Tres.❜

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"El futuro se ve brillante,
como el negro de esta noche"
- Television Heaven
- Lana Del Rey.

♡❜

- JaeYoon había golpeteado a SungHoon severamente después de tal habladuría, éste exasperado empezó a gruñir intentado deshacerse del omega que lo atacaba con vehemencia y su alfa entonces se acercó a apaciguar la situación.

— Hoon, vamos hermano, deja de gruñirle o me voy a enojar.

—¡Que me deje en paz!—Exigió sosteniendo las manos que violentaban su pecho con odio. JongSeong gruñó en serio y se acercó a tomar a su omega de la cintura.

— Jakey, mejor ya déjalo. Hablemos esto de manera más civilizada.

—¡No! ¡Park SungHoon, deja de ser un idiota sin corazón y no juegues con cosas así! ¿No ves que el pobre chico está perdido? ¿¡Te parece gracioso burlarte así de él!?—Alegaba tirando manotazos. El alfa se mantenía mirando al omega detrás de ellos con su semblante serio, y Riki se encogió pequeño en su lugar.

—No estoy jugando.—Advirtió para todos los presentes y con su vista aún aglutinada al omega menor. Levemente esquivó a la caótica pareja y se acercó al sillón donde se hundía el chico.

—Hablemos.—Demandó mientras el joven lo miraba a los ojos.—Si hablas conmigo podemos llegar a un acuerdo, y todo va a estar bien. ¿Sí?

Riki lo miró a los ojos por primera vez desde que había coincidido, intentando descifrar un rastro de mentira o crueldad en ellos. Eran tan oscuros y hondos como pozos pero adictivos como cafeína pura.

Jake y Jay forcejeaban entre si para evitar que el omega mayor cometiera una locura. SungHoon ya hartó, volteó su cabeza sobre su hombro y mostró los colmillos.

—Mejor vuelvan otro día, JongSeong. Necesito encargarme de esto.

—¡Bolas! ¡Tonto si crees que lo voy a dejar a tu merced!

Jay tenía miedo de que SungHoon arremetiera contra su omega, pero tenía más miedo de que éste arremetiera contra él. Aflojó un poco su agarre y aspiró sobre su cuello para tranquilizarlo y trasmitirle templanza, se vería en la penosa necesidad de incluso lamer su marca para que el omega volviera en si. Jake se comportaba como un padre cuidando de su cachorro.

Lo más curioso era que el omega más chico asemejaba, de hecho, a un pequeño cachorro con sus adorables ojitos brillantes y sus abultadas mejillas.

—Vamos, JaeYoon. Confíemos en SungHoon ¿Sí? Actúas como si fuera un asesino serial.—Seguía con su nariz clavada en el hueco del cuello, y sobando sus hombros como animándolo.—Podemos dejarle nuestro número a Riki. ¿Te parece?—Ronroneó en su oído. Jake despaviló y, con calma, asintió.

Se acercó hasta el sillón y empujó al alfa poco importándole si estaba a la borda de conseguir un golpe. Se arrodilló frente al adolescente y rascó su cabello con cariño.

—Escucha Riki, yo sé que tienes miedo. Este idiota olvida como tratar con humanos todo el tiempo, así que no te espantes si es muy tosco.—Advirtió echando un vistazo hacia el alfa que se paraba cruzando los brazos.—Pero este es nuestro número telefónico, este de aquí es el de mi celular y este otro el de Jay.—Anotó con una pluma los dígitos en una de las servilletas que acompañarían a los brownies.

—Gra-gracias, Jake hyung.—Reverenció tomando la servilleta ofrecida.

—Si pasa algo malo llama a cualquiera de éstos y vamos a ir por tí.—Prometió mientras se alejaba y tomaba su charola en manos, indignado amenazó con la vista al dueño de la casa y se retiró. Jay rascaba su cabeza en incomodidad cuando SungHoon lo miró expectante con su ceja alzada.

—¿Esperaras a que te saque yo a patadas o prefieres irte tú mismo?

—Tsk, imbécil.—Rió como si no lo hubieran apenas insultado.—No hagas nada en contra de él—Se refirió a Ni-Ki —Sabes que Jake nos arrancará las bolas a los dos.

Bien, SungHoon no lo demostró ni moviendo una sola pestaña, pero él lo sabía y quería evitar una pronta castración. Asintió y esperó a que Jay dejara la sala.

El omega hasta entonces sintió un escalofrío recorrerle la espalda violentamente.

—Ahora hablaremos.

El hombre era imponente y su simple olor a pino fresco aromatizaba por completo el vehículo. Su camioneta era igual de pavorosa que su dueño y el omega no podía evitar sentirse como en una trampa. Sentía que a cualquier movimiento erróneo estropearía el cuero de sus sillones e inevitablemente se metería en problemas. Sus maletas yacían en los asientos traseros y odiaba sentirse desligado de su única propiedad, así que en cambio, se aferró a su vientre apenas plano.

—¿Cuál es tu nombre completo?—Preguntó SungHoon con su mirada al frente de la carretera.

— Nishimura Riki. —Respondió al instante.

—Yo soy Park SungHoon, no es mucho gusto conocer a gente nueva nunca así que no te lo tomes personal.—Admitió.—Pero bueno, ahora... ¿Cuántos años tienes? ¿Unos catorce?

Riki sólo negó con su cabeza.


—Tengo diecinueve años.

SungHoon casi frenó de golpe, sorprendido y con sus ojos estrellados. Mierda, él sólo había bromeado, nunca pensó que en realidad fuera tan joven.

—¿Lo dices en serio?—Se aseguró sin dar crédito a lo que escuchaba. El otro asintió apenado.—Yo pensé que tenías unos veintiuno... demonios. Esto es malo, muy malo.—Se lamentó mientras volvía a enfocarse en el camino de cemento.

—Y-yo no quisiera s-ser un problema, señor...—Se disculpó temblando. No había hecho mal, pero ese alfa era tan espeluznante que incluso así lo llegó a sentir.

—Tranquilo, eso lo decidiré yo después de hablar.—Lo cortó abruptamente mientras entraba a los centros de la ciudad, haciendo rodar su automóvil hacia una pequeña cafetería.

La ciudad entera había sido tallada en piedra café que con el clima lluvioso de los otoños y la nieve en los inviernos contrastaba en una interesante combinación de grises. En el verano y la primavera, las calles con edificios color ladrillo se veían opacadas por los árboles de la ciudad que florecían las más verdes hojas. Los pétalos de las flores caídas de los árboles pavimentaban el camino.

Entraron a una cafetería que estaba repleta de turistas que fotografiaban tontamente los menús y las macetas decorativas. SungHoon gruñó frustrado, aunque Ni-Ki pensó que aquello era simple reflejo natural del alfa.

—Siéntate aquí, te traeré comida. ¿Eres alérgico a algo?—Era una innecesaria pero bonita consideración. El invitado negó. Unos minutos después vio a SungHoon evadiendo la fila y aunque los demás comensales empezaron a quejarse, callaron cuando un rubio omega con el mandil del local salió a la acción.

—¡Tranquilos por favor, tomará un momento!—Prometió el empleado algo indispuesto hacia SungHoon, y apenado con la gente que recargó su peso en una sola pierna en señal de desaprobación.

Dejó encargada a una beta en la caja registradora y jaló a su amigo alfa hacia el interior de la cocina.

—¿Tanto te costaba formarte? Las únicas veces que decides salir de tu cueva y llegas comportándote como un cavernícola.—Reclamó el delgado omega con los brazos cruzados.

—Es urgente.—Se limitó a decir.

—¿Te morirás si no te doy esos panqueques de plátano de una vez?

—No, JungWon. Traje a alguien y necesito conseguirle comida lo antes posible para–

—¿¡Trajiste a alguien!? ¿Es un omega?—Debía conseguirse nuevos amigos. JungWon corrió emocionado hacia la puerta de la cocina e ignoró deliberadamente las súplicas de ayuda de su compañera HaeWon. En efecto, consiguió suponer que el omega mal sentado en una esquina del local esperaba por su amigo. Una bruta mano lo jaló del mandil hacia adentro de nueva cuenta.

—Ya, JungWon. Jake te vendrá con el chisme luego, pero ahora dame un especial changbokkie y pon doble porción de cada cosa.—Ordenó mientras se recargaba en el fregadero. Prefería sumergir su lengua en ácido antes que pronunciar los ridículos y melosos nombres que su amigo había ingeniado para sus menús.—Por favor.

—Ya estamos progresando, ahora eres capaz de pedir un menú sin vomitar o maldecirnos a mí y a SuNoo. ¡Hasta dices por favor!—Exageró el chico mientras sacaba del refrigerador dos vasos de leche de plátano.—Quién sea ese omega, muchas gracias.—Continuó a repartir dos grandes cucharadas de arroz en el plato.

—Ni siquiera sé quién es.—Concedió SungHoon como si nada, con sus codos apoyados en la mesa del fregadero.—Por eso lo trajé aquí, antes de que Jake viniera al ataque.

— Jake hyung no trabaja aquí ya. No vendrá ni porque amenacen a Jay de vida o muerte.—Se carcajeó, ya a punto de terminar de ordenar en una charola la comida. Terminó de empaquetar los cubitos de gelatina de fresa con plástico y le tendió el pedido a su amigo. SungHoon estaba dispuesto a sacar la  billetera pero se negó.—Déjalo Hoon, sabes que SeonWoo y yo te lo debemos.

—No me gusta deber nada.—Se excusó el otro y tendió un fajo de billetes.—Gracias JungWon.—Y salió de la cocina dejando al omega con quince órdenes nuevas.

Fue directo hacia la esquina donde había dejado al embarazado y le tendió la charola, junto con sus dos leches de plátano que cabían en una sola de sus manos.

—Come, yo pregunto y tú respondes. ¿Fácil?— Ni-Ki asintió mientras separaba sus palillos. En cualquier otra ocasión hubiese dicho que no, pero el hambre era demasiado cruel y tenía que proveer alimento para cierta criatura. Además, podía pagar eso con el dinero de RyuJin.

—¿De dónde eres?

—De Gwangju.

—¿Dónde está tu familia?

—No tengo familia.

—¡No me mientas!—Amenazó SungHoon exasperado.—Contestame con la verdad y sólo la verdad.— Riki tragó duro y asintió.—¿Dónde está tu familia, entonces?

—...Muertos.

Bueno, el mayor no tenía problema alguno aceptando que era un cabrón. Uno muy grande a veces.

—Lo siento.

El omega sorbió de su envase y negó simplemente con la cabeza.

—Ha sido hace tiempo.—Murmuró con su cabeza agachada y siguió comiendo. El otro decidió que debía seguir.

—¿Y cómo llegaste aquí?

El rubio se sentía como que se había en una telaraña de recuerdos que no deseaba desempolvar.

—Ejem, pues—Carraspeó—Decidí que quería una mejor vida para ya sabes...—Reveló observando su vientre.

—Perdona que me entrometa en esto, en serio. Pero necesito saber: ¿Quién es el padre? Y ¿Cuánto tiempo llevas embarazado?

Riki tragó su bocado de panque de plátano igual de duro que las preguntas recien formuladas. Lo sopesó por un instante y al final respondió.

—Su padre es un novio que tuve desde los dieciséis, pero me dejó tan pronto se enteró. Tengo aproximadamente un mes.—Más valía la pena mentir que revelar la verdadera historia, mientras más rápido se lo creyera más rápido olvidaría sus antiguos días.

SungHoon buscó por una pizca de mentira sobre sus palabras pero no pudo olfatear ni un gramo. Asintió sin decir nada más con la mano extendida jugando con el florero y recargado con su brazo sobre el respaldar de la silla. Daba la impresión de que no cabía en las sillas.

—¿Hay algo que necesites saber de mí?—Ofreció el mayor como una generosa oferta cuando ya iba a mitad del postre. En un principio iba a negarse, mas una pregunta lo sacudió.

—¿Cuántos años tiene?—Era cierto que el hombre se mantenía en tan buena condición física que su edad se mantenía en misterio, sin embargo, ese pequeño pero gran detalle le daría a Riki una idea de con que estaba tratando. Él pareció dudarlo un segundo, pero al final simplemente lo reveló.

—Veintisiete.

Le costó mucho afrontar lo ajetreada que aquella conversación fue, incluso unas lágrimas adornaron la charla en tanto los demás comensales echaban miradas curiosas a la mesa del fondo en la esquina.

Estaba asustado y no sabía qué hacer, pero debía mantenerse fuerte si quería salir adelante. Fue una decisión que había llenado su cabeza más que su plan A, y finalmente se presentaba una posible solución ante él, que aunque costara trabajo de asimilar, no le costaría toda una vida.

SungHoon le contó como estaba interesado en tener un cachorro, alguien a quién pudiera heredar todo lo que había ganado y ganaría trabajando.  Le explicó que su experiencia con los omegas había sido traumática y que desde los veintidós, edad en la que tuvo a su último omega, decidió cortar lazos con ese tipo de relaciones.

《—Puedo cuidar de él, tengo el dinero y el lugar. Crecí con dos hermanos pequeños y sé como hacerme cargo de unos críos, soy muy responsable y en parte se debe a eso que siempre saco adelante las cosas. Mi trabajo sustentará toda la labor de parto y tu manutención así como la del cachorro, mientras estés embarazado.》

Techo y comida eran entregados a él en charola de plata. Podría ahorrar, podría trabajar antes de que entrara en sus terminales meses y así obtendría, de forma legal y correcta esta vez, un lugar donde vivir.

《—Contrataremos a un abogado para arreglar todos los papeles de adopción, y los firmaremos una vez nazca. Y para que quede claro que no te estoy obligando a nada, eres libre de irte durante tu embarazo si cambias de opinión.

Él esperaba que no, se encontraba caminando sobre hielo delgado con esa decisión tan imprudente y apresurada. ¿Estaba seguro? No. Pero ¿Tenía miedo? Sí, y mucho. Aparte de que era un idiota, y él lo asumía como verdad después de tantas veces que su padrastro lo repitió.

—¿Tenemos un trato?—Preguntó al cabo de un rato el alfa.

—Tenemos un trato.

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