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[24 horas antes de "Jungkookzilla"]

Jungkook estaba devorando la boca de SeokJin. Sus labios hinchados se restregaban a los carnosos del Barman y eran un contraste exquisito junto a los finos de los que él era dueño. Estaba tan ebrio y caliente que, solo deseaba que SeokJin lo tomara con seguridad y lo acariciara y tocara en todos los lugares correctos.

Justo como ahora, cuando las grandes manos de éste lo tomaban de sus glúteos y lo atraian más a su cuerpo. Jungkook gemía sobre sus labios cuando sentía su erección frotarse a la del otro, finalmente.

—Oh, joder... Si, es lo que necesito —susurraba, tomando aire y dejando que el castaño lamiera su mentón y delineara este con sus dientes—. Eso... Sólo haz un jodido desastre de mi —pedía agitado,  comenzando a mover su pelvis encima de la de SeokJin.

—Ah, no, no, no —pedía el castaño de repente, cuando sentía lo bien que Jungkook se movía encima para provocar una fricción tortuosa sobre él.

El pelinegro lo veía queriendo arrepentirse de inmediato y se apresuraba a responder—. Si, si, si —replicaba, llevando sus labios al cuello del barman para comenzar a besar fuerte y seguro.

Daba repetidas succiones en la zona sensible y erógena que hacía a SeokJin perder la batalla unos segundos. Gimiendo gravemente y logrando apretar de nuevo el cuerpo de Jungkook al suyo.

—Eso es, yeobo... —susurraba el pelinegro perdido, con ese sobrenombre tan íntimo, mientras lograba que la boca de SeokJin volviera a su cuello y su rostro  con besos intermitentes mientras que él desabrochaba su camisa con desesperación.

—Dios, Jungkook detente —pedía con toda su fuerza de voluntad.

—Vuelve a decirme Kook —susurraba el menor mientras le quitaba la camisa y Seokjin no se negaba a levantar su cuerpo para dejarle realizar aquella acción. Luego veía una sonrisa de dientes y todo en el bonito rostro ebrio de Jungkook y como arrojaba su camisa hacia atrás.

SeokJin reía apenas de forma muy sensual y se apoyaba sobre sus codos notando como Jungkook lo miraba sin reparo. Con unos ojos hambrientos que decían más que sus palabras, pasando sus manos por sus brazos tatuados. Luego sobre su pecho, el mismo carecía de dibujo alguno.

— ¿Qué significan? —repetía, relamiendo sus labios mientras acariciaba el pecho, los brazos y los hombros pronunciados del barman bajo su cuerpo.

—No lo sé, los primeros tenían un significado, luego me deje llevar —respondía viendo los ojos brillosos del menor—. Ahora dime ¿Por qué besas en la segunda cita y te entregas en la quinta?

Jungkook reía, era una sonrisa sin sentido, pero divertida y adorable, para luego encogerse de hombros.

—Creo que lo vi en alguna película o una serie —susurraba, mientras continuaba acariciando a SeokJin sin apuro.

Luego se inclinaba y lo besaba con suma vehemencia, esta vez.

El que lo besaba ahora era definitivamente, alguien que acostumbraba de una vida en pareja y no con la desesperación de hacía minutos atrás. Jungkook parecía ser muy entretenido para SeokJin. Y le gustaba como movía su lengua dentro de su cavidad, de forma suave y lo saboreaba con lentitud.

—Es como una regla tácita —soltaba luego de cortar el beso, sobre los labios de SeokJin. Una mirada oscura que destilaba lujuria y tenían al otro enganchado de ésta—, cinco citas son justas —decía elevando su mano—. Te darás cuenta si realmente disfrutarías de la otra persona en la cama, sin entregarte a la primera. Ni tampoco esperarías mucho para comerte al otro. Sólo es justo a tiempo.

SeokJin asentía interesado en aquella lógica.

—Pero esta no es una quinta cita, ni siquiera una primera y me estás pidiendo que haga un jodido desastre contigo —exclamaba, acomodando un mechón rebelde detras de la oreja del menor—. ¿No va eso en contra de tu regla tácita?

