Cinco.❜

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"¿Es seguro? ¿Es seguro ser
sólo quienes somos?"
- Love Song
- Lana Del Rey

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- Se despertó por unos sonidos irregulares en su cocina, no tardó en darse cuenta de qué sucedía y bajó a paso lento. La madrugada se había aposentado ya con su frío, oscuro y tenebroso reino.

En frente del refrigerador e iluminado por la luz de éste, se encontraba sentado el omega chupándose los dedos, tan concentrado se hallaba que no se dio cuenta de una presencia ajena. SungHoon carraspeó para llamar su atención.

—¡Ah!—Tembló en su lugar, dándose cuenta al instante de la escena que había armado. Se paró en un movimiento brusco y cerró el refrigerador con un portazo.—Perdóneme, yo tenía hambre y, y...—La mirada indiferente que recibía enmudeció su excusa.—No volverá a pasar.

—Agradezco que no me hayas despertado, Riki.—Concedió.—Aunque la próxima vez deberías ser menos ruidoso, porque al final si que lograste despertarme.—Se acercó a la cocina y prendió las luces.—¿Tienes todavía hambre?

El menor estaba dispuesto a negarse, pero la vergüenza que sentía en ese momento lo hubiera obligado incluso a besarle los píes por disposición propia.

—No mucha...—Comentó rascando su brazo.

—Estás muy delgado, necesitamos llevarte a una revisión con el médico pronto. Los bebés necesitan buena alimentación.—Fue todo lo que dijo antes de sacar un par de tostadas para calentar. El omega se sentó a regañadientes en el banco de la isla, y no pudo evitar la pequeña mueca de disgusto al ver la tetera prendida.

Tenía una horrible sed y ansiaba cosas frías, era la razón por la que había estado expuesto al refrigerador en primer lugar.

—¿No te gustan las tostadas?—Preguntó SungHoon al verle tan desanimado.

—Sí me gustan.—Afirmó y nadie dijo nada más. Cuando el chillido de la tetera resonó, el alfa fue a por dos tazas y sirvió la primera.—Ehh, no. Yo estoy bien así, gracias.

No quería desperdiciar alimento, estaba en contra de eso después de todos los días en los que fue rascando en su cocina por alimento. Pero ahora el agua hirviente le crearía gárgaras.

—¿Algo de tomar?—Pero Ni-Ki negó con la cabeza, ya bastante apenado. El mayor se desplazó hasta su refrigerador y sacó la leche, la vertió sobre la taza y la empujo hacia el omega. Las tostadas estaban cubiertas con mermelada de duraznos y pequeñas rebenadas de plátano, y una vez se las dio caminó de regreso a su habitación.—Trata de descansar, mañana arreglaremos muchas cosas.

Ni-Ki tomó la leche sintiendo el líquido enfríar su garganta.

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Un remolque había llegado horas más tarde en la mañana, era un grande camion que maniobraba para meter las pertenencias del dueño de la casa. Aparatos deportivos, podadoras descompuestas, mesas y sillas de jardín descompuestas y utensilios de jardinería. La cabaña había sido un depósito personal para el alfa.

Ni-Ki se había despertado alrededor de las nueve en punto, desconcertado por la ausencia del hombre en su propia casa, a pesar de haberlo llamado repetidamente. Se asomó por la ventana asustado de que pudiera haberle encerrado en la casa, detestaba la idea del alfa siendo un psicópata que lo había atraído hasta su hogar para matarlo y descuartizarlo. Estaba dispuesto a encontrar una salida cuando la puerta se abrió alterándolo aún más.

El hombre vestía unos ajustados vaqueros con una camisa fajada, sus mangas dobladas hasta sus codos y gotas de sudor resbalaban por su rostro. Ni-Ki se estremeció.

—Es bueno saber que ya despertaste.—Le saluda algo apresurado.—¿Qué hacías pegado a la ventana?

—Nada.—Responde con voz chillante, abochornado por haber pensado tales atrocidades del hombre que justo ahora le miraba atento.

—No voy a secuestrarte si eso piensas, eres libre de irte cuando lo desees.—Le aseguró, adentrándose en la casa para sacar un carrito con plataforma que yacía debajo del hueco de las escaleras. Tal parecía que su organización con sus materiales de trabajo era un tanto obsoleta y descuidada.

—No es que desconfíe de usted, pero estoy un tanto paranoico.—Le dijo el omega, siguiendo sus pasos fuera de la casa.

—No me hables de usted, me hace sentir remordimiento por tener a un quinceañero embarazado a mi cargo.—Habla empujando el carrito, consciente de la compañía tras de él.

—No tengo quince años.—Le recuerda medio ofendido, pero él no dice nada más. Caminan todo el tramo hasta la cabaña donde seguían trabajando la gente de los camiones, transportando las pocas cosas que quedan.

SungHoon les acerca el carrito que les había prometido y estos le agradecen la atención, él pregunta si hay algo más en lo que les pueda ayudar. Está acostumbrado a hacerse cargo de todo en su casa, de acarrear sus cachivaches a la cabaña, de regar los jardines del viñedo y podar los céspedes, es demasiado activo y receloso como para no hacer las cosas él mismo.

Ya están por acabar así que se niegan y siguen trabajando. Ni-Ki está detrás algo sorprendido de lo rápido que es el alfa para cumplir sus palabras, presiente que aquella visita con el doctor será ese mismo día de acuerdo a la productividad del hombre.

—Podrás instalarte en cuánto antes, creo que estarás mejor con tu propio espacio y yo también.—Parece ser que el hombre era demasiado retraído y procura la preservación de su lugar.

—Pagaré el remolque en cuanto haya conseguido trabajo.—Le prometió apenado de tener que despojarlo de sus pertenencias, se sintió impotente cuando el mayor soltó una despiadada carcajada.

—No seas ridículo, hacer promesas al aire no te traerá cosas buenas. Cuando consigas dinero estarás arrancando tus pelos por hacerlo rendir.—Sus palabras sonaron realistas y seguras, como si supiera de lo qué estaba hablando. No quitaba que fuera grosero de su parte declinar algo que el omega había propuesto de buena manera.

Callado y algo humillado se limitó a observar el movimiento fuera de la que sería su casa por los próximos ocho meses, imaginaba que encontraría un trabajo pronto que le permitiera pintar la fachada de la cabaña. Después se dedicaría a invertir en muebles para la cabaña, aunque no estaba seguro de si era lo correcto pues no sería un lugar estable después del parto. Prefirió no pensar en eso, y darse el lujo de imaginarse despertando en una casa llena de muebles escandinavos y tomando su desayuno, motivado y de buen humor con un bebé fuerte y sano creciendo dentro suyo.

Era mucho mejor de lo que había pensado, era casi surreal pero era certero, y traía consigo una nueva oportunidad tanto para la inocente criatura y para él. ¿Qué era mejor que crecer a lado de un alfa con dinero, responsable y que ansiaba un hijo?

Ese camino tenía más colores que nacer dentro de un asilo donde tendría que compartir sus comidas y utilizar recicladas ropas. Ni-Ki lo hacía por el bien de su bebé, más que por el suyo. Al menos de eso trataba de convencerse para no sentirse miserable con la idea de deshacerse del niño, pero al final del día, cuando el bebé naciera no tendría siquiera conocimiento de su existencia porque estaría ya muy lejos.

Odiaba pensarlo, pero no sería más que una incubadora en los próximos dos cuatrimestres. Si se obligaba a digerir la realidad le sería más fácil sobrellevar tal culpa.

—¡Ahí está el imbécil! ¿Ven? ¡Les dije que no mentíamos!—Una conocida voz alarmó al par que se había perdido en sus pensamientos, venía por detrás con un séquito de idiotas que SungHoon conocía muy bien. Pellizcó el puente de su nariz, rezando por que todo fuera un mal sueño.

—¡Yo sí te creí, Jake!—Compuso el chico que trabajaba en el café que habían visitado un día antes, Ni-Ki lo reconoció por sus hoyuelos y su estatura.

—Lo decía por tu novio el tonto Won, que no se te olvidé que me llamó vieja chismosa.—Se excusó el omega más grande.

Con una expresión que rogaba perdón venía el alfa del omega más escandaloso, Ni-Ki los recordaba. Jake y Jay. Parecía acongojado y rascaba su cuello con la frente fruncida y una sonrisa dentada demasiado incómoda, que sugería un miedo por la reacción, posiblemente no tan buena, de SungHoon. A su lado otro alfa de su misma estatura y complexión un tanto musculosa, la boca abierta lista para cazar moscas y sin un amago por disimular su impresión. Todos ellos habían puesto la misma cara al verlo, y Ni-Ki no entendía por qué, mas se daba una idea.

JaeYoon llegó primero a su lado y lo sujetó de las manos con esa amabilidad y sinpatía que le había hecho confiar en un primer lugar para confesar su estado, ambos se sonrieron.

—¿Cómo estás? ¿Por qué no nos llamaste ayer? ¡Pensé que este idiota te había secuestrado! Pero ya veo que te retuvo en su isla de la soledad.—Champó lo último mirando directamente al alfa, aún con ese atisbo de insurrección. El otro no dispuesto a pelear como la vez pasada, le mostró los  colmillos juguetón en señal de advertencia. Parecía un gato.

—Imbécil roba bebés.—Murmuró ni un poco inmutado. Regresó su atención a Riki y volvió a sonreír.—Nuestra oferta sigue en píe, te ayudaremos.

—Wow, así que los rumores son ciertos.—Afirmó el chico de hoyuelos, tomado de la mano con su Alfa, tenían una estatura muy similar, sin embargo, el omega era más bajo. El alfa era imponente con esos brazos suyos y su mirada algo apagada.—¡Vas a ser padre, Hoon!

Aquello trabó a todos los presentes que se reunían en círculo alrededor de los presuntos futuros padres, voltearon a verle con una mezcla de expresiones. Disgusto, impaciencia, gracia e incredulidad.

—¿Tienes queso derretido en el cerebro o nada más eres tonto, JungWon?—Preguntó JaeYoon con su agarre a las manos del menor todavía.

—Amor, ellos no están juntos.—Susurró a su oído su alfa. JungWon entonces cambió su expresión a una de confusión.

—¿Entonces cómo–?

—¡Que te lo diga él, el muy maldito!—Volvió a provocar Jake.—¡Quiere quitarle el niño a este otro niño!—Lo inculpó indignado.

—¡SungHoon! No puedes robar bebés así.—Lo regañó JungWon cuando entendió. Ese par parecían mejores amigos con la misma deschavetada neurona.

—Ustedes dos, par de madilones, ciérrenles la boca antes de que yo mismo lo haga.—Amenazó SungHoon después de tanto tiempo, señalando a sus respectivos alfas.

—Vamos hombre, no te pongas así. Ya sabes cómo son.—Dijo Jay todavía con su comezón en la nuca, su otra mano reposaba en el bolsillo de su pantalón, demasiado cómodo.—¡No es cierto, Jake! Lo siento, tienes derecho a hablar.—Rápidamente alzó ambas manos a lado de su cabeza para indicar que era inocente.

—Oh, claro que lo tiene y lo usa muy bien.—Debatió SungHoon.—Pero desde ayer no ha parado de verme como si fuera un bote de insultos, y ya me estoy cansando. Además los trajo hoy como una hormiga que encuentra comida y va por más amigas. ¿Qué necesito hacer para que dejen de ser así de metiches?

—Oye, no te descargues con Jake nada más. Nosotros insistimos en venir a verlo con nuestros propios ojos.—Defendió el otro alfa, señalándose a él y al chico que los había atendido en la cafetería.

—¿Ahora también tú, SuNoo? Eres el que más cerebro tiene entre todos éstos, por el amor de Dios.—Se lamentó el dueño de la casa.

—Sólo queremos ayudarte, date cuenta. Esta decisión no te afectará sólo a tí, también a él.—Contraatacó de vuelta, señalando a Riki quien se empezaba a sentir ya muy incómodo.—Puede que ustedes ya hayan arreglado todo y nosotros en realidad seamos unos fisgones dramáticos que perdieron su tiempo en venir, pero también pueden estar apresurando las cosas y al final algo sale mal. ¿Qué te cuesta dejar de ser tan terco y dejarnos ayudarte? ¿No crees que el chico se sentirá mejor con dos omegas a su lado, y no sólo un alfa gruñón?

SungHoon se rindió y exasperado, sabiendo que no podría ganar contra sus cuatro amigos, se dirigió al menor con semblante embarazoso.

—Perdóname Riki, pero tendremos que hablar con ellos para que dejen de ser un grano en el trasero.—Le dijo.—Puedes no hacerlo, al final sólo están aquí porque temen lo peor de mí.—Le sugirió.

—Tsss, deja de hacerte la víctima Park.—Pidió Jake, dio un apretón a la mano del chico.—Perdona si todo esto te parece raro, no creas que te vamos a juzgar a tí ni a tus decisiones.—Le prometió comprensivo.—Es al otro tonto al que vamos a regañar.—Le aseguró guiñándole un ojo.

A Ni-Ki le agradaba Jake, era expresivo, contestón y de carácter fuerte, pero su sonrisa y sus ojos le transmitían confianza. ¿Pero qué sabía él? Al final podía ser incluso todo una farsa montada para hacer el escenario más realista, con los amigos preocupados y tal, después lo matarían y se quedarían con su bebé.

—¿Por qué no nos invitas adentro mejor? ¡Trajé desayuno para todos!—Propuso JungWon. Él también parecía simpático.

—Ya qué, esperen allá. En un momento iremos.—El alfa mayor no tuvo otra opción más que dejarlos salirse con la suya.

— Riki puede venir con nosotros, lo tenías aquí parado en el sol, animal.— Jake entonces tiró de su mano con gentileza para atraerlo hacia él. SungHoon le gruñó molesto.

—Lo van a incomodar aunque no lo quieran, los conozco. Suéltalo ya.—Se interpusó entre ambos omegas, deshaciendo el agarre y pegando inconscientemente al omega con él. Jay se había tensado en su lugar cuando vio el gruñido dirigido a su pareja, pero confiaba en que su amigo conservaba algo de raciocinio.

—Anda Jakey, ven conmigo.—Le pidió dulcemente el alfa, el otro quiso negarse pero decidió hacer caso.

Se marcharon de vuelta por el sendero, y para ese entonces los del remolque habían terminado ya, aseguraban la puerta trasera del camión.

—¿Te vas a deshacer de tus cosas?—Preguntó incrédulo Riki.

—Existen los depósitos.—Contestó mientras buscaba en su billetera el dinero para pagarle a los hombres. Ni-Ki se sentía mal de tener dinero y no poder ayudar al hombre para su manutención, pero debía ser reservado y conservar ese dinero para una emergencia.—Espera aquí mientras voy a pagarles ¿Sí?—El omega asintió.

Vio la cabaña en su lugar, quiso poder adentrarse para ver como luciría ahora despejada, pero se abstuvo y siguió imaginando su vida dentro de ella.

—Vamos ahora.—Le indicó el alfa, oyeron detrás el ruidoso motor del camión arrancando y se dirigieron a la casa principal. El mayor parecía nervioso aunque era muy bueno ocultándolo, el silencio no era incómodo pero pesaba un poco.

— Jake me cae bien.—Confesó de repente. El otro se tensó en su lugar.

—¿En serio?—Parecía incrédulo, algo asustado.—Parece una fiera.

—Sí, será un buen padre.—Aseguró el chico mientras hacía rodar una piedra con sus pies. Se detuvo cuando el más alto también lo hizo.

—Tú no... vas a... cambiar de decisión o algo ¿No?—Inquirió exponiendo la causa de su nerviosismo.—Me refiero a que tú aceptaste porque así lo quieres ¿Verdad? No te sentiste obligado ni nada de eso... ¿Verdad?

—Nuestro trato sigue firme, SungHoon.—Le prometió con seguridad.—Además sería un desperdicio de remolque por un omega embarazado ¿No?—Bromeó.

Vio la expresión del alfa frente a él, sin indicios de gracia y el ceño fruncido, parecía consternado. Él en serio debía aprender a dominar su humor auto despreciativo antes de tirar bromas por ahí que incomodaban a las personas.

♡❜

Ni-Ki tenía diecinueve años, había huido de su ciudad (que era más un pueblo, a decir verdad), un embarazo no deseado, sin lugar a dónde ir, dinero para una semana en un hotel, ahorros perdidos en una estafa, y una hueca promesa.
Fue todo lo que los cuatro amigos de SungHoon descubrieron esa soleada mañana, mientras llevaban a su boca pedazos de un dulce y empalagoso pan francés que fue perdiendo su apetitoso sabor mientras más hablaba el omega. Un nudo se acrecentó en el estómago del cuarteto al verlo morder sus labios cuando llegó a la parte donde explicaba su inesperado estado, no fue necesario siquiera que pidiera omitir la parte del padre, pues JaeYoon y JungWon quienes se había aposentado a su lado, sostuvieron su mano asegurando que no les debía la verdad.

—¿Tú confías es SungHoon? ¿Así, de la nada?— JungWon parecía incrédulo.

—Sí, lo hago.—Asintió Ni-Ki cuando terminaron de hablar. Pensó que tendría que enfrentarse después al punto de vista de cada persona en la mesa, cosa que no quería en ese instante, deseaba rehuir cualquier sermón moralino sobre lo que estaba haciendo.

—Entonces yo confío en ustedes.—Le dijo el rubio, mostrándole una sincera sonrisa. SungHoon parecía sorprendido.

SuNoo y Jay se miraron entre ellos inseguros de qué hacer o decir, se habían mantenido callados todo el tiempo, únicamente escuchando el relato. Y es que en realidad no conocían al chico, no tenían ningún consejo sabio para darle puesto que nunca estarían en la misma posición. ¿Cómo podrían aportar una útil opinión acerca de cómo sentirse y qué hacer, si ellos nunca cargarían a un bebé en sus entrañas? Ellos no tendrían que huir y aventurarse a lo desconocido con un hijo en vientre mientras dejaban volar sus sueños para verlos estrellarse en el firmamento en forma de estrella.

Al que sí conocían sin embargo, era a SungHoon. Su hermano del alma, con quien habían crecido desde sexto grado, el mismo al que vieron lamentar la pérdida de un anhelado sueño que habían creído muerto hasta ese momento.

La idea y la intención era algo agria, pero buena. Como la cerveza que los alfas compartían. Fue cuestión de mandarle una rápida mirada a su mejor amigo para avisarle que entre ellos tenían una charla pendiente.

—¡Déjenos ayudarlos!—Deprecó Jake.—Podemos ayudarles a conseguirle trabajo a Riki, hacerle compañía cuando SungHoon esté hundido en su trabajo.—Sugería emocionado, con un JungWon igual de entusiasta, éste sujetando las manos del omega.—No estarás sólo, Riki. Déjanos ser tu amigo ¿Sí?—Suplicaba con las palmas juntas.

Para el alfa de SungHoon, aquello figuraba una amenaza en ese plan que tanto quería. Pero también conocía a sus amigos, los había protegido de alfas idiotas en la secundaria antes de que se emparejaran ridículamente con sus otros amigos, fueron ellos los que estuvieron para él en sus momentos más precarios.

Con un sólo vistazo, SungHoon y Ni-Ki se asintieron mutuamente, ambos convencidos de que la ayuda sería beneficiosa para ambos.

—Me encantaría ser su amigo.

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