•CAPÍTULO VEINTIDÓS•

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"La profesión ante todo"

Luego de dormir abrazado al torso de mi fabuloso novio, me despierto con un único pensamiento rondando en mi cabeza... bañarme. Es que los restos de alimentos secos están pegados a recónditos lugares de mi cuerpo. Y me siento un basurero.

Todavía no puedo creer cómo es que dejé que no me sacara el encaje de mi piel en su pasional degustación, pero a decir verdad, eso me encantó.

Ya en el baño (mientras deslizo la sucia tela por mi cuerpo) rebusco en el mueble del lugar, en el intento de encontrar un cepillo de dientes sin usar. En una de esas, la suerte está de mi lado.

Y mientras estoy agachado y contorneando mi cadera, a causa de la música que resuena en mi cabeza, me distraigo revisando hasta que percibo unas grandes manos delinear el contorno de mis glúteos. Para posteriormente recibir una fuerte nalgada que logra estremecer cada porción de mi piel.

—¿Pero qué haces? —consulto elevando mi torso a lo que obtengo por respuesta, la apoyada sobre la unión de mis glúteos de su despierta hombría enfundada en su ropa interior.

—Es que no me pude resistir —comenta con su gruesa voz, regando húmedos besos por la unión de mi cuello y hombro —¿Qué buscabas?

—Mmm... — jadeo cerrando mis ojos y  dejándome llevar mientras disfruto de su toque, hasta que en un momento de raciocinio despabilo —Un cepillo de dientes sin uso cariño y corta ya con los mimos que llegaré tarde si continúas así.

Él, sonríe tan confiado como siempre y dirigiéndose a un armario, saca una toalla y algo más. Las vistas, a través del espejo, de su torso desnudo y de su culo apretado hacen estragos en mi juguetona mente.

—Ten pequeño —me entrega un nuevo cabezal de cepillo eléctrico —Y si llegamos unos minutos tarde nadie se dará cuenta —emite apegado a mi espalda entre besos y abrazos que de nada tienen de inocentes.

—Doctor Jeon, se me comporta que tengo a cargo la primera ronda de internos, es bastante improbable que no se den cuenta de mi ausencia. ¿No le parece?

—Ok, ok... dejo mis manos en paz entonces, pero podemos bañarnos juntos... Solo para ahorrar agua digo.

—¿Y desde cuando estás tan preocupado por el planeta cariño? —dándome la vuelta enredo mis brazos a su cuello y lo siguiente que percibo, son sus labios consumiendo mi cuello entre ásperas lamidas mientras sus gloriosas manos amasan mis glúteos para luego elevarme y encajarme en su cadera.

Tras un fugaz baño en donde preponderó la refregada mutua, nos abocamos como obsequiosos doctores que somos a desayunar entre mimos y algunas risas.

—Debería llamar a mi padre —comento a mi bonito doctor mientras muerdo una tostada untada con mantequilla.

—Tienes el telefono fijo pequeño, por si lo deseas utilizar —comenta mi novio sirviendo café para ambos.

"Mi novio..." Designación que parece tan irreal, que de no querer morar en ningún brazo, ahora estoy felizmente apresado.

—Sí, eso es lo que haré, luego de degustar mi café claro está, por suerte traje esta fina muda de ropa conmigo aunque debería pasar por casa a cambiarme en vez de llamar.

—¿No tienes tú bata o algún ambo en tu casillero? —consulta mientras sorbe de su café.

—El problema reside en mi falencia de ropa interior bonito. Y andar por ahí toda la jornada como Dios me trajo al mundo me generará cachondeo y no podré concentrarme en mi labor.

Mi neurocirujano me atisba con una media sonrisa y meneando su cabeza como sin poder creer en mi desfachatez, me comenta: —¡Ah! pero eso tiene solución, te pones uno de mis pequeños y sexis calzoncillos. No serán como los bóxer de encaje que sueles utilizar pero te mantendrá todo en su lugar.

Hago alarde de mis mohines y su debilidad rodeando sensualmente el desayunador y ubicándome frente a él —O bien podría no ponerme nada para esperarte con emoción —enganchando mis brazos a su cuello, me aboco a otorgarle un lento y tortuoso beso que dispara nuestras desaforadas emociones.

Ya de camino al nosocomio en el auto del neurocirujano, ambos doctores se enfrascan en una charla trivial de cosas sin fundamento hasta que un estruendoso sonido llama en demasía su atención.

Se escuchan gritos, bocinazos y algún que otro lamento a los lejos. Inmediatamente aparcan a un costado bajando con desesperación.

La situación es desesperante, un ómnibus a sido partícipe de una triple colisión y regadas víctimas afloran por el lugar ahogándose en lamentos.

—Revisa las víctimas de los autos, me ocuparé del autobús —comenta el neurocirujano a su novio —Y por favor ten cuidado.

—Llamaré al 911 por mientras, tú también ten cuidado cariño —le dice el residente a su novio, acercándose con precaución a uno de los autos que ha quedado dado vueltas y perdiendo una especie de líquido que aparenta gasolina por su fuerte olor.

Se agacha a comprobar el estado de o las víctimas corroborando que solo el conductor está enganchado de su cinturón de seguridad con variadas laceraciones en el rostro en estado de completa conmoción o inconsciencia.

—Señor ¿Me escucha? —vocifera sin tener una respuesta entonces, elevando su cuerpo observa a su alrededor y apunta con su dedo a un espectador que sostiene el celular en sus manos.

—¡Tú! llama a emergencias ¡Ahora! — ordena —¡Voy a necesitar ayuda para retirarlo en caso de que esté atorado! ¡Y por favor, aléjense del lugar!

El residente se desliza por entre los pliegues de chapas abolladas hasta dar con el cinturón de seguridad comprobando el estado de inconciencia seguramente a causa del fuerte golpe recibido y controlando el débil pulso existente.

"Debo sacarlo ya para empezar con la reanimación de ser necesario" objeta su mente mientras examina los alrededores.

Observa a una pequeña distancia que el líquido disperso empieza a verter cerca de ellos. Y en en ágil movimiento desabrocha el cinturón cayendo el casi inerte cuerpo encima suyo.

—¡Demonios! —se quiere mover y alguna parte del cuerpo de la víctima está atorada, jala con todas sus fuerzas su cuerpo de abajo del paciente, cuando observa unas pequeñas explosiones a su alrededor originando un incipiente fuego de clase B que compromete al líquido inflamable esparcido.

Su desesperación es tal, aunque no piensa en ningún momento abandonar al herido, que jala con más fuerza hasta retirar su cuerpo completo del aplastamiento para empezar a jalonear el inconciente paciente.

—¡Jimin cariño! —se escucha a lo lejos. Pero él, no puede responder ya que aboca todas sus fuerzas para sacar esa persona mientras el incipiente fuego se acrecienta dejando un margen de segundos antes de una inminente explosión.

El neurocirujano es alertado de la situación del residente por un transeúnte que observó todo detalladamente.

Entonces, desesperado y como si la vida prendiera de un hilo se lanza al rescate de su testarudo novio, contando los segundos por volverlo a ver y que se encuentre bien.

Observa el incesante fuego proliferando y grita a unos señores que se arriman con baldes de agua que ni se les ocurra verterlo en este tipo de fuego —. ¡Se apaga con extintor de polvo o espuma! ¡Y aléjense ya, del lugar!

Al arribar a su lado, toma de un extremo al paciente exigiendo que Jimin se aleje y vaya por ayuda.

—No pienso abandonarte ¡Jala con más fuerza! —inquiere decido el residente a lo que abocando sus esfuerzos en conjunto logran sacar el herido y trasladarlo alejándolo.

Pero en el ínterin de su traslado un fuerte estruendo de explosión retumba a sus costados provocando que salgan expedidos hasta aterrizar contra el duro asfalto.

Sintiéndose lo lejos las sirenas de ambulancias y bomberos arribando por fin al lugar antes de que la visión del residente se torne de borrosa a una eterna oscuridad...

















🥺SIN PALABRAS, UN PAR DE MÉDICOS
ABOCADOS A SU PROFESIÓN😔

GRACIAS POR LEER, COMENTAR Y VOTAR 🥰

LOS AMITO MUCHO❤

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