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☽ | CORROMPERSE MUTUAMENTE.

⋆⭒⋆⭒






—¡Noé, que gusto encontraros aquí!

Al chico todo le da vueltas. Se siente mal. La poca comida ingerida en su estómago se le revuelve, y nota que le falta el aire porque no es la presencia de su amigo de la infancia, Louis, quien le causa esta reacción, por supuesto que no. Es el ser que lo acompaña.

La situación deplorable con Vanitas se ha esfumado de aprisa, y aunque trató de levantarle un poco el ánimo, de nada ha servido. No ahora cuando nota cómo el aire cambia y le llega un olor a sangre con metal, mezclado con orquídeas. Sí, sus flores favoritas.

Gira sobre su espalda, ignorando la ceja alzada de Vanitas y la visión le tiembla al ver a su maestro. A ese hombre elegante, vestido de gala y de tonos vinosos. De sombrero de copa decorado con una única pluma de petirrojo, sus manos enguantadas con nieve y esos ojos heterocromáticos tan distintos, oscuros y poderosos.

A su maestro, a aquel hombre que nunca sale de la mansión a no ser de que sea estrictamente necesario.

Sus manos comienzan a temblar y aunque nota a Murr, su gato, en sus piernas, no le consuela como ha acostumbrado a hacer últimamente. Porque a pesar de que no lo quiere en su mente, sus palabras se pasean por ella golpeando sus paredes.

«Cuando os lo mande, lo asesinaréis», la comanda de su maestro lo atormenta. De nuevo sus ojos se fijan en el humano, en aquel que continúa observándolo confuso, con esos cabellos livianos, oscuros y esa mirada tan brillosa. Ese reflejo azul que le hace sentir cosas extrañas y que le hace pensar que no es el monstruo que casi le arrebata la vida.

Después viene la vergüenza. Porque no quería que Vanitas le viese en presencia de su maestro, de su familia..., Porque con ellos es una verdad clara: es una persona completamente diferente. Ellos lo atan a una vida llena de órdenes eternas y que le recuerdan a su doloroso pasado. No puede liberarse de sus cadenas por mucho que aruñe con sus garras la trampa que lo rodea.

Noé traga grueso, porque cuándo sus ojos se cruzan con los de Louis en primer lugar, ve ese destello receloso, ese destello que le indica que hay una oscuridad en su velo. Y luego distingue cuándo se fija en su acompañante, y en esa mueca minúscula que le nace en el rostro. Es un repleto desagrado.

Sin pensarlo en demasía, se coloca delante de Vanitas con un movimiento imperceptible.

—E...Es así, por supuesto. Ya me encontraba a punto de regresar a la mansión. ¿V-Volvemos? —Se lamenta cuando las palabras le salen atropelladas, cuando se puede discernir con mucha claridad su inseguridad.

Todavía no es capaz de pensar con claridad, todavía no es capaz de cruzar mirada con su maestro. Todo se debe a la simple razón de que cuando lo haga, no podrá echarse hacia atrás.

—¿No nos presentáis a vuestro amigo? —La voz de Louis propensa veneno. Noé lo conoce muy bien, siempre reacciona de esa manera cuándo algo no es de su agrado.

Sus manos se estremecen con mucha más fuerza que antes, y finalmente, sube su máscara nuevamente y les muestra una sonrisa falsa. Ha experimentado ese tipo de expresiones durante toda su vida y sabe qué puede ocultar sus verdaderos sentimientos hacia sus personas allegadas con mucha facilidad. Incluso su maestro no ha llegado a descubrirle nunca.

—Claro este... —Y por supuesto, el chico menudo tiene que obviar su incomodidad para mostrarse altanero como llega a hacer desde que lo conoce.

—Soy Vanitas, puedo presentarme por mi mismo, gracias.

Louis muerde sus labios y se acerca de improvisto, alcanzando las mejillas de su acompañante y rompiendo su espacio personal. Noé siente un retortijón y aprieta sus manos al verle tan cerca del joven médico.

Su amigo de la infancia mantiene sus intensos ojos dorados sobre Vanitas, para agregar: —Tenéis unos orbes de otro mundo, Vanitas.

Y es la forma en la que pronuncia su nombre, que Noé se crispa alejándolo de Vanitas de inmediato. Vuelve a colocar su rostro alegre y frunciendo sus cejas, le habla al chico de hebras oscuras y ojos azules.

—Disculpad a mi amigo, Vanitas. Louis forma parte de mi familia pero a veces suele olvidar con bastante regularidad no invadir espacios que no le pertenecen. Agradezco este viaje que hemos hecho, pero retomaremos tu objetivo mañana temprano, yo vendré a buscarte. Hasta pronto. —Y sin mediar palabra, Noé toma la mano de Louis e intenta escapar de escena.

Por supuesto que se ha fijado en la duda de Vanitas, pero no piensa arriesgarse a permanecer más cerca de su lado con su maestro tan cerca. Su tatuaje de la nuca palpita con mucha más fuerza cuándo la voz de su maestro se escucha a su espalda.

Solo había conseguido alejarse unos metros del lado del humano, y todavía no era suficiente para hacer desaparecer el ahogo de su corazón. Noé siente que se sume en una bruma de alquitrán y que su maestro es quien le mantiene bajo esta.

—Noé tiene razón, el tiempo apremia. Pero ha sigo un gusto conoceros, Vanitas. —Y aunque siente agudas espinas enlazarse en su corazón no latiente, mira hacia atrás.

Louis observa sus manos unidas y en cuanto a su maestro, observa su forma inclinada hacia su joven amigo humano y cómo tomando su delicada mano pálida, deposita un beso entre sus nudillos desnudos. Noé siente que su sangre hierve en sus venas, y sin darse cuenta, afianza su mano todavía más entre la de su amigo de la infancia.

—Volveremos a vernos, con el tiempo —anuncia su maestro antes de alcanzarlos.

Noé baja su cabeza cuándo pasa por delante suyo y hundiendo sus hombros, nota el aura oscura que rodea a aquel hombre que le dio un nombre, un hogar y un propósito.

Esta decepcionado, nuevamente, y no sabe qué puede esperar en la mansión. De alguna manera, logra distraerse con los lentos latidos rítmicos de su humano y vuelve a preguntarse en el fondo de su más oscuro ser, qué es lo que quiere realmente del otro.

Al principio, fue solo por curiosidad. Noé lo sabe muy bien, después de todo su tatuaje reaccionó de forma abrupta e insana nada más conocerse. Pero tras ultrajes bajo su manga que hicieron que no perdiera su contacto, ahora mismo, tras verle deprimido, ofuscado y preocupado por esas malditas flores que parecen estar desaparecidas en todo el universo, siente que hay algo más.

Que ya no es su sangre, su atractivo o dulce inocencia lo que le hace querer permanecer a su lado. Y eso le confunde enormemente, porque es un monstruo. Lo sabe mejor que nadie. Sus deseos más pórfidos se basan en ese deseo incontrolable de sangre y cuándo posiblemente tiene delante de sus narices lo que puede considerar en su vida inmortal, la mayor exquisitez de todas, teme probarla porque sabe que desaparecería para siempre.

¿Es la culpa de conciencia? Ciertamente lleva quitando millones de vida desde que se le ofreció su primer nacimiento neófito, pero ¿hasta tal punto? Ni siquiera llevaba tantos siglos de vida cómo su maestro para llegar a esto. Sus dedos sudan mientras nota la pequeña sonrisa emocionada de Louis, y aunque en otro momento lo tomaría allí mismo para dejar que su cabeza dejase de pensar en demasía, ahora mismo solo puede pensar en aquel joven de ojos de mar. Su mirada siempre le ha resultado magnética, inalcanzable.

Y sobre todo, cuando parece estar apunto de rozarla con sus dedos, la mirada de su abismo lo devuelve a su realidad. Él es un monstruo, que lleva asesinando a miles de franceses durante mucho tiempo y no merece ningún tipo de perdón.

«¡¿Por qué me odiáis tanto?! ¡¿Creéis que con mi muerte os salvareis?!», recuerda de improvisto las agudas y crueles palabras de Gilbert. De esa persona que creía haber enterrado tres metros bajo el suelo hace años.

Golpea su cabeza frenéticamente con el dorso de su mano libre, sacándose todas aquellas cursilerías y reniegos de encima. No puede devolver el pasado, no puede ahora que ya es muy tarde y un humano con una vida efímera, no puede cambiarlo.

Justo cruzan varias calles para llegar al infinito y vasto bosque lleno de susurros eternos y promesas vacías que los guiarán hasta su mansión, cuándo Noé se asusta de pronto al sentir una mano bajo su mandíbula. Afiladas garras rasgan su cuello mientras su cuerpo se ve obligado a golpearse contra una de las duras maderas de un tronco rancio. De soslayo observa cómo Louis aparta la mirada y Noé solo puede decirse mentalmente qué no pensaba que su eterna vida acabaría de esa manera: castigado hasta la muerte por defender a un humano de su cazador.

Entreabre sus ojos poco a poco, angustiado por la extrema fuerza con la que es apresada su garganta y se encuentra con una visión que lo hace temblar de pies a cabeza: su maestro. Está enfurecido, se le notan las venas del cuello y su mirada heterocromática lo observa con desprecio. Este es mayor que nunca, el chico de cabellos níveos siente que nuevamente es un vampiro nocivo y que nunca podrá superar al monstruo originario que tiene delante.

—Ma... Maestro, por favor...

—¡¿Ahora os atrevéis a suplicar?! ¡¿Tras avergonzar a tu señor con ese endeble humano?! —Su maestro afianza más su agarre y Noé tiene la desfachatez idea de sonreír.

Ahora mismo no es bueno en mediar sus palabras, estar junto a Vanitas le hace daño.

—Vos me pedisteis matarlo, m...más ahora es demasiado pronto. P-Pensaba en lo mejor para los dos, mi señor —añadió con rapidez al verle cambiar sus ojos mágicos por esos ámbares furiosos.

Noé no se espera que lo golpeé nuevamente contra el árbol para después golpearle en una de sus mejillas. Cae al suelo sin poder mantener control en sus piernas y siente que su labio superior se ha cortado. Pronto siente el sabor metálico y rústico entrar en su dentadura. Lame sin poder evitarlo mientras su maestro parece más que nunca ser sacado de su zona de confort.

—¡No os atreváis una segunda vez a juzgar vuestro propio camino! —Y de repente toda esa rabia acumulada desaparece para mostrar su rostro apaciguado y de amable sonrisa. Noé agacha su cabeza cuándo ve al hombre arrodillarse a su frente. Le sostiene de su baja barbilla—. Noé, ya lo hemos hablado. Eres mío, y debes obedecerme a como dé lugar.

En esos momentos Noé siente que un ruido aparece en su cabeza, que la presión se apodera de su corazón y que una novedosa sangre baja esta vez por sus orificios nasales. Su mente comienza a revolverse; es obra de su maestro, por supuesto.

El hombre adulto le acaricia los cabellos mientras siente que su cuerpo se doblega y que mayores estremecimientos hacen de su cuerpo un desastre. Escucha un hipido al fondo, probablemente de su amigo Louis, pero no puede mirarle. No ahora que siente que el mundo se le viene encima.

—Lo mataréis dentro de tres días, esa es mi última orden. Antes de que salga la última luna, antes de que la bestia de tu interior vuelva a dormirse, pupilo. —Y es esa orden, la que devasta a Noé.

Él ha adelantado las cosas sin pretenderlo, y piensa en sí las cosas habrían salido de manera diferente en caso de no haber intervenido por su maestro. El hombre pasa sus largos y fríos dedos por su tatuaje antes de desaparecer en una brisa ligera.

Por su parte, Noé piensa en Vanitas. Piensa en el dulce humano que se ha visto de por medio en su vida, que se ha visto nuevamente a desfallecer en sus brazos como una vez lo hizo Gilbert. Y todo porque han estado demasiado cerca suya. Siente que algo húmedo baja por sus mejillas, y sorprendido, denota que son gotas de agua. Está lloviendo.

Louis intenta ponerle una mano encima, pero él se aparta. Ahora mismo está hecho un desastre y no puede dejar de pensar en qué desea para Vanitas. ¿No era obsesión por su atractiva sangre lo que le había acercado a su lado? ¿Por qué la idea de arrebatarle la vida le resultaba tan poco tentadora ahora mismo? ¿Era porqué le recordaba a Gilbert? ¿Por qué de alguna manera se ha visto engatusado por sus encantos? Niega levemente con la cabeza,

Se incorpora bajo la suave llovizna y a pesar de observar la mirada alentada de Louis, triste, sus palabras salen graves y hoscas.

—Dejadme solo, Louis.

Pero él se marcha de allí incluso antes de poder vislumbrar la reacción de su amigo, dejando incluso su maletín atrás. Desparece en una bruma morada y atraviesa todas esas arboledas raspándose con algunas de sus ramas y hojas. Su pecho se aprisiona de solo imaginar que en tres días sus manos agarraran el hilo de Vanitas para cortarlo de raíz. ¿Realmente este es quién era? ¿Quién estaba destinado a ser desde el principio antes de ser convertido? ¿Gilbert estaría orgulloso de él?

Pensar en su viejo amigo humano le devuelve un poco el ánimo. Porque por supuesto que lo estaría, después de todo él lo maldijo en esto y todo lo que ha hecho ha sido por su culpa. Sonríe entre que el sabor amargo de su labio recorre parte de su mandíbula.

—¡¿Me veis ahora, Gil?! ¡¿Estáis orgulloso de lo que me he convertido?! —Detiene su camino a varios metros de la mansión para no sobrepasar las lindes del bosque.

La lluvia cae sobre su cuerpo, se permite dar un pequeño baile. Deja que esas gotas oscuras bañen su cuerpo, empapen su cabello, mientras dando una vista a uno de sus brazos, observa la forma en la que esa cantidad de agua se evapora al chocar contra su piel. Es ácido para su cuerpo, y ese sufrimiento, ese dolor momentáneo le resulta muy placentero.

Más humo evapora su cuerpo y a pesar de que las que consiguen caer sobre su pecho resultan gravemente dolorosas, se ríe bajo la capa de ácido. Nunca se ha sentido más vivo. Nunca se ha sentido más al filo de la muerte.

—¡Todo lo que he hecho ha sido por ti, me llamaste aquel día un monstruo! ¡Y vivo para hacerte cuenta de que no te equivocaste conmigo, soy lo que soy por tu maldición! —Pequeñas garras nacen de sus dedos y atraviesa con ellas el lomo de un pequeño cervatillo que tenía la mala suerte de pasar por su lado.

Siente que su rostro se mancha con su sangre, pero atravesando sus entrañas, deja que sus dedos mojen aquel charco líquido y no tarda en coger una parte para dejarla caer en sus labios. Sonríe mientras aquella sustancia baja su garganta, dándole calor y esa fuerza para recuperarse. Después se dedica a machacar a fondo los órganos del animal, mientras en su mente cruzan todos los momentos que ha pasado al lado de Vanitas.

Su tristeza, su altanería, sus sonrisas escondidas, su desconfianza, su clara aversión por su yo real, y para cuándo quiere darse cuenta, del pequeño animal no queda nada más que minuciosas muestras de lo que fue anteriormente. Oh, sí, y de esos ojos negros que le culpan con la mirada.

Siente que los temblores regresan con más fuerza cuándo la compresión lo golpea rápidamente. Sus manos brillan con ese tono borgoña y al sentir sus labios temblar, comienza a restregarse estas por su rostro con la esperanza de hacerlo desaparecer.

Allí es cuando visiones borrosas comienzan a invadir su mente. Cuerpos, múltiples cuerpos de personas desconocidas invaden su cabeza. Se ve a si mismo en distintas partes de Francia, riendo como un completo desquiciado mientras hace desaparecer a gente con un simple toque de dedos. Se ve a si mismo masticando sus corazones fríos y vomita. Regurgita todo lo que tiene mientras su pecho se lamenta y se aplasta más todavía.

Lo deja caer todo y cuándo siente que su estómago finalmente está vacío, algo llama su atención. Mira hacia su izquierda, al fondo de unos matorrales, y encuentra a su gato Murr. Lo observa con sus ojos dispares, ladeando su cabecita esponjosa.

Y sonríe con sus pequeños colmillos. Noé le devuelve la sonrisa.

—Soy un monstruo, ¿verdad?

Pero no espera respuesta. Tampoco la obtiene a pesar de que su gato se acerca para lamerle la sangre de sus nudillos y mientras sigue bañándose en esa agua ácida, oculta sus ojos bajo su brazo libre mientras siente que sus ojos dejan caer varias lágrimas de sangre.

Por primera vez en su vida, se siente más enfermo que nunca.







La noche sucede más deprisa de lo que quisiera. Su tieso camastro le resulta incómodo y aunque ha pegado ojo durante toda la noche, al despertarse tiene la desagradable sensación de que no ha descansado lo suficiente. Los recuerdos de la noche anterior todavía agravan en su cabeza pero al dirigir su vista hacia la ventana, observa esa mañana deslumbrante y aunque no tiene realmente fuerzas, aparta las sábanas para alcanzarla.

Ignora su habitación revuelta. Ignora sus mudas manchadas de sangre que recuerda que no han estado allí el día anterior. Ignora sus creciente uñas de neófito y la sangre fresca en sus labios, y sin abrir las cristaleras, observa ese hermoso paisaje que se le ha concedido desde que tiene memoria. Los extensos bosques se alzan bajo su mirada tormentosa, y alza una de sus manos para pegarla contra ellas.

Deja una enorme mancha de sangre, pero la visión lo calma momentáneamente. Se da la vuelta y vuelve a observar a su gato, pero esta vez, su pequeño animal no lo mira con la misma intensidad de ayer. Ahora sus ojos están vacíos, su cabeza colgando en el borde su cama y aun así, mantiene esa pequeña mueca tan parecida a una sonrisa.

Noé se ríe, y mientras apretuja su camisa con fuerza, casi con la intención de alcanzar su corazón, ladea su cabeza, pensativo.

—Me pregunto si Vanitas será como vos, Murr. ¿Morirá de una forma indolora? ¿Gritará hasta quedarse sin aliento? ¿Su recuerdo me atormentará por el resto de mi vida? —Sus rodillas ceden y caen al suelo.

Observa a su pequeño animal, a ese que le dio consuelo y al que no recuerda haber atacado. Se balancea suavemente, mientras envuelve sus piernas contra su estómago.

Luego piensa en qué Vanitas tiene la sonrisa más dulce que haya visto nunca, además, por supuesto, de esos ojos azulados que quiere grabarse a fuego en su alma. Es precioso, de eso no hay duda, y es suyo. Siempre lo ha sido.

Siempre lo será, después de todo, ambos nacieron para corromperse mutuamente.

✮ ; ; Dear, vampires ;

:: MUCHAS GRACIAS POR LEER y de verdad, perdonen la tardanza. sinceramente este es uno de mis capitulos favoritos, porque podemos ver un poco más de esa oscuridad de noé. por cierto, he podido actualizar gracias a que un familiar cercano a mí me ha dejado su ordenador/computadora para escribir, pero recuerden que la mía se ha roto y que este caso no puede suceder mucho como me gustaría. sigo esperando cómo solucionarlo, muchas gracias por la compresión.

ahora, no se olviden de votar, comentar y compartir para que esta historia llegue a más gente, los quiero mucho.

Se despide xElsyLight.

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