que luchar el doble la próxima vez.

Como si flotara, salió caminando descalza por el campo lleno de vida; la hierba le rozaba la cintura, llenando de pelusillas la mezclilla de sus pantalones.

-¿Está bien? Cambió de un momento a otro... -Crystal me miró confundida, asentí.

-Lo estará. Han sido muchas cosas en los últimos meses como para recuperarse tan pronto.

Me refería a Tom y sus incansables intentos por sabotearle la vida a mi hermana, obligándola a marcharse a vivir con el tío Nick.

Ella se incorporó y miramos juntos los pasos errantes de Mike perderse entre el verde alto. Odiaba verle así de descompuesta, y más, no saber qué hacer con ello.

De repente dejé de pensar cuando unas desafinadas notas salieron de mi guitarra, en manos de Crys. Reparé adecuadamente en su físico: tenía suelto el claro cabello de ondas medio enredadas, las mejillas sonrosadas por el calor y ese pañuelo en la frente que la hacía lucir ruda.

-Te pareces a Axl Rose con ese aspecto. -Su respuesta fue una sonrisa sobre mis labios, y otro beso, y otro-. ¿Quieres ser mi princesa del rock?

-Mmmm. Creo que me gusta más ser llamada así. -Dejó toda su atención en las cuerdas de la guitarra, sus cejas se contrajeron formando una leve arruga-. Va más conmigo.

Un sonido estrepitoso alcanzó mis oídos esta vez, en contraste con su voz que, aún subida de tono, no dejaba de ser melodiosamente agradable.

It's my life, it's now or never.
I ain't gonna live forever.
I just wanna live while I'm alive.

Mis deseos de reír sobrepasaron cualquier sincero respeto que pude tener por la música. Sus impulsivos movimientos de cabeza hacia atrás y hacia delante la dejaron un tanto desorientada, y no alcancé a escuchar una sola nota acorde a lo que cantaba. Era increíble, ¿cómo pensaba hacer rock con una guitarra acústica?

-Esa es de Bon Jovi. -Quité la guitarra de su regazo, podía sufrir un colapso-, no de Guns N' Roses.

-Ya lo sabía, pero me gusta mucho esa canción. Es mi vida, lo hago todo... -Restregó en mi cara un poco del glaseado blanco. La malicia expuesta en cada rasgo de su expresión-...a mi manera.

-Me quedó bastante claro, Crys.

El olor a vainilla y a limón inundaba el aire que llevaba a mis pulmones. Y, supongo que era demasiado tonto, pero no me molesté tampoco por eso. Disfruté del dulce aroma y recordé... se me ha dado siempre bien eso de recordar.

────────✧♬✧♬✧────────

Por eso nada ha cambiado en la receta de mi madre que solo la nana prepara tan bien; porque cada vez que como ese pastel, recuerdo aquella mañana. Una de las mejores de mi vida, en la que solo faltó una persona para estar completa: Clara Ellison, la mujer que me trajo al mundo, pero que el mundo ya se encargó de arrebatarme.

Una mano borrosa frente a mis ojos... Es Nick que trata de espabilarme; parece que llevo demasiado tiempo en las nubes.

-Mitch, ¿dónde anda esa cabeza?

-¿Eh?, lo siento. Estaba... pensando. -Parpadeo, como si despertara de pronto-. Nana, está delicioso -Sonrío, pero esta vez ampliamente.

Los recuerdos que me trae este pastel son de los más felices que guardo, y tiene tiempo que no lo comía. Así que me consiento un instante con la alegría.

-Mike, querida, creo que deberías pasar una larga temporada con nosotros. -Gina sonríe, sentándose a la mesa-. A Mitch le ha hecho mucho bien que estés aquí; ríe más seguido.

-Estoy de acuerdo. Aunque lo admito, sabía que esto pasaría; por eso llamé a Mike -asegura Nick-. Se necesitaban mutuamente.

Solo les doy un vistazo mientras hablan, sin decir nada al respecto, pero sí que deseo con toda mi alma que Mike se quede, no por más tiempo, sino para siempre. Aunque sé que es casi imposible... ella ya tiene una vida hecha lejos de aquí. Además, la relación con papá se hace cada vez más complicada.

En los días que lleva en casa, los he visto coincidir unas dos o tres veces, pero siempre evitan hasta las miradas, ninguno de los dos se atrevería a dar el primer paso. Es que son tan parecidos, que quizás eso mismo es lo que los mantiene lejos el uno del otro.

-Pues... estaré buen tiempo por acá. -Su rostro se apaga en un breve lapso, que creo percibir solo yo. Alguien que finge a menudo se percata de cuando otro lo hace; y eso es lo que sucede. Ella quiso reír, pero tarde, ya había notado que no está tan feliz. Aunque no entiendo por qué-. Además de las vacaciones de navidad, tenemos dos semanas hasta la próxima actuación. Pero yo no tengo que asistir; el mes pasado sufrí una lesión en el tobillo, y no me dejan bailar en tanto no se sane del todo.

Y ahí está la razón que buscaba.

El baile es todo para Mike, como lo es la música para mí. Si no puede bailar, es similar a estar incompleta; porque eso es lo único que la hace sentir importante, que forma parte de algo. Ese es el camino que ella se ha construido por sí sola, y solo deja caminar por él a quien sea digno de estar en su vida.

Por suerte, me gustan los senderos que eligió.

-Mike, no sabía. Yo... -No hallo qué decir. Me siento estúpido y egoísta. Porque no, no soy el centro del mundo, aunque últimamente esté actuando como si lo fuera, con todos girando a mí alrededor.

-Está bien, no es tan grave. -Pretende mostrar la sonrisa más real pero sé que, detrás de toda apariencia, le duele. No en vano somos hermanos.

-Intentaré creerte. -Dejo una mano sobre la suya, más pequeña-. Ahora, come ese pastel; recuerda que tiene poder curativo.

Cuando cito las palabras de nuestra madre, sus labios tiemblan, igual que aquella mañana. Pero esta vez no huye para llorar en soledad, aprieta mis dedos y sonríe. Lo suficiente como para saber que necesitaba ese mensaje.

────────✧♬✧♬✧────────

Entre los dos, hemos puesto guirnaldas y el árbol lleno de luces. Mientras Mikaela decora el abeto, yo le alcanzo los adornos que ella va colocando: bolas brillantes, bastones, renos, lazos.

-Mike, mira lo que hay aquí.

Saco una estatuilla de la caja con los artilugios; los ojos de Mikaela se empañan cuando le muestro el objeto.

-Vaya, no pensé que existiese aún.

-La verdad, yo tampoco. Nunca ponemos el árbol, así que no tenía modo de haberlo visto.

Es nuestra estatuilla de cristal, la que tiene forma de dos niños tomados de la mano. Ojalá haberla visto antes.

-¿Recuerdas el día que mamá la compró? -Ya en sus manos, la detalla con un atisbo de tristeza en los grandes ojos-. Decía que eran dos hermanos, como nosotros, y que los hermanos siempre debían estar así de unidos.

-Creo que hemos alcanzado sus expectativas. -Sonrío débilmente.

Ella niega con la cabeza mientras una gruesa lágrima rueda por su mejilla derecha.

-No, yo te he dejado solo y mira lo que sucedió. -Agacha la mirada aprisionando la figurita-. Debí estar aquí para ti.

-Pero ya has vuelto, Mike, y me llevas de la mano como mamá hubiese querido que lo hicieras. -Abro los brazos, invitándola a abrazarme-. Ven aquí.

No duda en acurrucarse en mi pecho y quedamos en silencio por unos segundos.

-Mamá también hubiese querido que cumplieras tus sueños, Mitch. ¿Cuándo piensas decirle a Tom?

-¿Decirle qué?

-Que amas la música, que es tu pasión -afirma con obviedad, disipando la tristeza en sus gestos-. Y que no piensas pasar tu vida detrás de un escritorio.

Niego; ella no tiene idea de lo que dice.

-Justo ahora es imposible hablar con él, las cosas están peor que nunca. Jamás estaría de acuerdo en no tener un heredero para sus empresas.

-¿Me estás tomando el pelo? -Comienza a gritar después de levantarse del mueble-. Por esas malditas empresas perdiste a tu mejor amiga, tu gran amor y casi toda tu vida. La música es lo único que te queda. -Se acerca sutilmente a mi rostro-. No dejes que te lo arrebaten también.

Abro la boca, aunque no sé qué diré a continuación. Un golpe de verdades demasiado crudo.

Ella me señala con el dedo índice antes de encaminarse al pasillo.

-Ya no seas el cobarde de siempre y comienza a luchar por tu bienestar.

Sí, cobarde... maldito Dèjá Vu.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro