Capítulo 18

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Lisa enterró sus uñas en la espalda de Jennie, arrancándole un gruñido bajo. Sin embargo, ignoró su queja, en especial cuando sintió la forma en que entraba en ella.

—Alfa, oh...

Jennie volvió a gruñir, sin dejar de mover sus caderas contra el cuerpo de Lisa y viendo las expresiones de su rostro: las mejillas coloradas, su piel arrebolada, los ojos brillantes por las lágrimas y sus labios hinchados debido a los besos. Traía encima una expresión risueña, ida por el placer del anterior orgasmo y el que se estaba construyendo ahora.

Volviendo a gruñir, giró en la cama y dejó a Lisa sobre ella, sin salirse de su coño. La tailandesa empezó a menearse, saltando ligeramente para así llegar al orgasmo, y Kim se enderezó, agarrándola de las caderas.

—Jen, Jen...

La alfa sacó su lengua y lamió el pezón derecho de Lisa, arrancándole un fuerte gemido por el placer. La omega siguió moviéndose, con la polla de Jennie empalada en ella, y la abrazó por el cuello. Jennie ahora cerró sus labios alrededor del pezón, mordisqueando ligeramente, antes de comenzar a mamar.

Lisa, como omega madre, todavía no dejaba de darle leche a Haerin, aunque ya en mucho menor medida que antes. Por eso mismo, Jennie sintió el sabor de la leche dulce en su boca, lo que le puso más dura de lo que ya estaba, además de que Lisa lubricó más. Mucho más.

—Dios, alfa, por favor...

Chupó un poco más y le dio un azote en una de sus nalgas. Lisa tembló en su regazo, gimiendo con suavidad, y se corrió entre ellos, chorreando sus muslos. La entrada de la omega se apretó alrededor de su polla, y Jennie anudó ahí, soltándola y dejándose caer en la cama.

—Eres un monstruo —jadeó Lisa, recostándose contra el pecho de la mayor—, igual de caprichosa que Hae...

—Probar tu leche fue el mejor descubrimiento de mi vida —murmuró, con la respiración acelerada.

—Fetichista.

Jennie se rió suavemente, acariciándole los cabellos a Lisa. Su celo había acabado durante la noche, pero eso no impidió que volvieran a follar en las siguientes horas. Y ahora, al despertar, no pudieron evitarlo y volvieron a hacerlo, insaciables y apasionadas por estar juntas.

Acarició ahora la piel de la extranjera, específicamente en su cuello, sobre su marca. Sobre la marca que le hizo.

Lisa se enderezó un poco, observándole.

—Debería llamar a Jisoo para que traiga a Haerin —le dijo, luciendo un poco preocupada—. Ayer me dijo que se ha estado comportando muy mal.

—No —se quejó Jennie, y la otra le dio un pequeño golpe en el hombro—, ese horrible bebé nos quitará tiempo.

—¿Horrible? —bufó—. ¡Horrible es el ojo que te dejaré yo si vuelves a decirle a Hae así!

Jennie se rió ante la amenaza, gimiendo en voz baja al sentirla salir de su regazo. La omega también dejó salir un grito bajo, y sabía, sin necesidad de mirar, que era por el semen filtrándose por su entrada. La había llenado demasiado los últimos tres días.

Ese pensamiento casi la puso dura otra vez. Sin embargo, sabía que Lisa tenía razón, y ya pasaron demasiado tiempo lejos de Haerin. Tenía claro que la pobre bebé debía estar en pánico por no encontrarse cerca de su familia.

—Lili —llamó, y la omega la miró. Extendió una sonrisa perezosa—, ¿crees que con todo lo que me corrí en ti, te dejé ya preñada?

Lisa enrojeció y agarró la almohada, golpeándola con ella.

—¿Y a ti qué te pasa? —le gritó, avergonzada—. ¡Perdiste toda vergüenza, Jennie Kim!

La alfa se rió, viéndola rezongar y partir al baño para darse una ducha.

Una hora después, limpias y con el desayuno ya tomado, apareció Jisoo, llevando a Haerin en el coche. La bebé venía dormitando, pero el sueño pareció desaparecer al darse cuenta donde estaba.

—¡MAMÁ! —gritó, escandalosa y desesperada, y Lisa no tardó en ir a recogerla—. Mamá... —barboteó, y comenzó a llorar.

—Ay, te extrañó —dijo Jisoo, dejando el bolso con las cosas de la pequeña en el suelo—. Bueno, ¡me marcho!

Sin embargo, Jennie cerró la puerta y puso la llave. Jisoo palideció.

—Lo siento —le dijo la alfa—, pero tú tienes una información que consideramos muy valiosa, Jisoo.

—Sí —Lisa puso una voz grave, con Haerin colgada de su cuello como un mono y dejándole la playera llena de baba—, ¿desde cuándo estás saliendo con Roseanne Park y por qué recién nos venimos enterando ahora?

Jisoo consideró la posibilidad de correr y lanzarse por el balcón.

Diez minutos después, las tres estaban sentadas en los sillones. Haerin se encontraba jugando en el suelo, entre las piernas de Jennie, luciendo muy feliz de ser el centro de atención. Al menos, eso creía. Pobre ilusa.

—Vale, um, Lis —tartamudeó Jisoo, con las mejillas coloradas—, no es que hubiera querido contártelo, es que... es que...

—Sí, sé que no querías hacerte ilusiones, Soo —dijo Lisa, calmada y un poco herida—, pero es tu destinada, es algo muy serio, ¿por qué no contarlo?

—Porque Rosé puede ser mi destinada —se defendió la azabache—, pero eso no significa que quiera estar conmigo. Tú sabes como son los alfas cuando se enteran de que soy infértil.

—Rosé no es cualquier alfa —saltó Jennie en defensa de su amiga.

—¿Y qué iba a saber eso yo cuando pasó todo? —contestó Jisoo, y Lisa le dio un poco la razón en eso.

Ella sabía lo mucho que sufría Jisoo respecto a ese tema. Cuando se enteró, estuvo deprimida más de un año, con psicólogo y acompañamiento. Además, se acercó mucho a Haein, lo que terminó influyendo en tener esa corta relación de novios. El problema es que Jisoo no sólo se deprimió por su incapacidad de concebir, sino también por pensar que eso la volvería indeseable y poco atractiva para conocer a alguien.

Y, en parte, era así. En el colegio, antes de que medio mundo se enterara, Jisoo era cortejada por muchos alfas. Pero cuando la noticia se esparció, todos rehuyeron de ella, como si tuviera una enfermedad contagiosa. Eso le hirió mucho en el ego a la omega, que si bien no era una persona egocéntrica, sí le bajó bastante el autoestima.

Por eso mismo, tenía una opinión bastante despectiva con la mayoría de alfas. Lisa le dijo varias veces que siempre espantaba a los alfas que le hablaban al contarles su problema de sopetona, pero Jisoo replicaba que así tenía, al menos, un filtro.

—No salimos enseguida —rezongó Jisoo—, es decir, intercambiamos números y nos mensajeábamos constantemente. Me decía que Danielle preguntaba mucho por mí.

—Pero mira, hasta esa mocosa se lo tenía callado, jamás dijo algo —bufó Jennie.

Jisoo sonrió un poco, luciendo algo más relajada.

—Rosé me pidió salir como a inicios de noviembre —confesó—, y le conté sobre mi infertilidad. Dijo que no le importaba, pues por algo el destino nos juntó.

—¡Qué romántico! —dijo Lisa, parpadeando con ilusión antes de mirar a la castaña—. A ver, ¿por qué no eres como Rosé?

—Porque cuando te digo algo bonito, enseguida te pones cachonda —replicó la alfa.

—No sé de qué hablas.

—Tampoco estaba tan segura al inicio —siguió Jisoo—, pero Rosé, con el tiempo, ha... ha demostrado que va muy en serio —se puso colorada—. Me ha propuesto ser novias a inicios de febrero.

Lisa no tardó en ir a felicitarla, dándole un abrazo con mucha emoción y pensando en cuánto se merecía su amiga eso. Sabía que la omega no quería demostrarlo demasiado, pero se veía demasiado entusiasmada y contenta con poder tener una relación seria con una alfa que le quisiera.

—No quiero que le digas a Haein, no todavía —le pidió Jisoo una vez se separaron—. Tú sabes cómo va a ponerse, Lis.

Como todo un alfa sobreprotector.

Si bien Haein impulsó a Lisa a salir con Jennie, eso no evitó que también estuviera encima de ella durante las primeras semanas. Siempre le preguntaba cómo le trataba Jennie, si era buena y amable, y en especial, si no se propasaba con ella. Haein parecía listo para ir donde la otra alfa a golpearla si es que le hacía daño a Lisa.

Y con Jisoo puede que fuera peor. La protegía mucho más a ella gracias a la lista de corazones rotos que llevaba, maldiciendo a cualquier alfa que la rechazara por su infertilidad. Con toda probabilidad, hasta querría tener una seria conversación con Rosé para aclararle varias cosas.

—¿Y qué piensas hacer? —dijo Jennie, preocupada—. No puedes ocultárselo por siempre.

—¡Papa! —chilló Haerin.

Jennie sonrió y la tomó en brazos. La bebé se rió, contenta. La imagen calentó el corazoncito de Lisa.

—Se lo contaré poco a poco —insistió Jisoo.

—No creas que eso te ayudará —señaló Lisa—, se la presentes ahora o en un año más, pegará el grito al cielo y actuará como don alfa posesivo y salvaje.

Jisoo hizo un puchero, sabiendo que su mejor amiga tenía razón. Haein era todo un caso que tratar.

Unos minutos más tarde, la omega les dijo que debía irse, pues quedó en ir a comer con Rosé a su casa.

—No te lo dije —se despidió Jisoo de Lisa, aprovechando que Jennie se fue a atender a la pequeña—, ¡pero felicitaciones por tu marca!

Lisa se ruborizó.

—Gracias —le dijo, contenta—, ¿no se ve bonita?

Jisoo le sonrió con fuerza, dándole un abrazo.

—Te mereces toda la felicidad del mundo, Limario.

Pronto, la pareja volvió a quedar a solas, con Haerin jugando otra vez en el suelo. Lisa no tardó en acurrucarse contra Jennie, mientras la alfa encendía la televisión para que vieran algo.

—Nini...

—¿Sí, amor?

Se enderezó y le dio un beso suave en la boca.

—Te amo —contestó.

—Yo te amo más —le aseguró la castaña.

—¡O te amo mah! —gritó Haerin, golpeando su peluchito de gato contra el suelo.

Grave error: la cabeza se soltó y voló. Haerin gritó antes de romper en desconsolado llanto.

***

Lisa supo que estaba en problemas cuando, el día lunes, despertó con una llamada en su celular.

—¿Hola? ¿Sí? —murmuró, con la voz ronca por el sueño. Jennie, a su lado, se removió entre suaves quejidos.

Buenos días, ¿estoy hablando con Lalisa Manoban? —saludó una voz masculina que Lisa apenas reconoció.

—Sí, con ella —dijo, enderezándose—. ¿Con quién hablo?

Lamento interrumpir su mañana, señorita Manoban —dijo el hombre—, pero está hablando con Ahn Naesang, director de carrera de educación preescolar —añadió, y Lisa sintió ahora las alarmas disparándose en su cabeza—. Necesito que venga a la facultad de educación, pues debo conversar de un tema con usted.

—Oh... —Lisa miró a Jennie, que pareció sentir las emociones de la omega, porque le miró—, sí, sí, eh...

—¿Puede hoy, a las doce del día, en mi oficina?

—Claro, no hay problema.

—Bien, muchas gracias. Nos vemos, señorita Manoban.

—Nos vemos...

Lisa cortó la llamada y el pánico estalló en su estómago. Sabía, sin necesidad de pensarlo demasiado, el motivo por el que le estaban llamando, y a su mente apareció el día en que estalló el celo de Jennie. En medio de la universidad, con ella siguiéndole, y gruñéndole, además, a Jieun cuando se les acercó.

Ay, Dios, ya toda la facultad debía estar al tanto de lo ocurrido.

—¿Lili? —preguntó Jennie, pero no pudo decir nada, porque de pronto, el celular de la alfa comenzó a sonar. Le echó una mirada al número—. Es Naesang.

Mierda. Santa y jodida mierda.

Lisa se hundió en la cama, tratando de que el pánico no la inundara por completo. No, no debía dejarse dominar, tal vez...

Jennie se aclaró la garganta.

—Buenos días, doctor Ahn —saludó con voz grave—. Estoy bien, gracias —una pequeña pausa—. No, no me encuentro en la facultad, pero pretendía ir en una hora más a subir unas calificaciones —otra pausa—. Claro, no tengo problema en ir a verlo después. Sí, está bien, me parece perfecto. Bueno, nos vemos.

Jennie cortó. Hubo una pequeña pausa entre ellas.

—Quiere que nos reunamos a las doce en su oficina.

—Me lo imaginé —masculló, cubriendo su rostro—. Jennie, ¿crees que...?

—Debe saberlo, claro —contestó—, mucha gente nos vio salir ese día, Lili. No habrá dado una buena imagen.

Lisa lo sabía. Y menos mal Rosé fue a ayudarlas, porque de lo contrario, habrían follado en la oficina de Jennie y eso hubiera sido un escándalo peor.

Frotó sus ojos.

—Oye, tranquila —le dijo Jen, probablemente sintiendo sus emociones a través del nuevo enlace que compartían—, no pasará nada malo, bebé...

—Pero... —barboteó, atemorizada—, ¿y si nos echan, Nini? Tú perderás tu trabajo...

—No pasa nada —le aseguró, dándole un suave beso—. No hay en ninguna parte del reglamento que las relaciones entre profesor y estudiante estén prohibidas. Es decir, éticamente no están bien vistas, pero no hay una cláusula que lo prohíba.

Eso no tranquilizó demasiado a Lisa, pero sabía que Jennie no podía hacer mucho para eso. Tenía, además, algo de miedo de que le expulsaran de la universidad por eso, a pesar de que se dijo sólo días atrás que no le importaba. Es decir, claro que mintió un poco, pero no se arrepentía de tener la marca de Jennie. Solamente que ahora tenía susto por lo que fuera a ocurrir, y era normal.

Corrieron a bañarse y tomar desayuno. Decidieron llegar por separado a la universidad para evitar más habladurías, y Lisa aprovechó el espacio que les quedaba antes de esa reunión para ir a su propio departamento y cambiar a Haerin de ropa. Iba a ir con la bebé, ya que no tenía con quien dejarla, pues supuestamente ahora estaba de vacaciones por haberlo aprobado todo y ya le había dicho a Momo que no necesitaría su ayuda por esos días.

Aunque también lo pensó bien. Era muy probable que a Haerin no se le ocurriera nada mejor que pedir la atención de Jennie una vez estuviera allí, y eso las dejaría en más vergüenza. Sin embargo, a esas alturas, ¿importaba? Ellas no iban a mentir y ocultar su relación, sumado al hecho de que Lisa tenía una marca de por medio.

Llevó a Haerin en su canguro, tomando el bus cuando ya estaba próximo a la hora. La bebé parecía feliz por salir, sin lucir un poco afligida por el estado de ánimo de su mamá, y de alguna forma, sirvió para tranquilizarla también.

Llegó casi a la hora a la oficina del director de carrera. Le había visto sólo un par de veces en lo que llevaba del año académico, sin relacionarse demasiado con él.

Tocó la puerta y fue abierta unos segundos después.

—Hola, profesor Ahn —barboteó, haciendo una pequeña inclinación—, um, espero que no le moleste que haya venido con mi hija, no tenía a nadie con quién dejarla...

—Buenas tardes, señorita Manoban —saludó el hombre, que tenía el cabello negro y largo, amarrado en una coleta baja, y una recortada y elegante barba—. Tranquila, no se preocupe, pase.

Entró a la oficina, yéndose a sentar tras el escritorio. Era un poco más grande que la oficina de Jennie, pero se encontraba en el mismo piso.

Unos segundos después de haberse sentado, la puerta fue tocada otra vez. No se giró, pero sabía, sin necesidad de ver, que era Jennie.

—Buenas tardes, Naesang —habló la alfa con la voz grave—, lamento llegar unos minutos tarde, unos estudiantes aparecieron a última hora para reclamar por unas calificaciones.

—Tranquila, Jennie —contestó el beta—, vamos, pase. La estábamos esperando.

Lisa llamó la atención de Haerin con un pequeño juguete que le llevó y sirvió para distraer a su cachorra. Jennie se sentó a su lado.

—Buenas tardes, profesora Kim —le saludó, y su voz tembló.

—No quiero hacer de esto más largo —habló Naesang, yendo a sentarse a su silla—, y supongo que ustedes deben saber por qué están aquí, ¿cierto?

—Puedo imaginármelo —respondió Jen. Lisa sólo asintió con la cabeza.

—He recibido... algunos comentarios de estudiantes sobre que ustedes dos comparten una relación sexual —dijo el beta con tono pausado.

Lisa se sobresaltó ante esas palabras. Jennie frunció el ceño con fuerza, luciendo irritada y molesta.

