━━━ ᴀʀᴄᴏ ᴅᴏs: ᴇʟ ᴘᴀsᴀᴅᴏ ɴᴏ ᴍᴜᴇʀᴇ

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

────────────────────────
❛Porque también tengo corazón.❜
KAI
────────────────────────

—El festival deportivo es en unos días, deben aumentar la seguridad. O al menos es lo más prudente.—oía a mi madre desde mi habitación, hablaba por su celular.—Solo para prevenir, director.—añadió, con algo de preocupación.

Me mantenía acostada, pegada a las sábanas mientras en mi celular oía los noticiarios de los últimos eventos. No dejaban de hablar sobre cómo alumnos de la UA combatieron ferozmente a villanos que lograron ser capturados, aunque conocían el objetivo de su presentación, los que encabezaron tal atrocidad seguían por ahí afuera. Mi cuerpo estaba estable, me sentía mejor, pero la incapacidad de no poder exceder el límite de mis poderes empezaban a frustrarme nuevamente. Quede sentada en el borde, mis pies tocaban el suelo frío, mientras que miré la ventana. Él no mentía. Mi compañía durante cuatro años fue ver la ventana, e oír los noticiarios sobre los grandes héroes que habían en las afueras de las ciudades salvando y honrando su título. Me conforte en eso y ahora el mundo exterior continuaba dándome miedo, pero no más que él putrefacto rostro de mi hermano. Sus palabras se clavaron, tanto, que no podía dejar de pensar en cada una de ellas sin sentir una presión.

Los profesores habían luchado bien. Incluso cada uno de mis compañeros, pero sin duda todos terminaron con alguna que otra lesión con la que debíamos trabajar en recuperación. Aunque el profesor Aizawa fue el que más me preocupó, porque cuando creí que no corrí con suerte, él sin duda la había perdido. Sus heridas fueron graves, posiblemente permanente. Esperaba no tener que enfrentar una situación así nuevamente, no hasta que pudiera aprender a excederme sin terminar en una camilla inconsciente o exhausta. Mire mis manos, las mismas que se dirigieron con brusquedad a mi hermano. Mis brazos que sirvieron como un escudo para proteger al bicolor que me acompañó en esa travesía amarga. Mi gratitud estaba con él por haberme cargado en su espalda, Shoto era increíble. Su don aún más, pero su determinación para pelear y utilizarlo, era algo que respetaría. Aún sentía sus cálidas manos en mis muslos, sujetándome con fuerza como si no quisiera soltarme. Desesperaba por volver a sentir otro tacto de él y eso era lo que me preocupaba, no dejaba de pensarlo.

—La comida está servida.—aviso mi madre, abriendo la puerta para mostrarme un semblante exhausto y decaído, se notaba que no había dormido y aún tenía vendejas en su rostro por las heridas del pasado evento.

—Ya voy.—articule pesadamente, levantándome para con mis pies descalzos caminar detrás de ella, viéndola sentarse en la mesa con cuatro platos.—¿Por qué sigues poniendo cuatro platos?—pregunte, sin sentarme allí.

—Es la costumbre.—respondió ella, colocando dos vasos de agua en la mesa, sin aún sentarse mientras continuaba preparándola.—Vamos comamos, tienes que prepararte para el festival deportivo. Los profesionales estarán allí, es una buena oportunidad para que te recluten y puedas ir a una agencia.—contaba, con un toque de emoción, pero no lo había.

—No puedo ser reclutada si no soy capaz de controlar mis dones. Soy débil.—refute, ella se quedó detenida en seco, mirándome.

—¿Qué te pasa?—me preguntó con un tono sereno, pero a la vez con un tono prepotente.

—¿A mi?—le cuestione, para señalar la mesa.—No soy yo quien pone cuatro platos en la mesa y actúa como si nada.—comente, viéndola respirar hondo y relajar sus músculos.

—Se que quieres hablar sobre eso.—musito ella, cruzándose de brazos para bajar la cabeza.—Dime Kai, ¿qué te dijo tu hermano?—pregunto.

—Por supuesto que quiero hablar sobre eso mamá. Se supone que sería un entrenamiento de rescate, no una posible masacre de alumnos donde mi hermano que desapareció hace cuatro años del ojo publico hace su debut para afirmar por completo de qué lado está.—comente.

—¿Qué te dijo tu hermano?—se preguntó.—Eso te está atormentando. Ya dímelo.—añadió, pero la vi girarse para dirigirse a la cocina, como si ella me estuviera evadiendo.

—¡Llevó atormentada cuatro años!—esclarecí impotente, buscando su mirada.—Quiero saber lo que ocurrió esa noche. Eres la única que puede decírmelo.—indique, desesperada.

—Basta, Kai.—me pidió, sirviendo la comida en su plato, denegando por completo y creando un gran furor en mi interior.

—No tengo once años. Ya no aguanto que pongas cuatro platos en la mesa para hacerme creer que también los has extrañado, ¡deja de hacerme eso!—le pedí, sin verla girarse.

—Ve a tu habitación. Lo hablaremos más tarde.—pidió al girarse, pero me enfurecí tanto que de una manera impulsiva lleve mi brazo hasta la mesa y lo deslicé, dejando caer todos los platos que se hicieron añicos.—¡Kailani!—me llamo, con su ceño fruncido, estaba molesta.

—¿¡Por qué no me hablas de ellos!? ¿¡Por qué pareciera que ocultas algo mamá!?—le pregunté, en un tono alto nuevamente.—Nunca los buscaste. Dejaste que los medios hablaran lo que quisieran.—añadí, desilusionada.

—No hablaron lo que quisieron, tú misma lo viste en la USJ.—justificó, mirando los platos quebrados en el suelo.

—Entonces dímelo, ¿dime por qué llegaron a eso? Tú eres la madre, eras la esposa. Debías estar aquí para saberlo y entenderlo—volví a preguntar y cuestionar.—¿¡Por qué ese día no estabas aquí y si con el profesor Aizawa!?—añadí, viéndola abrir sus ojos grandemente y bajar la cabeza sumamente apenada.

—No es como suena. Tampoco como te lo dijo.—respondió.—Conozco a Shouta desde que tengo catorce. Estudiamos juntos en la UA, ahí nos conocimos.—esclareció, cruzada de brazos y continuando su mirada en el suelo.—Éramos muy diferentes, pero aún así lo que sentíamos el uno al otro, era demasiado grande como para ocultarlo, hasta que cumplí diecisiete años.—hizo una pausa, para dirigir sus manos a la encimera de la mesa, dejando su peso ahí.—Mi padre no fue un buen hombre. Era abusivo, un arrogante. Pero se encontró con alguien peor que él y le debía, su única salida fue entregarme para saldar su deuda. Me casé con tu padre porque no tenía opción. No lo conocía, a pesar de que también estuviera en la UA, era un desconocido con el que me obligaron a estar.—añadió, fría.

—¿Qué?

—Kenny siempre fue muy respetuoso y caballeroso, pero su padre exigía una realidad. Tú abuelo siempre fue muy publicitario, lo conocían por ser un gran mentor para los héroes. Aunque su agencia cayó cuando se enfermó, lo respetaban, pero era un cerdo, como mi padre.—contaba, entre dientes.—Tuve que olvidarme de muchas cosas. Me esforcé, así que me ayudó a ganar publicidad y me hice una profesional como tú padre. Éramos admirados por todos, una pareja que combatía juntos el crimen de la ciudad, pero solo era una mentira.—decía, entristecida.

—No puedo creerlo.

—¿Me culpas?—me preguntó, sin mirarme.—Eran otros tiempos.—justifico.—Tu hermano nació, pero aún estaba joven y era rebelde. Me culpo por la falta de atención que le di, incluso a ti cuando naciste. Prefería pasar el tiempo salvando personas, que con mis propios hijos. Fue una manera tonta de revelarme a mi padre, pero de nada valía, porque a él no le importaba. ¿O acaso alguna vez lo viste por aquí?—denegué a su pregunta, viéndola suspirar.—Lo siento, pero nuestro amor nunca fue real.—ese balde de agua fría cayó en mi, haciéndome bajar la cabeza.

—Todo fue una mentira.—afirme con mis ojos humedecidos, viendo esa mesa donde antes solíamos estar los cuatro.

—No significaba que no nos quisiéramos. Porque lo hacíamos, pero al ser forzado, nunca pudimos fusionar.—recitó, desilusionada.—Cuando fueron creciendo, me di cuenta que no lo estaba haciendo bien. Ninguno de los dos mostraba afecto, o cariño. No eran malos, pero estaban vacíos como nosotros. Era por el hecho de que nunca nos vieron dar ese amor y calor que necesitaban. No puedo culpar a mi hijo de odiarme, de odiarme con todas sus fuerzas cuando nunca me senté con él a leer un libro.—sus lágrimas se deslizaron, cayendo al suelo.—Pero cuando tú naciste, si lo intenté.—añadió, haciendo a Kai abrir los ojos.—Fui ignorante. Lo admito Kai, pero me arrepentí.—esclareció, mirándome detenidamente.

—Esto debe ser una mentira.—musité, restregando mis ojos.—Todo esto.—dije, señalando los retratos familiares en los pasillos, donde todos sonreíamos.

—Tú hermano creció. Era rebelde e impulsivo, como yo lo era con mi padre. Cría cuervos y te sacarán los ojos, sin embargo tu padre siempre pareció entenderlos más.—mascullo, apenada.—Hasta que Naoto conoció a una linda chica fuera de la escuela. Su nombre era Liz Ito, sus padres eran villanos, por eso Liz no estaba en ninguna escuela, para que no llegaran a ellos a través de ningún medio.—contó, limpiando sus lágrimas.—Tenían dones muy peligrosos. Exterminarían a cualquiera que cruzara por su camino.—detalló.

—¿Ustedes mataron a Liz?—le pregunté, recordando la amarga confesión de Naoto en la USJ, donde me lo afirmo.

—Tú padre y yo nunca confiamos en ella. Nos equivocamos, debimos haberlo hecho.—dijo.—Un día, sucedió un altercado en el sur de la ciudad. Secuestraron a varios pueblerinos, incluso a Naoto. Ella nos advirtió de lo que sus padres harían, fue una odisea sacarlos a todos de ahí a salvo. Se rebelaban contra nuestra liga, tu padre sacó a tiempo a tu hermano, pero Liz nunca decidió salir, porque impedía que sus padres lo hicieran. Así que Endeavor, All Might y yo, destruimos ese almacén con ella adentro.—solté una bocanada de aire, oyendo el nombramiento de esos héroes.

—La mataron.—afirme impresionada, sintiendo incluso un vacío en mi, como si pudiera entenderlo lo suficiente.—Ella se sacrifico.—añadí, impresionada.

—Tú hermano estaba destruido. Pero no quería que sus padres, aquellos que no se daban amor ni siquiera en una esquina, lo aconsejaran sobre superación.—indicó ella, sujetando aún de la mesa.—Tres días después, fui aceptada en la UA como profesora. En esos tres días, la esencia de tu hermano cambió por completo. No podía verme, sin sentirse repugnado por lo que había hecho, el poco vínculo que tenía con tu padre, también lo desprendió.—añadió, sentándose en la silla; la comida se enfrió.

—Ese día te harían una fiesta de celebración. Lo recuerdo, me dejaste con ellos aquí.—comente yo, viéndola asentir.

—Cuando llegue a la celebración, me encontré con Shouta después de tanto, para mi fue como si el mundo me devolviera algo que perdí hace mucho tiempo.—contó, esbozando una corta sonrisa.—Sin embargo, mientras yo estaba allá, tu padre no dejaba de llamarme, tu hermano había enloquecido.—asentí, recordando los gritos de ese día.—Y se fue.—añadió amargamente.—En las noticias decían que cerca de la UA, donde se llevaba a cabo la celebración, sucedía un incidente estruendoso. Cuando llegue, era tarde. Los medios estaban ahí, apuntando con la cámara a tu padre encharcado de sangre y a tu hermano en el fondo también. Electrocutó las cámaras y las luces, se hizo oscuridad y luego, ya se habían ido. Volví dos horas después aquí. Fue cuando te encontré en el suelo, inconsciente.—comentó, dejando caer más lágrimas.

—Entonces, ¿tú tampoco sabes por qué ellos hicieron eso?—le pregunté con las lágrimas deslizándose por mis ojos.

—No. Y la razón por la cual no les he buscado, es porque no quiero saberlo.—admitió, entre un leve sollozo que oculto cuando bajo la cabeza.—Porque sabía que todo había sido mi culpa. Le hice a mi hijo, lo que mi padre me hizo a mi. Me negaba aceptarlo, pero fui injusta y egoísta con él. Así que cuando volví contigo después de lo sucedido, me juré que sería diferente contigo. ¡Te eduque, te brinde amor! Aunque no haya sido el que siempre me pediste, ¡sigo esforzándome día a día para ser una mejor persona!—exclamo.

—Basta. Me mentiste de todas maneras.—justifique, denegando impotente y sumamente frustrada.—Esto fue como una casita de las muñecas, no es nada divertido mamá.—añadí, llorosa.

—¡¡Si aún sigo viviendo aquí, si aún sigo poniendo cuatro platos en la mesa es porque tengo la esperanza de que algún día regresen!!—sollozo, continuando en señalar el retrato familiar que vi.

—Es mentira...

—¡¡No, no lo es!! ¡¡Así que lamento Kai, lamento si pensaste que eras la única buscando respuestas, pero si he desistido de continuar es porque me juré a mi misma que no volvería a estar fuera de aquí cuando tú me necesitaras!!—sostuvo, dolida y en llanto para así señalarme.

Denegué, dirigiéndome a la entrada de la casa para buscar mis zapatos y oír a mi madre sollozar cuando abrí la puerta, cerrándola bruscamente. Todo este tiempo viví en una realidad alterada, una realidad falsa y llena de fantasías que detonaron en mi rostro, en una edad donde mis sentimientos eran más sensibles y aptos para cambiar si así lo requerirían. Estaba molesta. Camine por la acera, bajo el cielo naranjal. Todo, absolutamente todo lo que algún día viví, pareció deteriorarse lentamente hasta hacerlo desaparecer. Aunque aún habían preguntas sin respuestas, dudas que no acababan, mi corazón sintió la leve estaca de vivir bajo una mentira. Restregué mis lágrimas, continuando en caminar por la acera cabizbaja y llena de esa gran ira que no podía retener en mi interior, porque algún día detonaría de la peor manera y había un muro adelante, me volvería a golpear y se haría más grande. Frustrada me senté en aquel columpio, meciéndome y sin dejar rastro de mis lágrimas, solo quedándome ahí hasta que oí unos pasos arrastrarse.

—¿Tú?—me giré, rodeando los ojos cuando visualicé ese cabello rubio y puntiagudo.

—¿Me estás siguiendo?—le pregunté de manera sarcástica y bufona.

—Yo no sigo a perdedores.—respondió de una forma arrogante, acercándose.

—Por supuesto.—añadí en un tono bajo, viéndolo sentarse en el columpio.—Si esperas que me vaya, no lo haré.—excuse.

—No me he quejado.—respondió, con ese tono hostil y reacio, mientras que miraba conjunto a mí el atardecer.

—¡No me he quejado!—justifico, rodeando sus ojos con molestia.

—Lo agradezco.—recite, levantando la mirada para verlo con mi semblante caído.

—¿Qué diablos te pasa?—me preguntó espontáneo y prepotente, para así encogerme de hombros.

—Solo estoy triste.—admití, mirando los tonos naranjales del cielo.—Ya se como te sentiste cuando Deku te hablo sobre tu don.—añadí.

—¿Por qué estás hablando de ese infeliz?—me preguntó rápidamente, parecía intentar ser sutil conmigo al notarme decaída.

—Creíste que se burlaba de ti, que te subestimaba y así me sentí hoy.—esclarecí.—Mis padres me mintieron porque siempre creyeron que no sería capaz de resistir una cruel verdad. Y ahora que la se, me siento derrotada.—añadí.—Ahora todo se siente más pesado.—musité, mirando como él abría sus ojos grandemente.

—¡Tonta, no puedes ser la héroe número uno si cargas con tanto! ¡Tienes que superarlo y seguir avanzando! ¡Suelta todo eso que te pesa y verás como todo cambiará!—pidió, con ese orgullo que lo hacía invencible e inmune a la emoción, fue suficiente para sentir por un momento esperanza.

—Kacchan...

—¿Qué? Yo también se que quieres ser la numero uno y si no te esfuerzas, entonces no tendrá sentido para mi derrotarte.—hablo con arrogancia, pero era como una manera de animarme y alentarme.—Así que no te quejes, no seas como ese llorón de Deku, acepta las cosas que no puedes cambiar y podrás resistir todo.—añadía.—Por eso soy el mejor.—sonreí ante eso, soltando una risa.—¡No te burles de mi!—pidió, señalándome.

—Me ayudas...

—Que no se te suba a la cabeza, ¡tontamura!—exigió, abrumado y avergonzado.

—Me ayudas.—volví afirmar, viéndolo denegar rápidamente y apretar sus puños.

—¿¡Estás sonriendo!? ¿¡Qué se supone que haga ahora!?—me preguntó cuando sonreí, dejando mi tristeza aún lado.

—Nada, solo quedarte conmigo.—indique de manera sutil, para mirar el atardecer.

—Siempre que quieras.—respondió de forma gruñón, aún lado de mi, meciéndose lentamente en el columpio.

—Ahora tendré más ganas de ganarte en el festival deportivo.—respondí sonriente, para él fruncir su ceño.

—Eso lo veremos.—comentó con una sonrisa, pero no una sonrisa de felicidad, si no de ambición y orgullo que lo describía, Bakugo estrechó su mano hacia mi, la cual acepté de inmediato, sin imaginar lo que había detrás de esa arrogancia y orgullo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro