⇁ 10 ↼

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

☽ | LOS RECUERDOS DEL FINAL.

⋆⭒⋆⭒



—No os vayáis... —Aquello se escapa de los labios del joven peliblanco cuándo ve que el humano de cabellera azulada y larga se marcha de su lado para salvar a la mujer de la carretera.

Quiere detenerlo, mantenerlo consigo para que la bestia de su interior se mantenga oculta, pero nada más visualizar la forma en la que sostiene a la chica de sus hombros para ambos caer sobre el asfalto, sus manos se aprietan con fuerza. Lo único que desea en esos momentos es lanzarse sobre el chico y llevárselo lejos; sin embargo... decide no hacerlo al vislumbrar la verdadera identidad de la mujer de vestido fastuoso y adoquinado con múltiples volantes, que a su parecer, sólo la hacían verse ridícula. Era mejor ir de una forma elegante y sencilla, como solía vestirse su querida Domi.

Observando la escena que acontece, impasible decide desparecer de la escena antes de mostrarse ante aquella mujer y arriesgarse a que descubriese su verdadera identidad. Era claro ambos eran seres sin vida en el cuerpo, pero por recomendación de su maestro era mejor tratar de pasar desapercibido.

Alcanza la altura de uno de los tejados cercanos y desde allí visualiza a su humano hablar con la mujer, la forma en la que sus sonrisas parecen bailar en un vaivén acompasado y aquellos sucesos, tan molestos, solo hacen que un rostro compungido en rabia nazca en el. Aprieta sus manos con fuerza, dándose cuenta de las relucientes y largas garras que ocupan en sus manos. Les dedica un vistazo confuso sin comprender del todo que solo aquel ser de piel lechosa pueda causar esos cambios repentinos en su cuerpo.

Toma profundas respiraciones tratando de mantener la compostura y devolviendo la vista al escenario de antes, descubre que no hay rastro del humano aunque ese desagradable olor a dhampiro invade el área. Llega a la conclusión de que su compañero de piso, de cabellos anaranjados, se lo habrá llevado consigo. Pronto observa con rapidez a la mujer, quien se ha reunido con un hombre de proporciones grandes y de un largo cabello rojizo, casi parecido al color que me atormenta en las noches. Recuerda que su maestro le habló sobre aquel hombre y sabe que no debe ni acercarse ni dejarse ver.

Se trata de August Ruthven, una de las figuras más importantes, prolíficas y veneradas en Francia. Según su maestre, tiene el cargo de Gran Duque.

Noé se da cuenta entonces de que mantiene su vista al horizonte, y piensa en que quizás esta atento al camino en el que ha desparecido su humano. Lo confirma al escuchar sus siguientes palabras: —Siento que Vanitas es muy importante para nuestro siguientes pasos, y creo que puede allanarnos el camino hacia aquellos que se alejan de nuestro alcance.

Aquella revelación lo desconcierta, sin saber realmente que puede querer de su humano y que es lo que quiere alcanzar. Cuando da un paso hacia atrás, con el propósito de buscar al de piel lechosa, siente una mano helada sobre su nuca que lo posa de rodillas sobre el tejado de hormigón de golpe. La fuerza ejercida ha causado que sus miembros destrocen las tejas.

Un escalofrío lo recorre de pies a cabeza y siente que detrás suyo hay algo oscuro y aterrador, algo a lo que todavía no puede hacer frente. Pronto Noé siente unos labios agrietados posarse sobre su oreja izquierda y escucha esa voz suave y melosa que tiene grabada en su memoria desde más joven; desde que los recuerdos del final de su vida humana arribaron consigo. Al momento la creciente sensación de peligro nace en su estómago y sabe que recibirá un castigo.

—¿No os había dicho que no podíais salir de mis dominios sin recibir un permiso? —Su maestre afianza su agarre y siente que quema. Quiere separarse, pero si lo hace, todo será peor.

Nuevamente, hay que aclarar que aunque no le deja salir a sus anchas para cazar, si le deja aventurarse a pasear por Francia cuando lo requiere. Sin embargo, con avistamientos futuros de lunas azules siempre tiene que recibir un permiso de su maestre. Algo que había olvidado irremediablemente por la presencia del nuevo humano en su vida.

Noé nota los dedos alargados y helados de su maestre acariciarle su tatuaje del cuello y alzando la vista al cielo, presencia que el cielo esta cubierto de nubes grises que ocultan y se tragan consigo los cálidos rayos solares. Ahora solo siente un frío asolador invadirle el cuerpo.

—Maestro, lamento mi comportamiento, yo... —El maestre lo manda silenciar al apretar con más fuerza su nuca, esta vez no puede evitar soltar un quejido bajo.

—Mi querido mon chaton, lo que pensabais hacer en estos instantes era una completa ridiculez. ¿Acaso no os he enseñado a no dejaros llevar por las emociones? Me habéis decepcionado. —Y ahí esta la palabra por la que tanto esfuerzo hizo para no volver a oírla.

Noé cierra sus ojos, lamentándose de sus últimas decisiones. Su corazón se estruja hasta hacerse añicos y quiere que su maestre le permita disculparse, sin embargo pronto deja de sentir el agarre en su cuello. Se da la vuelta con rapidez para encontrar en la mirada dispareja de su mentor unos ojos amables, cálidos. Se desconcierta y sus piernas tiemblan por cavilar la idea de que se trate de algún tipo de treta o engaño.

—Sin embargo, mi querido Noé, entiendo porqué estáis aquí, y si os tenéis que ocupar de cabos sueltos, es mejor que marchéis de inmediato. —La boca del peliblanco se abre un par de veces sin entender a que se refiere. Ante de preguntarle, este continúa—: Y, nuevamente, mi querido pupilo, no os acerquéis a ese hombre... Ruthven, como ya os mencioné. Porque si lo hacéis, os convertiréis en la causa de la ruina de nuestra familia, y no pretendéis acarrearme más problemas, ¿verdad, Noé?

El mencionado niega con la cabeza y se inclina sobre su cuerpo, rogando el perdón. Pronto siente una de sus manos enguantadas sobre la cabeza, revolviéndole el cabello.

—Sé que os gusta hacer las cosas interesantes. Así que, ¿qué os parece si traéis a ese cabo suelto cuándo creas conveniente a casa? No me agrada la idea de que su muerte sea rápida.

El solo hecho de saber qué pretenda ocuparse por si mismo de su cabo suelto, de su primer y único error, hace que se le crispe la piel. Aun así, mantiene sus pensamientos bajo llave y asiente. Momentos después, se despide, diciéndole: —Aun podéis arreglar vuestro error, Noé. Sólo... intentad no fastidiarlo como lo hicisteis con Gilbert.

Después desaparece de su lado, y las memorias dolorosas de su viejo amigo lo atacan y le producen un nudo en el estómago. Cuando comienza a notar esas crecientes manos oscuras envolver su garganta, da un salto contra las tejas y se marcha de aquel lugar en busca de su humano, ignorando por completo las advertencias de su maestro y lo sucedido.

Sin embargo, antes de arribar a su principal destino pasa por una tienda de alta gama en la que se compra una gabardina oscura que le llega hasta por debajo de las rodillas, además de unas botas oscuras mucho más largas. La dueña de la tienda ya lo conoce y con unas simples palabras e intercambio de dinero, marcha todavía más presentable a la casa de los dhampiros.

En cuestión de minutos se encuentra frente al porche del ser lechoso y le resulta gracioso estar allí cuando la noche anterior entró al interior por medio de una de las ventanas y que, por suerte, lo condujo sorpresivamente a la misma habitación del humano.

Mientras toca el timbre y momentos después la puerta se abre con paso armonioso, se apoya en el marco de esta con la esperanza de encontrarse con el joven lechoso. Su mano libre acomoda su cabello hacia atrás y una jovial sonrisa ocupa sus labios. 

Cuando sus ojos se cruzan con unos sorpresivos azules, aquellos tan enigmáticos y que no consiguen salir de su mente, se dice que la diversión apenas comienza.



Un rato más tarde, tras escuchar con atención los balbuceos del humano, hace esa maldita pregunta qué ocasiona que su mente se quede en blanco por unos segundos. La máscara de confianza y seguridad que siempre mantiene Noé se cae y se ve en una encrucijada.

—¿C-cómo sabíais que vivía aquí? —Posa sus ojos sobre aquella expresión temerosa y confundida y por alguna razón, descubre que quiere ver más de eso.

Mientras piensa en una respuesta factible, los interrumpen de golpe. El dueño de la casa y de cabellos anaranjados, sale con seguridad de la casa y una postura cómoda; seguramente pensando que se trataba de otro individuo. Sin embargo, al cruzar miradas, se deleita con el temblor naciente en sus manos y esos ojos claros estremeciéndose violentamente. Y aunque no se trate de su humano, le gusta causar ese tipo de reacciones en la gente de su alrededor.

Observa interesado la forma en la que, a pesar del terror que invade cada parte de su cuerpo, hincha el pecho orgulloso. Aparta al humano de su vista de un empujón y ocupa su lugar.

—¿Qué desea, señor? —El jovencito de piel lechosa en bajo le dice que no se interponga en sus asuntos, pero pronto aparece alguien más en escena y es otro dhampiro, aunque de cabellos grisáceos y mirada penetrante.

Interviene sujetando el brazo pequeño de su humano y negando con la cabeza. Noé trata de mantener las apariencias pero le resulta casi imposible al denotar sus desagradables olores más de cerca.

—Dispongo de un tema a  tratar con el joven de allá —menciona elocuente, señalándole con los ojos—. Pero si él desea que me marche, cumpliré sus deseos.

Noé trata de aparentar que no se ha dado cuenta de como el de cabellos anaranjados, al darse la vuelta para cruzar palabra con su humano, le insta a que le diga que se vaya. No obstante, a pesar de estar siendo sacudido en los brazos del otro, el lechoso mantiene sus ojos sobre su persona y lo ve: más allá de la seguridad que pretende mostrar, hay algo oscuro, algo que muestra emoción por lo desconocido. Por un segundo, aquello lo descoloca, pero... Sacudiendo la cabeza con suavidad, sigue manteniendo su sonrisa petulante.

Después Noé se deleita al escuchar nuevamente su voz.

—No quiero que se vaya. Así que, si me lo permitís... acompañadme, por favor. —Y ante las miradas sorpresivas de los otros, este se suelta del agarre del hombre más bajo, y camina hacia su aposento.

Aquel que Noé visitó la noche anterior y al que se muere por volver a entrar.

—S-Si así lo queréis, Vanitas... Pasad, por favor. —Noé le dedica una  mirada por encima del hombro y pasa por su lado.

Sin embargo, no le pasa desapercibida la forma en la que mano de ese hombre pequeño atrapa el pomo de la puerta con fuerza y dando una vista rápida a su humano, aprovechando que esta en el interior de su habitación, atrapa al de cabellos naranjas contra la puerta de la entrada ya cerrada, colocando sus brazos largos a los lados de su minúscula cabeza.

—¡Dante! —Su amigo apremia llegar a ellos, y lo llama, pero no se atreve del todo a acercarse.

Noé sabiendo que tiene el camino libre, denota los labios de Dante que se estrujan con fuerza, posiblemente con impotencia y decide hablar. Su voz sale grave, falta de emoción.

—Querido Dante, la próxima vez no os interpongáis. No... —Y una de sus manos se apoya en su hombro izquierdo, apretando con más fuerza de la necesaria—, creo que busquéis que les haga daño a los cercarnos a vos. —Y gratamente ve cómo le dedica otra mirada intensa al de cabellos grisáceos. Su claro punto débil.

El hombre menudo asiente a sus palabras y complacido, le da un golpe en el pecho dejando las cosas claras. Sin más, persigue al humano que ha dejado la puerta abierta de sus aposentos. Ve de soslayo cómo el de cabellos grisáceos rápidamente va en auxilio del otro y sintiendo sus ojos sobre él, se adentra a la habitación del de piel lechosa.

Le toma por sorpresa que nada más dar tres pasos al interior, la puerta se cierre de sopetón con la llave puesta. Tampoco se espera que una pequeña daga ahora amenace con degollarlo, al estrellarse con rapidez contra su cuello. Sujeta con firmeza la muñeca del humano, evitando que lo consiga. Los ojos de ambos se cruzan y Noé observa como los irises azules del chico lechoso estan llenos de rabia, confusión y duda. Que chico tan interesante, piensa el peliblanco mientras se permite lamer sus labios con suavidad.

Nuevamente, se sorprende al ver con la fuerza en la que le habla.

—¡Detened esta locura de fantoche! ¡Estoy harto de vos y de el aire de misterio que os envuelve! ¡No quiero tener nada que ver con vos, así que, hacedme el favor de regresarme lo que es mío y desapareced de mi vida! —Sin embargo, Noé no hace caso al claro cabreo que se carga encima el humano y mejor dedica una larga vista a la copia del pendiente que cuelga sobre su oreja.

—El color morado os sienta bien, ¿sabéis? —Aquello descoloca al humano por unos segundos y en su absorto silencio, Noé continua—: Además, ni siquiera sé porque os estoy escuchando. Tal vez tengáis una idea equivocada, pero no vengo a haceros mal alguno. Solo deseo ser vuestro amigo, ¿no recordáis lo que os dije? 

—Marchaos de mi casa —Vanitas no parece querer entender y al peliblanco le gusta la forma en la que la mano que amenaza con herirlo comienza a temblar.

Sigue hablando, importándole poco lo mandado por el más bajo.

—Tampoco tengo la intención de seguir vuestras órdenes, porque en mi mundo, todo lo que quiero es mío. —El humano aparta entonces su agarre, alejando la cuchilla y la coloca enfrente de si mismo, protegiéndose.

—Pues no sé en que mundo vivís, pero en el mío las cosas no funcionan de esta manera. —El humano parece decidido y Noé vuelve a relamer sus labios, no sabiendo que esperarse y sorprendiéndose de lo intenso que puede llegar a ser el otro.

Divirtiéndose de la graciosa situación, hace el amague de sopesarlo unos segundos y después no tarda en lanzarse sobre el otro, arrebatándole la daga de sus pequeñas manos y colocándosela bajo su barbilla. No tarda el pequeño lechoso en hacer uso de sus reflejos y sujetar la misma, colocando una de sus manos sobre la mía.

A Noé le parece que esa respuesta es un reflejo de si mismo, en otras palabras, no se deja vencer por mucho que su rival sea más fuerte.

—Por favor, Vanitas, llevemos esta fiesta en paz. No quiero tener problemas, de verdad que solo quiero ser vuestro amigo, así que voy a bajar esto y tomémonos las cosas con calma, ¿sí? —Algo en su interior ruega porque acepte su petición, y no logra comprender el naciente deseo que tiene por permanecer a su lado.

Observa como el más bajo termina por ceder y regalándole una larga mirada a sus labios carnosos, se separa de su lada, devolviéndole la daga. Este no tarda lentamente en resguardarla entre sus ropas, y se cruza de brazos, murmurando que su persona es una completa molestia. Después, voltea los ojos con molestia y se queda callado para su sorpresa.

Justo cuando piensa en que está más cabreado que nunca, mantiene el silencio. Qué interesante, repite en su cabeza. No entiende que es lo que piensa o qué se le pasa por la cabeza. Habla de qué quiere que se aleje de su vida, pero, ¿qué quiere decir en realidad con su conformismo ahora? Debe saberlo. Debe hacerlo; se promete mientras descubre que una brisa fresca golpea su espalda. Al darse la vuelta, se da cuenta de que la ventana está abierta y que por ella entra un agradable dulzor que le recuerda a las frambuesas que suele comer en ocasiones varias mañana con Louis.

—Me intrigas, Vanitas —admite, con sinceridad—. Quiero ver lo qué harás en un futuro, ver el resultado de quién eres y lo que puedes hacer en lo que te quedes aquí. —Al mencionarlo, observa que los ojos del lechoso se abren sorprendidos y aunque intenta contestar algo elocuente, no se le ocurre nada.

Prefiere mantener el silencio y al distinguir su expresión infantil y enfurruñada, se carcajea, mostrando una sonrisa que hasta el momento solo la habían visto Domi y Louis. Por alguna razón, se siente a gusto a su lado; siente que esta al alcance de esa libertad ansiada y soñada, y lo que es mejor, la palpitación del tatuaje de su nuca solo le indica que esta es la persona correcta. Tiene que serlo, se dice, mostrando fiereza en su mirada.

—Y si te rehúsas a aceptar mi compañía, seguiré haciendo lo que me plazca sin importarme lo que tú quieras —le suelta, con un tono suave que consigue una reacción en su rostro. Chasquea con la lengua, y lo último dicho se le escapa sin pensarlo debidamente—. He decidido permanecer a vuestro lado, Vanitas

Y este dejándole mudo, lo mira unos segundos para mostrarle una sonrisa emocionada. Aquello le deja pasmado, y sigue sin entender en qué demonios piensa. ¿No ve que está tratando con un demonio que solo busca el placer temporal que pueda darle? Aparentemente, no es el caso.

—No podría importarme menos —dice con sarcasmo y siente que se está divirtiendo con el—. Y mira, no me interesa cómo has conseguido esta ubicación. Ya estás aquí, ¿no? Ya no puedo echarte como si tal cosa, no busco traerle problemas ni a Dante ni a Johann —dice, mientras se adelanta hacia la mesilla de su cuarto para toquetear unos libretos.

Noé no logra entenderle de todo pero le gusta su respuesta y su comportamiento tomado. No parece realmente incómodo ante su presencia y la soporta. Admite que le resulta extraño.

De repente se siente como un niño: nervioso y emocionado.

—¿No que querías conocerme y saber más de mi? Acércate, voy a mostraros algo. —Sus pies se mueven lentamente como hechizados ante su mirada azulada y brillosa, y siente que a lo mejor este chico le va a traer muchos problemas.

Se acerca sin espera, colocando sus manos tras su espalda  y de momento pensando en que lo mejor es mantener una distancia corta y ser amable a partir de ahora. Noé no quiere que se aleje todavía, no quiere que le ocurra lo mismo que Gilbert.

—Pero una cosa, si yo te muestro esto, me tenéis que contar algo de vos a cambio, ¿de acuerdo? Si no, no puede haber una amistad entre nosotros. —Asiente complacido con su idea, solo curioso de ver de qué se trata lo que tanto quiere enseñarle.

Sin darse cuenta, esta disfrutando como nunca a su lado porque lo hace sentir diferente, le hace sentir como ése que él creía olvidado; sin embargo, eso no podía durar siempre.

Se coloca a su derecha, juntando hombro con hombro y de nuevo, las palabras se le escapan sin saber qué busca en realidad con ello.

—Lo siento. —El más bajo lo mira confundido, y sus mejillas están un poco coloreadas.

—¿Por qué? —pregunta, y Noé se da cuenta de la forma en la que se junta más estrechamente. ¿Por qué lo hace?, no le entiende para nada.

Sin embargo, sin saber cómo responderle, se dedica sólo a decir:

—Por nada, simplemente quería decirlo. 

De nuevo, suspira con una ligera sonrisa y Noé observa a sus largos y delicados dedos abrir el mencionado libreto de antes. Se encuentra hechizado ante la forma en la que su mano libre acaricia el pendiente que le había brindado, y... Atiende a lo que le dice.

✮ ; ; Dear, vampires ;

; ; muchas gracias por esperar tan el capitulo, los amo y no tienen ni idea de lo que tengo pensado. Sinceramente, me está gustando mucho el curso de todo, ¡así que, nos vemos muy pronto!

Se despide xElsyLight.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro