Chapter 11 [🦋]

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Alexandra;

Ajusto el nudo de la toalla alrededor de mi cuerpo, mientras me acerco lentamente al enorme closet que había en la habitación donde me he estado quedando todos estos días desde el incidente con mi madre.

Han pasado exactamente dos semanas desde ese día y en todo este tiempo no he sabido nada de ella, ni una sola noticia. Realmente soy una completa tonta al creer que mi mamá es capaz de siquiera sentir preocupación por mi y mucho menos en el estado de embriaguez en el que siempre se encuentra, pero supongo que una parte de mi aún anhela que ella siquiera sienta alguna empatía por mi.

—Ya no pienses más en ella, Alexandra... —susurro para mi— No vale la pena.

Y es cierto. No vale la pena que piense en ella, ni en esas remotas posibilidades cuando por culpa de ella estoy así.

Debo hacerme a la idea de que mi vida debe seguir adelante.

Con o sin ella.

Decido salir de toda la bola de pensamientos que se apoderan de mi cada mañana para proceder a vestirme y salir de aquí a tratar de hacer algo productivo al menos. Estar encerrada todos los días aquí, sin hacer nada, me estaba volviendo loca.

Abro las puertas del armario y literalmente me quedo con la mandíbula en el suelo al ver todas las prendas que están colgadas dentro de este.

¿En qué momento habíamos llegado a esto?

No me extrañaba realmente por la cantidad de ropa que pudiera tener el closet en este momento, es decir supongo que es normal, analizando el hecho de que Lucía se aparecía en mi puerta cada mañana con cuatro bolsas de compras en cada brazo, pero me daba vergüenza que Jungkook se tomara estas molestias conmigo.

Técnicamente me está manteniendo, y ya yo siento demasiada vergüenza con el hecho de vivir a expensas suyas, como para ahora también aceptar estos regalos cada mañana.

Safo el nudo de mi toalla y dejo caer esta al suelo para empezar a vestirme con la ropa que acababa de escoger, cortando todo pensamiento que pasara por mi mente. Mis ojos se quedan fijos específicamente en un conjunto y la lucha interna en mi mente de saber si usarlo o no hace acto de presencia.

Bueno, no habrá ningún problema si uso esta ropa hoy, ¿o sí?

El sonido de unos dedos tocando la puerta me hacen detener mi accionar y pensamiento, haciendo que vuelva a tomar la toalla para envolver mi cuerpo. Abro la puerta, encontrándome la figura de la chica que ha sido asignada —según Jungkook— para atenderme.

Por unos segundos pensé que sería Jungkook, pero a pesar de sentirme un poquito decepcionada al ver que no era él, también me siento un tanto aliviada. No me haría nada de gracia que me viera en toalla, aunque técnicamente ya me haya visto desnuda.

Me muero de la puta pena sólo de recordar lo cerca que estuvimos ese día, de recordar el simple hecho de estar desnuda y con sus brazos a mi alrededor, sosteniéndome.

Te encantó que te viera desnuda, admítelo.

Claro que no.

Claro que si Alexandra. Te mojaste solo con haberlo tenido tan cerca de ti.

¡Bueno ya, cállate!

Callo a la maldita voz de mi conciencia que no hace más que joder en momentos como estos para luego atender a Lucía quien espera pacientemente en la puerta a que le preste algo de mi atención.

Puede ser que si me haya gustado un poco el hecho de que el pelinegro haya visto mi cuerpo, pero ahora no era el momento de pensar en eso.

Mis ojos instintivamente van hacia el brazo de la chica que nuevamente y como cada mañana traían bolsas de compras, con la pequeña diferencia de que esta vez no eran tantas sino una pequeña bolsa color negro.

—Disculpe señorita —su voz llama mi atención— Esto llegó hace unos minutos para usted.

Por unos segundos me quedo viendo sus ojos, analizando la expresión con la que me miran. Otra vez esa sensación extraña que me transmitían sus ojos, me aborda. A lo mejor es paranoia mía como casi todas la veces que me ocurre esto, pero desde la primera vez que puse un pie en esta casa, sentí algo extraño en su forma de mirarme. Al principio no le presté atención, no quise llenarme la cabeza de ideas tontas desde un principio, pero esa sensación se ha hecho mucho más fuerte con cada segundo que he pasado en esta casa.

—¿Señorita?

