11

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

La salvación.

La lluvia caía en mi cuerpo, me daba frió, sentía temor. Mi cuerpo se arrastraba por el césped fangoso, mientras que el cansancio recorría toda parte de mi, no tenía fuerzas. Veía un gran árbol, un árbol que me daría sombra de aquella fuerte llovizna que caía, que me tenía totalmente empapada. Estaba sola, no dejaba de temblar al ver la cantidad de sangre que salía de mi cuerpo, iba a morir. Mi cuerpo dolía, cada parte de mi, dolía. Huía, huía mientras que mi cuerpo continuó arrastrándose hasta que pude llegar al árbol. En mi mente solo estaban las imágenes de sus ojos azules, de los ojos de mis pequeños, se quedarían solos. Sin mi. Mis ojos, se levantaron y dejaron de mirar como la sangre se escurría con el agua de la lluvia para alzar mi mirada y observar aquella extraña figurar mirarme. Fue ahí que sentí mis párpados pesados, donde sentía como retomaba la respiración y el control de aquel sueño. Mis ojos se abrieron, mostrándome una luz que resplandecía aquella extraña y desconocida habitación. Confundida ante el sueño tan real que había tenido, intenté incorporarme.

Lleve mi mirada a aquella habitación, paredes blancas, con cortinas de un azul cielo, algo transparentes que transmitían la luz del sol. Aún sintiéndome confundida, observé en mi una camisa blanca larga, era una bata. Mire a mi lado una mesa, había un estuche, mi cinturón. Observe el arma con aquel silenciador, estaba intacto al igual que mi navaja, estaban ahí a mi lado. Tome aquella botella de agua que estaba aún lado, abriéndola y tomándola sin tomar aire ante tener mi garganta seca y mi corazón latir a un ritmo normal. No entendía lo que pasaba, incluso, no recordaba que pudo haber pasado para que llegara aquí. Mi cabeza estaba en blanco, dando vueltas con aquella temerosa figura en aquel suelo tan real, no sé qué era o quien era pero sabía que venía una tormenta llena de muerte y de pérdidas, venía nuevamente una guerra sin cesar. Me incorporé soltando la botella y colocando mi espalda en el espaldar de aquella camilla, para de una manera arisca mirar el margen de aquella puerta curiosa en saber quién se acercaba, quedé nuevamente en blanco al ver esa figura mirarme en el margen de la puerta. Sus ojos se abrieron como platos, mientras veía su cabello blanco y largo, ella lucía irreconocible pero su rostro transmitía la felicidad de verme pero esta, estaba acompañada de alguien a quien yo, había visto cuando era a penas un niño en varias ocasiones.

—¿Carol?—la mire, mire a aquella mujer quien me había visto crecer durante un tiempo, mi sonrisa estaba esparcida por mi rostro y la de ella, igual.—Por Dios, Carol.— ella se acercó a mi con rapidez sus brazos me acorralaron, y los míos a ella, la abracé fuertemente; hace tanto que no la veía.

—Aliana, estás bien.—me separé de su abrazo, mirándola fijamente y viendo su gran cambio, ella lucía bien.—Pensé que no despertarías en unos días, parecías un caminante.—confundida continué mirándola, no entendía nada.

—¿Es Henry?—le pregunté a aquella mujer, y esta con una sonrisa me asintió.—Por Dios, estas enorme, estás irreconocible.—le halague con una sonrisa pero este algo tímido sonrió, él no me recordaba del todo, fueron pocas veces que nos cruzamos y al verlo, me recordó a alguien. Michael Martínez y fue ahí, que reaccione.—¿Como me encontraste?—algo alterada mire a mi amiga, reaccionando a qué yo no estaba sola y mi corazón se apretó.—Por Dios, Connor, ¿donde está?—con brusquedad intenté levantarme del suelo pero gemí fuertemente cuando mi tobillo sostuvo mi peso.

—No.—Carol me sostuvo, sentándome en la camilla mientras que observé la cantidad de vendaje que había en mi tobillo, me dolía.—Henry, busca una silla de rueda, por favor.—aquel rubio asintió, y no tardo en irse de la habitación.—Aliana, llegaste a mis puertas con un hombre en tu espalda. Tú tobillo estaba morado y tú herida la reforzamos con más puntajes, estaba entre abierta y sangrabas. Te desmayaste y te trajimos aquí. El chico con quien viniste, sufrió una gran herida en su cabeza, una gran abertura que pudo haberlo matado. Perdió mucha sangre Aliana, no se quien es o donde lo encontraste, pero no creo que tenga salvación.—mire a Carol ante su rápida explicación, baje la cabeza confundida, no recordaba nada de lo que había pasado.

—No, no puede morir. Debo devolverlo, tiene familia.—entristecida lleve mis manos a mi rostro, restregándolo.—No me perdonaría no haberlo salvado.—le dije a ella, observándola.

—Hiciste lo que pudiste.—su mano toca la mía, dándome refuerzo.—Jerry y Ezekiel fueron a Alexandria, fueron a avisar lo que sucedía.—me informó, mientras que por el margen de la puerta entro Henry, con una silla de ruedas.—Lo importante es que estés bien, tienes a unos hijos a quienes cuidar, Dios, deben estar gigantes.—Henry, amablemente junto a Carol quien me tenia una charla, me ayudaron a incorporarme en aquella silla de ruedas.—Hace tanto que no nos vemos, el destino nos volvió a cruzar.—me coloqué en aquella silla de rueda con su ayuda, observando cómo Henry me miraba, él no se acordaba mucho de mi.

—Créeme, verlos te hará llorar. Se parecen mucho a Carl.—le dije, mientras que ella se colocó detrás de mí y empujaba la silla de ruedas, sacándome fuera de aquella habitación con Henry a mi lado.—Lo segundo es que no vas a querer saber el por qué el destino nos unió, venía para acá a avisarte sobre una nueva amenaza.—la luz del sol dio en mi rostro, mientras que veía aquel gran patio, el Reino estaba igual de restaurado que Alexandria.

—Sabía que esto no sería bueno.—musitó con molestia, mientras que veía a personas mirándome de manera extraña pero yo, yo no recordaba mucho de este lugar.—Parece que es la única forma que nos une, después de todo.—baje la cabeza ante su comentario, habían pasado años desde la ultima vez que había visto a Carol, que había entrado al Reino.

—No quieres saber nada de lo que hemos pasado en estos años, no quieres saberlo. Crianza de niños, restauración para su comodidad y seguridad, ha sido muy difícil.—le comenté.—Créeme, viene una tormenta. Y debemos estar juntos.—añadí a mi comentario mientras que esta, detuvo la silla de rueda y se colocó delante de mi, mientras que Henry nos observaba.

—Danos privacidad.—le pidió Carol a quien crió como su hijo, este, con respeto se fue.—¿Que sabes de Hilltop?—me pregunto ella, me encogí de hombros, observándola.—¿Nada de Maggie?—un silencio se creó en mi, ella fijamente tenía su mirada en mi esperando una respuesta que no sabía darle, que me dolía.

—Lo único que se es que Jesús y Tara están liderando, Enid se lo comentó a Siddiq cuando fue a buscar unas medicinas, Maggie se fue a investigar otras comunidades y no ha vuelto.—le comenté.—No sé nada de ella, se desapareció meses después de la muerte de Rick. Al igual que tú, al igual que todos.—le añadí a mi comentario, mirándola y viendo cómo ella se cruzaba de brazos.

—Dime que tan grave es lo que está sucediendo.—me pregunto, pero un silencio nos invadió sin poder responder ante ver como aquellas grandes puertas, se abrían.

Observe varios caballos en la entrada, viendo rostros conocidos y rostros que no veía hace muchísimo tiempo. Primeramente, pude ver a Michonne y a Daryl quien tenía su motocicleta, pude verlos entrar y como atrás de ellos, en caballo venían los demás. Los mismos que habían salido, estaban aquí y pude distinguirlos aun estando un poco lejos de mi campo visual. Mi corazón se detuvo fuertemente, se detuvo y pude ver de una forma lenta a Ethan Martínez bajarse de su caballo con brusquedad y como este, parecía estar siendo guiado por aquel viejo amigo, por Ezekiel. Mi vista se tapó en cuanto Michonne corría hacia mi, de una manera cuidadosa pero veía en ella la angustia de verme en una silla de ruedas y creyendo lo peor. Le abrí mis brazos, para darle la calma que necesitaba pero mis ojos dejaron de visualizar a aquel hombre que parecía desesperado y entendía el por qué. Michonne estaba arrodillada delante de mi, socorriéndome con un abrazo mientras que Daryl Dixon en un abrazo se fundió con su gran amiga de años, era un reencuentro que me alegraba el día.

Atrás, pude ver a Jayden mirar la escena, mientras que aún lado de él pude ver a Aarón, a Magna, Connie y Kelly. Aquellos que parecían estar ajenos al reencuentro, se mantenían en margen observando. Mientras que Michonne, se desprendió de mis brazos para ver a Carol, para verla y examinar lo cambiada que había estado. Las mujeres que me habían visto crecer se sonrieron, se abrazaron de una manera tan hermosa que me sentía nostálgica. Quería levantarme y quería abrazarlas, quería recordar esos momentos en donde todas estábamos juntas. Carol me cuidaba a mi y a Carl, ella siempre nos preparaba ante cualquier situación pero siempre, estuvo al pendiente de nosotros y se, que tanto a ella como a todos, le había dolido perder al pequeño niño que ellos realmente vieron crecer. Intente de aguantar esas ansias de derramar lágrimas en una mezcla de tristeza y felicidad, pero el momento tan hermoso que presenciaba me consumía las emociones, me hacía sentir débil. Seguía sonriendo, viendo cómo aquellas mujeres y grandes amigas, dejaron de abrazarse para mirarme fijamente y sonreírme, pero la sonrisa de Michonne se esbozó, y ahí entendía, ella sabía que venía algo grande.

—Aliana.—alce mi mirada, viendo a aquellos grande ojos azules y cabello largo amarrado, una sonrisa se formó en mi rostro cuando Jesús se acercó a mi.—Ha pasado tiempo.—con una sonrisa, le asentí, alzando mi mano para que esté la besara en gesto de saludo.

—¿Qué fue lo qué pasó?—me pregunto ella, curiosa y creando curiosidad en los demás, que se acercaron a nosotros para escuchar.—¿Qué le pasó a Connor? Ezekiel dijo que él fue el peor.—añadió a su pregunta llena de curiosidad, mientras que Carol les alentó a seguir su paso, y Daryl se encargó de empujar mi silla de ruedas para que el pequeño grupo siguiera a Carol a un lugar más privado.

—No son caminantes.—empece a hablar, dirigiéndome a Michonne y viendo como ella se llenaba de tensión en saber que había sucedido, mientras que Daryl me guiaba a un tipo de teatro, un teatro con una iluminación adecuada para la gran sala. Y todos se pararon delante de mi, sentándose en las sillas que habían ahí.—Íbamos de camino para acá, cuando le lanzaron una gran flecha a mi caballo. Connor y yo nos pusimos en postura y los visualizamos, eran unos tres caminantes pero hablaba una por ellos, parecía conocer a Connor, estaba ajena. Estaba asustada, realmente lo estaba, me amenazó.—les contaba, recordando lo que había pasado.—Connor los ataco pero ellos habían obtenido un arma que se había caído del caballo y al parecer la bala le rozó la cabeza, así que actúe rápido y los mate a todos. A todos.—dije, llevando mi mirada a Michonne, quien se sentó en la baranda de la tarima.

—¿Cómo que no son caminantes?—me pregunto Daryl, mirándome fijamente y esperando que contestara lo primero que les había comentado a todos.

—Su escudo son máscaras, deben quitárselas a los caminantes pero son humanos, son como nosotros. Quizás es un tipo de camuflaje, no lo sé, pero no creo que sólo sean unos pocos.—le explique, recordando como a aquella mujer se le desprendía la máscara podrida, dejándome ver su verdadero rostro.

—Visualizamos una horda, Ethan, Aarón, Jesús y yo. Cerca de donde quizás Rosita dejo a Eugene.—mire fijamente a Daryl, confusa ante lo que había dicho.—Parecían estar parados en círculo, quizás, se mezclan entre ellos.—me explico Daryl, mirándome mientras que yo sentía mi cabeza explotar.

—No estoy comprendiendo nada.—interfirió Carol, observando a nuestro grupo y esperando mejor entendimiento.—¿Quienes son?—pregunto Carol, pero yo tan solo me encogí de hombros.

—Susurradores.—mi corazón estallaba, de una forma desconocida ante visualizar en aquel gran margen de la puerta del teatro a Ethan Martínez junto a Henry, junto a Ezekiel.—Se esparcen entre los caminantes, actúan como ellos pero estaba ajeno a que fueran humanos.—comentó este, mirando a Carol fijamente.—Ethan Martínez.—se presentó, quedándose recostado en el margen de la puerta, mientras que sus ojos cruzaron con los míos fijamente y veía en él, un vacío.—Quiero agradecerle por darle hospedaje a mi hermano, y intentar ayudarlo.—este, cortante y serio, se mantuvo aún lado de Ezekiel.

—Carol.—se presentó mi amiga de manera amable.—Hicimos y haremos lo que pudimos, aconsejaría que lo dejaran aquí. Él, está grave, demasiado y ante estas situaciones, es mejor mantenerlo ajeno. Perdió mucha sangre y no tengo conocimiento si vivirá, lo lamento.—comentó Carol, mientras que en el margen de la puerta se mantenía aquel hombre mirándola fijamente.—Aliana llegó con él en su espalda, así que el peso fue suficiente para hinchar el tobillo que parecía estar lastimado. Debe ella estar en reposo también.—vi como Ethan, salió por el margen de la puerta de forma sigilosa mientras que yo, con dificultad moví la silla de ruedas, pero alguien con rapidez se había acercado a mi al visualizar mis intenciones.

—Gracias, Henry.—le agradecí, dejando a mi grupo atrás, confusos y curiosos ante irme detrás de aquel hombre, mientras que Henry empujaba mi silla de ruedas de una forma rápida.

—Lamentó si no te recuerdo, de verdad no te reconocí, los pequeños deben estar gigantes.—este hablaba con menos timidez y me sentí feliz de que me reconociera, le asentí ante su último comentario.

—Lo están.—le dije, mientras que pude ver la luz del sol nuevamente y no tarde en visualizar a Ethan caminando hacia los caballos amarrados.—¡Ey!—le llame, mientras que Henry, llevo la silla de ruedas un poco distante a él y este, pareció alejarse, dándonos espacio. Mientras que Ethan Martínez, dirigió su mirada hacia mi, esos ojos cruzaron conmigo y permanecieron.—¿A donde vas?—le pregunté curiosa, y extrañada por su actitud, Ethan lucía nervioso; lucía desesperado.

—Volveré a Alexandria.—me dijo, me respondió de una manera cortante mientras con brusquedad se montaba a su caballo.

—Él estará bien, Ethan.—le dije con una voz tranquila, dándole esperanzas, pero veía en el enojo. No lo reconocía, no sabía quién estaba frente a mi. Ethan, río, río de una manera que me incómodo.

—Lo salvaste y te lo agradezco, pero no me des la esperanza de que habrá una salvación para él. Vi a mi hermano postrado en una cama, parece muerto.—veía en él una sonrisa sarcástica, veía su incomodidad de estar delante de mí y empezaba a sentirme extraña.—Quizás debí haberme ido contigo, o quizás debiste quedarte en tu hogar descansando con tus hijos.—dijo, de una manera tan insensible que sentí una rabia dentro de mi, mientras que sus ojos se desviaron y dejaron de mirarme.

—Púdrete.—masculle, observando, cómo esté simplemente pegó a su caballo con la soga, avanzando a que corriera por las grandes puertas abiertas, mientras que mi vi irse mientras que sentí una incomodidad dentro de mi cuando giré mi mirada y observe a Magna mirarnos a la distancia. Reí.

—Vaya, eso fue algo rudo.—alce mi mirada, observando los azulados ojos de Jesús mirándome con una sonrisa, bufé, mientras que este. Se acercó a mi lado.—¿Y los niños?—me pregunto, no tarde en cambiar mi rostro lleno de enojo, a uno de felicidad.

—Están creciendo muy rápido.—le respondí, mirándolo.—Saben mucho sobre ti y Hilltop, sé que sabrán quien eres si te vieran.—le comenté, viendo cómo este me sonrió agradecido.

—Ha pasado mucho desde que los vi, desde que los cargue en mis brazos.—sonrió este de forma nostálgica, mientras que detrás de él, mi grupo parecía salir del teatro.—Maggie y tú me han hecho una gran falta, nada es igual.—me dijo, algo entristecido.—Ella ha enviado varias cartas, algunas son para ti. La próxima vez que logre verte, y espero que no se tarde tanto, te las dejaré.—lo mire, asintiendo y sintiéndome curiosa en leer esas cartas.—También espero ver a Alanna y Caleb.—añadió, mientras que a su lado se postro Michonne junto a Carol.

—Nos mantendremos en comunicación mientras averigüemos qué podemos hacer con todo lo que está sucediendo.—le dijo Michonne, mirándolo.—Es hora de irnos, atardecerá y debes ir por tus hijos, estuviste aquí una noche entera sin ellos.—mire a Carol ante el comentario de Michonne, y está asintió.—Gracias Carol, por lo qué hiciste. Mandaré a Ethan a venir a ver a Connor, si algo sucede, por favor, avísanos.—Carol asintió ante las palabras de Michonne, mientras que yo, parecí llenarme de tristeza.

Los abrazos de despedidas eran la peor parte, llena de nostalgia me costó despedirme de mis amigos con quienes conviví mucho tiempo. Quienes me protegieron, quienes me amaron y me hicieron parte de ellos, lo más triste era cuando ya no estaban quienes hacían el grupo especial. Me coloqué en la motocicleta de Daryl con mucho cuidado, envolviendo mis manos por su cintura y aferrándome a él. La noche nos arropaba, mientras que nos dirigíamos de camino a casa, dejando atrás a nuestros amigos en las otras comunidades de las cuales estábamos ajenas. La noche me causaba escalofríos, miedo por lo que estaba pasando últimamente. Me era irreal, era irreal pensar que después de tantos años de paz, una tiene gran tormenta nos la viniera a quitar. La brisa rodeaba mi cabello pero no se llevaba mis pensamientos llenos de oscuridad y llenos de malas vibras, el presentimiento de que algo pasaría me comía por dentro. Y las palabras de Ethan me hacían reflexionar, me hacían sentir de impotencia imaginar que mis hijos correrían peligro y que yo, yo no estaría ahí a tiempo como no lo estuvo para su padre y como tampoco lo estuve para Rick Grimes.

Recordar como no pude evitar sus muertes, me llenaba de impotencia a estas alturas después de tantos años. No quería enfrentar a nadie, no quería volver a esa etapa en donde no podía conciliar el sueño pensando en que en algún momento, moriría pero ahora, ya no era mi vida la que me preocupaba era la vida de mis hijos y pensar en que no podría defenderlos. Los grandes portones se abrían, se abrían mientras que la noche daba una gran oscuridad, una oscuridad para todos y con grandes preocupaciones. Eugene estaba perdido desde hace varios días en el bosque, y el saber que algo pudo pasarle, me comía. Connor perdía su vida lentamente, y era algo que no me podía dejar estar tranquila. Daryl y Jayden me ayudaban a caminar hasta mi hogar, ambos me sostenían por los hombros en silencio mientras que Michonne tenía aquel bastón, lo había recuperado y me era ilógico imaginar cómo. En silencio, me despedí de mis compañeros para quedarme con aquel bastón y con el dolor en mi tobillo.

Entre a mi hogar, el cual estaba apagado y en un gran silencio que me llenaba de mas tristeza. Con el bastón intente subir las escaleras, me dolía, me dolía mi tobillo pero debía ser fuerte. Debía continuar sin importar que, debía aprender a manejarlo. Mordiendo mis labios para no quejarme, subí los escalones pero cada escalón que subía me recordaba cada triste momento que había pasado, cada triste momento que había presenciado. Sintiéndome entristecida, la unión del día de hoy había sido nostálgica, el tiempo pasaba y no se detenía, nosotros tampoco. Camine con una gran dificultad por el pasillo de mi hogar, viendo una puerta entre abierta y una luz encendida, me fui acercándome a ella para tener el atrevimiento de abrirla y encontrándome con Michael, acostado en aquella cama y con el televisor encendido, jugando algún tipo de videojuego que me llevo a un flashback de hace mucho tiempo atrás. Este me miro, y me dirigió una sonrisa, me recosté del margen de su puerta y observe cómo pausó aquel juego que estaba jugando.

—Luces fatal.—le sonreí ante su comentario, viendo cómo él reí, acomodándose en la cama y sentándose.—Me alegra que estés bien.—me dijo, mirándome algo preocupado.

—Él estará bien.—le dije, llenándole de consuelo y viendo cómo me sonreía.—No te sientas triste, no importa lo que pase, ya no estás solo y este, es tu hogar.—le añadí a mi comentario, viendo cómo Michael me miro con una gran sonrisa, vi en él una gran felicidad que estalló mi corazón de tristeza.—¿Comiste?—le pregunté.

—El señor Negan vino con Natasha y hicieron espaguetis, estuvieron deliciosos.—sonrió, le asentí, papá era un gran chef.—Estuvimos mucho rato aquí con los niños, hasta que él se fue, Natasha vino y me trajo esta consola de videojuegos. Pertenecía a Ron Anderson, me sorprende que aún funcione.—mire fijamente aquella consola con la que Carl y yo, logramos jugar con el chico mencionado.

—No te acuestes tarde.—le pedí, viendo cómo este me asintió.—Buenas noches.—le dije, y este me miro sonriente, bastante.

—Buenas noches, Aliana.—me dijo, mientras que coloque el peso del bastón en el suelo para girarme pero este con su comentario me heló.—Los niños están durmiendo con Ethan.—agradecida por su comentario, cerré su puerta.

Suspire, la puerta delante de mi, era el cuarto donde estaba durmiendo Ethan desde que llegó. Me quedé parada mirándolo, mientras mi pecho subía y bajaba, sintiéndome ansiosa y recordando cómo él y yo, fuimos uno en mi habitación. Con cuidado y con un poco de dificultadas, abrí la puerta de una forma sigilosa. Una pequeña luz alumbraba la habitación, era la pequeña luz que Michonne le había regalado a Alanna para la oscuridad. Pude gracias a esa pequeña iluminación, visualizar en la gran cama a Alanna y Caleb recostados, ambos en posiciones incómodas pero plenamente dormidos. Mi pequeño Caleb con aquella bonita pijama que una señora de la comunidad le había hecho, de un color azul gris y oscuro, mientras que Alanna tenía una bata violeta lila y su cabello, suelto. En su mano estaba su cobija, la cual Rick Grimes le había regalado. Este había también mandado a a la misma señora de la comunidad hacerle a ambos nietos una cobija con la cual pudieran dormir siempre, ambos desde que nacieron dormían con ella y hasta el sol de hoy, lo hacen. Sonríe, viendo cómo estos dormían plácidamente.

Dirigí mi mirada a las sabanas que estaban en el suelo, mientras que había un colchón inflable cubierto de las sabanas. Pude ver aún lado de él los zapatos de montañas de aquel hombre que dormía también plácidamente en el colchón, Ethan estaba destapado de la sabana pero con una camiseta y un pantalón de tela suave para dormir. Con cuidado cerré la puerta, colocando el bastón en la pared y caminando pasó a paso hasta llegar, al calzón inflable. Fue un instinto de no querer dormir sola y querer ser arropada por él, por Ethan. Con cuidado me adentré al colchón, el cual hizo un poco de ruido al intentar de acostarme, logrando que Ethan algo brusco se removiera. Sus ojos me miraron fijamente y los míos a él, mientras que yo cogí una sabana y nos arrope a ambos, viendo cómo este continuaba mirándome. En silencio y sin decir mucho, me recosté, dándole la espalda y sintiéndome atrevida por lo que había hecho. Sentí como Ethan se removía del colchón, pensé que este se levantaría y se iría, pero sus brazos, sus grandes brazos rodearon mi cuerpo y me abrazaron fuertemente a su cuerpo. Sintiendo calor, y reviviendo la escena de aquel sofá en donde dormimos. Y así, cerré mis ojos, cayendo dormida y volviendo a sentirme protegida.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro