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❝Las cerezas en tus mejillas prendió la chispa que necesitaba para encender la fogata en mi corazón...❞

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↳Acendrado: Puro. Sin manchas ni defectos.

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「홍당무」➥「sonrojo」

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-¡Mamá! -gritó avergonzado el rubio cuando su mamá le preguntó algo verdaderamente embarazoso.

-¿Qué? Quiero saber si has visto a un chico lindo -su madre alzó sus cejas con una sonrisa traviesa en sus labios.

Hyeon sabía de su orientación sexual, ella lo sospechaba antes de que su hijo se lo dijera al ver ciertas actitudes que hicieron nacer sus dudas y sintió un doloroso punzón en su corazón cuando vio el miedo reflejado en aquellas lágrimas que se desbordaban con ímpetu, le dolía que su hijo pensara que ella lo rechazaría... aunque era razonable.

-¡No mamá! -las mejillas del menor se encontraban completamente rojas.

-¡Que tierno~! -chilló su madre y jaló de sus mejillas.

Jimin hizo un puchero, su nariz se arrugó, sus mejillas se inflaron y sus ojos se estrecharon al fruncir su ceño.

La señora Park lo miró seria y llevó su mano a su pecho.

-Park Jimin... no vuelvas a hacer esa mueca... lastimas mi corazón -su hijo empezó a carcajear ante lo seria que estuvo su madre al decir eso-. ¡Chimchim, no es una broma! ¡tú quieres matar a tu madre un día de estos! -lloriqueó la mujer y Jimin pensó:

«¿Se supone que ella es la adulta?»

Negó con su cabeza y una sonrisa se plasmó en su rostro ante el cálido sentimiento compartido con su madre, ese estrecho lazo que tenían era irremplazable.

Así pasó toda la tarde hasta que llegó la hora de que el sol se vaya a dormir y el cansancio se aferrara a su cuerpo, eso hizo que perdiera su batalla contra el sueño.

El rubiecito se colocó su pijama de dinosaurio de cuerpo entero, su madre le había deseado las buenas noches y se fue a su habitación para irse a dormir.

Se acostó en su cama que tenía mantas azules pasteles con algunos decorados rosas.

Su mamá le contaba que cuando era pequeño él se quejaba que el rosa era para niñas y su mamá siempre le decía: 'El color no tiene género' y ahora uno de sus colores favoritos era el rosa, ¿irónico, no?

Apagó la lucecita de la lámpara, todo se volvió oscuro pero sus ojos aún no cedían a cerrarse para poder dormir, al contrario miraba el techo aún con aquella incógnita en su mente...

¿Será verdad sobre El Come libros?

Negó con su cabeza y se colocó de costado dándole la espalda a la pared, mañana buscaría más información sobre su nueva escuela, no podía ser un ignorante.

Porque sí, le inquietaba pero a la vez le causaba curiosidad todos los rumores que circulan alrededor de la secundaria. Sabe que acaba de llegar, pero desde muy pequeño le ha atraído este tipo de cosas aunque no lo parezca, pero sólo preguntaría o buscaría información, no iría más allá que eso.

Sus ojos comenzaron a pesar, su vista se nubló y un bostezo se escapó de sus labios, entonces supo que ya era hora de irse a dormir.

Sus párpados cayeron dispuestos a buscar el sueño.

Porque luego no podría disfrutar de una apacible siesta.

Jimin se colocó la mochila y se subió al auto junto a su madre, ésta lo observaba con desaprobación.

-¿Qué? -Ladeó su cabeza hacia un lado llevándose sus mechones junto al movimiento.

-Nada -Su madre volteó y arrancó el auto, las faltas de nubes en el cielo le indicaban que sería un día bonito aunque el señor del pronóstico se haya equivocado.

El viaje fue corto y Jimin aprovechó ese lapso de tiempo para imaginarse su segundo día en ese lugar, recordando pequeños detalles que notó el otro día y que no dejó pasar desapercibido, era un poco observador pero nada raro, simplemente era un pequeño dato de su personalidad. También había notado las miradas curiosas e impresionadas de los estudiantes y es que...

Tiene 18 años pero su altura y apariencia le jugaban en contra, haciéndolo parecer un niño de 14 o 15 años.

Y eso es algo que siempre le trajo problemas o mejor dicho, despertaba la confusión en las personas.

Sus ojos se toparon con el edificio, su madre se estacionó en la acera de la calle, revolvió los mechones de su querido hijo.

-Ya sabes, dime si hay un profesor guapo y joven por ahí -le guiñó el ojo a Jimin y éste rodó los ojos, su madre era terrible.

-Como digas mamá, adiós -se despidió colgando su mochila en su hombro derecho y empezó a caminar dentro del establecimiento.

Al entrar y comenzar a caminar hacia su salón escuchó unos suaves pasos detrás de él y sintió sus piernas temblar de repente, los pasillos se encontraban casi vacíos y parecía ser el único en aquella parte... bueno, él y la persona detrás de él.

Tragó saliva, casi pega un chillido cuando se detuvo y los pasos seguían, entonces aquella persona chocó contra su cuerpo.

Volteó rápidamente todo su cuerpo en un reflejo con sus brazos pegados en su pecho por miedo, pero al ver aquella cabellera gris nuevamente ladeó la cabeza...

Era ese chico.

El muchacho traía un libro en sus manos y se veía un poco aturdido, al percatarse de la situación se alejó unos dos pasos de Jimin.

-Pe-perdón -el rubio sintió su cara quemar cuando su lengua se trabó al decir solo una palabra.

Sus ojos vagaron por el aspecto del chico, ahora traía unos grandes anteojos, un buzo celeste que parecía tres talles más grandes ya que le llegaban hasta debajo de sus caderas y también le tapaban la mitad de sus manos dejando sólo a la vista sus dedos que estaban posicionados a cada lado de aquel libro.

Su apariencia acendrada tocó suavemente su corazón.

Un sonrojo se adueñó de las pálidas mejillas del chico, éste desvío la mirada hacia otra dirección.

-Lo si-siento, no iba... no veía por donde ca-caminaba.

Jimin se llevó una sorpresa cuando escuchó aquella voz un poco ronca y suave, una rara combinación que cautivó al de mechones rubios.

Iba a abrir su boca para contestar pero cuando se dio cuenta aquel muchacho ya se había ido.

Parpadeó varias veces con su boca semiabierta, entonces volvió a sentir la sangre acumularse en sus mofletes.

Entonces pegó un respingo cuando recordó algo.

-¡Llegaré tarde a clases!

Capítulo corregido el: 14/02/20.

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