𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐬𝐞𝐢𝐬

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Emboscados.
Gianna Galliard.
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Año 850
Un día de fugitivos.
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Miraba detenidamente aquel festival, y como también la gente paseaba alrededor de cada establecimiento que habitaba allí comerciando. Me mantenía encima de aquel tejado. La luz del sol decaía sobre mi, incluso teniendo la capucha cubriendo mi rostro, no podía evitar de sentir como se transfería la calidez hasta mi piel. Probablemente era la tensión que habitaba en mi. Habíamos dormido poco, pero fue por orden del capitán Levi, no quería que el amanecer nos cayera encima sin habernos movido en lo absoluto. Había recreado un plan bastante lógico, aunque me parecía poco común burlar a la policía militar con disfraces y a eso me refería con que Jean conjunto a Armin se habían acoplado para recrear una imagen icónica de Eren e Historia. El fin era protegerlos, por eso estaba aquí, vigilando desde esta parte del tejado que todo saliera en orden. Levante la mirada para ver el cielo azulado, las aves paseaban mientras que las blancuzcas nubes se removían con lentitud. Me preguntaba, ¿acaso ellos veían el mismo cielo que yo? No podía evitar de pensar en ellos. Los traicione. Reiner, Berthold y Annie, fallé en mi misión como guerrera.

—¿Por qué me arrepiento?—me pregunté a mi misma, recostada de aquel tejado.

—Creo que yo también me arrepiento.—baje la mirada para abrir mis ojos grandemente al observar a Eren en el suelo, sonriéndome.

—Eren.—lo llame, bajando de altitud con el equipo de maniobras tridimensionales para colocarme frente a él.—¿Qué estás haciendo aquí?—le pregunté curiosa, el capitán Levi había sido claro como las posiciones.

—Se han llevado a Jean y a Armin, creen que realmente ese idiota de Jean se parece a mi. Los engañamos.—contó.—El capitán Levi tenía razón, están detrás de nosotros.—afirmó, temeroso.

—Estamos en una zona bastante amplia, muchas personas están esperando y observando.—expresé, girándome mientras veía a varios residentes pasar, sonriendo y charlando entre sí.

—Lo sé, solo quería venir a verte.—respondió, para hacerme mirar a otro lado por su mirada tan fija en mi.—Ya me voy.—indicó Eren, para así acariciar mi cabello suelto.—Deberías amarrarlo.—sugirió.

—Tú deberías irte.—comente, para así verlo sonreír de lado.—Estarás bien.—musité notando su preocupación, el semblante lo delataba.

—Cuidado, ¿si?—asentí ante eso, para llevar mi mano hasta su hombro y apretarlo fuerte.—No te despedirás de mí así.—denegó, acercándose a mi para abrazarme fuertemente.

—Aún no me acostumbro a hacer estas cosas de pareja. Me es extraño.—esbocé, devolviéndole el abrazo fuertemente.

—¿Entonces estamos juntos?—me preguntó al distanciarse de mi para apretar mis mejillas.

—¡Eren, ya vete!—se distanció de mi apenado ante la presencia del capitán Levi, quien nos veía inexpresivo por nuestra cercanía.—Sube a esa carreta y no digas nada hasta que llegues a la residencia del comandante Pixis.—exigió.

—¡Si, capitán!—afirmo, distanciándose de nosotros para así girarse y verme de reojo.

—Y tú, a tu posición. No arruinarán esta operación por estupideces.—esbozó frió.

—Capitán.—lo llame, deteniéndolo en seco.-¿Crees que esto funcione?—le pregunté.

—No lo sabremos hasta que la carreta llegue a su destino.—respondió, escondiendo sus equipos de maniobras tridimensionales debajo de su capucha.—Gianna, no dejes de estar alerta. Probablemente no estamos solos, ¿lo entiendes?—me preguntó, por lo cual asentí.

—¿Armin y Jean estarán bien?—cuestione antes de que pudiera marcharse.—Son... son mis amigos.—afirme apenada, cabizbaja e intentando de evitar contacto visual con él.

—Los protegeré a todos.—su mano apretó fuertemente mi hombro, haciéndome levantar la mirada para ver sus grisáceos ojos.—Te doy mi palabra.—afirmó, mirándome detenidamente.

Me quede sin palabras con su afirmación, no dije nada y me abstuve de retenerlo más tiempo, pero por primera vez estaba asustada. Lo vi irse rápidamente. Por alguna razón el capitán Levi estaba actuando extraño desde anoche, se veía inseguro y miraba todo con recelo, como si esperara algo. No tarde en subirme nuevamente al tejado, estaba sola y por eso, no podía dejar de pensar en tantas cosas. Llego un momento en que ni siquiera seguí el camino de la carreta donde Eren e Historia se iban. Era como si me perdiera en un mar de emociones, me estaba corrompiendo. Cerré mis ojos en medio de la frustración cuando esos pensamientos volvieron a retenerse en mi mente. Las imágenes corrían rápidamente ante mi, imágenes donde corría bajo la lluvia exhausta en compañía de Reiner. Él siempre me alentó. Incluso aunque mis hermanos lo trataran indiferente, Reiner siempre me dio su sombra para cuidarme de lo que yo no podía ver. Gruñí entre dientes. He intentado de evadir mis sentimientos desde el día en que los vi marchar, o mucho antes cuando no pude hacer nada para salvar a Annie. No podía entender el porque aún seguía aquí, el porque creía que todos esos demonios eran mis amigos.

Afligida el sentimiento, sabía que la única razón por la cual estaba aquí era porque tenía humanidad, aunque intente de hacerme creer lo contrario, tenía empatía por todas estas personas y el ahora entender lo que había hecho, me mataría por días y temía que por años. Mantuve mi cabeza baja, ocultándome de la sombra y llevando mi mano hasta mi rostro, tan solo pensé en mi más anhelado deseo... destruirlos a todos. La pesadez de mis pensamientos se transfirió por todo mi cuerpo hasta hacerme mirar mis manos. ¿En qué me había convertido? ¿Por qué razón estaba defendiendo a estos demonios? Nuevamente gruñí, denegando ante mis pensamientos, sentía que mi alma estaba partida en dos, porque una parte de mi aún quería luchar por lo que mi familia necesitaba y otra parte de mí quería defender los muros donde vivían estas personas. Todo esto, todo este sentimiento se debía el amor tan grande que renació por ese maldito impulsivo. Los azulados verdosos ojos de Eren se plasmaron en mi mente. Su dulce tacto, la manera en que me miraba o me daba calidez con su piel. No había marcha atrás, me había enamorado de Eren y eso era la peor desventaja que podía tener una guerrera de alto rango como yo.

—¿Qué debo elegir?—me cuestione, he llegado muy lejos, más que los demás y me arrepentía.

—¿Disculpa?—me giré rápidamente ante la presencia de aquella subordinada, desconcertada por mi actitud tan sólo acomode mi capucha para así mantenerme invisible ante ella.

—Capitán.—mencione en cuanto vi cómo el capitán Levi cayó encima del tejado.

—¿Y bien?—nos preguntó, colocándose en cuclillas mientras se acercaba a mi.

—Hay mucha gente en las calles, pero todo se ve normal. Pronto llegaremos con el comandante Pixis capitán, ya falta poco, ¿qué pasó con los dobles?—le preguntó Niffa, luego de responder su pregunta.

—Funcionó a la perfección.—respondió el capitán, aunque se vio cabizbajo e inconforme.

—Aunque no parece estar muy contento.—opinó la subordinada mientras guarde silencio, viendo.

—No es eso.—musitó.—Es que algo no está bien. No es una jugada de la policía militar, son demasiado arrogantes. No contratarían aficionados, he visto esto antes, asumiendo que siguieran en esa carreta y vinieran hasta aquí en grupo... —se detuvo en seco, sin decir nada, solo se que sus ojos me miraron como si quisiera decirme algo.

—Capitán, la carreta parece estar avanzando de nuevo.—le avisaba Niffa, obligándome a ver su punto de vista, pero la tensión que había sobre el capitán Levi me atormentaba por completo.

—Gianna, quiero que bajes de aquí, inmediatamente.—me pidió, dejándome desconcertada.—Busca a Mikasa.—indicó.

—No lo creo.—bufé sin moverme, quedándome inmóvil en el mismo lugar donde él yacía.

—Recuerda lo que te conté ayer. Si ellos están aquí, no tendremos más opción que matar.—expresó de una manera explícita y fría.

—No sería mi primera vez.—masculle recostándome del tejado, para recordarme sostener aquel cuchillo fuertemente mientras que mis manos yacían ensangrentadas y mi madre me veía atemorizada.

—Capitán, ¿qué ocurre?—le preguntó Niffa, ella curiosa notó la tensión que habitaba en él.

—Niffa, ¿has oído hablar sobre Kenny el destripador?—le pregunto a ella, mientras que recordaba la vaga conversación que tuve con él anoche y como detalló quien era aquel hombre.

—¿Habla del asesino en serie de la capital?—se preguntó ella.—Escuché que degollo a toda una élite de policías. Pero solo se trata de una antigua leyenda urbana, ¿no es así capitán?—le cuestionó.

—No, realmente existe. Todo lo que oíste es verdad.—afirmó, viéndola impresionada.—Viví un tiempo con él. En esa época, yo era un mocoso.—esclareció, viéndola aún desconcertada, mientras que yo les veía.

—¿Qué? ¿Por qué habla de eso ahora? No es momento de hacer bromas capitán, Levi.—decía ella algo temerosa, para así yo oír un ruido abajo del tejado.

—He oído algo.—indique, levantándome del tejado para observar en el suelo, pero no había nada, solo unas hojas removiéndose.

—¡Niffa, Gianna!—me sobresalte rápidamente y por reflejo propio antes del grito que emitió el capitán Levi, mi cuerpo se removió en cuanto aquel gancho rozó contra mi pierna conjunto a un disparo que detonó en el rostro de Niffa.

—¿Niffa?—la llame aturdida y con mis ojos abiertos grandemente, ni siquiera me fijé en la sangre que sobresalía de mi pierna derecha cuando ella mantenía un hoyuelo sangriento en su cabeza; más aún, mi piel se erizo cuando oí un cargamento de balas.

—Hola, Levi. ¿Ya creciste un poco?—levante la mirada para observar cómo aquel hombre subía por el tejado, deslizándose para tomar altitud y sobrevolar encima de nosotros. —¡Yuju! ¡Oh! ¡Oye, sigues igual de enano que siempre!—grito él, para así ver aquel hombre fijamente. 

—¡Kenny!—grito el capitán Levi en un tono desgarrador, fruncí el ceño en cuanto me empujó fuertemente hasta hacerme caer del tejado.—¡Busca la carreta!—ordenó cuando tome altitud.

La adrenalina calentó todo mi cuerpo cuando la sombra de varias personas decayeron encima de mi. Me seguían, a una velocidad increíble que no podía predecir. Quede incrédula. El gas sobresalió de mis equipos de maniobras tridimensionales para así sacar mis hojas. Corrí encima de una carreta donde me impulsé hacia arriba para entrometerme en el interior de una ventana, los cristales cayeron en el rostro del hombre que me seguía mientras que me deslicé por una mesa para así con mis pies romper la próxima ventana y salir del interior de aquel edificio. Baje de altitud rápidamente esperando que aquel hombre saliera para así subir de altitud y empujarme de la pared. Mi espada atravesó su espalda hasta dejarlo sin aire. De una manera morbosa lo sostuve cuando más personas llegaron, disparando balas que emergieron en el cuerpo de su fenecido compañero. Yo no tenía escrúpulos, la sangre y el matar no me atemorizaba, porque ya lo había hecho. Saque mi espada de su espalda, la sangre cayó encima de mi rostro para así sentir el furor atravesar mi cabeza. La cruel imagen del cuerpo de aquel hombre caer al vacío me hizo sentir una presión fuertemente en mi pecho.

Era un monstruo, pero no podía permitirme morir en esta situación, tenía que salvar a Eren. El capitán Levi pasó por encima del edificio donde me daba sombre en el callejón en que me ocultaba. Respire hondo para cambiar mis hojas y así, correr hasta subir la pared y guiarme por los techos del tejado. Veía la carreta, la seguían y eso me alarmo hasta hacerme abrir los ojos grandemente para impulsarme hasta ella. Corría rápidamente, controlé mi respiración para no fatigarme y mantener mi cuerpo caliente con la adrenalina. Lance mi gancho el cual cayó en la pierna de un vago hombre que seguía al capitán Levi, baje de altitud bruscamente para que su cuerpo se arrastrara por el tejado hasta caer en el borde donde corte su cuello y la sangre mancho mi camiseta. Debía defender al capitán Levi. Tenía que hacerlo como defendí ese día a mi madre e hermanos. Si no eran ellos, hubiese sido mi familia y en este instante, el capitán Levi era la pieza más importante que mantenía al ritmo mi corazón, como si toda mi energía perteneciera a él, como si un vínculo me retenía hasta seguirle sin vacilar. Apreté mis hojas fuertemente hasta que mi gancho se retuvo con otro, haciéndome caer bruscamente al suelo.

—Mierda... —masculle cuando mis manos se rasparon hasta sangrar, mientras que solté una bocanada de aire cuando una pierna aplastó mi pecho en cuanto me giré, observando aquel hombre apuntarme con una sonrisa macabra.

—Vaya ratón meado que me he pillado.—esbozo él, acaricie mi brazo lastimado, el mismo que me disloque semanas atrás; la caída me afectó.—¡Pero que maldita sorpresa, si yo a ti te conozco!—expresó él, dejándome confundida.—¿Qué pasa nena, te duele el brazo?—me preguntó, pero sin decir nada, él llevo su mano hasta mi camiseta para levantarme en el aire.—Que mal educa... —se quedó pasmado cuando mi saliva cayó en su rostro, de manera disgusta Kenny me miró.

—¿Seguro que está allá adentro?—se preguntó una mujer de cabello rubio, mientras que aquel hombre asintió.

—Oye, oye. ¿Como te llamas pequeña?—me preguntó, mirándome detenidamente mientras sostenía mi camiseta con fuerza.—¿No hablas?—en silencio lo miré, intentando de buscar al capitán Levi a través de las ventanas de aquel bar, pero no lo veía, estaba oculto.-Bueno, como quieras.-indicó para hacerme gemir altamente cuando sometió mi cuerpo contra la brea del suelo.

—¡¡Ah!!—grite adolorida cuando estiró mi brazo y me hizo sentir un dolor tan intenso y profundo, que mis lágrimas salieron instantáneamente.

—¡¡Kenny!!—oí la voz del capitán Levi desde el interior del bar, pero yo solo me revolqué por el suelo, mordiendo mis labios; dislocó mi brazo, nuevamente se dislocó.

—¿¡Estás demente!?—le pregunté, las gotas de sudor resbalaban por mi frente.

—Ahora si hablas, ¿no? En fin, no me importa, esperaba que ese enano saliera por su hija. Al fin y al cabo no fue difícil hallarla, ¿o si, Levi?—desconcertada e agitada le mire, sin entender lo que había dicho observe cómo él se removió al interior del bar.

—Que pedazo de cabrón.—masculle, intentando de levantarme, pero caí arrodillada con mi brazo derecho inmóvil.

—¡Pero que cosa tan curiosa, este lugar tiene un hedor a rata! ¡Sal de ahí, ratita enana!—pidió aquel hombre cuando se adentró al interior del bar.—¡Te encontré, aquí está la policía militar para exterminar esta peste! ¡Bam, bam!—exclamo.—¡Cárajo! ¿¡No estás aquí!?—se preguntó, desilusionado.

—Aquí estoy Kenny. Ha pasado mucho tiempo, la verdad no esperaba que siguieras con vida. Después de masacrar a toda la policía militar, ¿decidiste unirte a ellos?—oí al capitán Levi en el interior del bar, mientras examinaba alguna ruta de escape para él.

—Los adultos hacen cosas que un mocoso como tú jamás entendería. ¡Ups! Perdóname, es que eres tan enano que se me había por completo que eres un adulto. No tienes idea de lo ansioso que estaba por verte mocoso. No sabía que le darías un tan bien uso a todas las técnicas y trucos que te enseñe.—expresaba, le veía darme la espalda.

—Levántate.—me pidió aquella mujer, pero me mantuve cabizbaja aún lado suyo mirando; cada esquina estaba repleta de esos hombres, debía distraerlos de alguna manera prudente.

—¿Nunca te dije que le pasa a las ratas acorraladas? No importa hacia donde salgan corriendo, les vuelan los sesos desde arriba. Así que, escucha Levi.—oí un fuerte ruido, como si algo se hubiese quebrado en el interior de aquel bar.—Por una razón te uniste a la legión de exploración, y yo creo saber cual es. Nuestra única opción era vivir entre los deshechos, hacíamos lo que fuera por sobrevivir. Cuando tú y yo descubrimos lo grande que era este mundo, la realidad nos dio el dolor mas duros de todos. Pero ambos fuimos salvados, encontramos lo que queríamos hacer. Fue así de simple. Si, eso también es simple al igual que lo único que llenaba nuestro vacío, era ese pasatiempo.—musitó, tan neutral.—comentó.

—¿Pasatiempo? ¿Entonces volarle los sesos a mis compañeros es tu pasatiempo?—se preguntó él.

—¡Claro! Mataré a todos los necesarios para alcanzar todo lo que quiera, incluso si eso implica matar a tu maldita hija. Y vaya, ¡es idéntica a su madre enano!—me quede mirándolo aún más desconcertada, había algo que no encajaba con lo que expresaba.—Además enano, tú también matas por beneficio propio. ¿O ya se te olvidó cuando mataste a ese bastardo a sangre fría cuando eras solo un niño?—le preguntó, dejándome fría para así tomar iniciativa.

—¡Capitán!—le llame, mi gancho sobrevoló hasta la pierna de Kenny, pero fue cuando su cuerpo estalló y cayó al suelo cuando el capitán Levi le disparó en señal a mi movimiento.

—¡¡A él!!—oí cuando vi al capitán Levi romper aquella ventana de donde salió, con mi gancho aún enganchado al de Kenny, me arrastre por el suelo rápidamente para levantarme en altitud y entrelazar mi mano con la del capitán Levi quien me retuvo en su espalda.

—¡Gianna! ¿Estás bien?—me preguntó, mientras que me quede retenida en su espalda llorosa.

—¡Me disloque el brazo de nuevo capitán!—expresé en cuanto él bajo hasta un callejón, huyendo de los disparos el capitán Levi me colocó en el suelo para examinarme desesperado.—¿Qué hace?—le cuestione cuando sostuvo mi brazo.—Capitán.—lo llame, atemorizada.

—Perdóname Gianna, pero debo hacerlo.—desesperada negué para intentar evadir el movimiento que el capitán Levi haría.

—¡¡Mhm!!—grite ahogada cuando retuvo mi grito con su mano en cuanto su otra mano libre estiró mi brazo de una manera brusca y fuerte, mis ojos se humedecieron sintiendo como me abrazó.

—Tengo que sacarte de aquí.—indicó, para así arrancar parte de mi manga y hacer que mi brazo se inmovilizara con un vendaje que recreó desde mi cuello.—Vamos, súbete.—me pidió para arrastrarme a su espalda, era inútil, mi brazo me quitaba ventaja para pelear y podría él morir.

—No.—denegué, aislándome del capitán Levi.—No puedo ser una carga para usted.—expresé.—Lo cubriré, puedo hacerlo, soy fuerte.—afirme agitada, evadiendo el dolor de mi mano, él me miraba impresionado y dudando.

—Gianna, estas sangrando y te dislocaste el brazo.—indicó frío.—No irás a ningún lado.—expresó, pero en cuanto llevo su mano a mi hombro para retenerme, la sonora de disparos decayó sobre nosotros.

—¡Olvídalo, tenemos que irnos!—exclame, para seguirle intentando de inmovilizar mi brazo, apreté mis labios para tomar altitud junto a él.

No era inútil. Incluso con un solo brazo podría pelear mejor que cualquiera, lo sabía por esos días que entrené enferma bajo la lluvia, por esas noches donde no dormí cargando cosas pesadas. Desde niña siempre fui diferente. No soy un titán, pero soy más fuerte que cualquier otra y no lo decía por ego, estaba comprobado ante subirme encima de este tejado y plasmar mi espada sobre un soldado que me cubría de las balas mientras que lo lanzaba encima de otro para así arrastrar el filo de mi hija contra su ojo, dejándolo caer al suelo para aplastar su pecho con mi pierna y sacar la hoja bruscamente. La sangre cayó en mi mejilla. Podía aguantar, tenía la capacidad y determinación para defender a este hombre, porque lo seguirá sin vacilar aunque eso me costara la vida. Si aún estaba aquí, si había llegado tan lejos era solo por una razón, tenía que continuar defendiendo a estas personas incluso el día en que deba mostrarles mi cruda realidad. Gruñí en el aire para plasmar el cuerpo de aquel hombre contra el suelo con mi pierna, combatiendo con mis pies logré aventar a uno contra la espada del capitán Levi para así ver la carreta ser retenida por más rufianes.

—¡¡Eren, Historia!!–grite cuando los vi tumbados encima del uno al otro, estaban adormecidos.

—¡Sigan a la carreta!—les pidió el capitán Levi a los demás a que se reencontraron en aquel camino.—¡Escuchen, ellos suelen matar a otros humanos, ya mataron a tres de los nuestros! ¡Para recuperar a Historia y a Eren, no podemos dudar! ¡Si tienen oportunidad, mátenlos! ¡¿Me han comprendido?!—les cuestionó ante verles asombrados, e incluso, dudosos.—¡Armin, Jean, suban a la carreta! ¡El resto cúbranlos!—ordeno para verlos someterse en la carreta, donde la mujer que guiaba se giró con un arma luego de que Jean dejase caer al hombre de allí.

—¡Capitán, debemos retirarnos en cuanto antes!—exprese ante la vista de varios hombres.—¡Nos emboscaron!—añadí, venían demasiados.

—¡Cuidado!—indicó Mikasa, haciéndome ver hacia la carreta.

—¡No, Jean, Armin!—grite alertando al capitán Levi para así dirigirme hacia Jean cuando aquella mujer le apuntó y él dudó, pero solo se que él capitán Levi apretó mi cuerpo y me distanció cuando se oyó un disparo, haciéndome ver como Armin tenía su mano levantada apuntando aquella mujer.—¡Cuidado!—exclamé cuando más hombres venían tras de ellos, para así Mikasa y Connie alejar a Jean y Armin de la carreta, yo denegué amargamente cuando caí al suelo.

—¡Eren!—grito Mikasa de una manera desgarradora, mientras que vi la carreta irse, mi nudillo golpeó fuertemente el suelo.

—¡Mikasa, no vayas!—le pidió el capitán Levi, reteniéndola fuertemente para evitar que ella siguiera la carreta, me giré viendo a Armin vomitar al suelo y lanzar el arma lejos de él.

—Maldita sea, Eren.—musité, aún tumbada en el suelo, nos habían ganado, los dejamos ganar.—Voy a matarlos.—afirme entre dientes, viendo por donde la carreta se había ido.

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