𝐭𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐝𝐨𝐬

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

La batalla entre el cielo y la tierra.

Veía los detonantes. Mientras que amarraba fuertemente mis correas, sentía mis manos sudar y temblar. Mi cabello estaba atado fuertemente en una coleta, y como los demás, se preparaban. Teníamos un plan. Aunque quizás haya sido improvisado, era lo único que teníamos a favor para poder defendernos en el medio del retumbar. Respiraba lentamente, todo mi cuerpo estaba tenso, envuelto de nudos por toda mi espalda que me impedían levantarme del banco, donde mis piernas detonaban la debilidad que había en mí para mantenerme de pie. La aeronave se movía bruscamente, haciéndome notar como todos se dirigían a la cabina, donde Onyankopon se esforzaba sin duda alguna por guiarnos hasta nuestro juicio final. Apreté mis manos, he peleado antes, ¿pero por qué no estaba preparada para esta pelea? Solo había una razón, tenía miedo y era, porque no estaba preparada para decidir el amargo final de un amigo. Respire hondo, era como si todo se volviera lento y en lo único que pude concentrarme, fue en el hecho de que mis manos pudieran sentirla, necesitaba a mi hija. Levante la mirada, levantándome para sentir mi cuerpo chocar con el de Armin, ambos mirándonos fijamente a los ojos.

—¡Mierda, la máquina está casi muerta!—decía Onyankopon, mientras que Armin me aferraba fuertemente a su cuerpo ante los bruscos movimientos de la aeronave que nos mantenían moviéndonos constantemente.

—¡Debemos soltar!—aviso Armin, mirando desesperadamente a Onyankopon, quien sudaba la gota gorda en ese volante.—¡De prisa!—incitaba, en conjunto de Jean.

—Quítate, apestas.—indicó el capitán Levi, distanciando a Connie de encima suyo, quien intentaba de no caerse encima del capitán.

—¡Aún no, debemos llegar arriba del titán fundador, lo que implica forzar un aterrizaje!—esclareció Onyankopon, quien se mantenía firme.—¡Así que, asegúrense saltar cerca del titán fundador!—nos pidió.

—¡Onyankopon cuidado!—exclamé yo, ante presenciar una lluvia de... de piedras.—¡Ahí está!—indique, notando como el capitán Levi se interpuso en mi campo visual para afirmar la presencia de su mayor contrincante.

—Finalmente lo encontramos... nuestro objetivo es, el titán bestia.—artículo Armin, mirando como los demás apretaban sus dientes y más, Jean, quien sin duda alguna se llenó de amargura ante el avistamiento de las piedras, dándome a mi, un recuerdo abrumador y doloroso.—¡Haremos todo lo que podamos para detener el retumbar!—indico, con convicción para así, soltarme y dirigirse a la puerta, desplazándola para dejar que la brisa nos golpeara.

—¡Armin, espera!—le pedí, dirigiéndome a él, para sostenerme a su cuerpo y mirarle fijamente.

—¡Pieck, aguanta los detonadores, arrástralos contigo!—exclamó en su petición el capitán Levi, haciendo que la joven de cabello despeinada asintiera ante su petición, en medio del ambiente tan tenso en el que estábamos.

—¿¡Estás lista!?—me preguntó Armin, mirándome directamente a los ojos, mis manos sudaban y tan solo, podía sentir mi corazón palpitar con rapidez, como el de todos.—¡Dime!—me pidió, pero lleve mis labios de una manera brusca a los suyos, besándolo.

—¡¡Quisiera tener a alguien a quien besar en este momento, porque posiblemente todos moriremos!!—escuché a Connie decir, por lo cual me solté del beso para sonreír y ver cómo se aferró a Jean, quien lo empujó hacia el capitán Levi, pero este, también lo empujó fuertemente.

—¡Armin, no estoy lista, pero ya no importa!—exclame, en un alto tono ante la fuerte brisa.—¡Solo, no me sueltes!—pedí, sintiendo como llevo su mano a mi cintura, apretándome a él.

—¡Entonces, por favor, dame más tiempo!—pidió, amargamente.—¡Dame tiempo para salvarnos, aunque sea en el último momento!—asentí, de una manera amarga ante ver que Armin, se resistía en aceptar que quizás, luego de esto, había una gran probabilidad de que no volvería a casa con él.

—¡¡Ahora, vamos!!—incitó Onyankopon, creando que sin duda, mi piel sintiera un escalofrío cuando Armin junto a su cuerpo, me lanzó, gritando y desgarrando en su garganta, el hombre de por quien estábamos aquí, Eren.

La brisa mantenía mi cabello hacia atrás, haciéndome cegar por un leve momento q donde tenía que dirigirme. Pero, poco a poco se fue esclareciendo aquellos grandes y estrechos huesos que detallamos minutos atrás, como la gran silueta que dirigía el retumbar, una parecida a un insecto, que detonaba horror. La imagen, era escalofriante desde esta altura, no me imaginaba para los que podían verla desde abajo. La iluminación que se esclareció en medio del cielo, y de la tierra, me hizo forjar a ver cómo Reiner se transformó en su acorazado titán, tomando más peso para bajar rápidamente y arremeter contra el titán bestia. También, la sintonía de su transformación, fue sometida a la de Pieck, quien no dudó en dejarse ver en su titán carreta, dispuesta a pelear como todos nosotros lo estábamos. Saque mi gancho, el cual se incrustó hasta quebrar en uno de los huesos, haciéndome quedar justamente aún lado de ahí. Mirando detenidamente al titán bestia desde mi postura. Apreté mis dientes, porque mis brazos se sentían pesados ante los lanza relámpagos que sostenía, con el fin de acabar con el hombre que yacía adentro de ese titán. Me deslicé por los huesos, en medio de la bruma que Reiner ocasionó contra el titán bestia, para dejarme desconcertada ante ver que no había nadie.

—Maldita sea, ¿donde estas Zeke?—me pregunte, impotente por la idea de que no estuviera aquí.

—No es de extrañar que no haya una respuesta en absoluto. Es solo una cáscara vacía.—expresó el capitán Levi, aún lado de Laia quien miraba.

—Aún así, no implica que no se encuentre aquí.—apoyo Laia, quien yacía aún lado del capitán Levi, mirando como el titán bestia se desintegraba con el vapor.

—Como pensé, Zeke escondió su cuerpo exactamente como el titán martillo.—musitó Armin, detenido en el hombro del titán acorazado junto a Jean, mientras me miraba.

—¡¿Entonces tenemos que encontrar un cuerpo humano de un metro de largo y veinte centímetros de ancho en estos montones de huesos?—se preguntaba Jean, alterado.—¡No puede ser, no nos queda alternativa! ¡Armin!—expreso, haciendo que Armin apretara sus dientes, aceptando la realidad de esta situación.

—¡¡Lo sé!!—acepto, amargamente.—¡Voy explotar este lugar en un minuto! ¡Váyanse con el titán carreta!—pidió Armin, mirándonos a todos.

—Armin... —musitó Mikasa, en conjunto conmigo, ante la negación de tener que irnos.

—¡Eren está esperando este ataque! ¡No lo matará! Pero... ¡si exploto estos huesos, podríamos saber su ubicación y la de Zeke!—nos decía, intentando de alentarnos a confiar en él.—¡Ainara, volveré por ti!—dijo, por lo cual me obligo a simplemente, tener que aceptar su ida.

—¡¡Pase lo que pase, no nos des importancia!! ¡¡Explota este lugar con todo tu poder de una vez!!—le aviso Jean, empezando a removerse como todos, pero a mi, se me hizo más difícil.—¡¡Ainara, vámonos!!—pidió Jean, pero yo tan solo abrí mis ojos grandemente cuando vi cómo en medio de la bruma, se abría una gran boca detrás de Armin.

—¡¡No, Armin!!—grite, tomando altitud de manera desesperada para intentar de envolver el gancho en aquel extraño titán, que avanzó rápidamente entre los huesos.—¡¡Maldita sea!!—exclame, enfurecida, con mi pecho subiendo y bajando.

—¡¡Cuidado!!—anunció Laia, haciéndome ver la cantidad de titanes que reaparecieron frente al titán acorazado de Reiner, eran demasiados, obligada a tomar altitud, me intente enganchar en uno de los huesos, observando de manera extraña a un titán, que me hizo abrumarme.

—Imposible.—articule, dejando de buscar al titán que se había comido a Armin, para ver a ese titán que podría reconocer y distinguir entre todos.

—¿Qué son ellos? No son titanes sin inteligencia, están evaluando la situación y atacando simultáneamente.—indicaba Jean, analizando.

—¿¡Qué deberíamos hacer!? ¡Nos estamos quedando sin lanza truenos! Además, ¿¡Armin sigue vivo!?—se preguntaba Connie, desesperado, mientras miraba la situación.

—Si se lastimaba, se habría transformado en su forma de titán. En otras palabras más inteligentes para ti, fue capturado.—detalló el capitán Levi, mirando a Connie.—Sin embargo, está rodeado de incontables titanes. Ha sido llevado al trasero de Eren... incluso si estaba en perfecto estado, aún no escogería ser una carga, así que calma, Mikasa y Ainara, no se apresuren, esperen a que Armin lo distraiga.—esclareció este, haciéndome pensar de manera neutral.

Eso es imposible capitán, se lo que son esos enemigos, son los nueve titanes de tiempos pasados.—admitió Pieck.—No sé si alguno de ellos tiene conciencia de portadores pasados, supongo que puede revivirlos exhaustivamente con el poder del titán fundador. Un ejército de titanes creados con el propósito de pelear.—musitaba ella, desde el interior de su titán.

—Algo así, es imposible de derrotar.—masculló Connie, mientras que yo veía vagamente aquel titán hembra, tan parecido físicamente al de la mujer que me había traído a la vida.

Si, así que, por eso no puedo dejarte hacer nada imprudente. Porque... Eren no es mi amigo.—abrí mis ojos, viendo como Pieck en su titán carreta, avanzó velozmente con los detonadores en su boca, dejándonos a todos desconcertados por su gran velocidad en llegar a la nuca de Eren.

—Entonces, solo me queda una opción.—musité, mirando mi mano, mi mano temblorosa.

—¡¡Ainara, no lo hagas, podrías morir!!—exclamó el capitán Levi, mientras que el chillido de Reiner me alertó al ataque que el titán martillo, hizo con el titán carreta de Pieck.

—¡¡Reiner!!—me giré, viendo como Jean alertó a nuestro amigo de aquel titán que me hizo erizar la piel, era él, era Porco.

—¿Porco?—musite, en una suma tristeza que me consumió por completo ante ver como arremetió contra Reiner, para así, volver a mirar mi mano.—¡Lo lamento, pero, vine para pelear, no para huir!—exclame, mordiendo mi mano de una manera brusca y dolorosa.

Pude sentirlo, el escalofrío de mi piel cuando aquellos rayos cruzaron cada parte de mis músculos. Me solté de los ganchos, dejando que todo el poder transfiriera por mis venas, hasta darme la suficiente adrenalina para sostenerme de los huesos de aquel titán fundador. Abrí mis ojos, con el calentón que se reflejó en los músculos pegados a mis mejillas, podía verlo todo de una manera diferente, podía verlo desde el interior de una fortaleza que me daba fuerza. Mikasa se sujetó de mi hombro, al igual que el capitán Levi, pero yo tan solo veía cómo Reiner esquivaba las garras del titán mandíbula que porto aquel joven, aquel mismo joven que me llevó a una pista de baile, con su corazón en la mano, dispuesto a dejarme ir. Corrí rápidamente, defendió la espalda de Reiner en su titán acorazado. Mi blindaje pareció haber renacido, porque el titán mandíbula con sus garras intentaba quebrarlo, pero no podía, así que fuertemente arremetí contra él, sosteniendo su cabello, para que Reiner lo inmovilizara. Me giré, porque podía ver como todos los demás se enganchaban entre los huesos, en medio de detonaciones, mi cuerpo se expulsó al suelo ante una fuerte patada en mi espalda. Levante mi vista, viendo aquel titán hembra frente a mi.

Me levante, notando que mis amigos estaban peleando y que no se rendían, así que, aunque estuvieras aquí frente a mi, no dejaré por ningún motivo que los destruyas, mamá. Gruñí, apretando mis dientes para levantarme del suelo y correr hasta ella, mis manos y las suyas chocaron, deteniéndonos a la ves. Su fuerza era brutal, definitivamente era ella. Incliné mi cabeza, para ponerla debajo de sus hombros y con mis brazos, sostener su cintura e impedir su inmovilidad. Ella golpeaba mi espalda con su codo, mientras que yo, la levante, haciéndola chocar contra mi blindaje para así tirarla al suelo. Su nuca estaba bloqueada, porque estaba recostada boca arriba, por lo cual me obligué a pisar sus ojos con el talón de mi pie, dejándola ciega, hasta que una sombra me hizo levantar la mirada y ver ese gran titán frente a mi. Boquiabierta, sentida y dolida, note la presencia del titán colosal que alguna ves porto Berthold. Su mano se estiró con la intención de retenerme, pero mi cuerpo decayó al suelo en cuanto Reiner bloqueó su movimiento, reteniéndolo en su boca y aplastándolo como una simple cucaracha. Todo en un momento, se desprendió de mi agarre, por lo cual me sobresalí del titán, sintiéndome desvanecida y sin fuerza.

—¡¡Capitán Levi!!—grite, viendo como caía al abismo, para así, ser sostenido por Laia mientras que Connie, caía junto a ellos en los huesos.—Esto es un infierno.—masculle, notando la cantidad de titanes que yacían alrededor.

—¡¡Vamos, somos fuertes, así que...

—¡¡Mikasa, estás comportándote un poco loca!!—extendí mi gancho, al igual que el de los demás cuando escuchamos esa voz, aquella voz que me trajo esperanza cuando caí retenida junto a los demás en esa gran extensa ave.

—¡¡Annie!!—grite, viéndola ahí, mientras que su cabello amarrado era removido por la brisa, sus azulados ojos y los míos dieron un símbolo de hermandad ante estar frente a frente.

—No pensé que este titán pudiera volar, pero aquí estamos.—indicó ella, murándonos, por lo cual yo me removí aún lado del capitán Levi, a quien veía su pierna sangrar.—Ya que vuela, no tenía otra elección que venir. Pero, estoy contenta de haber venido y de que al menos, podré tener más tiempo con mi hermana.—artículo, mirándonos y dejándonos conmocionados por su grata presencia.

—Capitán Levi.—le llame, mirando como Laia lo sostenía contra sus brazos, temerosa de perderlo.

—Estoy bien mocosa, estoy bien.—indicó él, con ese orgullo en su voz, haciéndome sonreír.

—¡Gaby! ¿¡Que estás haciendo aquí!?—se cuestionó Reiner, mirando detenidamente a Gaby.

—¡¿Qué esperabas cuando nos dejaste atrás?! ¡Sabes que podemos pelear también!—articulo ella, valientemente y es que, había sido entrenada de la misma forma que todos ellos, era una guerrera.

—¡¡Annie!!—la llamo Reiner, cuestionándole con la mirada la presencia de esos niños.

—El barco Azumabito se hundió.—informó ella.—No pudo resistir la transformación de Falco. Ni siquiera estábamos seguro de que podía volar, pero Kiyomi estaba bien con ello, nos dejó ir.—expresaba, mirándonos.

—¡Es por eso que tenemos que detener el retumbar, hay que que devolverle su amabilidad!—exclamó Gaby, mirando a Reiner, mientras que yo, sentí mis fosas nasales húmedas, llevando mis dedos hasta ahí para ver, sangre.

—Entonces, ¿como está Armin? No... ¿cómo está Pieck?—se preguntó Annie, visualizando a Mikasa aún lado de ella.—¿Cual es su estado?—añadió, preocupada.

—Armin ha sido capturado por los titanes. El titán que lo tomó debe estar por el coxis.—le contó esta, mientras que el capitán Levi me miraba fijamente, viendo mis dedos humedecidos en la sangre que salía de mis fosas nasales.—Annie, ayúdanos.—pidió Mikasa, mirando a mi hermana.

—Tus amigos de la infancia les gusta ser secuestrados, ¿cierto?—se preguntó Annie, con sarcasmo.—Por supuesto, lo traeré de vuelta. Armin tiene que conocer q su hija.—afirmó ella, para así mirarme y percatarse de la sangre que sobresalía de mi nariz.—Estás...

—Muriendo.—musité, dejando a todos en blanco por mi fría afirmación.—Lo sé.—añadí, limpiando mi nariz para negar.—No importa, tenemos que traer a Armin.—indiqué, firmemente.

—¿¡Qué hay de Pieck!?—se cuestionó Gaby, mirando a Annie.

—¡Ella está en el craneo!—le informó Reiner.—Intentamos explotar la nuca, pero el titán martillo nos detuvo.—contaba.—¡Colocamos explosivos alrededor de la nuca, pero no pudimos detonarla!—culminó en decir.

—Ambas, haremos ambas cosas.—afirmó el capitán Levi, llamando la atención de todos.—Un grupo rescatará a Armin, así podemos usar la explosión del titán colosal. Mientras que otro grupo irá tras Eren, y atacara la nuca al mismo tiempo. Nos separaremos en dos equipos y lo haremos simultáneamente.—detalló, para así causar furor en Mikasa.

—Capitán...

—Ya no estamos en posición para preocuparnos por Eren.—le dijo a Mikasa.—No, para empezar, nunca lo estuvimos.—articúlelo fríamente.

—Pero...

—¡¿Pero?! ¡¿Pero qué?!—de una manera insensible Connie se dirigió a Mikasa, interrumpiéndola antes que denegara.—¡Hubiésemos muerto si no hubiera sido por este milagro volador!—decía, impotente.

—Cierto, sin haber hecho nada... —musitaba Jean, entre dientes mientras que yo, abatida miraba cómo Mikasa me miraba, buscando consuelo en mi.

—Había mucho que quería decirle a ese idiota, pero... —murmuraba el capitán Levi, cabizbajo.

—¡Yo igual! ¡No quiero renunciar a Eren! ¡Pero por mi culpa el capitán Levi no puede pelear!—comento Connie, con impotencia y culpa.—¡Además, nos enfrentamos al titán fundador! ¡¿De verdad que crees que somos capaces de hacerlo con calma?!—se preguntó él, mirando cómo Mikasa aún me miraba, sumamente aturdida.

—Mikasa, lo siento. Tenemos que matar a Eren.—artículo Jean con dificultad, provocando que Mikasa abriera sus ojos grandemente,

—¡Mikasa, solo concéntrate en salvar a Armin! ¡No debes pensar en nada más!—le pidió Annie, sosteniéndola por su camiseta.

—Cuando la cabeza de Eren salió volando... Yo le dispare a Eren con un rifle ante titán justo antes del toque al señor Zeke. Cuando lo hice, algo salto de la columna de Eren. Parecía un cien pies brillanté o algo así. Y se conectó a la cabeza de Eren.—indicó Gaby.

—Que grotesco.—expresó Annie, disgustada.

—Ese es el titán fundador... no. Si esa es la verdadera naturaleza del poder de los titanes, la podríamos ver de nuevo si la decapitamos.—comentaba Gany, mientras que pasando por aquella embajada, pude escuchar varios disparos.

—¿Aún siguen matándose?—se preguntó Jean, por la sonora de disparos.

—¡Falco, cuidado con los misiles!—pidió Reiner, visualizando como varias flechas se avecinarían a nosotros.—¡Aquí vienen! ¡Ahora, acelera!—anuncio.

—¡Vamos!—enuncio Jean, levantándose junto a los demás cuando llegamos al cuerpo del titán fundador.

—¡Ustedes ayuden a Armin!—pidió Reiner, mientras que me miró a mi, detenidamente.

—¡Volveremos después para respaldarlos con Falco.—aviso Gaby, por lo cual asintieron, de acuerdo con ella.

—¡Jean, Reiner!—les llamó Mikasa, captando su atención.

—¡¡Por favor, no mueran por nosotros!!—pidió Connie, viéndoles marcharse para así, Reiner transformarse en cuanto cayó al terreno del titán fundador.

—No iré.—indique, viendo como Annie y Mikasa me miraron, desconcertadas por lo que dije.—Me quedaré aquí con el capitán Levi.—anuncie, para así ver cómo Annie negaba.

—Yo iré, traeré a Armin con ustedes.—afirmó Laia, poniéndose aún lado de Connie, Annie y Mikasa.—Ustedes, quédense aquí. Ya no tienen porque pelear.—musitó ella, para así, yo sentir como mi coleta se había desprendido, por lo cual, mi cabello se mantenía en el aire.

—Imperdonable, incluso está utilizando a Berthold como marioneta.—mascullaba Annie.

—¡Allí!—señalaba Mikasa hacia los huesos.—¡Ese mismo... el cerdo o lo que sea ese titán! ¡Por ahí! ¡Espera, allá!—decía, sumamente confundida.

—¡Mikasa, tomate esto en serio!—le pedía Annie, impotente por la inestabilidad de Mikasa.

—¡Allí, solo ese está huyendo!—indico Laia a la ves que Connie señaló.

—¡Ve Falco! ¡Acorralemos a ese cerdo o lo que sea que sea! ¡Luego lo detendremos!—pidió Annie, por lo cual el titán mandíbula de Falco accedió a su petición.—¡Traigamos de vuelta a Armin!—grito Annie, lanzándose al vacío sin titubear con los demás, para así, reflejar un destello de su transformación.

—Puedo cubrirlos con este rifle anti titán.—expresó Gaby, mirándome a mi y al capitán Levi, quien seriamente la miró, de una forma hostil.

—No matarás a ningún titán con eso.—dijo él de una manera fría, para así girarse y mirarme.—Oye, ¿por qué te quedaste realmente?—me preguntó, pero mantuve mi silencio viendo todo.

Ignoré por completo lo que el capitán Levi me había preguntado. Me sostenía de aquella ave, con la esperanza de que todo pudiera salir como resultábamos, pero en este momento, mi mente bloqueaba el hecho de que hubieran afirmado la terrible decisión de que Eren tenía que morir. La mirada de Mikasa, retumbaba en mi mente de una manera dolorosa. Me miró, porque esperaba que yo denegara esa petición, pero, ¿qué debíamos hacer? No podía pelear, me estaba muriendo lentamente y el capitán Levi, estaba igual de herido, pero no peor que yo, aún así, sin él éramos una gran desventaja. Lleve mi mano a la cabeza, unas fuertes punzadas me sacudieron. Esas imágenes se repetían, esa misma imagen de Eren, sonriendo aún lado de mi, abrazándome o incitándome a seguirlo. No podía aceptarlo, no quería renunciar a Eren. Tenía miedo y por eso, decidí quedarme. Estaba huyendo del cruel destino que nos esperaba a ambos, mantuve mis ojos cerrados, bajando la cabeza con mis ojos humedecidos. Eren, lamento tanto no haberte podido salvar cuando pude haberlo hecho. Porque, lo único que tengo aquí, es como tu mirada se pudrió cuando el mundo que creaste en tu mente, era más podrido de lo que una vez imaginamos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro