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Melancolía.

Sentía mis ojos pesados, mis párpados queriendo abrirse ante dormir lo suficiente. Sentía caricias en mi mejilla, caricias suaves. Abrí mis ojos, observando esos azules ojos mirarme y esa hermosa sonrisa. Abrace con fuerza a Alanna, quien estaba recostada a mi lado y me percaté, en que estaba en la cama y no en el colchón inflable. Ethan debió haberme removido, ya que este, no se encontraba en la habitación. Mi chiquita traviesa me abrazaba, su cabello estaba despeinado y se veía que también, acababa de despertar. Podía jurar que Alanna me amaba de una manera incondicional pero ella, era más seria y a diferencia, Caleb era mucho más cariñoso y apegado a mi, por eso cuando Alanna se me acercaba era algo que disfrutaba con todo mi ser. Llene sus mejillas de besos, y la aferré a mi cuerpo, cuanto extrañaba cuando era más pequeña, mi niña estaba creciendo y era algo que no quería asimilar. Ella continuó dándome ese abrazo, ese abrazo que hace tanto no me daba de esa forma. Carl, me dejo lo más hermoso, lo más valioso. Sus hijos. Reía para mi misma, a veces pensaba que él sabía que se iría y que quizás, por eso pasó sus últimos momentos conmigo.

—Mamá que bueno que estás aquí.—ella continuaba abrazándome, mientras que se alejó de mi y observe como de su cuello colgaba un collar bastante finito y color oro, este con una cruz de símbolo que nunca había visto.—No volviste anti ayer, me asuste mucho pero ayer Ethan volvió y nos dijo qué pasó. Desperté y estabas aquí conmigo.—me dijo toda emocionada, ella siempre me contaba todo.
—¿Y ese collar?—le pregunté curiosa, tocándolo y viendo cómo ella sonrió, que traviesa y tierna era a la misma vez.

—Ethan me lo regalo para siempre estar protegida si algún día ya no están aquí.—me quedé mirándola fijamente ante su respuesta, veía en ella comodidad en su cercanía con Ethan y me era sorprendente.

—Sabía que me era conocido.—susurré, recordando que era el mismo que él me había mostrando en el bosque, opté por incorporarme de la cama y mirar a Alanna con sus greñas paradas.—Vamos a darnos un buen baño de burbujas.—le musité, viendo cómo ella sonriente aceptó.

El agua tapaba nuestros cuerpos, mientras que las burbujas estaban en todas partes, Alanna jugaba con ellas llevándola a su cabello mientras que yo limpiaba mi cuerpo y el de ella con una esponja. Limpiaba su rostro, su cabello húmedo y veía en mi hija, felicidad. Era algo que podía agradecer, que tanto ella, como Caleb eran sumamente felices y entendía que aunque el mundo no fuera perfecto, ellos nunca les faltaría nada. Veía sus ojos azules, se veían tan claros, era evidente que en sus venas llevaba la sangre de los Grimes. Su rostro, lleno de lunares y esas pecas que había heredado de mi. Ante mis ojos, mi hija era una muñeca. Secaba el cuerpo de mi hija, al igual que también secaba el suyo. Ambos, lavamos nuestras bocas juntas y nos vestimos juntas. Peine su cabello con cuidado, incluso peine el mío y ambas estábamos listas para un nuevo día. Esta, con prisa y sonriente, no tardo en irse de mi habitación para bajar a la primera planta en busca de su hermano, mientras que yo di un gran suspiro. Aguante el dolor en mi tobillo con tal de demostrarle a mi hija lo fuerte que era y que siempre, habría tiempo para darle atención, además de mucho amor.

Algo cansada, me recosté de mi cama. La cual estaba recogida, observando en mi mesa de noche el cuadro con aquella fotografía de Carl y mía. Esa foto, era una reliquia, un gran recuerdo que aún vivía y recordaba como si fuese real, como si hubiese sido ayer. Mire fijamente el rostro de Carl, y como estaba vendado completamente su ojo izquierdo ante la pérdida en aquel tiempo de su ojo. Admire a Carl, lo admire por la fortaleza de poder vivir así, de poder vivir con oscuridad en un ojo y nunca demostrar cuanto eso le afecto. Con algo de dificultad, me levante de la cama poniéndome unas pantuflas para no asfixiar mi tobillo, sosteniendo el bastón que le perteneció a Rick Grimes para así bajar las escaleras a mi paso. En mi rostro, coloqué una sonrisa cuando vi en la sala sentados a Michael con aquellos pequeños travieso, quienes estaban alrededor de él, coloreando. Vi la mirada azulada de Caleb en mi, su gran sonrisa y cómo este se levantó con rapidez del sofá para acercarse a mi y abrazarme con fuerza. Esta era la mejor parte, sentir sus abrazos y sus ternuras. Acaricié el lacio castaño cabello de mi hijo, mientras que este tenía una gran sonrisa en su rostro y se veía que quería ser apapachado por mi, pero no tenía fuerzas para sostenerlo.

—Aún me duele el tobillo amor.—le dije, viendo cómo este miro mi tobillo vendado fijamente.—¿Desayunaron?—pregunté, mirando a Michael y viendo cómo este, sonrió asintiéndome.

—Dejé un poco de desayuno, por si querías comer. Hice avena.—me dijo Michael, levantándose del sofá en cuanto escucho la puerta principal, pero a través de la pequeña ventana que transmitía la puerta pude ver a Jayden.—Hey.—Michael abrió la puerta saludando a mi compañero, quien al verme no tardo en sonreírme.

—¡Mis pequeños gemelos!—Jayden abrió sus brazos para recibir a sus ahijados, quienes corrieron en competencia para llegar a él primero y abrazarlos por las piernas.—Hoy vendrán a entrenar conmigo, los dos.—les dijo, mientras que mis hijos lo miraban emocionados.—Pero esta vez sin peleas, y Michael, puedes venir si lo deseas.—el chico ante la oferta de mi compadre, no tardo en asentir, no sin antes mirarme.

—Yo iré a la enfermería, debo ir a visitar a Rosita. No tardaré mucho, puedes ir.—le dije a este, quien pareció que con su mirada me pedía permiso y ahí, un rostro llego a mi mente.—¿Y Ethan?—pregunté, mientras iba detrás de ellos quienes salían de la casa, Michael me miro y se encogió de brazos, mientras que yo no me acomode adelante con Jayden.

—Hoy saldrá un equipo a buscar a Eugene, él debe estar preparándose, lo ví temprano saliendo de casa de Magna.—mi semblante se mantuvo serio ante el comentario de Jayden por mi pregunta anterior, mi mano se. entrelazo con la de mi hija, quien me miro fijamente mientras que yo, la mire fingiendo una sonrisa.

—¿Puedo ir a ver a Rosita y luego ir con Jayden a mi entrenamiento?—mi hija me miro haciéndome un puchero, no tarde en mirar a Jayden, este quien pareció no molestarse.

—¿Caleb, vienes?—siendo justa, como siempre quería ser con ambos le pregunté a mi hijo, este quien negó y era de imaginarse, pues cuando se trataba de pasar tiempo con Jayden él lo aprovechaba al máximo.

—Bueno, iremos rápido. Ya vuelvo.—le dije a Jayden, quien me asintió para en el camino opuesto de la acera, irse junto a Caleb y Michael. Mientras que Alanna sostenía mi mano y caminaba a mi paso lento por las aceras.—Me extraña que no quieras ir a entrenar primero, es lo más que adoras hacer en la semana.—le comente a mi hija a mi lado, quien miraba el lago de Alexandria mientras que veía algunos residentes sostener unos caballos.

—Papá me dijo que eso podría esperar.—me frene en la acera ante Alanna responder mi comentario de una forma sorpresiva para mi, confundida la mire, sin entender lo que me había dicho.—¿Qué?—me pregunto de manera inocente, mientras que me incitaba a continuar caminando pero me negué ante su comentario.

—¿Soñaste con tú papá otra vez?—le pregunté, poniendo mi peso en el bastón y observando cómo mi hija, asintió pero ella no parecía tener miedo, no parecía temer soñar con su papá.—¿Qué soñaste?—le pregunté curiosa, pues no era la primera vez que Alanna soñaba con Carl.

—No recuerdo.—me dijo, mientras que ella parecía intentar recordar.—Él sostenía mi mano, mientras que caminaba conmigo por las aceras de aquí, y hablaba conmigo.—me decía ella, señalándome las aceras y incluso, el lago.—Me dijo que vendría una tormenta y que podía esperar en entrenar, porque habían cosas más esenciales que eso, y es lo qué hay a mi alrededor.—miraba perpleja a mi hija, quien expresaba su sueño con una gran facilidad, su inocencia era gigante.—Él está aquí.—Alanna señaló mi corazón, con una sonrisa en su rostro mientras que yo me forje a sonreír de igual forma para así, nuevamente entrelazar nuestras manos y caminar.

—¿Y viste a tu abuelo Rick?—pregunté, observando a Alanna quien esta, me negó con rapidez y me miro sonriente mientras caminábamos.

—Mi abuelo Rick aún no ha llegado, eso me dijo papá. Me dijo que aún no era su tiempo. Me dijo que él nos encontraría.—trague saliva y sentí esas ansias de parar en seco, pero proseguí en caminar y en tragarme esas duras palabras pero a mi suerte, unas figuras estaban a mi alcance de mi campo visual.

Me detuve en seco, ante ver la emoción de Alanna de visualizar a Ethan, este quien caminaba aún lado de aquella pelirroja mujer quien portaba una pícara sonrisa. Magna caminaba aún lado de él, acercándose ambos a los portones de Alexandria, observe también varios caballos en la entrada. Alanna soltó mi mano y no impedí que esta emocionada fuese corriendo hacia Ethan, la curiosidad de saber hacia donde iba la desesperaba. Pude ver como los brazos de Ethan se abrieron para recibir a mi hija y alzarla en el aire. Mientras que yo, me quedé a la distancia aturdida ante las palabras inocentes que mi hija me había dicho. Intente de retomar un semblante normal y ir caminando a mi paso hacia Ethan, este quien había atrapado mi cuerpo en sus brazos en la noche anterior pero cuando me despertara, nuevamente ya no estuviera cubriéndome. Evadí su mirada, evadí esos ojos claros que me llenaban de curiosidad, más de la que tenia y me enfoqué en mi hija, a quien él bajaba del aire para ponerla en el suelo. Me paré en seco, intentando de que Ethan o Magna captaran mi presencia, evadí que así fuera y fue ahí que presencié una incómoda escena que me quemaba las venas.

—¿Puedo irme contigo?—escuche un poco a la distancia la voz de Alanna, mientras que en la cera opuesta pude ver fijamente a mi hermana Natasha caminando sola, captando mi presencia. Le sonreí.

—Hola.—le salude, mientras que esta con una sonrisa forzada se acercó a mi, se veía cansada. El embarazo la tenía así, parecía un perezoso.

—No. Debes volver con tu mamá.—continúe mirando a lo lejos a mi hija delante de Ethan, quien a su lado tenía a Magna quien le había hablado a mi hija de una manera insensible.

—Por favor, por favor.—veía como Alanna a la distancia le rogaba a Ethan por salir, era algo en lo que no estaría de acuerdo pero algo me pedía que no interfiriera, mientras que observe cómo Magna jalaba el brazo de Ethan para que este dejara a Alanna sin respuesta.

—Escúchame pequeña, prometo que en alguna salida voy a llevarte a ti y a Caleb conmigo, pero ahora no puedo hacerlo.—Ethan, se había arrodillado a la altura de Alanna quien parecía estar cabizbaja, lo que mantenía a Ethan de manera retenida.—Vamos, sabes que si pudiera te llevaría.—veía en el rostro de Ethan las ganas por contentar a mi hija pero volví a presenciar como Magna intentaba de levantar a Ethan para que avanzaran. Este se levantó de la estatura de mi hija, mirando a Magna de una forma seria para así, estos distanciarse de mi hija.

—Ethan... —Alanna tocó la mano de este, quien no tardo en girarse y mirar a mi hija con una sonrisa, una tierna sonrisa que él le había transmitido pero eso se esfumó en cuanto Magna alzó la voz en contra de mi hija.

—Niña, vaya a su casa con su mamá y déjenos trabajar, no hagas más berrinches.—Natasha presencio como mi rostro enrojeció ante ver cómo Magna parecía colocarse delante de mi hija de manera intimidante, mientras que vi como Ethan tocó el brazo de Magna para alejarla de Alanna.

—Solo mi mamá me dice que hacer o que no.—pude presenciar como Alanna pareció aceptar la intimidación de Magna, dándole una defensa que pareció que a aquella pelirroja le incomodó. Pero esta, ignorando a mi hija, no tardo en empujar a Ethan para alentarlo a caminar.—Ethan, toma el collar para que... —mi boca se abrió grandemente cuando vi como Alanna intentando de frenar a Ethan, Magna en un impulso y poco intolerante por la inocencia insistente de mi hija, la empujó.

—Hija de puta.—mi bastón cayó al suelo, y tenía tanta rabia que no sentía por completo el dolor del tobillo, solo vi fijamente como Ethan levantó con rapidez a Alanna del suelo pero era tarde para lo que yo ya había captado, veía a mi hija con sus ojos llorosos y avergonzada ante la humillación de aquella mujer.

—Magna, es sólo una niña.—veía como Ethan de manera brusca se distanció de Magna, mientras que limpio las palmas de mi hija que parecieron rasparse y llenarse de tierra, pero los semblantes de ambos adultos parado frente a mi hija cambiaron cuando me vieron llegar en un instante delante de ellos.

—¿Estás bien?—coloque mi peso en mi tobillo para así arrodillarme en la estatura de mi hija y ver sus ojos llorosos, sus pequeñas palmas raspadas y su carita llena de tierra, con rabia la limpie y mire de una manera fulminante a ambos adultos delante de mi.—¿Qué carajos te pasa?—pregunté, le pregunté a Magna de manera rabiosa, viendo cómo Natasha a mi lado alejaba un poco a Alanna, mientras que la pelirroja se mantenía en silencio.—Alanna, ve con Jayden, ahora.—mi hija quien parecía estar avergonzada, no tardo en asentir ante mi orden.

—Alanna.—vi como Ethan frenó a mi hija, a mi hija quien llorosamente le sonrió y este de igual forma.—Lo siento, será la próxima.—ver como mi hija asintió sonriente ante como Ethan le hablaba disculpándose, me seguía estrujando el corazón de molestia, Alanna terminó yéndose mientras que yo tenía mi mirada fijamente en Magna.

—¿Quien carajos te dijo que puedes tocar a mi hija de seis años, que no tiene entendimiento del peligro qué hay allá afuera?—le pregunté, aguantando las ganas de volarle los sesos pero esta parecía estar cohibiendo en responderme.

—Deberías entonces educarle lo peligroso que es para ella salir.—me respondió de una forma cínica, mi cuerpo iba irse encima de ella cuanto el brazo de Ethan con fuerza me aguanto, de una forma brusca y aguantándome el dolor que tenía en el tobillo me solté de su agarre y lo mire fijamente.

—¿Vas a defenderla?—le pregunté sarcástica, viendo cómo este estaba en silencio.—¿Cuando ella solo quería ir contigo? No te costaba explicarle de una forma más tranquila.—le dije mirándole a los ojos y viendo cómo este se acercó a mi.

—No voy a defender lo indefendible, Alanna no tiene capacidad de salir allá afuera. Caleb no pudo soportarlo la última vez, y no quiero causarle eso a ella.—él me respondió de una forma más educada, pero ver cómo Magna parecía sonriente me explotaba por dentro porque veía como ella tenía su mano en el brazo de Ethan para que continuase caminando y me dejaran la palabra en la boca.

—¿Tanta es la prisa de irse? ¿Para que?—pregunté con sarcasmos.—¿Para cogértela en el bosque?—una forma burlona pero impotente ante imaginármelos de esa forma, salió de mi boca viendo como Ethan bufo molesto ante mi comentario pero la risa de Magna era lo que me irritaba por completo.

—No tiene que cogerme en el bosque, ya me cogió en mi casa.—me mordí la lengua ante aquella respuesta, viéndola a ella burlarse de mi, ella sabía que estaba muerta de celos.

—Vuelves a tocarle un pelo a cualquiera de mis hijos y te voy a volar la puta risa con una bala en tu asquerosa garganta.—le dije acercándome a ella, sintiendo nuevamente como Ethan con brusquedad me alejaba de ella, aquella pelirroja simplemente de forma serie prosiguió a los portones en donde estaban los caballos mientras que este me miraba fijamente.—¿Cual es tu problema?—le pregunté, confusa ante su actitud conmigo, ante no descifrar aún ese libro cerrado.

—Tú.—me respondió, alejándose de mi y llenándome de molestia, de curiosidad ante su respuesta.

Ethan me dio la espalda, para continuar caminando detrás de Magna mientras que me sentí asqueada ante imaginarlos juntos de la misma manera en la que Ethan y yo, actuamos extrañamente por una química desconocida. Mordí mi labio, mientras que mi hermana detrás de mi y en silencio pero con un semblante de molestia, me pasó aquel bastón. Le sonreí sigo fingida, para así, observar su pequeña barriga y caminar con ella, en silencio. Volvía a colocar mi peso en el bastón que utilizaba para mejorarme, no quería salir y por más que deseara encontrar a Eugene, debía reposar y quizás, debía pensar en cómo educar a mis hijos mentalmente para lo que les esperaba allá afuera si algún día no estaba. Me quedé con ese pensar, aquellas palabras rondaban en mi mente pero la imagen de mi hija llorosa por ser menospreciada ante su inocencia me carcomía de rabia. No quería que ellos vieran a su madre como una problemática, pero ante cualquier persona, el infierno no era nadie a mi lado cuando alguien interfería con mis hijos. A mi lado, mi hermana me abrió la puerta de la enfermería, ella en silencio se introducía y ambas pudimos ver la gran sonrisa de Rosita ante vernos.

—Estás totalmente jodida.—me sonrió ella, observando mi aspecto, no tarde en encogerme de hombros para acercarme a la silla que había a su lado y sentarme aún lado de ella.—¿Noticias nuevas?—me pregunto ella, mientras que ambas chocamos los puños y Natasha se sentó en la camilla junto a Rosita, quien le sonrió.

—No nos enfrentamos a una gran amenaza. Es la buena noticia.—le respondió, mientras que Rosita continuó mirándola con atención.—Aliana y Connor descifraron que no son caminantes evolucionamos. Son humanos que usan sus técnicas para sobrevivir entre ellos. No sabemos de donde vienen o si tienen un campamento. Connor resultó herido, así que está establecido en el Reino a cuidados de Carol.—le explicaba Natasha a nuestra amiga de años, quien también me vio crecer pero a diferencia, Rosita lucía aún joven y cuidada.

—¿Cual es la mala?—pregunto Rosita, observándonos a ambos, mientras que Natasha me miro fijamente y esperaba a que yo fuese quien respondiera la pregunta.

—El grupo de búsqueda que Michonne organizo no pudo hallar a Eugene en la localización que les diste, hoy volverán a buscarlos y unirán equipo con Hilltop.—pude ver a mi amiga desanimarse, y llevar sus manos a su rostro suspirando y restregándolo.—Él puede sobrevivir, se que si.—le alenté a mi amiga, nuestro compañero ha aprendido a sobrevivir y a dejar la cobardía aún lado.

—Me siento muy estresada, él solo intento ayudarme, me pidió que regresara pero me sentía aturdida y llena de miedo por todo lo que había pasado en ese instante.—miraba a Rosita quien recordaba sus sucesos en el bosque.—No quiero estresarme pero me enoja no haberlo ayudarlo. El solo quería salvarnos.—la mire confundida, extrañada ante su comentario y esta sonriendo, alzó la sabana de la camilla junto a su camiseta, mostrándonos un pequeño bulto en su abdomen. No tarde en sonreír y sonreír, por Dios, otro bebé.

—¡Que emoción!—Natasha quería saltar de emoción, compartiría cinta con una gran amiga, yo estaba igual que contenta.—¡Otro bebé, otro!—sonreía, no dejaba de sonreír al ver como mi hermana y Rosita se fundían en un gran abrazo.

—Es una etapa hermosa, disfrútala.—le pedí sonriente y nostálgica, yo no pude hacerlo ante la gran depresión que me consumía en ese tiempo.—¿Gabriel lo sabe?—le pregunté curiosa, porque tenía la idea de que no era así y pude saberlo cuando ella puso un semblante lleno de seriedad.—Lo que imagine.—le dije, viendo cómo ella parecía frustrarse.

—Me conoces tanto.—musitó ella mirándome y suspirando.—No tengo relaciones seguidas con Gabriel, es por eso que me acuesto con Jayden.—vi como Natasha se asombró grandemente ante esa confesión pero yo, no estaba ajena a la situación.—Se que él es el padre del bebé pero no sé cómo deba decirle, o cómo reaccione Gabriel al saber la verdad.—nos dijo, pude ver cómo estaba algo frustrada ante eso.—Además de que Eugene vive completamente enamorado de mi, sin contar que Siddiq también me coquetea, es extraño. Solo Jayden ha sido el único que me ha hecho sentir viva.—sonreí ante eso, porque Jayden se sentía de igual forma.

—Creo que es algo que debes hablar primero con Jayden, sabes lo que piensa y lo que quisiera hacer, pienso que Gabriel es un adulto maduro que aceptará cualquier tipo de decisión que desees tomar.—le aconsejo Natasha, mientras que Rosita me miro fijamente.

—Eres muy unida a él, por favor, quiero pedirte el atrevimiento de decirle lo que sucede. Se que es muy delicado y que es algo que corresponde decirle pero aún no me siento preparada para confrontar esa situación.—me dijo, me había pedido, no tarde en asentirle, levantándome de la silla aún lado de ella y mirando a mi hermana quien nos miraba fijamente.

—Yo iré a ver a mi papá, saldré con él un rato. Supongo que Jayden debe estar cerca, sabes que suele entrenar a Alanna y Caleb en presencia de papá.—le dije, sujetando el bastón y observando cómo estás me asintieron.—Estoy muy contenta, no importa cual sea la situación, siempre te apoyaré. Tú siempre me cuidaste.—ella me sonrió, a sintiéndome ante mi comentario.

Proseguí en girarme, para así caminar a mi paso fuera de la enfermería. Observe la gran iglesia, la cual aún estaba siendo restaurada. Todos estos años, es la construcción que más se ha tardado pero ha sido por la sensibilidad, por mí sensibilidad y por la de Michonne, quienes presenciamos cómo alguien a quien amamos, moría. Camine por las aceras, pensativa y sola, mirando algunos residentes que me sonreían. La mayoría lo hacía, me tenían un gran respeto que nunca pensé que ganaría. Habían personas que estaban aquí desde que yo llegue por primera vez con el grupo de Rick, me habían visto crecer y ahora, estaban agradecidos con que yo también tuviera rasgos de liderazgos que los protegían a través de los años. Continue, caminando y sintiendo el aire fresco. Mientras que el atardecer llegaba, yo no tarde en visualizar a mis pequeños. Reían mientras sostenían con cuidado pequeñas espadas, con almohadillas pegadas en los filos. Incluso la de Judith, la cual tenía mucha más experiencia en combate de espadas. Judith incluso ha matado caminantes, les perdió el miedo y era lo que quería conseguir con mis hijos.

Camine con cuidado, veía como Jayden estaba concentrado en darle técnicas. Jayden amaba a mis hijos, me ayudó mucho en criarlos y estaba agradecida con él de por vida, sin importar todo lo que le hice pasar él desde el fondo de su corazón no me guardaba rencor y yo a él, mucho menos. Pase por su lado, viendo cómo los pequeños se percataban de mi presencia. Veía a mi papá sentado en aquel banco, era donde único se sentaba cuando le permitían salir. En su falda estaba sentado Noah Dixon, tenía un hermoso gorro tapando su cabello y estaba recostado del pecho de mi papá, de aquel Negan que algún día atemorizó a todos pero que ahora, era un gran padre y un gran abuelo. También, a su lado, estaba sentado el pequeño Rick Jr, jugando con unos muñecos de guerra. Veía como observaba a sus nietos en cada oportunidad que tenía de salir, incluso detrás de unas rejas, le enseñaba a sus nietos incluso a Judith, la pequeña Grimes que lo respetaba. Para esos pequeños, esa era la parte del día que ellos más adoraban, ver a Negan y escucharlos decir cosas obscenas. Ellos amaban eso, amaban reírse y pasmarse ante sus historias pero yo amaba ver como una oportunidad, pudo cambiarle la vida y eso me dejó entender, que Rick Grimes tomó la decisión correcta.

—¿Pensativa?—mire a mi lado a Jayden postrado, mientras veía como Alanna y Caleb, hablaban con Judith. Lo mire fijamente, y le sonreí, viendo también como Michael Martínez jugaba con ellos, viendo cómo Alanna lo miraba con una hermosa ilusión; muy enamoradiza.

—Tú debes ser quien debe estar pensativo.—le dije, viendo cómo él me miraba fijamente y alzó una ceja confundido. Le sonreí, llevando mi mano a su espalda y sobándolo.—Rosita está embarazada, es tuyo amigo, serás papá pero debes darle espacio para pensar y ubicar sus decisiones. Pasa a verla después, cuando sepas que es el momento.—pude ver como él se tensó, como le parecía irreal lo que le decía pero veía en él una pizca de felicidad.

—Gracias.—me agradeció, dándome un corto abrazo mientras que yo, veía a lo lejos a mi papá viéndome y saludándome, no tarde en hacerle lo mismo y ver cómo él jugaba con Noah, al igual que con Rick Jr.—Esto, es una sensación extraña, pero me siento feliz.—me confesó, veía su sonrisa, él amaba a Rosita. Lo sentía. Vi como él se fue con los niños, mientras que yo, no tarde en caminar hacia mi papá.

—Hola.—le salude a él y a los pequeños, sentándome en aquel banco y viendo cómo Noah cariñosamente me sonreía, mientras que Rick Jr se sentó en el suelo para jugar más cómodo con sus juguetes, pero no sin antes sonreírme.—¿Niñero?—le pregunté burlona.

—¿Coja?—mi papá me había devuelto la burla, mientras que este sonrió, yo me quedé seria para no reírle el chiste.—Quiero que cuando crezcan sigan teniéndome el mismo cariño y respeto.—me comentó, mientras que Noah parecía estar durmiéndose encima suyo.—Nunca pude disfrutarlos a ustedes lo máximo, solo a Natasha y Nathan, cuando tú llegaste, ya yo no estaba.—me hablo, algo nostálgico. Le dolía recordar a su único hijo varón, con quien tuvo una gran conexión.

—Ha sido un honor poder volver a encontrarte  ahora, estoy orgullosa de quien te has convertido para mi, para mi hermana y tus nietos. Se que Nathan está orgulloso.—le dije a él, llevando mi cabeza a su hombro mientras que mis manos tocaban las pequeñas manos de Noah.—Es una lástima que no hayamos podido compartir tanto con mi mamá, al menos Natasha y Nathan tuvieron ese privilegio.—comente, aunque a mi nunca me hizo falta una madre hubiese deseado haberla conocido.

—Tú y Nathan son los más que se parecían a mi físicamente, pero heredaron los ojos de su madre, verdosos y llenos de pecas. En cambio Natasha, ella son dos gotas de agua. Tú madre era hermosa.—escuchaba a Negan halagándola, no veía su expresión pero debía estar melancólico.—Ella, fue mi gran amor pero lo más que amé de ella, fue que tenía quien heredará mis actitudes y sin duda alguna, ustedes tres son unos hijos de puta.—comentó, comentó con una risita, mientras que continuaba recostada de su hombro y observando el sol ponerse.—Nunca entenderé por qué quizás los abandono, pero yo puedo decirte que realmente no me sentía preparado para tener una familia y criarlos solos, tú tía hizo un gran trabajo y espero que Dios se haya apiadado de ella. Ahora solo queda ayudar a los pequeños a crecer, sin que nada les falte.—asentí, me sentía melancólica al igual que él. Fue así que las horas pasaron entre charlas y la noche llegaba, pero la oscuridad traería tristeza.

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