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ᴇꜱᴛᴏʏ ꜱᴇɴᴛᴀᴅᴀ ᴊᴜɴᴛᴏ ᴀ ᴍᴀᴅɪꜱᴏɴ en el porche de casa de Derek. Las dos miramos como cae la lluvia por los cristales de la ventana en un largo silencio.

—Oye— La llamo moviendo mi cabeza para poder mirarla. —¿Cómo era
mamá?—

Madison me mira y suspira con una pequeña sonrisa inocente.

—Se parecía mucho a ti... También era manager de alguien de la Fórmula 1— Al decir eso, mis ojos se abren como platos.

—¿Sabes de quién?— Le pregunto con curiosidad.

—No, no nos lo llegó a decir— Segundos después de responder eso, Noah llega corriendo hacia nosotros.

—Leah está llorando— Nos avisa, pero antes de que mi hermana se levante, le cojo del brazo y me levanto yo.

—Yo voy, tranquila— Le digo. Madison me sonríe y se vuelve a sentar donde estaba.

Subo a la habitación de Derek, donde veo a la pequeña Leah tumbada en la cama mientras llora con fuerza.
La cojo en brazos y voy moviendo mis brazos lentamente para que deje de llorar.

La pequeña me mira y se aferra más a mí para volver a caer en un profundo sueño.
Vuelvo a dejarla en la cama y la observo mientras duerme tranquilamente.

Quiero algo así...

Hago una mueca al ver que ni siquiera he podido estar con Carlos en paz y me estoy ilusionando con llegar a tener una familia con alguien.

Dejo a la pequeña descansar y vuelvo a bajar al salón, donde me encuentro a todos mis hermanas hablando tranquilamente.

—Alexis— Me llama Derek. Veo como le da unos golpecitos al asiento que hay a su lado para que vaya y me siente ahí.

Hago lo que me pide y me fijo en como todos mis hermanos me miran esperando algo por mi parte.

—¿Qué?— Digo algo confusa por cómo me miran todos.

—¿Cuándo es la próxima carrera?— Me pregunta Daniel rompiendo el silencio.

—La semana que viene, ¿Por qué?— Mi expresión no cambia en ningún momento.

Todos miran a Derek durante unos segundos y este asiente.

—¿Te apetecería quedarte aquí unos días? Queremos que nuestra relación como hermanos funcione— Las palabras de Derek hacen que la idea de irme a vivir con Carlos se desmorone por completo.

Me quedo en silencio, mi mente no para de visualizar la discusión con Carlos del día antes y una parte de mí se siente culpable por ello.

Antes de poder responder, el timbre de la casa suena, haciendo que pegue un pequeño brinco por el susto.

Derek se levanta y va directamente a la puerta de entrada para ver quien es y mientras el desaparece por el pasillo yo miro a Madison con una mueca, haciendo que ella rápidamente entienda a lo que me refiero. Ayer le conté lo que pasó con Carlos y ella estuvo para mí dejando que llore en su hombro sin réplicas.

—¡Alex!— Una voz proveniente de la entrada hace que desvíe mi mirada para poder ver quien me llama. Desde el salón se escucha como alguien viene a paso rápido desde la entrada y cuando veo a un moreno de ojos oscuros de pie en la entrada del salón mis ojos se iluminan.

No me muevo, ni siquiera me llego a levantar del sofá. Mi mente aún está recalculando el momento en el que Carlos ha llegado.

Veo como el Español se intenta acercar a mí, haciendo que mis hermanos se pongan alerta. Noah se levanta antes de que el moreno de un paso más y se pone delante de él con una mirada amenazante.

—Vengo a hablar con ella— Le dice Carlos a mi hermano enfrentándolo.

—No importa a lo que vengas, estás en casa de mi hermano y estoy seguro de que has entrado sin su permiso— Mi hermano se acerca más al piloto en forma de amenaza.

Llegados a este punto, los mellizos, Madison y yo nos hemos levantado poniéndonos a la defensiva por sí algo pasa con nuestro hermano mayor. Derek se sitúa a mi lado observando cada uno de los movimientos de Carlos.

El piloto de Ferrari no se separa de Noah en ningún momento, en cambio, no mueve ni un dedo y no se aleja de él desde el momento en que se han acercado uno al otro.

—Largo— Ordena mi hermano con un tono de voz más elevado que el anterior.

—No me iré sin haber hablado con ella— Le recalca Carlos a Noah sin desviar la mirada.

Ahí es donde Noah le da un leve empujón a Carlos, haciendo que el piloto se lo devuelva más fuerte todavía.

En el momento en el que Noah se iba a defender hemos salido mi hermana y yo a evitar que esto se salga de control.

Madison tiene a Noah cogido de los brazos evitando que se vuelva a acercar a Carlos, en cambio, yo tengo una mano apoyada en la espalda baja del piloto y otra en su pecho mientras retrocedo con él.

—Basta, los dos— Les regaño una vez los dos ya están a más de medio metro. Mi mirada se desvía hacia Carlos y observo sus ojos detalladamente. Veo como esos mismos están hinchados y algo rojos.

Mis ojos no se despegan de los de Carlos en ningún momento, quiero hacerme creer que solamente tiene ese color de ojos a causa de la playa y de la sal del agua, pero se me hace imposible.

—¿Podemos hablar...?— Pregunta con miedo sin romper el contacto visual.

Miro a mis hermanos durante unos segundos y rápidamente vuelvo a desviar mi mirada hacia el Español.

—Sí...— Murmuro lo suficientemente alto para que me escuche. Aparto mis manos de su cuerpo y subo las escaleras para ir hasta la habitación en la que me he quedado esta noche.

Al llegar a la habitación, Carlos cierra la puerta detrás de él y me mira fijamente durante varios segundos.
El moreno trata de acercarse a mí, pero lo interrumpo poniendo mi mano en su abdomen para que se detenga.

—¿Cómo me has encontrado?— Le pregunto sin levantar siquiera la vista del suelo.

—Caco. Sabía que ibas a ir a casa de Derek, así que le pedí que buscará su ubicación para poder encontrarte— En sus ojos hay una mezcla de arrepentimiento y tristeza.

—¿Por qué...? Me ha quedado todo muy claro desde la conversación de ayer— Le respondo aguantándome las ganas de llorar.

El moreno me mira con esos ojos marrones y vuelve a intentar acercarse a mí. Esta vez no se lo impido, el moreno queda a centímetros de mí y eso hace que me ponga nerviosa.

—Lo siento... Mucho... Es que, me duele muchísimo verte llorar por alguien— Se disculpa dejando que unas pequeñas lágrimas se asomen. —Y ver que querías visitar a la persona que te hizo llorar a mares ese día me molestó mucho. ¡Por dios, Alex! Me gustas mucho y no quiero que nada ni nadie te haga daño— Se me encoge el corazón al ver como me confiesa sus sentimientos.

No me resisto, paso mis brazos por detrás de su cuello y uno sus labios con los míos.
El beso es lento pero algo agresivo. Sin previo aviso me levanta del suelo haciendo que enrrosque mis piernas al rededor de sus caderas.
Me deja suavemente sobre uno de los muebles pegándose más a mí sin dejar de besarme.

Me separo de él por falta de aire y paso mis manos sobre sus hombros mientras los acaricío con una sonrisa. El moreno pasa sus manos por mi cintura y me pega más a él para abrazarme.

—¿Qué te parece una cita esta noche?— Me pregunta sonriendo.

Hago como que pienso unos segundos sin perder mi mirada de la suya y finalmente, asiento sonriendo.

—Solo sí me pasas a buscar— Bromeo rozando su nariz con la mía.

—¿Acaso lo dudabas, señorita?— Me dice sin despegarse de mí.

El roze de sus labios con mi nariz hace que un pequeño escalofrío recorra mi cuerpo y una leve sonrisa aparezca en mi rostro.

Carlos se separa de mí y yo bajo del mueble para entrelazar mi mano con la suya.
Nada más bajar al comedor, mis hermanos se levantan algo alarmados por lo que haya pasado ahí arriba.

—Estoy bien— Le digo a Derek en cuanto se ha acercado a mí. —Él no me haría daño— Mi mirada se cruza con la de Carlos, haciendo que este sonría.

Noah se acerca a nosotros y se vuelve a quedar delante del Español, para después estirar una de sus manos hacia él.

—Lo siento, Alexis es mi hermanita y después de todo, no quiero que le pase nada— Carlos estrecha la mano de mi hermano con una mueca.

—No importa, no te preocupes— Le responde el Español.

Estoy sentada sobre la cama mientras observo como mi hermana desordena todo su armario en busca de un vestido.

Alguien llama a la puerta, pero lo visto, eso no saca a Madison de su mundo, así que me levanto de la cama y abro la puerta, ahí es donde visualizo a un Derek sonriente.

—¿Puedo ayudar?— Pregunta enseñándome un neceser de maquillaje y una bolsa de accesorios para el pelo.

—¿Has rebuscado en mi maleta?— Le pregunto al ver el neceser de color verde.

—Era por una buena causa— Responde entrando a la habitación.

—¡Aquí está!— El grito de Madison hace que Derek y yo demos un brinco.

La morena me da su vestido y rápidamente se me iluminan los ojos al verlo. El vestido es rosa pastel, es de tirantes y ajustado.

Me voy al baño a ponérmelo y sinceramente, me queda bastante bien. Nunca había tenido un vestido tan bonito.

Antes de salir, Derek y Madison entran al baño haciendo que la puerta de un golpe contra la pared, pero no le toman importancia.

—Siéntate, Derek te peina y yo te maquillo. Y no aceptamos un no como respuesta— Mis hermanos hacen que me siente en el váter mientras hacen su trabajo.

Finalmente, me dejan mirarme al espejo. Alucino al ver como sigo siendo igual de natural que siempre. Madison me ha hecho un maquillaje espectacular. Llevo un poco de colorete, un poco de sombra de ojos y algo de rimel.

Y del peinado, mejor no hablemos. No sé cómo Derek ha aprendido a hacer esta maravilla, pero se lo agradezco. La coleta alta con los dos mechones por delante resaltan mi pelo largo y oscuro.

—Muchas gracias— Les agradezco con una sonrisa. Mis dos hermanos me abrazan con fuerza como la primera vez.

Me miro al espejo y admiro como me han dejado mis dos hermanos mayores. Hasta que me fijo en un detalle.

—¿Me podríais dejar un momento?— Les pido a lo que ellos asienten y salen por la puerta del baño.

Busco entre mi bolsa de maquillaje el corrector y finalmente, lo encuentro. Aplico un poco sobre mi brazo izquierdo y lo esparzo tapando las quemaduras del día anterior.

El timbre suena haciendo que rápidamente guarde todo el maquillaje y baje a la sala de estar, donde una pequeña Leah me mira sonriente.

—¡Tía Alex!— La pequeña se acerca a mí y se deja coger en brazos. —Estás muy guapa, de mayor quiero ser como tú de hermosa— Mi corazón se derrite al escuchar esas palabras salir de la boca de mi sobrina.

Unos pasos provenientes de la entrada hacen que me dé la vuelta para mirar quién es. Un Carlos entra a la sala y se me queda mirando con una sonrisa.
El moreno lleva un traje negro y una pequeña bolsa en sus manos.

—¿Quién es?— Murmura mi sobrina en mi oreja sin apartar la mirada de Carlos.

Antes de que pueda responder, mi hermana baja por las escaleras y me sonríe con dulzura.

—Ven, Leah. Dejemos a tu tía— La pequeña se baja de mis brazos y se va con su madre.

Me acerco al Español y lo miro a los ojos con una sonrisa plasmada en la cara. ¿He dicho, ya que me encantan sus ojos?

—Estás preciosa— Me dice dándome dos besos en las mejillas. —¿Nos vamos?—

Miro una última vez a mi hermana, la cual asiente con su hija en sus brazos. Rodeo mi brazo con el de Carlos y los dos salimos de casa.

El Español me abre la puerta del coche, haciendo que sonría ante el gesto. Me subo en el asiento de copiloto y espero pacientemente para averiguar a donde vamos.

Carlos aparca delante de un edificio con la azotea iluminada y me ayuda a bajar del coche.

Antes de entrar al edificio, noto como el piloto me pone una venda en los ojos, dificultándome la vista.

—Tranquila, voy delante de ti— Noto como me da su mano y me guía poco a poco.

Siento como una brisa fresca choca con mi cara, dándome a entender, que estamos al aire libre.

Carlos me quita la venda de los ojos, dejándome ver una preciosa vista de todo Madrid. La terraza está decorada con luces y amapolas blancas, hay una alfombra en el suelo y varias almohadas sobre ella y por último, algunos platos de comida y champán.

—Carlos, esto es hermoso— Le digo acercándome al balcón.

—Sabía que te gustaría, las amapolas blancas han sido mi toque especial— Me responde. Lo miro haciendo que mis ojos brillen de la emoción.

Sin pensármelo mucho, me acerco a él y pego sus labios a los míos. Noto como sus manos bajan hasta mi cintura y dejan caricias en esta. Rodeo mis brazos por su cuello, haciendo que se pegue más a mí.

La falta de aire hace que nos separemos, pero nada impide que el Español pegue su frente con la mía con una sonrisa.

—¿Cenamos?— Me pregunta a lo que yo asiento lentamente.

Los dos nos sentamos uno delante del otro y cenamos con sonrisas y risas de por medio, hasta que, una vez que acabamos, Carlos saca la bolsa que traía al inicio de la noche y me la entrega.

—Carlos, no hacía falta— Le digo algo apenada por no haberle traído nada.

—Quería que me perdonarás de alguna manera u otra— Responde.

Abro la bolsa y me encuentro con una pequeña caja de color azul. La abro con cuidado y veo un collar de plata con un caballo colgando de este.

—¿Te gusta? He mandado a que te lo hagan unos amigos— Veo temor en sus ojos, algo que se me hace muy tierno.

—Me encanta, es precioso— Me acerco a él y rápidamente el Español entiende lo que le estoy pidiendo. Hago a un lado mi pelo y dejo que el piloto ponga el collar en mi cuello.

Los dos continuamos cenando, hasta que, empieza a sonar desde el teléfono de Carlos mi canción favorita, Alive de Sia.

El moreno se levanta y me tiende la mano para ayudarme a levantarme.

—¿Bailamos?— Me pregunta sonriendo.

—Sería un placer— Respondo a lo que él pone una de sus manos en mis caderas y la otra la sostiene junto a la mía.

Mientras la canción continúa, los dos nos movemos con tranquilidad al ritmo de la música, a lo que yo voy tarareando la canción.

Suelto la mano de Carlos para rodear mis brazos por sus hombros y poder abrazarlo. Siento como apoya su cabeza en mi hombro e inconscientemente sonrío sintiendo las famosas mariposas en el estómago.

El Español se separa de mí y me mira sonriente durante unos segundos.

—Alex... Yo solo quiero ser feliz contigo, ¿Entiendes? No quiero a nadie más, no necesito a otra persona superior o igual a ti. Porque nadie podrá igualar lo que tú haces en mí, nadie me hará feliz tan solo con una sonrisa, nadie me escuchará y sabrá guardar mis secretos como tú, nadie me besará con tanta dulzura, nadie me dará abrazos tan fuertes capaces de calmar el dolor que llevo encima, nadie me hará el amor solo como tú lo hiciste logrando impregnarte en mi piel, nadie estará para mí, no solo en los buenos días, sino también en los malos, nadie aceptará los errores que tuve y me perdonará por ello, nadie será como tú, ni siquiera en otra vida podrá ser mi otra mitad, nadie.
Me gustas porque llegaste justamente cuando no te esperaba, me gustas no porque solo sea algo de físico, sino porque es algo que va más allá de lo sentimental.
Amo esa sonrisa que sale siempre de ti cuando ves algo estúpido, amo cuando siento que tus ojos no ven nada más que a mí, amo esa sensación de paz cuando me hablas o estás conmigo. Me enseñaste que no se necesitan años para averiguar si amas verdaderamente a esa persona. Solo sé que te amo y me da igual si ha sido demasiado rápido, porque mis sentimientos son reales, siempre lo han sido...— Toma mis mejillas y acerca su rostro al mío para poder juntar nuestras frentes.

Con los ojos cristalizados de la emoción, sonrío ante su confesión y se me hace muy difícil ocultar mis lágrimas.

—Quiero hacerte una pregunta...— Dice sin siquiera separarse de mí. —¿Me harías el honor de ser algo más que tu amigo y compañero de trabajo...?— Y ahí fue entonces cuando descubrí que no podía mirar a nadie de la misma manera en que lo miro a él.

—Nada me haría más feliz...— Respondo dejando que una lágrima de alegría baje por mi mejilla.

Carlos suspira con alivio y se acerca más a mí para poner sus labios sobre los míos, dándome a saber que quiero sus besos toda mi vida.

La luz de la luna hace que el momento sea aún más romántico.
La voz de Sia resuena por toda la terraza mientras dice cantando "I'm Alive" como frase final de la canción.

Me separo de Carlos con una sonrisa y me lanzo a sus brazos para poder abrazarlo con fuerza y sin querer soltarlo jamás.

Tal vez no vea el futuro, o tal vez no haya futuro entre nosotros, pero... No importa que no dure para siempre, lo importante es que valga la pena.

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