Jennie trabaja en la misma empresa desde que la conoció, al parecer tiene su propia oficina y asistente, ella es realmente importante.

Rosé odia ese lugar, todos son competitivos y arrogantes, igual que su novia. Pero Rosé no odia a Jennie, no después de todo.             

Rosé está perdidamente enamorada de Jennie. Y sabe que Jennie igual la ama a ella. Son la una para la otra, siempre lo han sido.

Por eso sabe que las cosas que Jennie hace son por su bien, porque quiere verla bien. Así que deja de preguntarse sí algún día tendrán ellas sus propios bebés, sabe que sí no lo hacen es por su bien.

- ¿Rosé? - la chica más baja la busca en la cocina, donde siempre suele estar. Pero Rosé no está ahí, tampoco en su habitación ni el resto de la casa.

Rosé está en el patio.

- ¿Qué haces aquí? - se sienta a su lado en las sillas del jardín.

- Quería un poco de aire, casi no he salido además de para hacer las compras.- secretamente es un reproche.

Jennie lo comprende, pero no quiere hacer nada para cambiarlo.

- ¿Sabes? - continúa Rosé.- Quisiera ver a mi familia.

- ¿Ir a Australia?

- Claro.

- Es una locura, bebé.- oh no, Jennie ha usado esa palabra.- Ven, vamos a hacer algo mejor que estar sentadas.

Por primera vez en mucho tiempo, Rosé se siente bien cuando hacen el amor.