No pudo evitarlo, y la omega se sintió herida por eso. Por el hecho de que estuvieran comentando eso, dando a entender implícitamente que ellas follaban sólo para que Lisa pasara el curso.

—Y me gustaría saber si eso es cierto.

—Claro que es una mentira —gruñó Jennie, y Lisa se tensó—, mi relación con Lisa nunca ha sido algo sexual.

La omega parpadeó. Naesang se vio desconcertado por un momento.

—¿Jennie...? —preguntó el beta.

—Lisa y yo estamos en una relación seria —explicó la alfa—, y si quieres que te sea sincera, el sexo es lo de menos entre nosotras.

Lisa sintió como el color pintó su rostro, y sin poder evitarlo, le dio un golpe en la pierna a Jennie. La mayor le miró de reojo.

—¿Hablas en serio, Jennie? —balbuceó Naesang, incrédulo—. ¿Qué demonios? ¡Eso es gravísimo!

—Claro que no lo es —replicó la castaña con seriedad—. Esta relación que mantengo con Lisa no ha influido en sus calificaciones, si es eso lo que tanto te preocupa. Es más, puedo decirte que Lisa apenas se destaca en mi clase.

—¡Oye! —habló Lisa, ofendida.

Jennie no le tomó en cuenta, más concentrada en enfrentar al director de carrera.

—¡No es sólo eso! —contestó Naesang—. ¡Es una estudiante mucho menor que tú y no nos deja bien parados! Se llevan más de diez años, Jennie.

—Insisto: esta relación no influye en nuestro trato en la universidad —gruñó Kim—. Jamás le he dado alguna señal de preferencia ni le he beneficiado con sus calificaciones. En el aula, nos comportamos como profesora y estudiante.

—¿Y en tu oficina? —objetó el beta—. Mira que varios las vieron salir juntas la semana anterior, cuando entraste en celo, Jennie.

—Lisa fue a hablar conmigo acerca de su última calificación y me pilló por sorpresa —mintió la mujer, y la omega calló—, pero no ha pasado nada más. Por otro lado —añadió—, la universidad no lo prohíbe en su reglamento.

—¡Claro que no! —Naesang se veía bastante enojado—. Pero eso no quita que esté mal, ¡por dios, Jennie! ¿Cómo se te ocurre involucrarte con tu estudiante?

—Ya no lo es más —se puso de pie, molesta también—, Lisa sólo tuvo una clase conmigo y la aprobó, pero ya no le haré más clases en lo que queda de la carrera. Sabes bien que este es el único ramo en que le hago clases a los estudiantes de preescolar.

Lisa no sabía a dónde mirar exactamente, sintiendo a su omega temblar por la situación en la que se vio envuelta. Incluso Haerin parecía desconcertada, dejando el juguete de lado y con la boca entreabierta.

—¡Podrían echarte si el decano, o peor, el rector, se enteran! —exclamó Naesang—. ¡Y a Lisa expulsarla!

—¡Pues si me echan, asegúrense de pagarme el finiquito por despido injustificado! —saltó Jennie.

Haerin rompió a llorar.

Lisa se puso de pie, comenzando a consolarla. El llanto pareció bastar para que los otros dos se callaran y decidieran retomar la compostura, sentándose en sus asientos.

—Lo siento —farfulló Lisa, meciendo a la bebé—, ella, uh... no está acostumbrado a los gritos...

—Pásamela, Lis —pidió Jennie.

La pelinegra titubeó, pero decidió obedecer, porque sabía que a Haerin, últimamente, le estaba gustando mucho que Jennie fuera quien le consolara. Lisa sospechaba que se debía a que Haerin se presentaría como omega. No se sabía de qué raza eran los niños hasta los tres años aproximadamente, cuando se les hacía un examen de sangre, pero existían algunas señales para identificarlos antes.

La bebé se arrebujó en brazos de Jennie, hundiendo su cabeza en el cuello de la alfa, hipando.

—Vamos, vamos, Hae —dijo la mayor, consolándola—, no pasa nada malo, papá está contigo...

—Baba... —lloriqueó, incapaz de pronunciar bien por las lágrimas.

Naesang frotó su frente, agotado por la situación.

—Jennie, necesito que me entiendas —dijo, ahora con la voz más suave—, esto es problemático. Sé que la universidad no lo prohíbe abiertamente, pero...

—Pero nada —replicó Kim, antes de suspirar—. Mira, ¿qué es lo que te preocupa? Lisa y yo ya no nos veremos más dentro de clases y mantendremos una postura muy distante en la universidad. Y si piensas que pasó de curso por la relación que tengo con ella, puedo entregarte sus exámenes para que los revises y la califiques tú.

—Se-señor Ahn —barboteó Lisa, llamando la atención del director—, yo... yo sé que no se enteró de la mejor forma, pero no... pero no me acerqué a la profesora Kim con dobles intenciones o algo así. Lo que quiero decirle es que... es que realmente le quiero y... y si es mejor expulsarme para solucionar esto, no voy a reclamar...

—Lisa... —comenzó a decir Jennie.

—Haremos algo —habló Naesang, interrumpiendo a la alfa—, no estoy aprobando su relación, pero resolver esto es complicado para mí, pues es la primera vez que me enfrento a esta situación.

Lisa puso una expresión atenta y Jennie asintió, acariciándole el cabello a la bebé en sus brazos. Haerin se veía ya más calmada y relajada, aunque estaba chupando su manito.

—El año académico está casi terminado como tal —dijo Naesang, rascando su nuca—, y, por lo que sé, Lalisa ha pasado todas sus clases. Los siguientes años, ustedes deberán mantener una relación de profesora-estudiante como tal, es decir, nada de verse a escondidas en tu oficina, Jennie —la castaña rodó los ojos—, o de que otros estudiantes las vean juntas.

Lisa asintió con fuerza, sabiendo que debería acatar lo que le fueran a decir. A pesar de todo, no quería que la expulsaran de la universidad.

—Señorita Manoban —continuó Naesang—, usted tendrá prohibido totalmente tomar alguna clase electiva o complementaria con la profesora Kim, y cuando sea el momento de preparar su tesis, tampoco podrá hacerla con ella ni podrá formar parte de la comisión que revise su trabajo final, ¿está entendido?

—Claro, profesor Ahn —se apresuró en decir Lisa.

—Por último, si algún profesor viene y me comenta que tú, Jennie —apuntó a la mujer—, estás hablando con ellos para pasar de curso a Lisa, o yo mismo lo veo con mis propios ojos, no dudaré en llevar tu caso a decanato, ¿lo tienes claro?

—Por supuesto, Naesang.

—Bien —el beta volvió a frotar sus ojos—. Fuera de la universidad, ustedes pueden hacer lo que deseen, pero no quiero que más estudiantes me vengan con estos rumores y a reclamar que la profesora Kim está ayudando a una estudiante a pasar sus materias. Apenas escuche algo así, iré a hablar con mis superiores.

Lisa asintió con la cabeza con fuerza. Jennie sólo hizo un pequeño gesto de aceptación todavía viéndose algo contrariada, pero manteniéndose a raya.

—Con todo esto claro, pueden retirarse —Lisa se puso de pie—. Salga usted primero, señorita Manoban. No quiero que las vean salir juntas tampoco.

—Sí, no se preocupe —Jennie le entregó a Haerin, acomodándola en sus brazos—. Muchas gracias, director Ahn.

—Nos estamos viendo —Naesang fue a abrirle la puerta—. Lamento los gritos, no quería asustar a su cachorrita.

Lisa volvió a darle las gracias, despidiéndose y apresurándose en salir. Para su propia fortuna, no se encontró con ninguno de sus compañeros, y cuando iba ya caminando por el campus hacia la salida, su celular sonó en señal de un mensaje.

Nini:

¿Almorzamos juntas, cariño?

Necesito verte y hacerte mimitos.

No pudo evitarlo, y sonrió ante lo escrito. A pesar de la situación estresante que acababa de vivir, no podía evitar sentir el alivio inundarla.

Lili:

¡Igual quiero verte!

¿Te parece si nos vemos en tu departamento y preparo el almuerzo?

Luego podríamos hacernos mimitos y algo más...

Creo que lo sabes, pero...

Te ves muy caliente cuando te enojas, Nini 🥺

Nini:

Eres imposible 😡😡😡

Cachonda 😡😡😡

😡

Se rió con suavidad, con el alma volviendo a su cuerpo. Sabía que debería irse con cuidado ahora, sin embargo, las cosas no acabaron tan mal como pensaba, y eso le hacía sentir algo feliz.

Al menos, se quitó una gran preocupación de encima. Ahora, sólo iba a disfrutar del pequeño triunfo que tuvo con la mujer que amaba.

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