❪𝗢𝗩𝗔❫ ; 𝘁𝗵𝗲 𝗹𝗮𝘀𝘁 𝘁𝗲𝗮𝗿𝘀.

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CHAPTER OVA; SPECIAL

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CANON!OVA;
LAS ÚLTIMAS LÁGRIMAS.
❛En dónde un agrietado corazón, se quiebra más❜

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©Shanxlabyx
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SUS PASOS SE ESCUCHARON LENTAMENTE Y CON levedad escuchándose el suave sonido del chapoteo ante la lluvia y los charcos de agua que se formaban ante los baches en el suelo. La lluvia caía lentamente mojándola de a poco y haciendo que su cabello se opacara y humedeciera; escuchaba los lloriqueos de aquellas dos siluetas que estaban agachadas y agitaban el cuerpo tendido en el suelo, sin dejar de exclamar el nombre del adverso de una forma desesperada que sólamente podían desconcertarla.

¡YŪTA, YŪTA! gritaba un joven de cabellos platinados sin dejar de agitar de un lado a otro el cuerpo del chico. Junto a él estaba una chica de cabello rubio quien estaba llorando desesperadamente.

¡Resiste, Yūta! ¡Por favor! —exclamaba con dolor y miedo la rubia sin notar con totalidad la silueta que había aparecido silenciosamente justo detrás de ellos, hasta que ambos escucharon el pequeño chapoteo y la sombra que cubrió parte del cuerpo del aludido y de ambos jóvenes.

Los dos se voltearon de manera alterada y desesperada hacia la silueta femenina que estaba parada detrás de ellos. Ambos temblaban, soltaban lágrimas sin parar. El dolor podría verse en los rostros de ellos, empapados de las lágrimas y la suave lluvia que caía sobre todo el entorno. El cielo parecía estar llorando al igual que ellos, totalmente grisáceo.

Unos orbes azulados veían fijamente el cuerpo de aquel joven de no más de trece/catorce años, no apartaba la mirada ni un segundo ni tampoco llegaba a parpadear; totalmente tiesa. Las gotas de lluvia se resbalan por su rostro lentamente mientras que caía, su cabello tenía pequeñas perlas brillantes de la lluvia que se deshacían al segundo de impactar con aquella superficie. Poseía un abrigo de un color marrón oscuro cayendo a vinotinto, con una capucha con los bordes de "peluche", su mejilla estaba cubierta por una gasa junto con una vendita en su nariz; tenía pequeños rasguños agregando que en su pómulo izquierdo tenía una muy tenue zona violácea, notándose tenuemente en su cuello el borde de unos vendajes.

¿Que sucedió?... —susurró Hatsulin de trece años atónita y con una expresión totalmente ida, sus ojos estaban fijos sin parpadear en el cuerpo de Yūta quien respiraba con demasiada dificultad y lentitud. Sus ojos estaban abiertos de par en par.

El platinado se quedó observándola preocupado y todavía adolorido por lo que había sucedido, la rubia sostenía con cuidado la cabeza del de cabello azul oscuro y que estaba lleno de una gran cantidad de heridas. El masculino consciente apretó su mandíbula y ahogó un sollozó mientras que su contraria no se detenía.

Hatsulin siguió observando fijamente al apellidado Ryuusen fijándose perfectamente como estaba totalmente golpeado, su boca estaba dejando salir sangre seca y ya también reciente, junto con su nariz que estaba rojiza y violácea junto con una forma extraña, indicando que estaba rota. Movió sus pupilas lentamente hacia sus extremidades; estaba totalmente destrozado, lleno de golpes, justo debajo de él había un pequeño charco de sangre que se mezclaba con el agua de la lluvia. Notó como la rubia apretaba su abdomen con un pañuelo; teñido de rojo. Sangre...

Miró hacia el chico ya conciente de nueva cuenta en busca de una explicación, le importaba poco mojarse por completo con la lluvia, su atención estaba fija en el peliazul que parecía respirar cada vez más lento que antes. Tanto por el hecho de que su nariz estaba destrozada como por la herida en su abdomen. A juzgar por la cantidad de sangre, no era profunda la herida, pero parecía que ya llevaba tiempo así.

El más alto se quedó algo asustado en su lugar por el bienestar de su compañero, estaba preocupado por él y... por Hatsulin; su mirada no decía ni reflejaba nada más que un sentimiento totalmente indescifrable, pero sabía que buscaba una explicación, con un toque de desespero.

U-unos... —hizo una pausa ante el nudo en su garganta, tragando saliva. Se le dificultaba hablar—. Cuando d-dijiste que nos adelantaramos, Yūta prefirió esperarte... —bajó la mirada temblando—. N-nosotros nos devolvimos... y unos t-tipos...

Se quedó en un silencio confuso al momento que Hatsulin se acercó, agachó y usó el pañuelo para hacer un torniquete rápidamente y después usar una bufanda que tenía para hacerlo más firme. Con bastante cuidado pero a su vez firmeza lo acomodó y seguidamente colocándolo detrás de ella a la par que agarraba sus piernas para hacer fuerza y seguidamente cargarlo en su espalda, teniendo la cabeza del peliazul apoyada en su hombro.

Lo agarró mejor escuchando un grave quejido de su parte, cosa que la preocupó, por haberle provocado más dolor y a su vez alivio ya que significaba que seguía allí. Todavía respiraba, de forma bastante débil, pero respiraba y eso era lo que importaba ahora, junto con el hecho de llevarlo rápido a un hospital. No tenía un celular a la mano como para llamar a una ambulancia, y si ese fuera el caso, ya sería tarde para el peliazul. Preferiría llevarlo ella misma.

H-hatsu... —dijo con dificultad la rubia quien se acercó con las manos en su pecho, no sabía que expresión podría tener justo ahora ya que le estaba dando la espalda pero presentía que estaba sin gesto alguno en su rostro.

Déjame ayudarte a cargarlo. No tienes porque cargarlo tu sola. —habló el más alto mientras que se acercaba con intención de tomar el débil cuerpo de su amigo lastimado pero Hatsulin lo detuvo al momento de decir;

No. —el contrario se quedó algo plasmado en su lugar. Seguidamente la fémina de cabello rojizo volteó a mirarlo por sobre su otro hombro, lo que más le sorprendió fue la seriedad que tenía en su rostro; pero una seriedad... neutra—. Yo puedo cargar a Yūta-kun. No te preocupes. —habló y miró hacia el frente comenzando a caminar.

Ambos adolescentes se quedaron en silencio por aquello para mirarse entre sí con lágrimas en sus ojos y simplemente seguir algo apresurados a la chica pelirroja, mientras que ellos dos estaban preocupados; la rubia tenía su mano en la espalda del Ryuusen sintiendo como se inflaba con lentitud y de forma pausada; el platinado caminaba junto a ella, un poco más atrás de la Tsubomi quien iba en silencio mientras cargaba a su amigo.

Iban avanzando poco a poco, la lluvia no cesaba y el ambiente estaba endemoniadamente tenso, demasiado sombrío para todos. Podrían llorar ahora mismo, pensaban la de cabellos rubios y el de cabellos platinados con unos tonos lilas, sin embargo; ninguno sabía que es lo que podría hacer ahora Hatsulin. Pensaban que ella lloraría, pero no fue así. Para sorpresa de ambos estaba tomando con muchísima calma la situación, con demasiada calma al punto de que incluso los estaba asustando.

El platinado miró hacia la de hebras rojizas con inseguridad debido a su actitud tan callada ya que ella solía ser más abierta y se expresaba más, no tenía ni idea de que podría estar pasando por su cabeza, sólo sabía o al menos, sentía, que ella estaba aguantándose y evitaba alterarse para no alterarlos a ellos más de lo que ya estaban. Sentía que ella simplemente se mostraba lo más calmada posible para evitar lo alterada que estaba.

Pero sabía que quería derrumbarse ahora mismo.

Desvió la mirada hacia abajo mientras caminaban lo más rápido que podían, pero notaba como la de orbes sacro caminaba con cuidado al mismo tiempo a pesar de cargar un peso extra en su espalda. A veces se seguía sorprendiendo por el hecho de que ella llegara a cargar cosas con tanta facilidad, cuando notaba que la fuerza física para cargar cosas no era su fuerte.

E-e... e-está... ¿llo... v-viendo?..

Los rostros de los dos adolescentes que habían estado desde el principio con el peliazul se iluminaron inmediatamente cuando escucharon su voz, bastante débil, pero al menos audible. Eso le indicaban a ellos que estaba aguantando y seguía allí con ellos. La rubia lloriqueó ahí mismo mientras sus ojos brillaban y el platinado sonrió con el rostro algo tenso ya que estaba tratando de mostrarse fuerte y no llorar.

¡Yūta! —exclamaron ambos jóvenes de forma contenta y aliviada. ¡Estaba despierto! Eso se lo facilitaban a ellos, si llegaba despierto al hospital lo más probable es que se salve, que estará allí con ellos como siempre y les sonreíra con aquellos dientes afilados que poseía.

¡Me alegra que estés despierto! —exclamó la rubia quien se aferró al brazo del herido chico quien había apoyado su cabeza en el cuello de la pelirroja para verla con debilidad con sus orbes oscuros.

¡No te preocupes, Yūta! —habló ahora el de orbes oscuros/morados quien se puso en su campo de visión para que supiera que estaba allí y no hiciera tanto esfuerzo—. Tu sigue aguantando. Estamos yendo lo más rápido que podemos a un hospital; Hatsulin incluso te está cargando. ¿Ves? Te vas a salvar.

¿H-hat... sulin?... —balbuceó otra vez el herido mientras volteaba levemente su rostro y quedaba con la parte trasera de su hombro. Reconoció su cabellera y parte de su rostro el cual estaba concentrado y ahora suavizado, pero no sonreía—... H-hey... perdón... de que tengas que... cargarme.

No te preocupes. —habló por primera vez en aquella caminata de forma efectivamente tranquila, de forma sorpresiva. Vio de soslayo hacia su amigo que se veía cansado y débil, parpadeando con lentitud. Ella sonrió sin mostrar sus dientes y miró hacia adelante—. Sabes que mi fuerte no es... la fuerza —soltó con un poco de gracia—, pero tú no eres exactamente muy pesado. Así que no te preocupes, no eres gordo o algo así.

Yūta la miró varios segundos desde su lugar. Al estar encima de su espalda podía sentir que su cuerpo no estaba necesariamente tranquilo, estaba tensa después de todo y eso significaba que estaba... preocupada, alterada en varios sentidos y no le sorprendía ese hecho ya que cualquiera que tuviera a alguien cercano en el estado en el que él mismo estaba estaría así. Se preguntaba un poco como es que no se mostraba físicamente que efectivamente estaba alterada así, sabía que no era demasiado expresiva en cuanto a sus sentimientos, pero creía que incluso así lo mostraría.

Aún así, sonrió. Sabía vagamente porque ella era casi incapaz de mostrar sentimientos negativos y la comprendía, no podía juzgarla o algo, por lo menos las reacciones físicas que tenía su cuerpo con el estar tan tensa como ahora le daba a entender que efectivamente estaba preocupada por él. Una muy débil risa salió de entre sus labios y recostó su cabeza en su hombro mientras sentía una mano en su espalda con unas constantes caricias, junto con otra mano en su hombro.

Tengo... m-masa muscular... —dejó sus labios algo abiertos varios segundos y al instante tosió de forma seca preocupando a sus amigos. Hatsulin por su parte siguió mirando el camino—. ¿Saben?... justo ahora... s-se me antoja comer... taiyakis... —dijo riendo de manera débil—. De verdad... q-quisiera poder comerlos una vez más...

Los jóvenes se quedaron en silencio por lo que dijo, sintiendo un mal sabor de boca pero se rompió aquel silencio cuando la pelirroja habló. —Podrás hacerlo, Yūta-kun. Cuando estés sano en el hospital, escabulliremos taiyakis para que comas.

P-por ti... ahora me gustan...

Así es. Técnicamente a causa mía tomaste aquel gusto, pero bueno, los taiyakis son lo mejor. —habló con un poco de nostalgia la de orbes azulados mientras trataba de aligerar el ambiente.

Tu y tus... g-gustos con lo que tenga... chocolate... —volvió a reír débilmente.

El platinado y la rubia los observaron, a pesar de que estaban teniendo una conversación como cualquier día había algo que no cuadraba allí. De alguna manera sentían un feo dolor en sus pechos, justo en el corazón como si estuviera sucediendo algo que no veían. Se fijaban en su amigo y él simplemente seguía hablando ligeramente con Hatsulin quien estaba de verdad tomando mucha calma en la situación.

Se miraron algo temerosos. De verdad algo andaba mal.

L-lo siento... —escucharon la disculpa del peliazul de dientes puntiagudos llamando su atención. Ambos lo miraron como sus ojos estaban algo cristalizados—. Perdón por preocuparte así... Sé que es duro para ti que veas personas lastimadas... —susurró de forma arrepentida y culpable—. Ahora lo más seguro es que te estoy provocando feos recuerdos o algo así... De verdad lo sien...

Tranquilo... —volvió a decir Hatsulin mientras caminaba y seguía sintiendo la lluvia caer sobre ellos. Por lo menos uno de ellos había pensado bien y colocado una chaqueta encima para evitar también que se debilite por un resfriado—. No te disculpes, si quieres hacerlo, puedes hacerlo después cuando estés sano y salvo. No me importa el pasado ahora, me importa es que te encuentres bien y te salves, porque eso harás. Yūta-kun, no debes disculparte, porque sé que eres lo suficientemente fuerte como para resistir algo así... —habló recibiendo silencio de los tres ajenos—. Así que... ánimo... ánimo...

Otra vez todo se inundó de silencio; Yūta miró a Hatsulin con sus ojos abiertos y después miró a sus compañeros ya entrecerrándolos ligeramente y con unas muy ligeras lágrimas en ellos. Tenía hasta sus párpados algo hinchados y estaba más pálido, muchísimo más que antes y eso fue lo que preocupó a sus amigos, sobretodo al platinado quien se quedó observándolo plasmado por ver su expresión.

A pesar de todo, Yūta sonrió cálidamente y a su vez con gran debilidad, cerrando sus ojos con una expresión afable y tranquila, a pesar de lo demacrado que pudiera verse por las heridas y la sangre que tenía.

Luego, susurró con voz grave y bastante baja, siendo apenas audible para Hatsulin y el masculino ajeno;

Serás... una increíble heroína, Hatsu...

De nueva cuenta, todo se quedó en completo silencio mientras caminaban. Los orbes morados del platinado no se separaban del rostro de su amigo quien se quedó con una expresión tranquila, sin decir más nada. Hatsulin por su parte prestó atención a todo lo que había dicho, había sentido un nudo en su garganta pero se aguantó el llorar. Sin embargo, los brazos de Yūta que estaban ligeramente alrededor de sus hombros al haber afianzado el agarre; se aflojaron lentamente hasta dejar de tener agarre alguno.

Los pasos de la Tsubomi se detuvieron lentamente confundiendo a ambos compañeros quienes apenas la vieron parar su andar se detuvieron confundidos y en busca de explicación de que haya hecho aquello tan repentinamente sabiendo que aún faltaba un poco para que llegaran al hospital. ¿Por qué se detuvo? ¿será que se había cansado?... ¿por qué el ambiente había cambiado tan drásticamente? ¿Por qué?

Hikaru-kun... —nombró al platinado que inmediatamente la miró con sus ojos confundidos cuando ella lo llamó. No podía ver su rostro—. ¿Cómo está... su pulso?... —sorpresivamente preguntó; la rubia se confundió y a su mismo tiempo fue asustándose. No... está respirando... no siento su calor corporal...

Poco a poco las expresiones de ambos jóvenes fueron deformándose por aquellas palabras. Hikaru miró exaltado a Yūta y a comparación de antes no estaba haciendo ninguna tensión en su cuerpo cuando se había aferrado para no caerse y a su vez aguantaba el dolor de las heridas. La rubia cubrió su boca totalmente temblorosa negando totalmente a lo que estaba insinuando la más baja presente.

H-hatsulin... —susurró Hikaru dando un par de pasos hacia ella, queriendo que soltará a Yūta y cargarlo él. Se estaba tragando el gritar ya que ya soltaba lágrimas. Sin embargo, lo que lo exaltó es cuando la chica comenzó a agacharse hasta que quedó sobre sus rodillas—. ¿¡Hatsulin!?

¿¡E-eh!? ¿Q-que... qué sucede? —había exclamado la rubia presente quien al igual que Hikaru no tardó en colocarse a su altura y ver si le sucedió algo—. ¿Estás... b-bien?...

Había querido ver su rostro, el platinado igualmente había querido hacer eso, pero lo que vieron no fue lo que esperó; Hatsulin estaba sonriendo... pero la sonrisa, esa sonrisa estaba totalmente rota, temblorosa como si estuviera luchando para mantenerla y a su vez buscará ceder para arrebatarla de sus labios, casi haciendo una mueca; era una sonrisa rota y con dolor. Sus cejas estaban temblando y a su vez estaban caída a los lados, sus ojos mostraban un sentimiento de lo más doloroso mientras que estaba soltando unas gordas lágrimas que no paraban de caer por sus mejillas. Era la expresión más dolorosa que pudieron ver qué quedaron en shock, sobretodo al verla por primera vez en ella.

Una de las manos de Hatsulin, sin bajar a Yūta de su espalda, fue subiendo temblorosamente hacia la cabeza del frío chico que estaba apoyado en su hombro para posicionarlo allí como si buscará abrazarlo y a su vez sentirlo, tocando y apretando muy levemente su cabeza llena de cabellos oscuros y algo azulados que estaban opacos por la lluvia.

Bajó poco a poco su cabeza mientras temblaba y unos sonoros y a su vez dificultuosos sollozos salieron de entre sus labios mientras las lágrimas caían por sus mejillas y su sonrisa parecía romperse cada vez más.

Yūta... de verdad... l-lo siento, lo siento...

El corazón de ambos jóvenes se rompió por la voz tan rota de su amiga, la rubia sollozó igualmente pero no de forma sonora como ella quien parecía ser la más afectada, quien parecía que a su corazón se estaba agrietando más que antes y buscará quebrarse por completo. Hatsulin comenzó a llorar ahí mismo ahora con una mueca adolorida en sus labios.

Ambos se acercaron y la sostuvieron como queriendo que se levantara, que siguieran adelante para llevar a Yūta al hospital y ellos encargarse de lo demás, pero la forma en que lloraba y negaba a soltar al Ryuusen o a levantarse los hizo ceder poco a poco. La rubia no soporto más y semi abrazó a Hatsulin quien seguía llorando con una mano aferrada a Yūta; Hikari simplemente apoyo su cabeza sobre el hombro del fallecido jóven ocultando sus sollozos y a su vez compartiendo su dolor con ambas chicas.

Llorar con ellas porque era lo más desgarrador y doloroso que habían vivido. Llorar no lo traería devuelta a la vida, pero eran personas, eran sólo unos niños... que habían perdido a un buen amigo y ahora lloraban por la perdida.

Aquella siendo la última vez que Hatsulin dejó caer sus últimas lágrimas.

TODO ERA TAN SOMBRÍO, TAN TRISTE QUE INCLUSO el cielo parecía querer llorar justo en aquella ocasión en dónde la mayoría se encontraba sin consuelo alguno; una mujer era de las personas que más lloraba mientras cubría su rostro de forma desconsolada al ser la persona más lastimada en aquella ocasión. Después de todo, era la madre del ahora fallecido y enterrado Ryuusen Yūta.

Enfrente de todas las personas presentes se encontraba la tumba en dónde recién habían echado tierra al enterrar la urna del joven Ryuusen y ahora descansaba en paz bajo tierra. La familia Ryuusen, siendo ahora sólamente un integrante que se encontraba allí al ser tallado en el concreto el nombre de Yūta, siendo el único que había bajo tierra sobre aquella familia.

Un dúo de adolescentes se encontraban mirando con tristeza hacia aquella lápida, todos vestidos de negro para la ocasión; cerca de ellos había otro joven de su misma edad quien seguía asimilando todo mientras revolvía con una de sus manos su cabello violeta y a su vez se veía deprimido, incluso tenía unas ojeras más pronunciadas de lo normal.

Hitōshi miró hacia ambos chicos que estaban callados y a su vez observaban la chica de baja estatura que veía fijamente hacia la lápida y no se movía. El pelivioleta miró hacia su amiga de infancia con un gesto neutral y a su vez triste, él más que nadie sabía cómo debería sentirse justo ahora pero... no sabía cómo ayudarla, como apoyarla.

Él suspiró con pesadez y dió algunos pasos dudosos hacia la apellidada Tsubomi sintiendo la mirada del platinado y la rubia junto con una que otra de las personas presentes en aquel funeral. Shinsō se puso a su lado ligeramente atrás y la miró y después observó hacia la lápida con un gesto serio y triste de su parte. Sin saber que hacer o que decir simplemente se quedó a su lado, apoyándola con su silencio.

Yūta-kun... —pero para su sorpresa, habló. La miró rápidamente y con un gesto impresionado; su tono de voz era totalmente apagado—. Yūta-kun... murió... por mi culpa...

¿Eh? —rápidamente el pelivioleta se confundió. ¿Acaba de decir que fue su culpa? Pero no había sido así, según le contaron ya que no estaba presente ese día, Yūta se había quedado a solas cierto momento y lo atacaron. ¿Por qué se echaba la culpa?—. Eso no es verdad, Hatsulin. No pienses así, simplemente... fue algo que pasó. —hizo una mueca incómodo consigo mismo y no saber que decir con exactitud.

Si no lo hubiera dejado irse aún, si le hubiera permitido acompañarme un poco más a visitar a mi abuelo... —las manos de la pelirroja se apretaron; estas estaban vendadas hasta los nudillos cosa que llamaba la atención de varios presentes y sobretodo de sus amigos. Hikaru y su acompañante se acercaron al alcanzar a escuchar lo que decía—. Si tan sólo... hubiera estado con él, seguiría vivo, seguiría aquí... Todo por mi culpa, él murió a causa mía...

Hikaru fue quien mostró un gesto sorprendido observándola, rápidamente actuó yendo a su lado y a su frente para verla al rostro. —¡Eso no es verdad!. No pienses así, esto no es culpa tuya, no es culpa de nadie y si es así... es mía por dejarlo solo, pero no es tu culpa, no tomes aquella responsabilidad. —trató de hacerla recapacitar, sólo se hacía más daño.

No es así... —murmuró Hatsulin sin quitar sus ojos apagados de la lápida de Yūta—. No es así... En primer lugar... no deberían haberme acompañado a visitar a mi abuelo al cementerio, no tuve porque invitarlos en primer lugar... —agachó su cabeza evitando sus miradas—. Sólo... alejénse de mi de una vez, sólo alejénse de mi.

Se quedaron tiesos por su petición, Shinsō se quedó sorprendido y en shock de que pidiera eso, al punto de escucharse como una súplica, Hikaru tensó el cuerpo por completo al escucharla decir esas palabras. Por último, la otra femenina presente, sus ojos se cristalizaron y negó con la cabeza.

Cuando uno de ellos iba a hablar, a reprochar su petición, una tercera voz se hizo presente junto con una presencia y persona intimidante quien estaba a tan sólo unos metros de ellos pero que provocaba un ambiente diferente al que ya de por sí había.

Hatsulin, ya deja de mostrarte patética y vámonos. —habló Atsuko con voz tosca y sin tacto.

Junto a esta mujer estaba otra más, era Eiko; aquella mujer de cabello y ojos rojizos quien tenía ahora una ligera cojera cuando dió algunos pasos hacia su pequeña niña quien no dejaba de ver directamente hacia la lápida. Eiko estaba preocupada, incluso miró con enojo hacia su, si se podría decir, suegra cuando se expresó de esa manera. Estuvo apunto de repetir con suavidad y compasión lo que dijo Atsuko, pero no pudo.

Si, abuela.

Hatsulin simplemente obedeció con un tono de voz apagado y decaído dando la vuelta para poder dirigirse directamente hacia donde estaba su madre y su abuela sin rechistar, con una mirada apagada al igual que muchos de los presentes ante la perdida de Yūta.

Mientras tanto aquel pequeño grupo de amigos se quedaron viendo atónitos hacia aquella dirección, Shinsō simplemente se paralizó sintiéndose impotente por no haber dicho nada. No pudo consolarla, no pudo hacerla entender la realidad, no pudo defenderla... nada. Ni siquiera fue capaz de abrazarla o secar sus lágrimas.

Unas lágrimas que nunca vio.

YA LES DIJE QUE NO SE ME ACERQUEN MÁS. —REPITIÓ la pelirroja mientras que metía sus zapatos al cubículo de cambio para colocarse lo que les corresponde.

Shinsō y Hikaru eran los que estaban detrás de ella con una mirada angustiada, o al menos una aura que demostraban lo angustiados que estaban con aquella constante petición de Hatsulin sobre que no se acercaran a ella. Apenas había pasado una semana y todo estaba... monótono. Ella estaba totalmente apagada y decaída, se veía más débil cada día y claro que nunca faltaba alguna parte vendada de su cuerpo.

El platinado apretó la mandíbula mientras que el pelivioleta bajó la mirada por sus palabras. Él era uno de los más afectados, sobretodo cuando había mandado mensajes y hasta llamadas a su teléfono y ella no respondía nunca, como si dejara pasar la llamada o algo, porque los mensajes siempre los dejaba en visto. Le dolía que quisiera encerrarse en esa burbuja.

Miró como Hikaru se acercó hacia Hatsulin para sorpresa de Shinsō quien miró con sus ojos algo expandidos de verlo hacer aquella acción; vio como el más alto tomaba el brazo de la más baja y ésta al instante se apartó, pero viendo lo que siempre y ahora le preocupaba mucho ver; su brazo y mano vendados. Ahora era más constante, esperaba y creía que era porque los entrenamientos estaban más violentos que antes.

Hatsu, te estás haciendo daño. —dijo Hikaru queriendo acercarse a Hatsulin quien retrocedió con la mirada baja mientras sostenía su brazo—. Déjanos apoyarte. Aikari se fue de la secundaria ya que quiso mudarse y tener otros aires... Pero nosotros seguimos aquí, no estás sola y no vamos a abandonarte.

Deben hacerlo. —susurró apretando su brazo sobre la chaqueta que usaba, retrocedió un poco y luego se detuvo, cabizbaja y temblando—. Alejénse de mi, no quiero que mueran también.

Hatsulin. —llamó Shinsō con voz baja, acercándose de igual manera—. No pienses así... Nada de eso sucederá, tu no eres culpable de nada. No tienes porque sufrir sola.

Si tengo... Sólo, alejénse, por favor... —susurró Hatsulin mirando al suelo—. Es lo mejor.

¿Lo mejor? ¿Crees que es lo mejor quedarte sola? ¿sufrir sola? ¿hacerte más daño con aquellos horribles entrenamientos que tú abuela te hace hacer? —cuestionó Hikaru severo pero a su vez dolido, dolido de que Hatsulin este pensando así y pensando tales cosas—. ¿Acaso tú abuela te obligó a decirnos esto? ¿acaso ella es la culpable de que pienses así?

Hatsulin no contestó, al menos no inmediato pero su cuerpo tembló notoriamente mientras su mirada afligida estaba fija en el suelo, en sus pies. No lloró, tuvo la sensación de hacerlo pero simplemente no soltó lágrimas, sólamente sudó levemente, hasta hablar. —Sólo no se acerquen a mi.

¿Tu abuela te hizo pensar así? ¿que es tu culpa? —siguió cuestionando Hikaru dando varios pasos hacia ella, viéndola aún con la cabeza agachada y parecía... querer hacerse más pequeña allí. Hitōshi la miró y después al más alto—. Ella no es una buena persona, Hatsu, sólo te está manipulando. Te está haciendo sufrir con hacerte pensar así, con hacerte querer alejarnos.

Basta... —pidió Hatsulin en un susurro.

Por favor... Entiende que no es tu culpa, Hatsulin. —ahora quien habló fue Hitōshi quien con ciertas dudas se acercó a ella, quedando a la par o más allá que Hikaru—. No lo es, Atsuko sólo quiere hacerte daño. Yūta no murió por tu culpa y no vamos a alejarnos, no tienes porque estar sola... —al colocar su mano en su hombro la sintió temblar, haciéndolo suavizar su expresión—. Yūta no hubiera querido que estuvieras así... Él hubiera querido que siguieras sonriendo o algo así, que siguieras defendiendo a los demás, que no estés sola.

El rostro de Hatsulin se contrajo por lo que decía su amigo de toda la vida, apretando y haciendo temblar sus manos hechas puños ante la impotencia que sentía en su cuerpo, ante el dolor que no la abandonaba en ningún momento. La sensación de querer llorar ahí mismo la invadió, pero simplemente, no pudo. Otra mano se posó en ella, siendo en su cabeza junto con unas pequeñas caricias.

Hubiera querido que siguieras luchando. —la pelirroja seguía mirando al suelo, ahora sus manos temblaban debido a la tensión que había—. Él hubiera querido que siguieras sonriendo y no sufrieras, ni que te quedarás sola.

Cerró sus ojos con fuerza por lo que le decía, de verdad quería decir que siguieran con ella, ya había perdido a Yūta, ya había alejado a Aikari. No quería quedarse sola, pero sinceramente le daba demasiado miedo. Todo lo que ellos le decían era cierto, su abuela tuvo que ver con esos pensamientos pero a su vez ella misma pensaba así, pero no quería quedarse sola.

Sin importar que, estaremos aquí, Hatsulin.

Quiso llorar ahí mismo, pero simplemente no pudo.

UN FUERTE GOLPE SE ESCUCHÓ LUEGO de que una voz bastante fanfarrona y molesta exigiera algo a alguien, siendo a la persona que golpeó. Un joven de apenas primer año había caído al piso luego del golpe de aquel bravucón quien había pedido su dinero.

El robusto chico tomó de la camisa al menor acercándolo a su rostro y viendo su rostro lloroso que lo observaba con miedo y dolor. —¿¡Acaso eres sordo!? ¡dame tu dinero de una vez o juro que te molere a golpes!

¿Que pasa? ¿que pasa? ¿Por qué tanto escándalo?

El de tercer año volteó a mirar rápidamente hacia aquella voz femenina y animada, el pequeño también la miro confundido y a su vez esperanzado de que lo haya venido a ayudar. Vilumbró con su vista una sonrisa segura junto con unos brillantes ojos azules y un cabello rojizo bastante fuerte, el cual caía por los hombros y hacia abajo de la recién llegada quien se detuvo a un metro de distancia.

El bravucón la miró confundido y a su vez con burla por ver la diferencia de tamaño entre él y ella, sobretodo por la apariencia de la pelirroja. Soltó una risa burlona sin soltar al chico quien simplemente buscaba aferrarse a algo ya que sentía que caería o que el bravucón lo dejaría caer a propósito al suelo para darle efectivamente una horrible paliza.

¿Que te importa? ¡Largo de aqui si no quieres que golpee aquella linda carita que tienes!

¿Mm? Pues inténtalo.

¿Hah? —bramó el más grande confundido para mirarla con sorna y después reírse. Efectivamente dejó caer al pequeño de primer año para tronar sus nudillos y levantar su brazo—. ¡Tu lo pediste! —y lanzó su puño.

Pero, la pelirroja tomó de la muñeca al bravucón fácil y firmemente confundiéndolo. La expresión de la chica se volvió neutral y lo siguiente que escuchó fue el perfecto sonido de un crujido y como su mano daba casi una vuelta completa. Él no tardó en gritar con dolor sosteniendo su muñeca al serle rota.

Hatsulin lo miró fijamente viendo su gesto adolorido, el chico la miró con gran enojo y su ceño fruncido, viendo sus orbes opacos y azulados que lo veían con una mirada neutra y sombría haciéndolo tensarse notablemente y retroceder con una mirada de espanto. Mientras tanto el adolescente de primer año veía atentamente aterrado y confundido la situación.

Más confundido estuvo cuando casi al instante al que anteriormente iba a golpearlo inclinó medio cuerpo hacia la pelirroja.

¡D-de verdad lo siento, Tsubomi-sama! ¡n-no sabía que era usted! ¡discúlpeme por favor! —exclamó el chico con gran respeto y obediencia.

Vete.

¡Si, Tsubomi-sama!

E inmediatamente él salió corriendo casi despavorido del lugar mientras que la aludida miró hacia su dirección con neutralidad y después vio hacia el pequeño niño quien se veía atemorizado e intimidado. Pero en vez de recibir una mirada fría como la que ella le dió a aquel matón, recibió una afable y dulce expresión.

¿Quieres comer Peyoung Yakisoba conmigo? —dijo sorprendiendo al menor en cuanto lo ayudó a levantarse—. ¡Así tienes más fuerzas por lo que te hicieron!. Pero tranquilo, ya no te lastimaran. ¡Ya no estás solo! »

Su mano masajeó su muñeca levemente mientras que veía la superficie de concreto enfrente suyo, recordando perfectamente como le había roto la muñeca a aquel bravucón por puro instinto y a su vez para darle una lección. Su expresión era pensativa y a su misma vez tranquila.

Miró hacia el cielo levemente colocando sus manos en el suelo al estar sentada tranquilamente enfrente de la lápida, juntándolas una sobre la otra en el suelo, las cuales estaban llenas de venditas en la zona de sus dedos. Ahora era menos notable los vendajes y demás respecto a los entrenamiento de su abuela, al menos no ahora. Se suavizó un poco cuando ingresó a la U.A., pero sabía que en cualquier momento volvería a tener aquel infernal entrenamiento.

Bajó su mirada nuevamente mientras dejaba salir un profundo suspiro y suavizaba su rostro, sin tener la sonrisa que solía tener. Miró fijamente las palabras talladas en el concreto y suspiró nuevamente, cerrando unos segundos sus ojos cuando sintió una brisa, haciéndola mover su cabello. Cuando dejó de hacerlo miró hacia el cielo y después a la lápida.

Estuvo en completo silencio varios momentos sintiendo apenas el movimiento de las hojas de los árboles ante la suave brisa que había. Sin embargo, el silencio se rompió con un bajo susurro de su parte, mirando la lápida como si se tratara de alguien;

—Al final si alejé a uno de ellos, ¿eh, Yūta-kun?

❪NOTA DE LA AUTORA❫

¡Especial por los 1k de votos en la historia y las ya 8k de vistas!.
De verdad gracias por tanto apoyo, de verdad para mí el sólo tener 100 vistas me hacía feliz y ahora me alegra haber avanzado tanto, muero, los quiero mucho :(
Aquí un especial, siendo un OVA de apenas una pequeña miradita de la secundaria de Hatsulin y como sucedió la muerte de Yūta.
Hay bastantes cosas que quedaron en incógnita, pero se verá pronto en otra OVA o en un libro que sería la precuela de su secundaria.
¿Ustedes qué creen?👀
Apenas es la superficie, prepárense.
¡Nos vemos en el siguiente capítulo! ¡Plus Ultra!.

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