•CAPÍTULO VEINTICUATRO•

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"Todo o nada"

En cuanto arribamos al hospital y vieron nuestro deplorable estado, el chisme del por qué estamos juntos pasó a segundo plano.

Entre los planteos y regaños del personal de urgencias que a base de palabrerías intentan infundir conciencia sobre mi accionar mientras nos revisan, y el sexi morocho que tengo la dicha de tener como novio, apoyando cada reto; me dan ganas de pegarme media vuelta y meterme en la primer ambulancia que ingresa para salir sin rumbo fijo.

—Bueno ¿cómo que es mucho ya, no creen? —comento algo fastidiado aunque no puedo contener la sonrisa que amenaza cada vez que el jefe de enfermeros (Seok Jin) se persigna ante el casi trágico relato de mi amor.

—Nada de mucho doctor Park, usted arriesga demasiado, siempre se lo digo. Y relaje el brazo que debo extraerle sangre.

—¿Y se puede saber para qué? —cuestiono al límite de mi buen humor.

—Ordenes del doctor Jeon, a mí no me diga nada —y fulmino con mi mirada al responsable de mis minutos perdidos mientras él, solo me regala su más hermosa sonrisa encuadrada entre flamantes hematomas.

Y mi enojo disminuye a pasos agigantados cuanto más lo miro, hasta que le consulto —: ¿Cariño, sabes si trajeron aquí al paciente que atendimos?

Y cuando todo nuestro alrededor se queda sumido en un profundo silencio, me pego mentalmente por su nombramiento.

—No pequeño, fue rumbo al hospital del Este —responde él con estable confianza, a lo que todo alrededor nuestro comienza su ciclo de nuevo menos yo; que ebullo calor como tetera hirviendo.

Pero cuando Jeon se aleja a firmar unos papeles de ingreso sin dejar que le coloquen apósitos en el bendito rostro y yo sentado aquí como un niñato necesitado de cuidados, la estruendosa sirena retumba en el acceso a emergencias.

Entonces, me incorporo a toda velocidad y ante el descuido de Jin, tomo del carro de implementos un estetoscopio y un lápiz luz para dirigirme luego hasta el ingreso. Llamando a un interno de los de guardia para que avance conmigo.

—¿Qué tenemos? —consulto al paramédico que ingresa sosteniendo el lateral de la paciente, mientras el camillero aferra el oxígeno a su cavidad bucal.

Escucho a lo lejos mi llamado... Llamado al cual hago caso omiso y me concentro en mi labor mientras tomo el oxigenador que sostiene el camillero.

—Femenina de unos 20 años con herida de bala, su saturación de oxígeno disminuyó a 60 —en eso se acerca Jeon exigiendo a uno de los enfermeros, cubículo para el ingreso de la paciente.

Y en cuanto llegamos al cubículo, trasladamos a la paciente de la camilla a la cama ortopédica.

A la cuenta de 3, 2... —Pequeño, deja que me encargo yo —indica Jeon pero ignoro su pedido.

—¡Tijeras! —exijo mientras saco el trapo que hace presión contra el orificio de ingreso de la bala, observando que el sangrado ha frenado, mientras un auxiliar me coloca el delantal y un par de guantes a toda velocidad.

La joven paciente recupera un poco mas de conciencia, a lo que Jeon le consulta su nombre mientras examina la dilatación de sus ojos y procede a presentarnos rápidamente.

—Cariño, voy a presionar y me avisas si hay dolor ¿sí? —anuncio a la paciente mientras asiente con sus ojos. Entonces, procedo a palpar su vientre en busca de posibles derrames o durezas y depende de su rostro, una idea de su cuadro me voy dando.

—Necesitamos ponerla de costado — cuestiona Jeon, a lo que le digo que a la cuenta 3, la giramos.

Ella, desarmada de dolor, se queja desgarradoramente y observamos que atrás no hay orificio de salida. Pero, lamentablemente, debemos tumbarla de nuevo a lo que sus lamentos no cesan.

—Tijeras doctor —le entregan a Jeon la herramienta y procede a cortar su pantalón.

—Cariño ¿Me escuchas? —cuestiono a la sufrida paciente y cuando me atisba, le comento que debemos realizarle una placa urgentemente porque la bala está adentro y debemos descartar daño interno de algún órgano.

—No presenta sangrado vaginal ni anal —dice Jeon con firmeza.

A lo que solicito le instalemos una sonda vesical ante la duda de un posible daño a la vejiga por la ubicación de la lesión y así, poder realizarle un análisis de orina.

—Preparen rayo abdominal —le indica Jeon al interno mientras me cuestiona con su mirada... Mirada que presiento perforar el lateral de mi mejilla.

—Doctor Jeon... —cuestiono levemente irritado.

—Es que deberías descansar un momento —anuncia entre pucheros como si fuera un pequeño regañado.

—Te recuerdo que, ambos dos, volamos por los aires; no solo yo —le cuestiono.

—Pero el que quedó inconsciente fuiste tú, pequeño —susurra cerca de mi oído.

En eso, las funciones vitales de la joven paciente empiezan a descontrolarse y activamos protocolo de emergencia. Ya que me percato de su creciente taquicardia y desfiguración de su rostro mediante desgarradores gritos de dolor.

—¡Va a realizar un choque hipovolémico si no la estabilizamos ya! —grita Jeon frente a mí.

E inmediatamente, palpo su abdomen superior y pecho, obteniendo en referencia un grito ensordecedor de la joven.

—¡Tiene un hemotórax en proceso! (presencia de sangre hemorrágica en la cavidad pleural entre la pared torácica y el pulmón)

Inmediatamente, Jeon solicita una sonda pleural y rasgando del todo la camisa de la paciente (mientras el enfermero desinfecta la zona a toda velocidad) cambiamos de lugar para que él pueda realizar la toracotomía. (introducir sonda entre las costillas para drenar la sangre acumulada a causa del impacto de la bala).

Cerca de media tarde y luego de una intensa y extensa jornada, me encuentro sentado en la cafetería del hospital abarrotado en estrés acumulado con mi café bien cargado y una magdalena de chocolate en mi otra mano, lo que me trae recuerdos del día en que el interno Kim Tae me quería todavía o eso parecía.

"Hasta que le robaste el hueso" dictamina mi intranquila conciencia que, aunque esté desplomado, para conversarme y alumbrarme con locas ideas no tiene descanso.

—Con que aquí estás, pequeño —escucho a mis espaldas y, automáticamente, mi rostro se me ilumina.

Pero lo que no esperaba, es lo que a continuación se me otorgó. Una profunda inspiración de mis cabellos como queriendo regenerar sus energías para poder soportar su intenso día sumado a un fuerte abrazo que rodea mis hombros mientras aprieta mi espalda contra su pecho.

Inmediatamente me sonrojo, dado que las variadas miradas indiscretas del lugar recaen directamente sobre nosotros; provocando un aumento del murmullo.

—Cariño... —cuestiono en un susurro mientras agarro sus brazos —. Nos están observando.

Él, me levanta de repente y sin darme tiempo a nada más que suspirar por sus labios, acuna mis mejillas regalando a mis temblorosos belfos; la perfecta sincronía de sus más dulces besos.




























HAW🥺

DEBO ACLARAR QUE ESTE PAR ME MATA DE EMOCIÓN Y DE AMOR😍

GRACIAS POR PASARTE🥰

LOS AMITO MUCHO❤

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