𝐝𝐢𝐞𝐬𝐢𝐜𝐢𝐞𝐭𝐞

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Reflejo

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Mi respiración estaba entrecortada, más agitada no podía estar, aquel ataque de pánico me estaba consumiendo en mil pedazos. No había manera de recuperarme agriamente de lo que me estaba sucediendo, mi estabilidad emocional, recaía en el suelo con mi honor. Sentía mi frente sudorosa, me empezaba a enfermar de mi misma, la conciencia se me partía en miles de pedazos, y no podía sacarme a Annie Leonhart de mi cabeza. La imagen donde ella yacía con sus ojos cerrados, e cristalizada por completo, sin que nadie pudiera hacerle daño, me carcomía por dentro. Debía estar en un sueño profundo, anhelando volver a despertar, no sabía si admirarla por guardarse, o si deshonrarla por la cobardía de esconderse en un cascarón para evitar la verdad, que algún día, me tocaría enfrentar a mi. Mis manos temblaban del miedo, imaginando como debió haberse sentido, sola, sin escapatoria, sin alguien a su lado. El dolor me consumía, y el daño que estaba provocando, me estaba comiendo por dentro. Continuaba viéndolas, viendo la ilusión de cómo estaban manchadas de sangre. Como ya no tenía la sangre de los allegados en esta Isla, si no, que la de mis amigos provenientes de mi nación, también; mi honor prevalecía en mi dolor.

La puerta era tocada con delicadeza, como si mi esencia se sintiese más allá, pero tan solo al escuchar su voz, y recordar sus ojos, me llevaron a un amargo viaje de dolorosos recuerdos que jamás podría olvidar. Los verdosos ojos de mi mamá llegaron hasta mi, su suave voz cantaba en el abismo para mi a través de esas olas donde juro danzar hasta encontrarnos en una próxima vida. No había manera que olvidara su rostro, y el desesperado deseo de volverla a tener aquí conmigo. El trauma de su muerte me perseguía, la insistencia de poder salvar a mi familia de su destino, me carcomía, y solo deseaba poder llegar hasta sus brazos, donde yo era feliz, donde únicamente anhelaba sentir una paz que desconocía, que realmente todos desconocíamos a través de esta guerra a la cual muchos no tienen conocimiento. Volví a reabrir los ojos, dejándola a ella atrás, en aquel vago mar que extrañaba ver, para dejar que la puerta se abriera en un instante de brusquedad. Dejando ver los desesperados ojos de Eren por mirarme, por saber que sucedía conmigo en este encierro que llevaba comiéndome días tras día, sin poder detenerlo.

-¿Eh?-me llamo confuso, colocándose de cuclillas a mi lado.-Llevo buscándote todo el rato, hasta llegue a pensar que habías huido.-infirió Eren, examinando mi expresión, y quizás viendo las mejillas humedecidas.

-Solo quería estar sola.-dije fríamente, sabiendo que no había culpa de su parte al yo sentirme de esta manera tan trágica.

-Nunca más estarás sola.-respondió, llevando su mano a mi mejilla, y limpiando mis lágrimas que aún hurgaban por ahí.-¿Qué esta pasándote?-me preguntó con curiosidad, una que le mataba no descubrir.

-Eren.-lo llame, como si estuviera decidida a hacer esto, a decirle todo con cautela y delicadeza.-Hay muchas cosas que no conoces de mi, muchas cosas oscuras que temo que no puedas sobrellevar.-miraba sus ojos, y veía como buscaba mirar a través del vacío que le estaba mostrando en este punto tan vulnerable.

-Entonces somos más iguales de lo que quizás puedes imaginar, Amaya.-esbozo, como si lograra entender, pero no sabía ni una parte de lo que estaba sucediendo.

-Yo solo quiero salvarte de mi.-le dije, viendo como su rostro y el mío estaban a centímetros, nuestras respiraciones chocaban, y sin duda, podía sentir el roce de sus labios en los míos, empezando a perder el punto de esta conversación, y el sentir mis mariposas revolcarse por todo mi estómago sin piedad.

-Seguimos siendo más iguales de lo que creía... -musitó, dándome un leve y corto beso en los labios, uno tierno y suave, como si deseara transmitir la calma a través de esa acción.

-¡Eren!-la voz chillona de Armin se avecinó a nuestros tímpanos, con suavidad nos distanciamos para esperar ver la expresión de Armin ante ese llamado tan desesperado.-¡Aquí están!-dijo.-Que bueno que la hayas encontrado, debemos irnos, ahora.-indicó, y yo confundida me fui levantando de a poco, aún lado de Eren, frente a Armin quien también me examinaba con curiosidad.

-¿Qué sucede?-le pregunte a Armin con una suave voz llena de frío, dejando aún sentir mis emociones, dejando aún sentir mi vacío.

-Mejor pregunta, ¿qué no sucede?-dijo, mirándome detenidamente mientras que empezábamos a caminar fuera de la habitación.

-¿Un ataque?-pregunte curiosa, colocándome la verde capa que Eren pasaba por mis hombros, como si deseara protegerme del frío que nos escandalizó por un instante, quizás eran los escalofríos; la tensión amarga que había en el ambiente.

-Si, se han adentrado por el muro Rose, o eso al menos nos han avisado.-me contaba Armin, quien lucía tenso.-Joder, en plena noche. Que estupenda manera de culminarlo.-decía.

-Relájate Armin, aún no sabemos qué pasa realmente.-le apoyaba Eren, con una suave voz que demostraba firmeza en sus emociones, manteniéndose fuerte, pero debía admitir que yo también estaba algo ansiosa como Armin.

-¿Y qué crees que esté pasando, Eren?-le preguntó Armin, algo agitado ante la ansiedad que le provocaba la situación, giré mi mirada, observando el largo pasillo, y como Mikasa apareció entre la luz de las velas incrustadas en la pared.

-Hey.-llamó ella, mirándonos.-Hange nos ha pedido reunirnos, quiere que nos vayamos con ella.-decía, mientras que yo confusa, asentía.

-¿Qué más te ha dicho?-me dirigí a Mikasa, curiosa y con temor, pero ella continuó caminando, sin mirarme.

-Lo que ella solo quiere que sepamos.-me dijo, con suavidad en su voz.-Que vayamos con ella.-volvió a decir.

Me quede caminando a su lado, ajena a la situación que les abrumaba tanto afuera. Debía admitir que me sentía curiosa, pues desde que me había levantado hoy, un mal presentimiento rondaba por los aires que respiraba. Desconocía la sensación, y el sentirla, me empezaba abrumar, me hacía sentir parte del ambiente de los que estaban a mi alrededor. Mikasa caminaba a mi lado, en silencio, con esa seria expresión que determinaba su frío carácter. Pese a eso, poniéndome a pensar, me percaté que yo realmente había cambiado mucho a través de estos años que he compartido con ellos. El primer año que estuve aquí, ni siquiera podía dirigirles la palabra, o darles la mano, dejaba que se cayeran, y simplemente me llene de una frialdad que no supe manejar. Dándome cuenta, no era ni la mitad de lo que había sido, pues ahora, no había manera de vivir una vida donde ellos no estuvieran. Había aprendido hablar sutilmente, a trabajar en equipo, y a tener empatía, era por eso que no manejaba la situación que estaba en mis manos. Era por eso, que no podía ser capaz de continuar mi misión, no podía arrebatarles más de lo que ya ellos habían perdido a cuenta de nosotros.

Los cuatro avanzábamos por los pasillos, éramos un gran equipo, no había duda sobre eso. Eren caminaba atrás de mi, y cuando giré mi mirada, sus ojos albergaron por los míos, como si aún quisiera descifrar mi oscuridad, y que había en ella. El transe de nuestra conexión visual no duro mucho, pero transmitimos más que una sola mirada de segundos, eran sentimientos que sólo nosotros lográbamos entender, y es que, mi corazón le perteneció a Eren desde el primer momento en que lo vi, como si una atadura me uniera a él, u quizás por eso lo evite tanto tiempo; quizás por eso, era tan dura con él, porque no podía aceptar lo que le hacía a mi corazón. Su mirada siempre me busco a través de las tropas, de las misiones o de la hora en donde debíamos comer juntos en la cafetería, siempre me busco, y ni siquiera él mismo sabía, que me había encontrado hace mucho tiempo. Continué, dándome cuenta que habíamos llegado al exterior del patio, donde habían varios soldados preparándose, la noche era fría, y ni siquiera habíamos podido descansar bien, solo se que seguí a Mikasa, como Eren y Armin lo hacían.

-Es entendible que todos estén aquí.-musitaba Mikasa, dirigiéndose a una carreta vacía.-Los titanes rompieron el muro Rose, deben estar todos en pánico.-decía, dándome a entender por fin, la situación que había sucedido para que estuviésemos aquí.

-¿Rompieron el muro?-pregunte, intentando de entender lo que había dicho, ella asintió, mientras que quedamos enfrente de la carreta.

-¿Por qué romperían el muro los titanes?-mire a Armin, quien aún yacía fuera de la carreta, y yo solo estaba intentando de acoplar su pregunta en mi mente.

-No es la primera vez, ellos rompieron el muro María para entrar a nuestra ciudad.-indicó Eren, dirigiéndose a Armin, quien aún lucía dudoso.

-Solo derribaron la puerta de la ciudad, nada más.-le decía a Eren, intente de visualizar una imagen, una donde aquellos portadores de los grandes titanes, habían de su ciudad en aquel tiempo, un jodido caos.

-Oye Armin, ¿en qué estás pensando?-pregunto Mikasa, era como si ella pudiera ver el foco encendido de Armin.

-En que los muros no tienen espacios abiertos entre las piedras, ni tampoco alguna grieta, nadie sabe cómo levantaron los muros.-la respuesta de Armin comenzaba abrumarme, como si lograra entender cada cosa que sucedía, cada una de las cosas que mi gente más allá de estos muros, sabía.-¿Y si se construyeron a partir de titanes petrificados?-preguntaba.-Tal y como hizo Annie, es probable que sea una cualidad genérica.-me quede en silencio, escuchándole sorprendida.

-¿Titanes en los muros?-se preguntaba Eren, sentado y intentando de adentrarse a la cabeza de Armin, deseando entender más allá lo que nuestro amigo entendía, pero Armin tan solo se adentró en la carreta, para sentarse.

-Siento el retraso, los preparativos nos han entretenido.-eleve mi mirada, observando cómo Hange se dirigía a nosotros con Levi atrás suyo, y aún lado, un hombre a quien debía describir como un pastor ante la cadena decorativa que yacía en su cuello.

-¿Todo en orden?-me quede observando al capitán Levi, este quien con su mirada fría me penetro hasta las emociones, me quede estática, sin movimiento, recordando lo que había pasado anteriormente hace unos días.

-¿A qué se debe la pregunta?-le pregunte fríamente, recordando cómo actuó en contra de mi persona, supe que deseaba decir más, pero realmente no era el momento ni el lugar.

-¿Que hace aquí un pastor de la iglesia del muro?-pregunto Armin totalmente curioso, yo tan solo acepté la ayuda de Eren, para sentarme en la carreta junto a los demás, teniendo la mirada de Hange y Levi, encima de mi.

-Ah, Nick y yo somos buenos amigos. ¿Ah que si?-dijo Hange, sosteniéndolo por los hombros y sonriendo.-Hagan como si no estuviese.-nos indico, mientras que el pastor mantenía gran seriedad frente a nosotros.

-Imposible.-opine, mirando como aquel pastor me observaba detenidamente, con seriedad y mucha frialdad, debía estar cagándose hasta la madre por estar aquí con nosotros.

-Camaradas.-la gruesa voz de aquel comandante erizó mi piel, y no pude tener la valentía de mirarle, pero pese a mostrar mi respeto, lo hice en cuanto Erwin llego hasta acá.-Amaya.-me llamo, y con una señal de su cabeza, me indicó que me removiera de la carreta, como si deseara hablar, así que levemente me levante, para brincar por aún lado, y caminar lentamente hacia él.

-No voy a quedarme aquí.-le dije en cuanto les dimos la espalda a los demás, Erwin me miraba fijamente con esos azulados ojos.-Si harán algo, que sea después de esta expedición.-dije, valientemente.

-No creo que aún estés preparada para las consecuencias.-hablo él, con un suave tono.-No somos tus enemigos.-aclaró.-No voy a pedir que defiendas mi patria con tu corazón, te pediré, que os ayudes a nosotros a hacerlo.-su mano se colocó en mi hombro nuevamente.-Queremos confiar en ti, y entender tu sentir, pero para eso, debo pedirte que nos tengas advertidos de que posiblemente podríamos estarnos enfrentando, porque debo ser sincero contigo; los que quedan, van a caer.-expresó en un tono bajo, pero mi piel estaba como gallina, y podía entender que decía.

-Reiner y Berthold.-los nombre, y él asintió.-No creo que se expongan, pero de ser así, no podrán combatir contra ellos, Erwin.-le dije, con honestidad.-Yo no puedo enfrentarme a ellos, su poder es superior al mío, me harían añicos.-explicaba.

-No creo que podamos detenerlos como lo hicimos con Annie, pero se me agotan las ideas.-decía él, mostrando una expresión de frustración que desconocía en su semblante.

-Pudiera explicarle muchas cosas, pero no creo que sea el momento, ni mucho menos el lugar, y más con la situación que está sucediendo.-le indicaba, mientras que él asentía.-Si realmente no hay un hoyo en Rose, se lo que quizás podría estar sucediendo, y lo más probable, sea una trampa para atrapar a Eren, debemos actuar primero, comandante.-hablaba, viendo como él asentía.

-Bien.-expresó.-Levi y Hange estarán al pendiente de todo, pero si crees poder ayudarles con la situación, estarán agradecidos.-asentí, y este me miro con una mirada llena de confianza, de seguridad.-Andando.-me pidió, dándome una leve palmadita en la espalda.

-Ya vamos a partir.-gire hacia atrás para observar a Erwin, quien yacía cerca de nosotros.-Os dejó lo demás en sus manos.-les dijo él a Levi y Hange, quienes lo miraron y asintieron.-Confió en ustedes.-afirmó, mirando nuestra carreta, para aislarse de nosotros, y montarse en su caballo para dirigirnos como líder que era.-¡Abrid las puertas!-grito él fuertemente, alentando a que deberíamos irnos.-¡No sabemos que ocurre en el muro Rose, de momento solo estaremos a salvo hasta llegar al distrito de Karanese, y ahí trataremos de ganar tiempo!-él daba las instrucciones, todos lo escuchaban, realmente le respetaban.-¡Adelante!-indicó fuertemente, mientras que Levi le indico al hombre de la carreta avanzar.

-Le respetan.-musité, en un tono levemente bajo, observando cómo todos seguían las instrucciones de Erwin al pie de la letra.

-Armin, ¿porque me miras así?-le preguntó Hange al chico sentado aún lado, quien con curiosidad, examinaba al pastor delante suyo.-Vaya, comprendo.-dijo ella, sonriendo, y acomodando sus espejuelos mientras que yo, me sentía presionada ante la penetrante mirada de Levi, sabía que estaría atento a cada uno de mis movimientos.-Bueno, para sacarte de esas dudas que te agobian, está aquí este pastor porque al igual que los demás pastores que forman parte de la iglesia, tenían conocimiento sobre los titanes dentro de los muros.-afirmó Hange, creando sorpresa en el rostro de mis compañeros.

-¿Este hombre sabía qué hay titanes dentro de los muros?-pregunto Eren, asombrado.

-Si, pero hasta ahora, ha mantenido la boca cerrada. Es por eso que viene con nosotros.-respondió Hange serena, pero se veía la molestia en sus palabras que se referían al hombre que traía con ella.-Traerlo lo hará decidir si ser fiel a sus reglas y continuar diciendo nada, o, al ver la realidad con sus ojos; se afloja y empieza hablar un poco.-añadió Hange, mientras que mire detenidamente al hombre, la seriedad albergaba en su expresión, no tenía remordimiento.

-No va hablar.-me atreví a decir, con un tono neutral, mirando a ese hombre.-Su fidelidad va primero que la humanidad, no dirá la verdad.-indique, viendo como Hange me miraba.

-¿Y qué sabes tú de decir la verdad?-me preguntó agriamente el capitán, dejándome sin saliva, y con un amargo sabor, pero alce mi mirada y lo observé con detenimiento.

-Lo mismo que tú.-le indique, defendiendo mi postura, sabiendo que él también debía tener sus oscuros secretos, pero la situación no iba al caso, y más cuando los demás quedaban ajenos a lo que hablábamos, creando incomodidad.

-¡Ni hablar! ¡No tiene sentido que se quede en silencio!-mi mirada se estancó en cómo Eren de manera impulsiva y brusca, se levantó frente al pastor, mostrándole su impotencia.-¡Si sabe algo, que diga la verdad!-pidió.

-Eren, siéntate.-le pidió Mikasa con suavidad.-Aún no te recuperas.-ella tomó su brazo, y lo bajo hasta sentarlo, pero él aún yacía molesto.

-Hay muchas maneras de preguntar las cosas.-mire a Levi, y es que el resonador de un cargamento de arma llamo mucho la atención.-Puede que estar herido no sirva de nada pero para mi, solo me basta con vigilarte.-él apuntaba al pastor de manera cautelosa con su arma debajo de su fina chaqueta.-Preferiría no tener que agujerearte el cuerpo con una bala.-le amenazo, pero ese pastor no se removía.

-Amenazarlo no sirve de nada Levi, ya lo he intentado.-aclaro Hange, lo que da entender el porque ese pastor se mantenía tan sereno.-Me pregunto si su silencio es más importante que la extinción de la humanidad.-decía ella.

-Esa no es la verdadera pregunta, Hange.-indicó Levi, mientras que él alzó su mirada, volviendo a mirarme, de una manera fría.-La pregunta verdadera es, si debemos seguir confiando en las personas que quedan a nuestro alrededor.-emitió, mientras que por un instante en mi leve conexión visual con él, los verdosos de Eren me miraron detenidamente, dudoso.

Giré mi mirada, y seguí observando la fría noche. Sabía que el camino sería largo, y que tan solo debía dedicarme a esperar, y confiar en que Erwin me estaba dando una oportunidad para aliarme a lo que me correspondía hacer, lo que era correcto. Las estrellas brillaban, brillaban más que nunca, pero mi corazón seguía escondido del destello de la luz, estaba apagado, y vacío. Aquel pastor estaba en silencio, y podía ver en la expresión de Hange lo abrumada que estaba, lo ansiosa de saber una verdad que ella desconocía. La curiosidad mataba a esa mujer, una independiente e inteligente, pero el deseo de tener más conocimiento sobre los titanes, la estaba matando poco a poco. Ella se quedó cabizbaja, el cansancio empezaba a comérsela por dentro, y deseaba poder expresar todo lo que sabía, pero aún mi corazón estaba frío, y no era capaz de traicionar lo poco que quedaba allí afuera de mi gente. No hablaría, no podría poder hablar hasta que Reiner y Berthold estuviesen aquí, hasta que todos enfrentáramos por juicio lo justo, porque no podría salir con ventaja de esto, necesitaba que todos pagáramos con igual; aunque incluso eso me hiciera perder lo que más quería, a ese niño justo aún lado de mi.

-Amaya.-la suave voz de mi mamá atravesó mis oídos, había cerrado mis ojos, e imaginado su presencia, tanto, que era como si me hubiese sumergido nuevamente en aquel recuerdo donde veíamos el mar.-¿Qué te gustaría buscar en el futuro?-me preguntó, mientras que sus brazos estaban extendidos y aferrados en mi pecho, ella me abrazaba, y yo solo estaba sentada en su falda, viendo el atardecer.

La brisa de aquel viento azotaba mi cabello, el sol lucía espléndido en su ida para que la noche saliera, aún recordaba a mi madre, pero su voz cada día se escuchaba más lejos. Era como si no pudiera sentir su tacto en aquel recuerdo, como si cada vez estuviera más y más ida en el abismo del olvido, o al menos, así se sentía. Abrí mis ojos, y eran como si estuviesen humedecidos. Cabizbaja, logre limpiarlos, mientras que la carreta aún se movía con nosotros encima. Amarre mi cabello levemente, y me alce nuevamente, percatándome en cómo Eren estaba despierto, y como charlaba con Hange. Lo examiné, sus facciones, su manera de hablar y dirigirse. Viéndole, me hacía entender que él era lo que jamás busqué, pero encontré. Él era lo que quería para un futuro, uno lleno de libertad, de amor, paz y armonía, pero entendiendo en el futuro más adelante, comprendía que esos pensamientos que tenía sentada en aquella carreta, eran fantasías de una ilusión que jamás podría saborear, y más cuando perdí todo lo que amaba en un pestañeo, uno que no pude recuperar a través del tiempo, era por eso que no entendía el valor de un momento, hasta que se convirtió en un recuerdo, así se sintió cuando tuve a Eren por última vez, y no lo sabía.

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Próximo capítulo: ¿Quienes son?
La revelación de unas identidades dejan a Amaya contra la espada y la pared.

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NOTA:
Hola chicos, os extrañaba mucho. Lamento la tardanza en haber actualizado, estaba tomando un leve descanso, si no mal recuerdan, estuve súper pegada actualizando en otras novelas anteriores, y estaba algo cansada. Espero que puedan entender, estaré aquí nuevamente poco a poco, así que no se preocupen, las actualizaciones serán un poco lentas, pero intentaré de avanzar. Les envío besos y abrazos. <3

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