Jungkook se quedaba serio, con un adorable puchero en sus labios que, SeokJin quería morder, unos segundos de silencio incómodo y luego se quitaba la prenda superior para dejar frente al barman su cuerpo tonificado y sus abdominales de infarto.

—Ay, dios... —soltaba SeokJin, dejando caer su cabeza hacia atras. Su polla no podía ignorar nada de lo que estaba sucediendo—. Esto no es fácil para mí —susurraba SeokJin—, no puedes verte así —exclamaba, no pudiendo evitar llevar sus dedos al abdomen trabajado y de ensueño del que Jungkook era dueño.

Relamiendo sus labios, subía acariciando cuesta arriba y rozaba uno de los pezones que resaltaba del pectoral de Jungkook e instantáneamente, este otro gemía dulcemente, echando su cabeza hacia atrás y tomando de repente a SeokJin de la nuca para acercarlo a su pecho.

El barman no había tardado en entender lo que Jungkook quería y lo que necesitaba. Sacando su lengua, lamía superficialmente el botón rozado y otro gemido retumbaba en su oreja, la cual sentía un chupon fugaz de la boca rápida del menor y eso lo encendía.

SeokJin se desconectaba de su consciencia. Tomaba a Jungkook de su cintura e intercambiaba papeles.

—Si, por favor —rogaba el pelinegro. El barman lo veía y se perdía en ese rostro de placer por simples roces. Dios, no le había hecho nada aún. Así que, se dejaba llevar. Tomaba el rostro de Jungkook y lo besaba de forma pasional.

Las piernas musculosas del niño bonito se enroscaban en su cintura y lo jalaba más hacia abajo, por lo que, finalmente se encontraban restregandose contra el otro. Piel con piel y eso lograba hacer que un gemido totalmente ronco se escapara desde el fondo de la garganta de ambos. El castaño daba unas estocadas en falso y Jungkook se deshacía en gemidos, dejándole su cuello blanquecino a merced de su boca hambrienta.

Seokjin se encargaba, rápidamente, de hundir sus dientes allí, mordiendo. Besando. Succionando. Ese era el momento en el que sabía que dejaría notorias marcas pasionales en la unión del cuello y hombro de Jungkook. Y luego bajaba, chupando de nuevo la zona de las clavículas.

—Maldita sea, eres... —soltaba jadeante el menor.

—Lo sé... —susurraba el castaño, muy creído y caliente.

—Oh, joder —la lengua de SeokJin bailaba por el bonito ombligo de  Jungkook y este otro subía hacia arriba su pelvis y empujaba la cabeza del barman cuesta abajo—, sigue, sigue. Por favor.

SeokJin quería más de esa piel, de ese cuerpo perfecto. Quería besar cada rincón de su víctima por lo que, se encargaba de dejar a Jungkook sin pantalones, sin medias y mierda. Él no pensaba cuando besaba los muslos de la parte interior de Jungkook, pero-...

—Nop... — se levantaba de inmediato, limpiando sus labios y fregando su rostro. Su cabello negro lo jalaba hacia atrás y dejaba ver esa frente que le daba un porte poderoso y a la vez tenso.

— ¿Por qué, por qué? —preguntaba Jungkook, caminando en dirección a él, solo con un boxer y mostrando que era jodidamente perfecto por donde fuera que SeokJin lo mirará.

Y estaba excitado. Muy duro. Igual que él.

—No te acerques —pedía, con sus manos en dirección a Jungkook, quién daba un paso más—. Detente ahí

— ¡Jiiiin! —soltaba como si fuera un pequeño berrinche—. Lo quiero

—No, Jungkook no lo quiere —afirmaba, fregando su rostro para bajar la calentura.

El menor se mordía su labio inferior al verlo de pie con solo ese jean y su torso al desnudo. Si, Jungkook tenía razón, SeokJin era todo lo que estaba mal y no cuadraba en su ecuación de la búsqueda del hombre perfecto. Pero lo deseaba.

—Jungkookzilla no está aquí —susurraba el menor.

SeokJin fruncía su ceño y lo miraba—. ¿Jungkookzilla?

Jungkook reía y por primera vez SeokJin notaba que era una sonrisa peculiar y algo torcida. El labio inferior de Jungkook hacía que no pudiera tener una sonrisa perfectamente recta, sino algo torcida y era una peculiaridad adorable, totalmente imperfecta, pero que de hecho hacía que Jungkook se viera perfecto. Era muy atractiva en su bonito rostro.

—Mi ex decía que era muy dulce, pero cuando me enojaba era todo lo contrario y me puso Jungkookzilla.

Volvía a reír y de repente quedaba serio en el centro de su sala.

—Por favor no digas que lo extrañas, no soy bueno consolando a la gente —mencionaba el castaño—. Si empiezas a llorar o algo, llamaré a emergencias mientras te acaricio con tu escoba.

Jungkook apretaba sus labios y caminaba seguro hacia SeokJin, tomaba de nuevo su rostro y lo besaba, otra vez. SeokJin tenía sus ojos abiertos y notaba como Jungkook cerraba los suyo, notaba como lo besaba con dedicación y sentia el sabor a vodka y fresas en la lengua del pelinegro.

Eso no estaba bien.

—Kook... —quitaba la manos del menor y suspiraba alejándose, viendo cómo el otro lo miraba con esos ojos de cachorro y sus labios hinchados—. Así no

—No creí que fueras tan decente —mencionaba Jungkook arrastrando su lengua.

—No lo soy, créeme, para nada. Y quizás en otra ocasión te hubiera follado, pero me caes bien —admitía con sencillez—, creo que prefiero ser más amigable contigo que... Hacer otra cosa que "Jungkookzilla" no querría —hacía comillas—. Y repito, no soy decente, solo que mi ego quiere saber que me deseas sobrio y ebrio, en todo caso, pero así... —lo señalaba—. Yo no me aprovecho de la gente en este estado, a lo máximo bebemos juntos y luego de diez cervezas compartidas, por ley y pura lógica... —alzaba su dedo índice—, terminamos follando en igualdad de condiciones ¿pero así?... No.

Jungkook hacía un puchero y entrecerraba sus ojos, parecía que el sueño era el próximo paso en su lista al ver que su calentura no sería saciada.

—Una lástima que no seas el tipo de Jungkookzilla —mencionaba el menor.

SeokJin chasqueaba su lengua y hacía una mueca despreocupada.

—Quizas el SeokJin de hace unos años sería casi perfecto para ti —admitía—, pero este que soy ahora, solo serviría para enseñarte a disfrutar de la vida y quitarte de la cabeza esa ridícula idea del matrimonio, familia y hombre perfecto.

Jungkook fruncía su ceño y rascaba su cabeza—. Lo dices cómo si supieras que no existe... Como si lo hubieses vivido —susurraba perezoso.

—Solo digo que tienes expectativas muy altas y eso hará que te vaya fatal o podrías tener suerte, pero... ¿La tuviste? —cuestionaba con una mueca.

Jungkook caminaba con dirección a su mesa y se apoyaba sobre esta. Luego veía a SeokJin tomar la mochila que había quedado en algún lugar de la entrada y le devolvía su laptop.

—Un sitio de citas es una mala idea, sin importar su algoritmo. Esas cosas no sirven —mencionaba el barman.

Jungkook tomaba la laptop, la dejaba sobre la mesa y lo miraba.

— ¿Puedes enseñarme a ser más relajado? —soltaba.

Y «esa sonrisa», pensaba el castaño, alzando sus cejas sorprendido, luego sonreía.

—Con gusto, pero creo que el pedido viene de Kook y no de Jungkook —afirmaba.

El menor comenzaba a reír, una risa aniñada contagiosa y luego tomaba una servilleta de su mesa y una birome que había sobre esta.

—Dejaré una nota a Jungkookzilla —mencionaba lentamente, con obvios ademanes de tipo ebrio y algo tambaleante, más su lengua pesada. Se giraba y comenzaba a escribir, regalándole una vista de su espalda, su glúteos y piernas a un SeokJin que rogaba al cielo que su polla no se sobre-exaltara ante aquella imagen, otra vez pero...

—Maldito libidinoso —susurraba.

Jungkook miraba hacia atrás—. ¿Estás viendo mi culo?

—Probablemente —admitía. Luego bajaba la mirada y se comía a Jungkook con sus ojos—, de acuerdo si. Pero no te haré ni la mitad de lo que deseo hacerte realmente —afirmaba.

El pelinegro suspiraba, volvía a escribir algo más y luego doblaba la servilleta para dejarla dentro de su laptop. SeokJin lo veía sonreír muy contento y satisfecho.

— ¿Qué escribiste? —preguntaba curioso.

Jungkook le sonreía con dientes y todo. ¡Ay, esa sonrisa torcida tan preciosa!. Repentinamente afilaba su mirada y enfocaba el lunar debajo del labio inferior que este tenía. No lo había visto jamás en ocasiones anteriores.

—Que eres lo que necesito —respondía Jungkook, sacándolo de su ensoñación. Luego se acercaba a SeokJin y se arrodillaba frente a éste, con esa mirada sensual.

—No me compliques las cosas —susurraba SeokJin, viéndole desde arriba—. Estoy decidido a rechazarte. Por hoy.

Jungkook reía otra vez y se encargaba de quitarle los zapatos. El barman no entendía, pero no se oponía. Luego el pelinegro se ponía de pie y enroscaba sus brazos alrededor de su largo cuello.

—Duerme conmigo, Jin —susurraba.

El barman suspiraba derrotado, sabía que aquello era una mala idea. Especialmente porque su piel se calentaba ante el más mínimo roce de Jungkook.

—Déjame ir —pedía con voz ronca.

—Solo será dormir —exclamaba el pelinegro—, solo duerme conmigo.

Segundo después, finalmente respondía—. Me iré antes de que despiertes para que no tengas un enloquecimiento junto con tu resaca —mencionaba, claramente aceptando la invitación.

Jungkook volvía a reír, era tan adorable relajado. Y bueno, también era caliente. Caliente como el infierno, SeokJin no entendía como había logrado levantarse de la cama para dejar de besarlo y tocarlo, pero lo había hecho. Que alguien arriba anotara eso como la mejor buena acción de su jodida existencia.

—De acuerdo, te irás antes. Lo entiendo, aunque estoy seguro que no recordaré nada porque el vodka es la mejor solución para tener amnesia luego —afirmaba alzando sus cejas y sonriendo.

SeokJin rodaba sus ojos y por unos segundos, envolvía sus brazos en la diminuta cintura del pelinegro. Cuando se acercaba a la boca ajena, optaba por dejar un beso en el reciente lunar descubierto. Debajo del labio inferior de Jungkook.

—Aburrido —soltaba el menor que quedaba esperando un beso real.

—Soy todo lo contrario, Yeobo —soltaba gravemente con ese tono cómplice, dando a entender que no había olvidado que Jungkook se lo susurró minutos atrás.

—Yeobo —repetía el menor dulcemente—, prometeme que intentarás aconsejarme para relajarme

—Eres un pesadilla, tú no tomas mis consejos —mencionaba seguro el barman.

—Lo sé, pero creo que necesito un compañero en crimen, Yeobo —repetía.

SeokJin relamía sus labios y no estaba seguro del por qué, pero él quería que ese chico viviera un poco más de lo que venía haciéndolo. Y se negaba a ver más allá de una simple atracción física.

— ¿Has sido el "Yeobo" de alguien alguna vez, Jin? —susurraba.

De nuevo la luces que entraban por el ventanal hacían a Jungkook irreal, a pesar de estar a contra luz.

—Nop —negaba rotundamente el castaño, enfocándose en la pregunta—, no lo creo.

—Mm... —soltaba Kook, quizás con un deje de tristeza.

—Tengo sueño y no quiero darte chance alguna de que me pongas duro nuevo —soltaba SeokJin, rompiendo el momento serio—, ¿vamos a dormir?

—Vamos a dormir —afirmaba Jungkook, desenroscando sus brazos y llevándose al castaño de la mano con dirección a su cama una vez más.

Un tropezón con sus zapatos y se tambaleaba siendo sostenido por el mayor.

El resto, fue historia ya contada. Y Seokjin no había recibido un zapatazo solo porque Jungkook no lo tenía a mano. Pero el barman recordaba todas y cada una de las palabras, las miradas. Los besos y caricias compartidas. Mientras que Jungkook no sabía ni como diablos había hecho para escribirse esa nota a él mismo.

Una semana había pasado de aquello. Una semana en la que Jungkook había rogado no cruzarse a SeokJin en la cafetería del barrio y no lo había hecho, gracias al cielo. Para su sorpresa. Inclusive había usado el lugar en ocasiones por la falta de Wi-Fi en su apartamento, ya que se había deshecho de la mala empresa que le propiciaba su mal servicio. Pero lamentablemente, no podía coincidir en las visitas con los encargados de su nueva compañía de internet.

Era viernes y nuevamente estaba con la intención de ver su perfil de citas, ya que, había visto varias solicitudes y quería chequearlas para acceder inmediatamente a un encuentro para sacarse el mal sabor de Kim Seokjin. Pero no tenía internet y el Wi-Fi del bar "Lips" llegaba escasamente por su ventana.

— ¡Aish! esto es ridículo —se quejaba.

No quería volver a la cafetería, ahí debía tomar algo para usarlo y diablos, no debía ser derrochón con el dinero. Había otras cosas más importantes en que gastar que la cafeína veinticuatro siete y para colmo, no era nada barato. Resoplaba, se miraba sus fachas y alzaba su mentón, sabiendo con exactitud a donde debía de ir. A la mierda la vergüenza, ya había pasado una semana y Jin le debía Wi-Fi gratis hasta que pudieran colocarle el suyo.

Tomando su laptop, salía decidido, eran las cinco, había sido un día largo en el spa con muchas cosas que hacer y no había tenido tiempo de ocio para él mismo. Así que ahí se encontraba caminando decidido y con su frente en alto, metiéndose nuevamente al bar "Lips".

Miraba a los alrededores y estaba tranquilo aún y no se veía Jin por ningún lado. Sonreía victorioso y se acomodaba en la barra. Abría su laptop y Daehyun, la bonita chica rubia—también tatuada—aparecía frente a él.

—Jungkook ¿cierto? —preguntaba con un sonrisa.

El pelinegro alzaba la vista—. Hola ¿cómo estás? —saludaba con dulzura.

Si, Daehyun le compraba el personaje adorable.

—Que disfrutes el Wi-Fi —mencionaba sonriente y le servía un vaso de agua fresca.

—Ella si me cae bien —musitaba para sí mismo, conforme.

El tiempo había pasado y le habían recomendado un nuevo sitio en el proceso que el tiempo transcurría, así que muy seguro y entretenido iba por ello, pero todo momento de paz, tenía un límite.

—Jungkook ¿Qué haces? —preguntaba esa voz irritante detrás de él.

Alzando su mentón, giraba su cabeza muy decidido a no sentirse abochornado y respondía—. Creando mi perfil en un nuevo sitio de citas serias

—¿Citas serias? —replicaba el castaño. Conteniendo muchas palabras más.

Burlas, especialmente en su repertorio.

—No todos son tan patanes e irresponsables como tú —atacaba Jungkook con seguridad.

SeokJin apretaba sus dientes y decidía jugar como él—. ¿Y lo haces en pijamas, en mi bar y usando mi Wi-Fi gratis?.

Jungkook abría su boca y la cerraba, luego miraba amenazante al castaño y soltaba—. Cierra la boca Jin o te denunciaré por ruidos molestos provenientes de tu bar.

El barman no quería admitir que se sentía ofendido porque Jungkook era de nuevo "Jungkookzilla", pero diablos que ese niño lograba enojarlo con éxito y él era un tipo relajado. Sólo había una persona que lo ponía de malas y no quería sumar al bonito pelinegro en su lista.

—Con ese jodido carácter nadie querrá casarse contigo —refutaba seguro.

—Cuando tengas la invitación para mí boda, vas a tragarte tus jodidas palabras —atacaba Jungkook seguro.

Eran dos niños en el cuerpo de dos adultos.

Pero SeokJin se arrimaba peligrosamente al pelinegro y éste le sostenía la mirada con todos sus músculos tensos.

—Me quedé con ganas de tragarme otra cosa —susurraba Jin, con ese tono perturbadoramente sensual.

La piel de Jungkook se volvía de gallina por el efecto que tenía en él y no quería admitir que su polla había sentido un tirón repentino—. Cierra la boca —mencionaba acercándose otro poco—, te dije que lo olvidarás

—Y también me pediste que te aconsejara —le recordaba.

—Olvida lo que dije ebrio —rogaba el menor.

SeokJin se alejaba y negaba—. No lo haré. Lo siento, pero... —añadía levantando su dedo índice frente al rostro de un Jungkook confundido—, trae a tu primera cita aquí. Déjame aconsejarte en tiempo real y verás que soy muy bueno

— ¿En qué podrías ser bueno tú? —cuestionaba el pelinegro aburrido, pero despojado de toda vergüenza.

Posiblemente no le quedaba orgullo que salvar, no estaba seguro.

—En reconocer un patán cuando lo tengo cerca y verás que tus sitios son puro bla-bla-bla y que estás perdiendo tu valioso tiempo.

Jungkook abría su boca y la volvía a cerrar. Luego recordaba la palabras de su madre, sobre vivir y dejar de ilusionarse con puro imbécil allá fuera. Pero Kook estaba seguro que el hombre perfecto para él, estaba en algún jodido lugar. No podía no creerlo, no podía no soñar con algo bueno y positivo.

Que lo condenaran por no ser pesimista.

— ¿Qué será? —provocaba el barman.

Jungkook suspiraba cansino y luego de rodar sus ojos y reconsiderarlo unos momentos, extendía su mano.

—Hecho. Traeré mi primera cita aquí y verás que no todos son como tú.

SeokJin fingía dramáticamente que le había ofendido, pero se recuperaba a los tres segundos, sonriendo victorioso.

—Y yo te enseñaré a que todos los hombres son iguales y que tú necesitas un respiro —extendiendo su mano, estrechaba la de Jungkook con seguridad y firmeza.

El agarre los hacía sentirse extraños. Principalmente a Jungkook, quien no podía recordar hasta donde habían llegado para ahora darse un simple apretón de manos. Así que rápidamente lo soltaba. No admitiría jamás la picazón en su palma por el toque superficial ajeno.

—Ya veras, Jiiiin —repetía con esa voz sarcástica.

El barman reía con esa risa seductora y replicaba—. Ya veremos, Yeobo —y se daba la media vuelta para comenzar su turno.

Eso sería interesante y ni siquiera Jungkook podía negarlo.

Creí que tardaría más en salir este cap dos, pero no.

¿Cómo vamos? Este no es un fic largo, pero siempre espero desarrollarlo bien y no a las cachetadas 😅

Sin ven errores perdón, ya corregiré. Muy pronto por telefe.

Pd: la sonrisa"torcida" de la que hablo en este cap, es algo similar a esta (no encontré un donde se notará mejor) pero deduzco que habrán notado que a veces Jungkook tiene algo así como su boquita "torcida" y me parece un detalle que lo hace tan perfecto 😟😍


Y felicitaciones a ¿YSDQN? porque con solo 5 caps oficiales ya sobrepaso los 1k de votos. Ay, ustedes hacen que valga la pena, siempre.

Con amor Niñita Nany 💜

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