—¿S-sí...? —mi voz titubea por un segundo, pestañeo varias veces para alejar esos pensamientos— Gracias Lucía —expreso tomando la bolsa. Ella solo me asiente con una pequeña sonrisa y justo cuando está por irse, la detengo— ¿Sabes donde está Jungkook?

Junta sus labios levemente en una línea recta ante mi pregunta, lo cual me hace fruncir el ceño extrañada.

—El señor está en su habitación, terminando de alistarse —aún así, no duda en responder.

—Gracias.

—A sus órdenes señorita.

Cierro la puerta luego de ver cómo se gira para irse y suelto un pequeño suspiro de alivio. Avanzo hasta el filo de la cama en lo que comienzo a abrir la pequeña bolsa. Mis ojos se abren como si estuvieran a nada de salirse de sus cuencas cuando observo el contenido de la pequeña bolsa.

Un celular nuevo y una tarjeta de crédito.

No.

Ya esto era demasiado.

Esta vez ya no podía aceptar esto.

¡Mierda que vergüenza!

Me deshago de la toalla y me visto rápidamente con la ropa que había colocado encima de la cama, minutos antes de que Lucía llegara. Una vez vestida y con el pelo acomodado a como pude, tomo la pequeña bolsa y salgo de la habitación para dirigirme hacia la habitación del pelinegro que curiosamente quedaba justo al final del pasillo.

Un tanto raro para mi.

Y lejos.

Bueno eso también.

Una vez frente a la puerta, doy una fuerte inhalación y comienzo a dejar toques suaves en la madera. Pasan los segundos y minuto en los que no recibo respuesta, y es cuando me veo en la necesidad y técnicamente obligación de abrir la puerta para poder acceder a su habitación. Entro cuidadosamente, mirando a mi alrededor en su búsqueda y juro que mis piernas flaquearon en el momento en que mis ojos visualizaron su figura, saliendo del baño con nada más que una toalla amarrada a su cintura.

Mierda.

Trago saliva fuertemente, mientras mis ojos analizan su cuerpo mojado. Las puntas de su cabello negro goteaban y cada una de esas pequeñas gotas húmedas descendían por todo su pecho y abdomen hasta llegar a la tela de la toalla.

Finalmente sus ojos cafés dan con los míos azules y puedo ver como la sorpresa recorre sus orbes. Estoy segura que no se esperaba mi repentina aparición en su habitación, pero la sorpresa era doble, porque ni remotamente esperaba verlo así, semidesnudo.

Jungkook comienza a observarme de manera detenida, analizándome a profundidad y decir que no me siento incómoda al ver como sus ojos repasan mi cuerpo, sería una mentira, mucho más cuando humedece sus labios mientras fija sus ojos específicamente en mis pechos, sin ningún tipo de vergüenza. Es justo en ese momento cuando encuentro el porqué de su mirada tan profunda.

¡Mierda, mierda y más mierda!

Me reprocho una y otra vez al ver como el pelinegro observa el pequeño top de cuadros blancos y negros que escasamente cubren mis senos.

El top era de tirantes finos y demasiado chico, dejaba perfectamente a la vista mi escote y también mostraba una pequeña parte de mis senos por la parte de abajo del top.

Bonita elección Stone.

Gracias conciencia de mierda.

Lo había escogido porque se me hacía cómodo a la hora de ejercitarme, y aunque no tuviera un tubo en el cual bailar, al menos me podría ejercitar y si también le sumábamos a eso, que Jungkook seguramente no iba a estar, pues era la ocasión perfecta para usar el outfit.

Pero ahora, me maldecía mil veces por haber sido tan tonta, porque con el afán de querer alcanzar a Jungkook, no me había dado cuenta de la ropa que me había puesto.

—¿Qué haces aquí, muñeca? —su voz rompe el incómodo silencio que se había formado entre nosotros y me obliga a apartar mis pensamientos de golpe— ¿Sucede algo? —pregunta sin quitar los ojos de mi.

—Y-yo... —comienzo a balbucear como la tonta que soy— Yo s-solo...

¡Reacciona, Alexandra Stone!

Pestañeo reiteradamente, como cada vez que quiero reaccionar, pero a pesar de estar observándolo fijamente, no soy capaz de emitir una sola palabra.

—¿Muñeca? —inquiere arqueando una ceja cuando ve que no digo nada a pesar de estar viéndolo tan fijamente.

Mierda, debería ser ilegal que esa simple palabra provoque en mi tantas cosas.

Es que ni siquiera sé que me pone más; que me diga muñeca o el hecho de que me esté observando como si me quisiera devorar completa.

Contrólate, Alexandra.

—Perdóname —suelto repentinamente y su ceño se frunce ante mi petición— Y-yo no debí entrar así. Yo solo q-quería–

—Hey, respira muñeca —me pide cuando ve las múltiples veces que tartamudeo— No te comeré, al menos no por haber entrado a mi habitación así.

Me dedica una sonrisa llena de picardía ante la incredulidad de mis ojos por sus palabras llenas de doble sentido y se gira, para abrir un cajón de donde saca unos bóxers por lo que puedo ver de aquí.

—¿Te puedes girar? —pregunta sin mirarme.

—¿Eh?

—Necesito cambiarme —me muestra el bóxer que acababa de sacar del cajón— Aunque tampoco tengo problema con que me veas desnudo —me guiña un ojo.

Sus palabras me hacen ahogarme con mi propia saliva, provocando que tosa reiteradas veces. Su carcajada inunda mis oídos, haciendo que lo mire mal.

—Tonto —digo mientras sigo fulminándolo con la mirada.

—Vale, solo fue una pequeña broma —dice limpiándose un par de lágrimas en las esquinas de sus ojos provocadas por la risa.

—No le veo el chiste, idiota —gruño con molestia mientras observo como aún sigue riendo— ¿Sabes qué? Mejor vuelvo más tarde.

Es lo último que digo antes de girarme para salir de su habitación, pero su mano me toma del brazo, deteniéndome justo antes de que tome el pomo de la puerta.

—Vale, disculpa —dice a mi espalda— No fue mi intención hacerte enojar.

Me giro, encontrándome con su rostro ahora totalmente serio.

Niego sus palabras.

—Discúlpame a mi —pido— no debí reaccionar así. Sé que solo bromeabas.

Asiente ante mis palabras, con una expresión extraña en su rostro, una que no supe descifrar.

—¿Necesitabas algo? —pregunta de repente y se sienta en uno de los sillones de la habitación, olvidando el hecho de que se encontraba medio desnudo. Señala el otro sillón para que me siente.

—Yo quería devolverte esto —extiendo mis manos con la pequeña bolsita luego de ya estar sentada— Y-yo no lo puedo aceptar.

Sus ojos miran la bolsa entre mis manos, reconociéndola de inmediato.

—¿Por qué? —inquiere frunciendo su ceño— ¿Hice algo mal?

—No, no es eso —niego con la cabeza varias veces, no quería que se hiciera ideas equivocadas tampoco— Es solo que no puedo aceptar que además de todas las cosas que has hecho por mi, de todo lo que me has dado, también me regales esto. Siento mucha vergüenza de que también te tengas que hacer cargo de estas cosas.

Sin darme cuenta, ya tengo mis ojos fijos en mis dedos, los cuales juegan encima de mis muslos. Otra vez no me atrevía a sostenerle la mirada a Jungkook, sentía vergüenza, no me gustaba ser una carga para las personas y desde que conocí al pelinegro, no he sido más que un problema en su vida. Mucho más ahora con el asunto de mi madre.

Siento un toque y un pequeño calor abrazar mis manos. Abro los ojos, encontrándome a un Jungkook arrodillado a unos pocos centímetros de mi, con mis manos entre las suyas. Sus ojos me miran con un pequeño brillo en ellos, uno que nunca había visto antes.

—Muñeca, sé cómo te sientes en estos momentos —comienza a decir sin dejar de mirar mis ojos— Sientes que estás siendo una carga, que solo me has dado problemas, pero no es así.

Mis ojos se abren en sorpresa al escuchar sus palabras, ¿cómo lo sabe?

Sus labios forman una sonrisa al ver la expresión en mi rostro.

—¿Nunca te han dicho que eres demasiado obvia con tus expresiones faciales?

Asiento lentamente.

Claro que me lo han dicho, muchas veces. Pero aún así, siempre trataba de ocultar mis expresiones, de no mostrar tanto lo que me sucedía, pero ya veo que no funciona mucha que digamos.

—Pues sí, lo eres —afirma con una sonrisa— En tus ojos puedo ver claramente todo lo que estás pensando. Tu jamás serás una carga para mi Alexandra. Las cosas que te he dado, han sido principalmente porque sé que las necesitas aunque te empeñes en decir que no y de verdad lo hago con gusto. Porque me alegra saber que de algún modo te estoy ayudando —hace una pausa— Aún así, si no te sientes cómoda teniendo todas esas cosas como un regalo, pues está bien, podemos hacer de cuenta que son prestadas, ¿de acuerdo?

En ese momento no puedo evitar que una sonrisa sincera se muestre en mis labios. Si bien teníamos momentos incómodos y llenos de tensión en nuestro día a día, también teníamos estos momentos en los que él me hacía sentir bien con sus palabras, me hacía sentía especial, como nunca nadie me había hecho sentir.

—De acuerdo —contesto sonriente.

—Bien. Ahora si necesito cambiarme —comenta— Tengo cosas importante que requieren mi atención.

—Sí, claro —digo, levantándome del sillón junto con él— Perdón por quitarte tu tiempo.

Niega.

—Para nada, muñeca —me mira— Y no vuelvas a pensar que eres molestia —da un pequeño toque en mi nariz— ¿Estamos?

Su acción me saca una sonrisa.

—Estamos.

Me giro luego de un pequeño asentimiento con la cabeza y comienzo a encaminarme hacia la salida cuando su voz me detiene.

—Alexandra —me giro.

Entonces, veo como comienza a dar pasos suaves hacia mi, hasta quedar levemente cerca de mi rostro.

Cerca de mis labios.

Su gran y fornido cuerpo me acorrala contra la madera de la puerta. Siento como mi respiración se atasca por un momento. Sus ojos ya no muestran comprensión, sino un deseo desbordante. Ahí estaba, esa mirada devoradora.

—No todo lo que digo o hago es broma —susurra cerca de mis labios.

—¿Q-qué–

Callo mis palabras de golpe cuando su mano me toma de la cintura, acercándome a él de manera algo brusca. Un casi inaudible jadeo sale de mis labios.

—¿J-jungkook qué h-haces? —pregunto por lo bajo.

—Cuando dije que no me molestaría que me vieras desnudo, no era broma —su voz totalmente ronca me hace el doble de estragos, sobre todo en mi coño— Tú sabes perfectamente que no bromeaba con eso.

Es cierto.

Desde que me soltó esas palabras pude notar el trasfondo con el que me las decía. Pero lo traté de ignorar para evitar estos momentos precisamente.

Mierda, estamos demasiado cerca.

Solo basta un movimiento de parte de alguno de los dos para acortar la pequeña distancia de nuestros labios.

Su lengua humedece sus labios nuevamente y unos deseos incontrolables de lamer esos labios rosados me invaden el cuerpo.

¿Qué carajo Alexandra?

Mantén a raya esas ganas.

—Deberías irte —su voz llama mi atención y escucho atentamente lo que dice, aunque no dejo de ver sus labios— O no me responsabilizo de lo que pueda pasar en este momento —sus palabras y su aliento cerca de mis labios me hacen estremecer— Deberías ir a ver tu sorpresa.

—¿Sorpresa? —pregunto algo aturdida aún.

Una de sus manos suelta mi cintura y siento como la puerta es abierta tras de mi.

—Sí, una sorpresa —confirma— Disfrútala.

Finalmente sus manos me sueltan y muy en contra de mi voluntad me alejo de él. Ninguno de los dos vuelve a decir algo, solo le doy una última mirada antes de girarme y salir de su habitación.

Camino algo apresurada hacia las escaleras y siento como el aire vuelve a mis pulmones nuevamente.

—Joder —tomo una fuerte inhalación, colocando ambas manos en mi cintura— Él va a enloquecerme.

Definitivamente lo haría.

El terminaría con la poca cordura que aún quedaba en mi.

[🦋]

Yo creo que la Lexa no aguanta un segundo más sin que el Jk la devore😏

Las cosas se ponen cada vez más intensas.

¿A alguien le parece casualidad las pequeñas expresiones de Lucía?

A pesar de todas esos momentos de tensión entre ellos, pues me encanta esa faceta comprensiva de Jk, que casi siempre la muestra con Alexandra🥹

Bueno, lxs leo en los comentarios.

Nos vemos en el próximo capítulo, que espero sea pronto.

Lxs amo💜

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