ᴅʀᴇᴀᴍ.

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JungKook mentiría si no admitía que se sentía nervioso.

Caminaba directo hacia el clan de los Tigres, junto a él lo acompañaban dos de sus soldados de confianza y uno de los jefes de tropa

Su rostro no mostraba nada, estaba tan neutro como podía pero el latir de su corazón no podía ocultar sus emociones.

Alfa, por favor trate de calmarse, sus latidos son muy obvios. -Le dijo muy suavemente HyunWoo que caminaba tras él.

JungKook apretó la mandíbula, lo sabía, claro que sí, pero su Dragón estaba eufórico, casi rasgada su pecho por las ansias de ver a su pareja.

Aún así, con paso seguro llegaron a la entrada donde dos centinelas ya los esperaban.

JungKook aspiró con disimulo, su Dragón buscando un aroma en especial.

Alfa Jeon. -Dijo una voz gruesa desde el interior de la casa principal.

Alfa Kim. -Respondió el pelinegro volviendo a mantener la compostura. —Gracias por recibirnos.

Kim asintió, y procedió a entrar al recinto, directo hacia su estudio.

JungKook podía notar sus hombros tensos y el rápido caminar, casi podía jurar que el hombre no deseaba que se encontrara con su hijo.

Claro, tampoco lo culpaba.

Al entrar al estudio y por fin tomar asiento, ambos alfas hablaron de aquello en lo que JungKook se encontraba planeando.

Por otro lado, un hermoso Omega rubio intentaba escaparse de aquellas cuatro paredes, prácticamente lo habían encerrado en su habitación.

SeokJin se había transformado, sabía que en los alrededores los centinelas merodeaban, pero él necesitaba salir y saber qué estaba pasando, su Tigre estaba ansioso y no podía quedarse tranquilo.

Saltó desde la ventana del segundo piso y logró aterrizar con éxito, rápidamente cambió a su forma humana, se vistió y escabulló por la cocina donde aquellas mujeres y hombres cocinaban con afán, «¿por qué tanto alboroto?» Se preguntaba mientras caminaba agachado y aminoraba su aroma para no ser descubierto.

Cuando logró salir con éxito, emitió un suspiró, pronto se hallaba medio corriendo dentro de la casa con rumbo al estudio de su padre donde se detuvo abruptamente al ver a tres soldados de Dragón custodiando la puerta.

Los hombres lo miraron e hicieron una reverencia pero no dijeron palabra alguna, simplemente se quedaron ahí.

Jin estaba en shock, si esos hombres estaban ahí, eso quería decir que quién estaba adentro con su padre era...

Entonces así quedamos. -Escuchó esa voz aterciopelada desde lo profundo del despacho.

Jin tragó y miró la puerta con anhelo, los soldados se quedaron un poco incómodos con la reacción del Omega, ¿acaso les temía?

Por favor pasa a almorzar, mi Omega ya debe estar en el comedor. -La voz de su padre dijo con calma.

La puerta se abrió y entonces el mundo se detuvo.

Tigre y Dragón se miraban con sorpresa, sus corazones latiendo al unísono.

Varios meses habían pasado desde la última vez que se habían visto, SeokJin podía ver el amor y el fuego en ojos del Dragón.

El Dragón podía ver el deseo y la desesperación en ojos del Tigre.

Querían, muy incesantemente anhelaban acercarse.

El pelinegro dio un paso hacia el Omega pero entonces recordó lo que había acordado con el Alfa Tigre a cambio de su alianza.

"No te acercarás a mi hijo." Le había dicho rudamente. "No dejaré que vuelvas a herirlo, tú ahora estás casado, y si acepto esta alianza, es porque deseo que mi gente obtenga venganza de quien nos destruyó. Nada más."

JungKook quiso llorar, lo tenía ahí, mirándolo con tanto cariño que lo único que quería era tenerlo entre sus brazos, decirle cuánto lo amaba y extrañaba.

Estamos bien así. -Respondió tardíamente. Quitó su mirada del Omega y se dirigió al Alfa. —Aún tengo asuntos que resolver, así que nos vamos.

Kook dio un apretón de manos al Alfa y salió de aquella casa sin mirar al Omega, no quería ver su rostro dolido por el rechazo obligado.

Y él no quería derrumbarse ahí.

Te di una orden, SeokJin. -Dijo el Alfa en tono áspero.

Sin embargo, Jin miraba por aquella puerta cómo el hombre que amaba se había ido tan rápido, parecía que incluso lo había soñado, pues hasta su aroma había desaparecido junto con el viento.

Se tragó el nudo en su garganta y caminó directo a su habitación, ignorando los llamados de su padre.










No puedo creer que vuelvas por ese Omega indeciso. -Dijo el peli rosa con notorio fastidio.

Es mi vida, yo elijo lo que quiero. -Fue la tajante respuesta del Alfa mientras terminaba de empacar una pequeña maleta.

¿No entiendes que el tipo no te quiere?

Ya basta, ¿sí? Haz venido con eso desde que estuvieron aquí, ya supéralo. -TaeHyung suspiró empezando a enojarse.

Cuando el estúpido Omega de ciudad te rompa el corazón, no vengas llorando. -Mordió el mayor que tenía sus ojos llenos de lágrimas de enojo.

He de pasar por eso... -Concluyó el Alfa que tomaba la maleta. —Mi Tigre lo desea, está empezando a asustarme lo enfocado que está en su presa, así que le concederé ese deseo.

Tae, por favor. -El peli rosa llegó hacia el Alfa y lo abrazó con fuerza. —Aún podemos tener un futuro juntos, prometo cuidarte toda mi vida. No vayas con él, te dañará.

TaeHyung también lo abrazó, entendía que su pequeño Omega se preocupara por su bienestar, pero su Tigre estaba enloqueciendo, le exigía volver con la manada, no sólo por Jin. Si no que, su Tigre le decía que debía estar ahí para protegerlos.

Lo que Tae no entendía, era de quién los debía proteger, y de qué manera lo haría, si él tampoco era el más fuerte de la manada.

Y eso, a su parte humana estaba empezando a estresarle, pues al principio pensó que su Tigre sólo tenía el orgullo herido y quería volver para someter al Omega, pero eso cambió cuando tuvo un sueño, y uno muy raro.

Un sueño en el que un Tigre azul le decía que debía estar ahí, que su presencia e intervención, serían el escudo que libraría a su manada de la competa extinsión.

Le dijo que debía dejar descendencia antes que la guerra se desatara. Que aquellos cachorros serían los que trajeran consigo la bendición a su manada; que aunque sacrificara su vida, con ello habría cumplido su misión y su gente ya no viviría con temor.

TaeHyung había despertado con una incomprensible resolución la mañana de hacía una semana, desde entonces, su Tigre no dejaba de decirle que debían irse y prepararse.

Era tanta la confusión que necesitaba respuestas y sólo las obtendría si volvía con su clan.

Entiende, esto va más allá de un simple capricho. -Dijo después de varios minutos de reflexión.

BaekHyun simplemente lo miró con ojos aguados y decidió ya no insistir, al parecer había perdido aquella pelea.

Como quieras. -Se separó del rubio y limpió las esquinas de sus ojos.

Espero que volvamos a vernos. -Tae besó su sien y se marchó.

Entoces Baek sintió una punzada en su pecho y con todo su corazón deseó que aquello así sucediera, deseó que aquel Alfa tonto encontrará la felicidad.

Y si era con ese Omega de ciudad... Él no podía hacer nada para cambiar aquel destino.

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