•CAPÍTULO VEINTITRÉS•

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

"Miedo"

En cuanto escucho la explosión, mi cabeza da mil vueltas antes de percibir mi rostro sobre el caliente asfalto.

Y a los pocos segundos, regreso a mi total grado de consciencia a pesar del dolor de las laceraciones en mi rostro y alguna que otra contusión de mi cuerpo.

Observo a mi lado, ambos cuerpos en perfecta ensoñación y me invade un sofocante y repentino miedo. Y mi desespero es a tal punto que dudo por un momento de qué manera debo actuar.

Lo primero que hago por instinto es gritar que despejen el lugar y arrastrar ambos cuerpos alejándonos del fuego.

Entonces, siento como un nudo repentino se aprieta en mi garganta pidiendo a gritos que regrese el tiempo atrás. Y con la última dosis de valentía que colma mi cuerpo, me arrimo a mi pequeño con todo el resquemor de lo que pueda pasar.

Acercando mi oído a su rostro percibo su apaciguado respirar y sin más remedio, aunque sude lágrimas de sangre, me aboco a la víctima que estabas salvando antes de la explosión.

Las potentes sirenas resuenan acercándose al lugar, cada vez más cerca. Y comprobando el casi nulo pulso del paciente, comienzo con RCP para evitar que entre en paro hasta que lleguen los paramédicos en la ambulancia y puedan trasladarlo hacia el hospital.

Coloco la base de una de mis manos sobre el esternón, justo entre medio de las tetillas del paciente, en cuanto las lágrimas comienzan a manar sin control alguno de mis ojos.

Desesperación... Angustia.. Impotencia... Carcomen lentamente todo mi ser.

Luego, colocando la otra base de la mano sobre ésta y entrelazando mis dedos, doy comienzo a las 30 compresiones de pecho más dos insuflaciones de boca. Y el esfuerzo es hasta tal punto, que creo oír el crujido de alguna costilla bajo la dermis de mis dedos.

Mi conmoción es tal, que verlo inconsciente a mi lado me supera, pero no puedo superponer su vida por la del paciente que está luchando por sobrevivir. Y aunque me desespere la angustia y me taladren los ojos por lograr tu despertar, primero, necesito salvar a tu paciente.

Paciente por el cual casi y por poco, me dejas...

Siguiendo con las firmes compresiones de pecho, observo a mi pequeño en el comienzo de su despertar a medida que los paramédicos arriban a nuestro sitio; y el entorno se llena de bomberos que apaciguan el fuego.

Una vez que el paramédico recibe al enfermo, que ha recobrado el pulso, me lanzó a buscar a mi pequeño que se encuentra envuelto en una manta refractaria mientras tratan de curar (sin resultados) su lacerado rostro.

Y como buen terco actuante de su vida, no puedo creer que luego de estar inconsciente quiera levantarse y correr a ver a las demás personas intervinientes en el choque.

—¡Hey amor! —logró captar su lábil atención como abstraído entre pensamientos mientras enfoca mi visión.

Y en ese momento, sus ojos se tornan acuosos y su cuerpo da inicio a un incipiente temblor. Puedo observar en su húmeda mirada todo el miedo que habitó. Y tengo la plena certeza de que un abrazo es lo que necesitamos ambos, en este preciso momento.

Entonces, lo envuelvo entre mis brazos besando lentamente sus enmarañados cabellos mientras le susurro suavemente y cerca de su oído: "Lo hiciste bien cariño, lo hiciste bien..."

Aunque muera y me carcoma por dentro las tremebundas ganas de exigirle que nunca más vuelva a atreverse a mandarse así...

—Lo siento cariño —me dice entre sollozos y aferrado a mí pecho.

—Shh pequeño... ya está, ya pasó, lo importante es que estamos bien ¿no? —acuno sus rostro entre mis manos y observando sus orbes amieladas que tanto me pierden, lo beso con paciencia, con entrega, con dedicación pero sobre todo...

Con mucho amor.

Y acariciando sus mejillas a medida que el beso se profundiza, me separo para comunicarle algo importante de lo cual debe estar al tanto.

—¿Pequeño..?

—Dime cariño —contesta manteniendo sus orbes selladas mientras disfruta del mágico y sanador roce de nuestro tacto.

—Tuve miedo, mucho miedo de que no regresaras conmigo... Demasiado... Es tanto pero tanto lo que te quiero pequeño, que me aterra el querer resguardarte en una cajita de cristal para que nada te suceda...

Él, me observa atentamente mientras un par de lágrimas rebeldes se deslizan por sus cálidas mejillas.

—Yo también te quiero, te quiero tanto JungKook. Pero ésta, es mi esencia, es lo que soy, y volvería a repetir la historia de la misma manera aunque el desenlace fuera peor...

—Lo sé... Y es por eso que me aterra, porque aunque ame todo de tí, no puedo evitar tener esta impresión.

Un brillo pícaro resurge desde sus pupilas mientras me atisba perdiéndose sus ojitos en dos finas líneas.

—¿Así que amas todo de mí, doctorcito?

Y ahí caigo en cuenta de mi terrible bocota que todo emocionado expulso como un puberto enamorado, exponiendo mis desnudos sentimientos y entregando mi corazón en bandeja.

—Pero a tí también, no se te escapa ningún detalle pequeño diablillo, ni en estado de ligera conmoción me perdonas... — Lo abrazo, nuevamente, aferrándose a mis brazos —. Deberíamos ir camino al hospital, y de paso, hacer que te revisen.

—No seas exagerado amor, estoy bien. Es más, deberíamos ir a observar si todas las víctimas fueron debidamente tratadas —se escapa rapidamente de entre mis brazos cogiendo mi mano a su paso.

Ese "amor,  retumba fervoroso sobre mi pecho. Y aunque yo lo haya dejado escapar en su momento, escucharlo resuelto de sus hermosos labios atonta cada fibra de mi cuerpo.

Juntos, revisamos la zona despejada de heridos de gravedad y nos abocamos a colaborar con los paramédicos del lugar para luego dirigirnos camino al hospital.

—Al final, pequeño, tanto que no querías arribar al hospital con tardanza —comento risueño recordando sus palabras — que encima de tarde, vamos todos magullados.

—Cariño, necesitamos desinfectar tus heridas en cuanto lleguemos —comenta observando mi demacrado rostro repleto de sangre seca.

—Mira quién lo dice ¿El despertado enloquecido que no se dejó curar? ¿O me parece? Y recuerda que fuiste tú, el que estuviste inconsciente.

—Bueno... Sí... Tienes razón. Tal vez me excedí un poco —comenta entre morritos.

—¿Solo un poco? —consulto irónico al aproximarme al semáforo en rojo.

Pero su bello rostro enmarcado en esa aura inocente que derriba cada una de mis barreras, dictamina mis escasas ganas de pseudopelea.

Y entonces asgo de su mentón a pesar del incipiente dolor de mis mejillas para regalarnos un bello roce de labios mientras retumban las bocinas de los autos a nuestro posterior.

Y nada más me importa, que estar aquí contigo.




















SUSTO Y MEDIO NOS PEGAMOS🥺

POR SUERTE NADA QUE UNOS BESOS NO PUEDAN SOLUCIONAR😏🥰

GRACIAS POR LEER, VOTAR Y COMENTAR😍

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro