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Advertencia

❅ Mil fallas ortográficas
❅ AU Kimetsu Gakuen
❅ Se hace mención de dos oc


Nota: Prepárense para leer tremenda biblia, porque este capítulo es largo 😏

Lidiar con adolecentes es lo peor de trabajar como maestro de una secundaria. Giyuu podría calificarlo en el top 10 de las torturas más horrendas que puede sufrir una persona, y como no, si tener que verle la cara a uno de los estudiantes más insoportables, Inosuke Hashibira, hace que le dé migraña.

Ni hablar de Agatsuma.

Las últimas semanas en la academia han estado demasiado pesadas, el trabajo a aumentado considerablemente con el final de periodo, y los profesores han estado demasiado ajetreados subiendo las notas y aceptando recuperaciones, todos excepto una persona: Kyojuro Rengoku, alias el favorito de todos.

Tan solo pensar en que la materia preferida es Historia, le da escalofríos.

-Ya llegué a casa. -suspira, cerrando la puerta, guardando las llaves en el bolsillo y quitándose los zapatos.

Hoy estuvo toda la tarde subiendo las últimas notas de su materia y hasta ahora logra salir de la sala de profesores para llegar a su hogar. Está demasiado cansado.

Giyuu frunce su ceño molesto al recordar que solo hasta el viernes de esta la semana se aceptan las recuperaciones ¿Cuando tendrá el descanso que tanto desea? Está apunto de enviar una carta de renuncia al director Kagaya.

-Giyuu, llegaste. -su esposo, Sabito, aparece caminando desde la sala.

Giyuu sonríe cansado al escuchar la voz de Sabito. Aún no entiende como él puede lidiar con tantos jóvenes sin perder la paciencia, sabe que dar clases de Kendo no es sencillo, pero de cierto modo su esposo lo tiene más fácil. Sin embargo, a pesar de que Giyuu siempre ha sido el más calmado de los dos, cuando tiene demasiado estrés acumulado se convierte en una persona completamente distinta.

-Lamento llegar...

-Tranquilo, cariño, está bien. Bienvenido a casa. -Sabito interrumpe a Giyuu, dándole un abrazo de bienvenida que derrite el corazón del pelinegro.

- Sabito... -susurra Giyuu con sus mejillas rojas.

-Ven, la cena ya casi está lista. -menciona Sabito, acariciando la espalda de su esposo.

-No quiero separarme. -Giyuu balbucea y cierra sus ojos.

Sabito deja salir una pequeña risa y se desliza un de los brazos de Giyuu, bajando sus manos de la espalda de este, hasta su trasero.

-¡Sabito! -Giyuu se queja cuando Sabito lo agarra con fuerza y lo eleva, provocando que envuelva sus piernas a la cintura de su esposo para evitar caer.

-Shhh... Hace tiempo que no te cargo en mis brazos. -Sabito eleva su mirada y se detiene a mirar por un momento el rostro de Giyuu. Tiene ojeras demasiado pronunciadas, mientras que, su bonita cara, refleja cansancio.

-¿Qué tengo? -pregunta Giyuu, confundido por la mirada de su marido.

-Un hermoso rostro, mi vida. -Sabito le da un beso rápido en los labios y comienza a caminar hacia la sala.

Al llegar, deposita con cuidado a Giyuu sobre el sofá y le da otro dulce beso que dura un poco más del anterior antes de irse de su lado.

-Gracias, Sabito. -agradece Giyuu con sus mejillas sonrosadas y quita sus manos del cuello de su esposo para que pueda pararse recto.

-Nada que agradecer, es mi deber. -ríe Sabito y se da vuelta, caminando hacia la cocina.

Giyuu deja salir una risa maravillado y acomoda sus pies en el sofá. El olor a comida cocinandose llega a su nariz y se permite olfatear con gusto el aroma; Giyuu nunca ha sido de las personas que les gusta cocinar, es por eso que tuvo mucha suerte al encontrarse a un bello esposo que lo amara tanto a él, como a la cocina.

-¿Y cómo te fue? -cuestiona el pelinegro, mirando a Sabito moverse de un lado a otro.

-Bien, creo. Tanjiro ha mejorado bastante en sus prácticas. -responde Sabito, probando el guiso.

-Tanjiro... Él es un buen estudiante. No da dolores de cabeza. -menciona Giyuu con una sonrisa.

-Es un chico muy bueno en lo que hace, me agrada. ¿Y cómo te fue a ti? -esta vez pregunta Sabito.

Giyuu eleva su mano derecha y mira la argolla de matrimonio en su dedo anular, el pequeño diamante que tiene incrustado brilla con la luz de la bombilla.

-Supongo que bien. Hoy me enviaron algunos vídeos de recuperaciones y te juro que casi los hago perder educación física -Giyuu escucha la risa de Sabito-. Supongo que al ponerles una nota promedio pueden pasar el periodo.

Sabito deja la cuchara en el lavaplatos y se da vuelta para mirar a Giyuu acostado en el sofá. Está mirando el anillo de matrimonio que fue hecho específicamente para su medida.

-Algunos creen que eres un desalmado -confiesa Sabito y Giyuu hace una mueca-. Solo soy sincero.

-¿Y tú crees que no tengo sentimientos? -cuestiona Giyuu, hacia Sabito.

-¿Siendo sincero? Es obvio que tienes sentimientos, de lo contrario no me habría enamorado y casado contigo, tonto. -responde Sabito con una sonrisa de diversión.

Giyuu hace un puchero y deja de mirar el anillo, dándose vuelta y mostrándole la espalda a Sabito. El ojilavanda ríe y vuelve a lo suyo, terminando de preparar lo último de los alimentos.

Cuando la comida está lista, Sabito sirve todo y lo deja en el comedor. Entonces, con toda la pereza del mundo, Giyuu se obliga a levantarse para ir a comer la cena; al estar ambos sentados en la mesa, comen en silencio hasta terminar. Los dos charlan de temas triviales durante el proceso, y luego, al terminar, Sabito recoge los platos para lavarlos.

-Sabito... ¿Tú crees que nos hace falta algo? -pregunta Giyuu de repente, sacando a Sabito de sus pensamientos.

-¿A qué te refieres? -responde Sabito con otra pregunta, sin mirar a Giyuu mientras lava los platos.

-Yo... Nosotros... Bueno, siento que no tenemos mucho tiempo para nosotros. -murmura Giyuu.

-Oh, entiendo. Bueno, este es el último periodo del año, ya sabes, podemos tener unas pequeñas vacaciones en cuanto se organicen las entregas de notas, las graduaciones y los diplomas. Además, siempre te doy mimos cuando puedo.

Giyuu deja salir un suspiro estresado.

-¡No es eso! No podemos tener casi ni un momento para vernos si no es cuando llegamos a casa, y cuando pasa eso, no hablamos debido a que estamos trabajando en nuestras computadoras. Tal vez hoy estemos así los dos, pero sabes que después ya no -masculla Giyuu, cruzando sus brazos-. Quiero que me mires, Sabito.

Sabito se da vuelta y lleva su mirada hacia el rostro molesto de Giyuu.

-Lo sé, lo sé, necesitamos descargar todo ese estrés ¿perdón, sí? -habla Sabito, con un poco de irritación.

-Y no solo tiene que ver con nuestro cariño y el tiempo que ambos pasamos juntos, sino también con nuestra vida de pareja. -las mejillas de Giyuu se tornan rojas de inmediato.

-¿Te refieres al sexo? -cuestiona Sabito, mostrando una leve sonrisa por la reacción de Giyuu al mencionar "vida de pareja".

-S-sí... -Giyuu toma aire antes de hablar- No me sueles besar como tanto me gusta o siquiera me tocas. -Sabito no puede explicar porqué Giyuu ahora está tan rojo al hablar de este tema ya que, cuando ambos estaban en la universidad, él solía ser alguien sin tabúes con los temas del sexo.

-Bueno, si no estoy mal, cada vez que intentaba iniciar algo siempre me rechazabas diciendo que estabas muy ocupado y no tenías tiempo para mí -Sabito arquea una ceja, incrédulo.

-Lo siento por eso, estaba cansado y no presté atención a tus necesidades. No volverá a pasar, antes yo no era así... Ahg, no entiendo que me pasa. -murmura Giyuu, molesto, pero esta vez consigo mismo.

Sabito camina hacia él. -Oye, puede ser por la edad.

-Idiota, tenemos 24 años, no hables como un cincuentón porque te voy a castrar. -advierte Giyuu y Sabito ríe parándose frente a él.

-Perdón, Giyuu, pero si me castras tendrás que buscar a otro hombre para que te dé sexo, y sabes que eso no lo permito. -Sabito se inclina hacia su esposo.

-Si lo dices así, entonces mejor no. -Giyuu deja salir una risita mientras mira el rostro de Sabito frente a él.

-¿Sí tienes idea de que me está excitando esta charla, cierto? -pregunta Sabito, llevando su mano hacia la entrepierna de Giyuu.

-Amor... -gime Giyuu- Estás muy travieso.

-Oh no, mi mano es la traviesa. -Sabito masajea con cuidado el miembro de su esposo, que se está comenzando a poner duro.

Giyuu roza las narices de ambos y enfoca sus ojos en la mirada violeta y llena de deseo de Sabito. Sin embargo, Sabito se separa de repente y deja de tocarlo.

-Debes estar cansado, Giyuu. Cuando tengas todas las energías podemos continuar. -dice Sabito, dándose vuelta para volver a lavar los últimos platos.

Giyuu deja salir un gruñido completamente molesto ¿Cómo se atreve a dejarlo con ganas de hacer algo más que simples caricias? Se levanta de la silla y saca la fuerza que no tiene para ir hacia la habitación que comparte con su marido.

Después de tanto, por fin llegó el día viernes y último día de clases. Tanto profesores como alumnos pueden confirmar que la semana fue como estar encerrados en el mismísimo infierno; Sanemi entra por la puerta con una máscara de jabalí entre sus manos, su rostro refleja mal humor y cansancio.

-¿Lograste quitarle la máscara a Hashibira? -pregunta Tengen, dando vueltas en su silla mientras sostiene la dinamita.

-La misericordia se me fue con él y por eso pude quitársela. Agatsuma y Kamado están llamando un ambulancia -Sanemi se encoge de hombros mientras camina hacia su asiento-. Hace tiempo no veía una dinamita aquí.

No es normal que Uzui tenga la dinamita en la sala de profesores ya que para esto existe su salón de arte, sin embargo, tanto Obanai como a los demás no les interesa en lo absoluto el desastre que se pueda causar en las paredes.

Ya perdieron hasta las ganas de vivir, y que Uzui libere su estrés en las paredes es lo de menos.

-¿Café? -Kyojuro le extiende una taza a Giyuu, que está sentado y con la mirada perdida en alguna parte de la sala.

El rubio puede confirmar que de todos los profesores, Giyuu ha sido el más afectado, según Shinobu, maestra de química y mejor amiga de Tomioka, afirma que es por falta de sexo. Sin embargo, Kyojuro no se quedó con la curiosidad y le preguntó a Sabito como iba la relación sexual entre ambos.

No fue la respuesta que esperaba, ya que en cierto modo, Sabito menciona que la falta de la actividad sexual de ambos se debe gracias a que Giyuu no deseaba follar durante esos días, y cuando quiso que Sabito lo tocara, Sabito se vengó dejándolo con ganas.

Kyojuro agradece no estar casado con ninguno de los dos.

-Gracias, Kyojuro. -agradece Giyuu, en un intento de sonrisa que resulta ser más una mueca.

-Lo necesitas, menos mal hoy es el último día. Una tortura menos. -murmura Kyojuro, sentándose en el lugar de Kanae, que está aún en clases.

-Sí, supongo. -Giyuu le da un sorbo a la taza de café.

-¡Buen día de mierda! -Makomo abre la puerta de la sala con una sonrisa mientras va hacia su puesto.

-Gracias. -responden todos al unísono.

Makomo, maestra de Filosofía y hermana mayor adoptiva de Sabito, siempre ha sido una persona positiva, al igual que Kanae, solo con la diferencia de que la chica de ojos azules es igual de impaciente que su hermano menor, o incluso peor.

-¿Aún no tienes clases? -pregunta Uzui.

-Decidí dejarlos a todos en la puta mierda porque estoy harta. -dice Makomo mientras se acomoda en su lugar.

Si tan solo la asociación de padres los viera, dirían que son unos flojos de mierda. Claro, como nunca se toman la molestia de ponerse en sus lugares y ver los "angelitos" que tienen por hijos, siempre los toman como los malos de la situación.

-Buena decisión. -habla Sanemi, sacando un libro titulado: ¿Cómo no perder la paciencia con tus alumnos y asesinarlos sin morir en el intento? Escrito por Shinobu, Uzui y Sabito cuando estaban en la universidad.

Fue para un proyecto, además de que creyeron que con eso, lograrían evitar una renuncia apenas comenzaran a trabajar.

-¿Enserio leerás eso? -cuestiona Uzui, sacando una caja de fósforos.

-Te juro que los primeros cinco capítulos evitaron que matara a uno de mis estudiantes, me alegra de que por una vez en su vida hayan aprovechado la universidad. -responde Sanemi.

-Debería de crear una próxima edición hablando por experiencia propia ¿Cómo debería llamarlo? -se pregunta Uzui, mirando pensativo la portada del libro.

-Tal vez... ¿Cómo pedir la renuncia sin morir en el intento? -recomienda Makomo.

-Me gusta. -señala Kyojuro totalmente de acuerdo.

-No, no, no, tengo uno mejor, debería titularse: ¿Cómo evitar un divorcio entre tu hermano y cuñado sin morir en el intento? -Makomo mira con atención a Giyuu.

-Nah, creo que mejor sería esto: ¿Cómo pedirle sexo a tú pareja sin morir en el intento? -recomienda Kyojuro, estando totalmente consciente de la situación matrimonial de sus dos amigos.

-Para eso necesitamos la guía amorosa de Shinobu. -Uzui coloca una mano en su mentón, pensativo.

-¿Alguien llamaba? -Shinobu entra, extrañamente tiene su cabello casi suelto y lleno de friz. Su clip de mariposa cuelga de un lado. Cosa que normalmente nunca sucede.

-Hablando del diablo. -menciona Sanemi pasando una página.

-Llegó y bien espantado. -ríe Makomo al ver el estado de su pareja.

Shinobu rueda los ojos y camina hacia su lugar, sentándose. -Necesito un terapeuta urgentemente, por poco estrangulo a Zenitsu.

-Lee el libro que escribiste, tiene buenos tips. -recomienda Sanemi.

-No quiero leer esa mierda, me trae recuerdos que por ahora no quiero recordar. Pero bueno ¿Para qué necesitan mi ayuda amorosa? -pregunta, relajándose un poco.

-Bueno, colocando en contexto, desde hace semanas Sabito y Giyuu no tienen una buena follada. Según Sabito, es por culpa de Giyuu, porque él no quería que le tocará ni un pelo, entonces, cuando Giyuu por fin quiso tener sexo, Sabito se lo negó como venganza. -Kyojuro se encoge de hombros y Giyuu escupe todo su café.

¿Entonces así es como Sabito habla sobre la situación?

-¿Cómo sabes todo eso? -pregunta Giyuu, mirando al rubio.

-Pues...

-Se sentó como vieja chismosa a tomar té con Sabito, que después de tanto pudo desahogarse. -Uzui interrumpe a Kyojuro.

Giyuu aprieta con fuerza su taza de café. Tendrá que hablar con Sabito seriamente de lo que le dijo a Kyojuro ¡¿Acaso está loco?! No quiere ni saber que le dirá Shinobu.

-Ya veo... Sigo pensando que necesitan una buena follada para solucionar las cosas. -aclara Shinobu y las mejillas de Giyuu se colocan rojas.

-¿Qué clase de persona puede vivir sin sexo? -cuestiona Uzui.

-Sanemi. -señala Makomo y Kyojuro aguanta una risa.

-Disculpen, no soy tan lascivo como ustedes, marranos. Ya ven porqué las cosas no funcionaron con Giyuu. -Sanemi mira de reojo a Giyuu y el infla sus mejillas, indignado.

-Claro, tú y yo sabemos muy bien porqué terminamos. -Giyuu arquea una ceja.

-Y yo también. -Shinobu levanta su mano.

Sanemi rueda los ojos ¿porqué tienen que ser mejores amigos desde la infancia? La hermana menor de su novia siempre se entera de todo lo que le sucede a Giyuu, incluso la razón vergonzosa por la cuál terminaron.

Le da pena recordarlo a pesar de los años que han pasado desde entonces.

-Ya, dejemos de lado la relación de exs que tienen Giyuu y Sanemi, mejor vayamos al tema. Debemos hacer algo por el matrimonio de Sabito. -interrumpe Uzui.

-Es cierto -Makomo lleva una mano a su mentón.

-Oigan, vengan aquí, todos excepto Giyuu -señala Shinobu-. Tengo una idea.

Giyuu observa como sus amigos se hacen alrededor de Shinobu, escuchándola hablar. Mientras tanto, él simplemente continúa bebiendo su café, afortunadamente no tenía hojas sobre su escritorio o estaría muerto ahora mismo.

-No puedo creerlo, enserio. -la risa de Sabito retumba por toda la sala, que termina de enviar el audio.

Ambos están en el sofá, Giyuu acostado viendo las últimas publicaciones de Instagram y Sabito sentado chateando con solo Dios sabe quién. No es que Giyuu sea celoso u algo así, solamente se le hace extraño ver a Sabito al pendiente de su teléfono.

No deja siquiera que vea quién lo llama.

La entrega de diplomas terminó hace una semana, es por eso que ahora tienen unas vacaciones hasta inicio de clases. Giyuu suspira aburrido, Sabito no le ha prestado atención desde lo que sucedió el lunes de hace tres semanas y está comenzando a hartarle.

Giyuu lleva la mirada hacia Sabito, que sonríe frente a la pantalla del teléfono ¿y si le está siendo infiel?

-Déjate de idioteces, Giyuu. -dice para sí mismo y Sabito deja de reírse para mirarlo.

-¿Qué?

-Nada. -contesta.

Sabito nunca lo abandonaría por una gata rompehogares ¿o sí?

-¿Porqué creerías que te dejaría por una gata rompehogares? ¿Estás loco, Giyuu? -pregunta Sabito, sin despegar la vista de Giyuu.

Oh no, y ahí está él, pensando en voz alta.

-Soy un idiota -masculla el pelinegro y se de vuelta, dándole la espalda a Sabito y colocándole sus pies sobre el regazo - ¿Pero eso ya lo sabías, no? -pregunta, con su cara enterrada en el cojín.

Sabito escribe una última cosa en su teléfono y lo deja sobre la mesita, acariciando los tobillos de su esposo.

-No lo eres. -sonríe Sabito.

-Ajá, soy tan idiota que estoy comenzando a creer que no me quieres follar porque ya no te excito. En otro momento ya me tendrías contra el suelo. -murmura Giyuu.

-Solo me quería vengar y ya ¿perdón, sí?

-No -Giyuu niega-. Es doloroso lidiar con una erección, y no tenía ganas de masturbarme ese día, así que no te perdono.

Sabito ríe, apartando los pies de Giyuu y dejándolos sobre el sofá. Luego, se sienta sobre sus piernas con cuidado.

-¿Acaso crees que no sé que es quedarse con ganas? -pregunta Sabito con una sonrisa juguetona, pasando sus manos por la espalda de Giyuu.

-Sabito, si solo te quejas porque te dejé con ganas te pido una disculpa, pero no es justo que me dejes así.

-Giyuu, sabes que si es lo justo. -bufa su esposo.

-Ya lo sé, solo déjame quejarme, y ya quita tus manos de encima porque me estás excitando. -Giyuu gruñe.

Sabito deja salir una carcajada y aparta sus manos del cuerpo de Giyuu.

-Amor... Quiero que salgamos este domingo. -menciona Sabito de repente.

-¿El domingo?

-Sí, el domingo antes de las ocho de la mañana. -Sabito se levanta y Giyuu siente que sus piernas pueden descansar.

-¿Para qué? -Giyuu lo mira de reojo.

-¿Es enserio? Solo dime si vas o no, no te daré más detalles si es lo que deseas.

Giyuu se queja pero asiente. -Cuenta conmigo.

Es raro, normalmente, si van a salir, siempre lo planean juntos. Giyuu solo espera que no sea nada extraño, no quiere regañar a Sabito más tarde.

-¿Estás listo? -pregunta Sabito a través de la puerta de la habitación.

-Espera un momento. -Giyuu se mira al espejo por última vez antes de salir.

Para ser alguien bastante simple, considera que se ve bien, además, ponerse miles de abrigos encima no tiene demasiada ciencia. Están en invierno y supone que no tendrá que quitarse absolutamente nada.

-Estoy listo. -dice, abriendo la puerta y quedándose sorprendido al ver el vestuario de Sabito, es algo ¿tropical?

-Te ves bien, Giyuu. -Sabito le da un beso en sus mejillas.

-¿Ah? ¿Porqué tienes esa ropa? Es invierno, Sabito ¡¿Acaso quieres morir de hipotermia?! -cuestiona Giyuu, e intenta entrar a la habitación para buscar algo para abrigar a Sabito, sin embargo, es detenido.

-No te preocupes por mí, bebé. Ahora quiero que cambies esos abrigos por la camisa de verano que te compré hace unos meses y unos shorts.

Giyuu está demasiado confundido, pero no dice nada y hace lo que Sabito le pide. Está loco de remate si cree que saldrá así por alguna parte de Japón, pero tampoco lo pone en tela de juicio. Va a confiar en su esposo, o bueno, lo intentará.

Cuando sale de la habitación, Sabito le vuelve a dar otro beso y le susurra que se ve bien, mucho mejor que anteriormente. Giyuu solo resopla.

-Sabito ¿a dónde iremos? -cuestiona Giyuu, inseguro.

-Giyuu, debes aprender a confiar en mí ¿me prometes que lo harás? Tengo una cuenta pendiente contigo. -Sabito coloca sus dos manos en las mejillas de Giyuu.

-Lo hago, enserio que sí, pero esto es...

-¡¿Oigan, ya están listos?! -el grito de Shinobu desde afuera lo interrumpe.

-¿Qué hace Shinobu afuera? -pregunta Giyuu.

-¡Sí, ya salimos! -Sabito ríe y tira de la mano de Giyuu, llevándolo hacia genkan.

Giyuu se ve obligado a ponerse nada más que unos simples zapatos y no unas botas debido a Sabito, quién abre la puerta y deja entrar a Shinobu cubierta de nieve.

-No me culpen, Kyojuro me tiró una bola de nieve antes de venir -se excusa la chica y los dos esposos niegan-. Ahora vamos.

Prácticamente, Shinobu los sacó a ambos de un tirón, Giyuu tiembla cuando el frío golpea con fuerza su pobre cuerpo. Sabito está muy loco, y si muere, será solo culpa de él y nadie más.

Sabito le entrega las llaves de la casa a Shinobu y ella les sonríe, señalando la camioneta negra que pertenece a Kyojuro. Giyuu corre como puede hacia allá y al entrar, se siente aliviado por la calefacción.

-Giyuu, que bueno verte. -el rubio le sonríe.

-Lo mismo. -responde Giyuu con una medio sonrisa.

Los últimos en entrar, son Shinobu, que se sienta en el copiloto, y Sabito, que se hace al lado suyo.

-Oh, se me olvidaba. -Kyojuro busca algo entre su abrigo y saca una venda de color negro. Luego se la pasa a Sabito.

-Oigan, enserio esto es muy extraño. -susurra Giyuu.

-Tranquilo, flaco, solo déjate colocar la venda y ya. -Shinobu habla tranquila.

-¿A sí? ¿Cómo sé yo que no me van a llevar a una fiesta erótica y que me azotarán con un látigo? Odio el BDSM. -murmura Giyuu.

Sabito ríe. -Cariño, sería bueno darte un azote pero no soy de esos -Shinobu y Kyojuro aguantan una risa, Giyuu es realmente dramático-. Además, sabes que nunca haríamos algo que no quieres, y recuerda que no eres un animal para maltratarte, eres mi amado esposo.

Las mejillas de Giyuu se tiñen de rosa, Sabito lo matará de amor un día de estos.

-¿Entonces? -Sabito muestra la venda y Giyuu asiente despacio.

Se siente feliz al ver la sonrisa complacida de Sabito, pero ese sentimiento se borra cuando la venda tapa su vista y todo se vuelve negro. Tiene desconfianza de lo que pasa a sus alrededores, pero tampoco dirá nada.

Shinobu le hace una señal a Kyojuro para que conduzca y él acepta de inmediato.

Sabito, por su parte, está satisfecho, Giyuu estará encantado cuando pueda ver lo que le espera a ellos dos.


El camino es largo, y Giyuu solo logra escuchar el sonido de los autos. Sigue sin estar cómodo, sabe que Sabito ni sus amigos harán algo malo, pero todo no deja de ser muy extraño.

Siente como algo cubre su cuerpo, es un abrigo, Kyojuro ha dejado de conducir y las puertas se abren. Giyuu termina de colocarse el abrigo sin decir nada y es guiado por Sabito afuera de la camioneta.

Cuánto le gustaría estar envuelto en sus ricas y calientes sábanas.

-Sabito, tengo frío. -murmura y los brazos de alguien se colocan sobre él.

-Tranquilo, bebé, ya estarás en calor muy pronto. -Sabito ríe de tal forma que Giyuu no sabe que pensar sobre eso.

¿A qué se refería?

Muy pronto, entran en un lugar y escucha el ruido de mucha gente a sus alrededores. Unos dedos delgados suben por su cabeza y deshacen el nudo de la venda, dejando que pueda ver todo de nuevo. Giyuu tarda unos segundos en adaptarse a las luces y, cuando puede ver claramente, se queda con la boca abierta al percatarse de que está en un aeropuerto.

-¿Sabito, qué? -su mano agarra la espalda de su esposo.

-Esto no es nada, Giyuu. -bufa Sabito con una sonrisa.

-¿Ah? -cuestiona Giyuu, levemente confundido.

-¡Chicos! -el grito de Uzui llega a los oídos de ambos. Él viene junto con Sanemi, Kanae y Makomo, traen en sus menos dos maletas.

Giyuu está cada vez más confundido.

-Mis esposas se disculpa por no venir, ya saben, deber de madres y esas cosas. -Uzui se encoge de hombros y Sanemi le da un golpe en las costillas.

-Tú deberías hacer el deber de padre ayudándoles a cuidar a tus propios hijos, idiota. -se queja Sanemi.

Makomo pone sus ojos en blanco y camina hacia su hermano, dándole un abrazo.

-Más te vale cuidar a mi cuñado o te parto el culo. -advierte y luego pellizca con cariño las mejillas de Sabito.

-Claro, claro, ahora suéltame.

Giyuu mira con una sonrisa a los hermanos, ellos son... Un tema que no es bueno cruzar, porque una vez te encariñas con ellos no tienes salida. Giyuu lo afirma por experiencia.

-Se me cuidan, espero que esto ayude. -dice Kanae, con una mano en su pecho y mirándolos de forma maternal. Ella, como siempre, siendo la madre del grupo.

-Kanae, no tengo ni idea de que me hablas, pero estoy seguro de que así será. -Giyuu le sonríe y Kanae deja salir una leve risa, dándole un abrazo.

-Ya verás. -la chica aplaude con emoción y Giyuu la mira con confusión.

-Mira. -Uzui le entrega las dos maletas a Sabito, luego, se acerca y le dice algo en el oído que Giyuu no alcanza a escuchar.

Sabito me agradece en silencio al albino con un leve sonrojo y toma la mano de Giyuu con fuerza.

-Más te vale quitarte ese abrigo. -Shinobu agarra el abrigo de Giyuu y se lo quita a las malas.

-¡Oye! -Giyuu se queja.

-Bueno, más vale que se vayan. -menciona Sanemi.

-Yo... ¡Yo quiero abrazo grupal! -grita Kyojuro y abraza a Sabito y Giyuu. Shinobu se une, seguida de Uzui, Makomo y Kanae.

-Oh no, no piensen que voy a... ¡Tengen! -Sanemi hace berrinche cuando Uzui lo obliga a unirse al abrazo, pero no se queja, es agradable tenerlos a todos juntos.

-Los pasajeros del vuelo hacia...

-¡Tapen los oídos de Giyuu! -grita Shinobu y Uzui pone sus auriculares en los oídos de Giyuu, que no alcanza a escuchar el destino del vuelo.

Todos respiran aliviados. Giyuu frunce su ceño al escuchar la música que escuchaba Tengen.

-¿I Was Made For Lovin' You? ¿Desde cuándo un japonés escucha música en inglés? -cuestiona Giyuu, quitándose los auriculares, debe admitir que en cierto modo le gusta el ritmo.

-¿Y cómo te sabes el nombre? -Uzui responde con otra pregunta.

-Solo digo lo que escuché del coro. -Giyuu se encojo de hombros y se los pasa.

-Nah, te los presto, Sabito los necesitará. -ríe el albino y le pasa el cargador de los auriculares a Giyuu.

-Bueno y... ¿La venda? -Shinobu estira la venda y Giyuu niega.

-No me pondré eso de nuevo. -advierte el pelinegro.

Decir una cosa y que te obliguen a hacer lo contrario, es diferente, mucho a decir verdad. Sanemi lo obligó a colocarse la venda hasta que Sabito por fin lo llevó dentro del avión, dónde su esposo le colocó los auriculares para que no escuchara las instrucciones y el destino. Luego, le puso el cinturón de seguridad.

Es ridículo. Sin embargo, no se queja de la comodidad excesiva del asiento ¿dónde estaban? ¿La suite presidencial? Joder, es más cómodo que cualquier asiento común y corriente de un avión.

Lo próximo que pasa, es que Sabito le quita los auriculares y desata su venda, dejandolo por fin ver. Giyuu no abre sus ojos.

-Solo los abriré si me prometes que no volverás a vendarlos. -menciona Giyuu.

-Bueno... Es algo difícil porque quería darte la sorpresa al llegar, pero está bien, no más venda ni auriculares. -promete Sabito y Giyuu los abre, adaptándose a la luz.

Hoy, enserio, es un día lleno de sorpresas. Su boca se abre de par en par cuando ve el panorama. Con razón su asiento es extremadamente cómodo y no hay ruidos molestos de gente.

Están en primera clase.

-¡¿Estás loco, Sabito?! -Giyuu agarra los hombros de su marido con fuerza.

-Pero por tí. -contesta Sabito, pero Giyuu lo ignora.

-Mierda, esto es demasiado, con lo que gastas en la primera clase podríamos...

-Amor... -Sabito lo llama.

-Y entonces...

-Giyuu... -Sabito vuelve a llamarlo.

-Pero...

-Cariño, no te preocupes por eso. Todo está bien, estoy seguro de que estarás peor cuando sepas hacia donde vamos, pero ahora solo quiero que te relajes. -Sabito intenta tranquilizar a Giyuu.

-¿Cómo que estaré peor? A qué parte de Japón vamos. -pregunta Giyuu, la curiosidad pica.

-Bebé, tenemos que solucionar las cosas... No te preocupes ¿sí? Solo relájate y disfruta de la primera clase porque no todos los días lo hacemos. -Sabito quita las manos de Giyuu que yacen en sus hombros y se acomoda, tomando la mano derecha de su esposo.

-Lo intentaré. -murmura Giyuu y los dos se quedan en silencio.

-Desde que ví ese anillo supe que era para ti. -interrumpe Sabito, sonriendo al mirar el anillo de compromiso y matrimonio en los dedos de Giyuu.

Las mejillas de Giyuu se tiñen rojas.

-Jamás me las quitaría, Sabito. -Giyuu balbucea.

-¿Qué? ¿Ahora no me dices "dulzura"? Duele. -Sabito coloca una mano en su pecho, fingiendo dolor y Giyuu golpea su hombro ligeramente.

-Oye, sabes que lo hago de vez en cuando. No me obligues. -se queja Giyuu y Sabito hace un puchero.

-Como quieras. -Sabito finge enojo y aparta la mirada.

Giyuu quiere decir algo, pero no logra hacerlo cuando el avión comienza el carreteo. Puede que no se lo haya dicho a Sabito, pero la única razón por la que tiene su pasaporte y visa es solo por él, ya que le tiene miedo a las alturas. Y eso que aún no han despegado.

Su mano se aferra con fuerza a la de Sabito, y entonces, él entiende que tiene Giyuu.

-Ya, tranquilo, todo está bien. Aquí estoy yo. -Sabito vuelve su rostro hacia Giyuu y le da una mirada llena de amor que le derrite su corazón.

-Gracias... -balbucea Giyuu y Sabito le da un beso en la frente.

-Realmente, no hay nada de gracias, Giyuu.

-Si lo hay, dulzura. -cuando Giyuu dice lo último esconde su rostro en los hombros de Sabito, bien, es difícil para él decirlo y no puede evitar ponerse más rojo que un tomate al mencionarlo.

Sabito ríe y con su mano libre acaricia el pelo negro y sedoso de Giyuu.

-Solo estaba molestando con eso, amor. No me enojé contigo por no decirlo. -susurra Sabito.

-Como sea...

-El avión va a despegar, abróchense los cinturones y disfruten de su vuelo. -los altavoces suenan, interrumpiendo a Giyuu.

-Bebé, solo relájate -dice Sabito, el avión comienza a elevarse y Giyuu está temblando-. Estoy aquí, nada pasará, confía.

¿Realmente confía en Sabito? Giyuu eleva su rostro y ve como Sabito no ha parado de darle muchas miradas reconfortantes y llenas de cariño. Entonces, se da cuenta de que él hace su mejor esfuerzo para que se sienta cómodo.

Es un idiota de primera.

-Si confío en ti. -susurra y Sabito aprieta su mano sin lastimarlo.

-Ahora, Giyuu, disfruta del vuelo. -Sabito le planta un beso en la frente.

Giyuu se siente aliviado, no cree que vayan demasiado lejos. Tal vez irían a visitar a su familia, que vive en una parte muy lejana de su ciudad o mejor aún, a pasar el invierno en un lugar romántico. Menos mal el viaje no es tan largo.

Está seguro de que, si estuvieran en los asientos común y corrientes del avión, tendría el culo entumecido de tanto estar sentado. El vuelo fue mucho más largo de lo que esperó, y eso que apenas van llegando a su destino según Sabito. Aún no tiene idea de a qué lugar viajan, pero la temperatura se ha vuelto más... ¿Cálida? Supone que es por la calefacción o aire acondicionado, todos los aviones lo tienen.

Giyuu ha evitado mirar la ventana, lo más probable es que le dé vértigo de solo mirar la altura y no quiere vomitar.

Por otra parte, Sabito ha estado feliz de la vida siendo atendido por la azafata. El servicio es exelente, pero lo único que Giyuu odia es ver cómo la azafata le coquetea a Sabito sin que él se de cuenta ¿acaso está loca? Podría denunciarla por no ser profesional.

-Sabito, ella te está coqueteando. -susurra Giyuu, viendo de reojo a Sabito.

-No te preocupes, es imposible. Además, sabes que sea como sea soy tuyo, amor. -Sabito ríe y pellizca suavemente la mejilla de Giyuu.

-Sabito, sé de qué te hablo.

-Giyuu, no hay motivo para celos ni nada de eso. -Sabito acerca su rostro al de su esposo y le da un pequeño beso en la nariz.

Debe admitirlo, está muy emocionado por el viaje y no puede ocultarlo por más que lo intente.

-No tengo celos. -Giyuu hace un puchero.

-Como digas. -una sonrisa incrédula se asoma por el rostro de Sabito, no tiene ganas de llevarle la contraria a Giyuu.

-¿Necesitan algo más? -la azafata pregunta y Giyuu brinca del susto ¿cuando se apareció?

-Bueno... Pues, no lo sé ¿qué me recomienda, señorita? -pregunta Sabito con una sonrisa amable.

La mujer corresponde a la sonrisa, nerviosa. -No hay necesidad de que me diga señorita, llámeme Amaya. Y pues yo le recomendaría...

Giyuu los observa conversar completamente irritado. No puede apartar la mirada porque está junto a la ventana y no quiere tener náuseas, pero parece tenerlas de solo ver su esposo conversar con... Esa.

-No me tardo mucho, ya traigo su pedido, señor Sabito. -dice "Amaya" por último y se da vuelta.

-Sabito, mírame. -pide Giyuu y Sabito lleva su mirada hacia él.

-¿Estás bien, Giyuu? Te ves un poco... Enojado. -Sabito lo mira nervioso, no es que hay hecho algo malo ¿o sí? Solamente llamó a la azafata por su nombre y él le dijo que lo llamara Sabito.

¿Pero nada malo, o sí?

-¿Te parece que lo estoy? -pregunta Giyuu con sarcasmo y lleva sus manos al rostro de Sabito para acercarlo a él.

-¿Giyuu, qué...? -no puede preguntar al mirar los ojos brillantes de Giyuu.

-Ella no tiene derecho a llamarte por tu nombre. Idiota ¿dónde están los modales? -cuestiona Giyuu.

Sabito abre su boca para contestar, pero no puede hablar siquiera cuando Giyuu muerde su labio inferior. Sus manos se deslizan por su cuello para atraerlo hacia él y lo besa. De todas las cosas que Sabito se esperaba, esta fue la que menos imagino ¿Giyuu está celoso? Normalmente, Giyuu nunca siente celos.

-Disculpen. -la mujer tose y Sabito se aparta de inmediato para recibir la bebida que le extiende ella en una bandeja.

Giyuu le sonríe con ironía a Amaya, que reprime el impulso de hacer una mueca y pone su mejor sonrisa llena de hipocresía. Luego, se despide profesionalmente de Sabito y se va.

Bien, una mojigata roba maridos menos.

-El avión muy pronto va a aterrizar, sujétese bien. -se anuncia por los altavoces.

-Giyuu, sé que te prometí no ponerte la venda ni los audífonos de nuevo pero... ¿Solo por esta vez? No has visto la ventana, así que solo te pido esto. -Sabito le hace un puchero.

Giyuu suspira. -Sabito... No quiero. Odio las sorpresas.

-Oh... Bueno, es cierto. Perdón. -Sabito muestra una sonrisa que no llega a sus ojos y se acomoda en su asiento a esperar que el avión comience.

-Yo... -Giyuu no sabe que decir.

Realmente quiere saber que es lo que harán, pero el rostro desanimado de Sabito le hace pensar que de verdad la cagó. Él quiere darle una gran sorpresa y bueno... No hace más que dañarlo.

-No te obligues. -responde Sabito, colocándose unos audífonos y la tableta que ofrecen en la aerolínea como medio de entretenimiento.

Llevan ya prácticamente 7 horas de vuelo, no será tan difícil soportar unos minutos más pero con la venda ¿cierto?

Giyuu toca el brazo de Sabito y él se gira para mirarlo.

-Adelante, entiendo que quieres que sea una sorpresa, pero quiero que después de esto enserio no me pongas más vendas y auriculares. -Giyuu le extiende la fina tela de color negro.

-Lo prometo, esta vez si es enserio. -le sonríe Sabito.

Giyuu confiará en su esposo de nuevo, como lo hace y como siempre lo hará.

***

La música que Sabito le proporciono fue conectada desde teléfono hasta los auriculares con Bluetooth, fue tan relajante que no vió el tiempo pasar hasta cuándo aterrizaron. En cuanto eso sucedió, Sabito le quitó los auriculares, le desabrochó el cinturón de seguridad y lo ayudó a levantar. Luego, le pidió a alguien que le colaborara con los equipajes hasta que llegaran a la puerta del avión.

-Bebé, sé que te estarás preguntando cómo saldremos con esta ropa si es invierno. -habla Sabito y Giyuu asiente.

-Sí, lo sé, estás loco, Sabito. Y aunque sean más 3 de la tarde debe hacer mucho frío. -masculla Giyuu, agarrando la camisa de Sabito.

-Antes de cualquier cosa, gracias por no mirar la ventana en todo el vuelo y aún mejor, por ponerte la venda. -agradece Sabito.

-Ajá.

-Ahora, Giyuu... Quiero saber si valió la pena. -Sabito desata la venda de los ojos de su esposo.

Cuando Giyuu logra adaptarse a la luz solar, casi se desmaya: no hay nada de nieve a sus alrededores, es como si el invierno esfumado y además, el clima se ha vuelto tropical. Por un momento agradece no tener muchos abrigos, pero por dios, sí que está sorprendido.

-Bienvenido a Yakarta Indonesia, Giyuu. -Sabito le da un beso en la mejilla.

-Pero, pero... ¡¿Cuánto les costó hacer este viaje?! -pregunta Giyuu exaltado y Sabito ríe a carcajadas.

-Eso es lo que menos importa, ahora, a disfrutar de vacaciones como en verano, Giyuu. -Sabito agarra los equipajes y la agradece a la persona antes de bajar las escaleras.

Al tocar tierra, Giyuu está muy impresionado por el clima ¿cómo es posible que siendo invierno el clima sea así? ¿No hace ni una gota de frío?

Al entrar en el aeropuerto, Giyuu se percata de que hay adornos navideños por todas partes. Sabe que en algunos lugares no cae nieve cuando es invierno, pero no creyó viajar a un país tropical y verlo él mismo con sus propios ojos.

Siendo sincero, hubiera sido maravilloso traer a Tsutako con él y mostrarle todo esto.

Sabito termina de hacer algo y luego corre hasta él con el equipaje en sus manos.

-Son la una de la tarde, tenemos que ir a fuera porque nos hace falta aún mucho camino por recorrer, Giyuu. Te diría que fuéramos en avión pero nos están esperando y no podemos tardar. -dice Sabito sin esperar respuesta de Giyuu y lo arrastra hasta la salida del aeropuerto.

Al estar fuera, para la sorpresa de Giyuu, está Mitsuri y Obanai, esperando. Cuando los ven, Kanroji sale corriendo hacia su encuentro y los abraza. Giyuu se está comenzando a preguntar qué más cosas esperan por él.

-¡Chicos! -Mitsuri grita con felicidad.

-Si sabía que estaban de vacaciones pero no aquí. -menciona Giyuu y la chica ríe.

-Bueno, hay que cambiar de aires literales. -Iguro habla y Mitsuri deja de abrazarlos para hacerse al lado de su esposo.

-Que bueno verlos, creí que me perdería en Indonesia. -bufa Sabito.

-Nah, no se preocupen -Mitsuri aplaude-. Nosotros rentamos un auto, pongan su equipaje en el baúl que nosotros lo llevaremos hasta puerto.


Sabito agarra la mano de Giyuu y lo lleva
hasta el auto de color rojo. Iguro mete el equipaje de ambos en el baúl y luego se sienta en el piloto, Mitsuri en el copiloto y Sabito con Giyuu atrás.

Iguro conduce hasta lo que Giyuu supone que es un supermercado y le pasa una tarjeta de crédito a Mitsuri, que sale de auto y corre hacia allí. Luego de dos minutos, sale con una bolsa llena de comida chatarra y entra de nuevo. Obanai retoma el curso y continúan el camino hasta una gasolinera, donde llenan de combustible el auto y salen de la ciudad.

El trayecto al puerto de Bali, lejos de Yakarta, fue de dos días y eso que parando de vez en cuando para que pudieran hacer necesidades físicas; Mitsuri con Iguro se despiden de ellos y les entregan las maletas, luego se van en el auto, según Kanroji, se quedarán allí mismo en Bali.

Son las nueve de la mañana, Sabito está sentado mientras Giyuu peina su cabello con las manos. Mueren de hambre, pero no tienen más que unos cheetos que les dejó Mitsuri, algo para nada nutritivo cuando subes a un barco o ferry para el público, pero se están debatiendo si comerlo o no.

-Sabito, enserio, sé que terminaré vomitando pero necesito masticar algo. -susurra Giyuu.

-Amor, aguanta, nos falta poco. Cuando lleguemos te llevaré a comer.

-¿Y a donde vamos? -pregunta Giyuu, está cansado, la vista es hermosa pero tiene ganas de tirarse al mar y refrescarse un rato.

-No vale seguir ocultandolo, pero espera a llegar, Giyuu. Es una isla, no tiene muchos lujos como Bali, pero por lo que dijo Shinobu y Uzui es buenísima para pasar vacaciones tranquilas. -Sabito mira como un mosquito se para en su piel y lo mata con rapidez.

-Eso espero... -Giyuu se acomoda en el asiento. A sus alrededores, hay algunas personas, que de vez en cuando los miran, pero no les importa mucho.

Después de tres horas, por fin llegan a tierra firme y Giyuu quiere besar el suelo. Siente que le duele el culo después de estar sentado durante tres días seguidos, hubiera preferido que ese dolor se lo fuera provocado Sabito después de una buena cogida, porque de esa manera no se estaría quejando como ahora.

-Sabito, dime qué no me voy a sentar otra vez. -susurra Giyuu.

-No, bebé, tu lindo culo no sufrirá más. Ahora vamos que el hotel está cerca. -Sabito ríe mientras camina con los dos equipajes.

-Oye, déjame llevar uno. Quiero sentirme útil. -Giyuu le quita un equipaje a Sabito y toma su brazo para caminar con él.

Caminan entre risas durante unos minutos hasta llegar a un lugar al que Giyuu supone que es el hotel. Se ve muy grande a decir verdad, le gusta; al entrar a la recepción, una mujer muy amable los recibe, Giyuu la detalla por un momento, su color de piel es mestiza y ojos marrón claro, al igual que muchos residentes en Yakarta y Bali.

Parece ser muy común por estos lugares tener ese tono de piel, le agrada conocer otra cultura.

-Bienvenidos al hotel Rua Beach Resort Sumba, mi nombre es Dian y soy la recepcionista de este hotel. -ella les sonríe amablemente.

-Gracias. -Sabito y Giyuu hacen una reverencia.

-Señorita Dian, hice una reservación para dos personas en este hotel. -menciona Sabito y ella mira la computadora.

-Deme sus datos.

Sabito da lo necesario mientras Giyuu los observa.

-Oh, usted debe ser el señor Urokodaki -Sabito asiente-. Bueno, voy hablar sobre lo que dice aquí y me dirá si hay algún error. Hizo una reservación para dos personas en una habitación Bungalow Estándar, solo tiene como proporción una sola cama, la limpieza es diaria y desayuno gratis incluído. -Dian continúa hablando.

Giyuu se sonroja levemente ¿una sola cama? No es que no haya dormido con Sabito antes, de hecho están casados y duermen en una cama matrimonial, sin embargo, se siente como si fuera la primera vez que van a dormir juntos.

-Todo es correcto. -afirma Sabito.

-Bien, ya que me confirmaron, estas son las llaves de la habitación. Cualquier inconveniente, comuníquense conmigo o con mi compañera Indah, ella será su guía del lugar -Dian señala a la otra mujer que está sentada a su lado, ella está hablando por teléfono en un idioma que Giyuu y Sabito no logran entender-. Pasará por ustedes en 20 minutos para enseñarles el lugar y que puedan ir a comer.

Sabito y Giyuu suspiran aliviados. Sus estómagos gruñen como un león y no creen que puedan aguantar una hora más sin mascitar algo comestible.

-Muchas gracias. Iremos a nuestra habitación. -Sabito hace otra reverencia.

-Sigan al hombre que está allí, él los dirigirá a su respectiva habitación. -habla por último Dian y Sabito agarra las llaves, dando gracias de nuevo y marchandose con Giyuu.

Indah termina la llamada y suspira.

-¿Gays? -pregunta hablando indonesio. Lo menos que quiere es que aquellos japoneses la escuchan hablar.

-¿Qué no viste sus argollas de matrimonio? Pufff, aunque no me lo nieges, hacen bonita pareja. -Dian ríe mientras responde en el mismo idioma.

-Si, si, lo hacen, ahora volvamos al trabajo antes de que vengan más turistas. -Indah bufa.

-Joder, que cómodo. -murmura Giyuu con su cara enterrada en la almohada.

En cuanto llegaron a la habitación, Giyuu no tardó en tirarse sobre la cama, que resultó ser más cómoda de lo que esperó. Sabito, por su parte, se duchó y sacó ropa del equipaje para vestirse, en 10 minutos vendá Indah para llevarlos a conocer el hotel y no quiere verse mal.

-Giyuu, bebé, debes vestirte, nos darán un tour y recuerda que vamos a comer. -Sabito se hace frente al espejo y peina su cabello antes de volverlo a alborotar.

Nada le quita su rebelde peinado.

Giyuu eleva su rostro y mira a Sabito. Se ve guapo con la camisa de verano que le regaló hace un año, tiene un patrón de cuadros que se le hacen en cierto modo muy bonitos.

-¿Estoy robable? -pregunta Sabito, modelando frente a su esposo.

-Demasiado. -bufa Giyuu y Sabito suelta una carcajada.

-No seas mentiroso. -Sabito se sienta al borde de la cama y Giyuu se arrastra hasta él.

-No quiero dar el tour ¿porqué no lo das tú? Así me darás más sorpresas. Ven por mi a la hora del almuerzo, quiero dormir un rato. -susurra Giyuu y Sabito lo mira de reojo.

-Debes estar cansado... No lo negaré, Giyuu. Paso por ti en una hora, tiempo suficiente para que duermas y luego te alistes. -Sabito acepta.

-Gracias... Dulzura. -Giyuu esconde su rostro en la colcha.

-Giyuu -su esposo ríe-, tus orejitas están rojas.

-¡Cállate! -masculla Giyuu y Sabito no puede evitar reír más fuerte. Se ve tan tierno cuando hace eso que me encantaría comérselo a besos, pero ya habría tiempo para eso más tarde.

Tiene hambre y no solo de Giyuu, porque Sabito está seguro de que ningún humano vive de los aires del amor y el sexo.

-Buenas tardes, soy Indah, los espero para ir a dar el tour. -la voz de una mujer suena através de la puerta.

Sabito se levanta y le da un beso a Giyuu en su cabeza.

-Paso por ti más tarde. Adiós ¡Te amo! -se despide cerrando la puerta.

-¿Su esposo no vendrá? -pregunta Indah, con una sonrisa profesional.

Sabito se pone rojo. -No. Dormirá un rato, pero nos acompañará en el almuerzo.

Ella asiente.

-Bien ¿comenzamos? -pregunta.

-Claro. -responde Sabito.

-Mierda, mierda, mierda. -Giyuu maldice mientras termina de colocarse los shorts.

No recordó poner la alarma y solo porque tuvo ganas de ir al baño se despertó diez minutos antes de las 2 de la tarde. Como pudo rebuscó entre toda su ropa y sacó lo más bonito que pudiera encontrarse. Se sorprendió de que Sabito tuviera toda su ropa de verano allí mismo, pero no tuvo tiempo de pensar en nada más además de estar listo.

Cuando se pone los zapatos, Sabito abre la puerta. Justo a tiempo.

-Déjame adivinar ¿Olvidaste poner alarma? -pregunta Sabito con una sonrisa.

-Oh por dios, Sabito, cuando era niño, se me olvidó una vez poner la alarma para alistarme antes de irme a clases y mi madre me dió el golpe de la vida. Desde entocnes siempre pongo alarma -Giyuu se levanta de la cama-. Pero hoy lo olvidé por el cansancio y... Bueno, menos mal no eres mi madre.

Sabito aguanta una risa. -Bebé, te daría unas cuantas palmadas en esas nalgas por comportarte mal en el avión, pero nada más. Una alarma es lo de menos.

-¿Disculpa? -Giyuu camina hacia Sabito- Solo espanté a una perra que quería robar lo que me pertenece.

-Giyuu, me encanta cuando eres posesivo... Sin embargo, necesitas una lección por dudar de mí. -susurra Sabito con una sonrisa socarrona.

-Ya quisieras, Sabito -Giyuu le da una palmada a su esposo en la nalga derecha y se dirige hacia la puerta-. Y no solo tú me perteneces... Eso que tanto me da placer también lo es, nadie más que yo puede sentirlo. -muerde su labio inferior antes de darle una sonrisa coqueta a Sabito, que camina hasta él.

Giyuu no tiene ni idea de dónde sacó el valor para decirle esas palabras tan vulgares a Sabito, pero no se arrepiente.

-Vamos a comer antes de que realmente te joda contra la puerta y te deje sin ganas de volver a levantarte -susurra en el oído de Giyuu y abre la puerta-. Indah nos espera y no quieres que ella escuché como me ruegas que te dé más duro ¿o sí?

Giyuu reprime un jadeo. Esas palabras salieron ridículamente calientes de la boca de Sabito, y enserio le están comenzando a dar ganas de que su esposo lo empotre ahí mismo.

-¿Me retas? -cuestiona Giyuu.

-¿Ya casi? -pregunta Indah, está de espaldas, mirando su teléfono, y ambos salen de su burbuja erótica.

-¡Sí, lo siento! -se disculpa Sabito y corre hacia la chica.

Giyuu ríe nervioso mientras les sigue el paso, ojalá que Indah no haya escuchado lo que hablaron.

-Dios, mi lengua acaba de sufrir un orgasmo. -susurra Sabito cuando termina de comer el rollito.

-¡Sabito! -Giyuu golpea el hombro de su esposo mientras escucha la risa de Indah.

Sabito suele exagerar mucho, cuando Giyuu probó el rollito, solo dijo un: Está muy bueno. Pero a su esposo no le bastó con eso ¿porqué tenía que incluir orgasmo?

-Solo expreso lo sabroso que es la gastronomía de Indonesia -Sabito se encojo de hombros- ¿Cómo se llama el platillo?

-Se llama Lumpia, más o menos es como la versión Indonesia de los rollitos de primavera. -responde Indah.

-¿Y hay más? -Sabito ha dejado el plato vacío.

-¡No! Él ya está lleno y no quiere comer más. -Giyuu tapa la boca de Sabito con sus manos.

Indah aguanta una risa. -Sí, hay más y otros platos que de verdad tienen que probar. No te preocupes, Tomioka, todo está bien -aplaude emocionada-. Por esto me encanta ser guía cuando vienen turistas.

Giyuu duda por un momento, pero cuando Sabito se levanta y lo agarra de la mano, sabe que no tiene opciones, porque sí Sabito toma una determinación, ni el diablo lo detiene.

El día pasó más entretenido de lo que se pensaba. Probaron tantos platos nuevos que Giyuu y Sabito no pueden hacer la cuenta de cuántos fueron en total. Luego, después de que deleitaron su paladar con la gastronomía indonesa, corrieron a meterse a la piscina, que tiene servicio nocturno.

Si bien salieron de allí a las nueve de la noche para comer, se la pasaron muy bien; más tarde, después de cenar otro platillo que no conocían, Indah los llevó a conocer otras partes fuera del hotel. Giyuu nunca ha sido alguien fotogénico, pero hay ocasiones donde se hacen excepciones, y Sabito no podía dejar pasar la oportunidad para tomarle miles de fotos a su esposo.

Los primeros tres días pasaron muy rápido, Giyuu estaba muy feliz de poder compartir tiempo y espacio con Sabito como hace mucho no lo hacía, y mejor aún, Indah y Dian se encargaban de hacer que sus vacaciones fueran más divertidas.

-¿Entonces, que han decidido? -pregunta Dian, bebiendo el jugo de naranja que pidieron.

-No lo sé, yo... Es que... Ahg, no tiene caso. -Giyuu suspira rendido, acomodando sus gafas de sol.

-Es sencillo, si se pierden, voy y los busco. -menciona Indah, sin apartar la vista de la revista que lee.

-No sé leer un mapa, Giyuu menos. -interrumpe Sabito e Indah eleva la mirada hacia él.

Los cuatro están en la playa, no queda muy lejos del hotel, de hecho está al frente, sin embargo, hoy es el día libre que tiene Indah y Dian, por lo tanto decidieron acompañarlas un rato. Giyuu fue sobre todo con el impulso de que su piel pálida agarrara más color.

Le encantará ver la cara de Shinobu cuando vuelva.

-¿Nunca estudiaron bien Geografía? ¿Cómo dan las clases en Japón? O sea, ustedes me entienden porque les hablo en japonés, de hecho estudié el idioma, pero nunca he viajado a ese país. -menciona Dian.

-¿Ustedes nunca han viajado a Japón? -pregunta Giyuu, curioso.

-No. Tal vez algún día, no lo sabemos, pero estoy segura de que me pierdo apenas llegue. Además, no tengo a donde ir y quedarme en un hotel vale mucho. -Dian se encoge de hombros.

Sabito mira a Giyuu de reojo.

-Si vienen a nuestra ciudad pueden quedarse con nosotros. Nos encantaría devolverles el tour. -habla Giyuu, leyendo la mirada de su esposo, que sonríe satisfecho.

-¿Enserio? ¿De verdad nos adoptarían? -los ojos de Dian brillan con ilusión.

-¡Idiota! Más respeto. -la reprende Indah y me da un golpe en la espalda.

-¡Pero ellos nos dan posada! ¿Cuál es el problema? -lloriquea Dian.

Sabito ríe divertido. -Ustedes me recuerdan a Makio y Suma. -suspira, que recuerdos.

-Sabito... -Giyuu lleva su mano hacia el cabello melocotón de su esposo- Debemos llamarlas luego.

-¿Quienes son ellas? -pregunta Dian con curiosidad.

-¡Dian! Deja de ser chismosa. Enserio me estás sacando de quicio. -se queja Indah.

-No te preocupes, Indah. Si nos visitan algún día, podrán conocerlas, les juro que tendrían demasiada curiosidad por ustedes. -Giyuu se encoge de hombros.

-¡Enserio tengo que ir! Tengo vigente mi visa, mi pasaporte... ¡Todo! -Dian ríe.

Para Sabito, le es impactante ver cómo fuera del trabajo todos los aires de profesionalismo que tienen Dian e Indah dejan de existir. Es como si fueran otra persona, y le agrada mucho.

-Les juro que me pondría muy feliz si me visitan. -sonríe Sabito.

-En fin, chicos ¿entonces siempre irán? -Indah cambia de tema de conversación.

-Sigo pensando que es pésima idea. -menciona Giyuu.

-Entonces vayan a la otra playa. Está a unos kilómetros, si se pierden hagan un SOS que nosotros corremos. -señala Dian.

Sabito y Giyuu se miran por unos momentos ¿realmente es una buena idea? Quieren salir por un momento ellos solos, pero es... Difícil.

-Hecho. -acepta Sabito.

-¡¿Qué?! ¡Sabito, no! -Giyuu se quita sus gafas de sol.

-Vamos, sé divertido. -Sabito se encoge de hombros.

-Ahg... Está bien, pero si me atropella un caballo es tu culpa. -Giyuu se cruza de brazos, molesto.

Sabito suelta una carcajada, adora enojar a su esposo.

-¿Y si vamos al mar? Ya me aburrí. -Dian se levanta de la silla.

-¡Vamos! -grita Sabito y tira de la mano de Giyuu, obligándolo a levantarse.

-¡Sabito, espera, idiota! -Giyuu quiere safar el agarra de Sabito, pero no lo logra.

-No se olviden de mí. -Indah corre hacia ellos y se tira sobre el agua salada.

Bien, un día de playa no hace mucho daño.

-Si ven un caballo, solo digan su camino -recomienda Indah por décima vez-. Y por favor, no le hagan demasiado daño al auto.

Sabito asiente, escuchando a Indah. Sabe que es el auto de ella, y es por eso que intentará no hacer rayones o algo así por el estilo, está seguro de que lo mata, porque un Jeep Wrangler todoterreno siempre cuesta, e Indah lo consiguió con sangre y sudor.

-Antes de cualquier cosa, es muy lindo tu auto. -responde Sabito.

-Bueno, me gusta pensar que estoy en África y por eso elegí el color verde. El negro lo tiene el Jeep de Dian, así que prefiero ser original. -Indah se encoge de hombros.

-Indah ¿esto está permitido? -pregunta Giyuu, nervioso.

-¿Ah? Claro que no, porque mis cosas personales no tienen nada que ver con el hotel, pero supongo que todo está bien. Igual el jefe no correrá con el gasto. -responde Indah.

-¡Hey, Indah! Necesito una mano. -una voz interrumpe su pequeña charla y tanto Giyuu como Sabito llevan la mirada hacia allá.

Una mujer de piel blanca viene caminando hacia ellos con algo en su mano. Parece ser una herramienta, Giyuu y Sabito no pueden descifrarlo bien, ya que anteriormente, esa persona habló en un idioma distinto al suyo.

Parece ser Indoneso.

-Oh, es Cahya. Ya vuelvo, no se vayan aún. -se disculpa Indah y corre hacia la muchacha.

-¿De qué crees que estén hablando? -pregunta Sabito, curioso.

-¿Ellas? Bueno, solamente le entendí cuando dijo Indah, pero si notas, su pronunciación es distinta a la nuestra. No sé cómo logré entender. -Giyuu se encoge de hombros.

-¿Ya se van? Me acabo de dar una escapada para despedirme de ustedes. -Dian aparece en el asiento trasero y dan un brinco del susto.

-¡Dian! -se quejan al unísono.

-Perdón, enserio. Pero bueno, espero que no le hagan daños al auto de Indah, no es por echarles la sal, pero enserio, el que se mete con su auto, es hombre muerto. -señala ella.

-¿Qué es echar la sal? -pregunta Giyuu.

-Es algo así como decirles que ojalá rayen el Jeep. -Dian se encoge de hombros.

-¿Qué? Ni lo menciones, Dian, te lo agradecemos. -prefiere Sabito.

Dian suelta una carcajada. -Bueno, bueno, cambiando de tema ¿Qué decían sobre Indah y Cahya?

-¿Ella se llama Cahya? -pregunta Sabito, mirando disimuladamente a la mujer que charla con Indah en otro idioma.

-Sí, creo que Indah se los dijo -Dian coloca una mano en su mentón, pensativa-. En fin ¿tienen algunas dudas sobre el indonesio?

-¡Sí! Su pronunciación es rara -menciona Sabito y Giyuu golpea su espalda- ¿Qué?

-Oh -Dian ríe-. Cada idioma tiene su respectiva pronunciación, así mismo su propio acento. Así que no se preocupen. Los nombres suenan distintos.

-Gracias, Dian. Mi esposo suele ser algo idiota, yo ya lo sabía pero...

-Solo aclaro dudas, Giyuu. -Sabito interrumpe a Giyuu.

-¿Porqué tienen que ser tan lindos? -Dian hace ojitos y ambos hombres se sonroja ¿lindos?- O sea, no piensen que quiero robarmelos o algo así, no, me refiero a que ustedes hacen una maravillosa pareja. De hecho sigo sin entender como nos volvimos tan cercanos.

-Yo tampoco lo entiendo. -sonríe Sabito.

-¡Volví! Tengo que irme porque Cahya necesita de mi ayuda, así que nos vemos y que les vaya bien. Enserio, se me cuidan -señala Indah, volviendo de nuevo-. Y tú, Dian, baja de ahí, ellos tienen que irse.

Dian hace una mueca. -Bien. -y baja del auto.

-Pufff ¿esas no son nubes grises? -Indah mira el cielo y los tres ven hacia esa dirección.

-No creo que llueva, el clima últimamente es bipolar -Dian se encoge de hombros-. Ustedes tranquilos. -sonríe hacia Sabito y Giyuu, que suspira aliviados, no traen paraguas.

-En fin... ¡Adiós, chicos! -se despide Indah.

Giyuu agita su mano mientras Sabito enciende el motor. Nunca condujo un auto todoterreno antes, porque al vivir en una ciudad, no es muy necesario tener uno.

-¡Adiós Indah y Dian! -se despide Sabito antes de comenzar a conducir.

Ellas los observan irse, entonces, Dian limpia una lágrima imaginaria de sus ojos.

-Ya me encariñé, Indah. -susurra Dian.

-Tú te encariñas con todos. -ríe Indah

Giyuu tararea al ritmo de la música, nunca ha sido del tipo de persona que le guste escuchar rock, pero después de oír la canción que tenía Uzui en sus auriculares, no pudo evitar buscar más.

-Me gusta. -susurra Sabito.

La risa de Giyuu resuena en el auto y lleva la mirada hacia su esposo. Se ve bien, tiene una camisa de azul con palmeras, trae sus gafas de sol puestas y su cabello recogido en una coleta alta. Giyuu siempre ha pensado que Sabito se ve aún más guapo con su cabello de esa forma, aunque nunca se lo dirá.

-Me alegra que te gusten los gustos de Tengen. -bufa Giyuu y Sabito niega con una sonrisa en su rostro.

-No lo niegues, son muy extravagantes.

-Oh, sí. -Giyuu concuerda y ambos se queda en silencio.

Giyuu lleva su mirada hacia otra parte, el paisaje es muy hermoso, las montañas verdes y hasta el camino rocoso se le hace bonito. Las nubes grises no ayudan mucho, pero de todas formas no se ven tan mal, solo espera que no llueva, cómo dijo Dian, ya que Indah quitó la cubierta de malla que tenía el jeep.

Así si llueve, se mojarán y mucho.

Sabito nota lo entretenido que está Giyuu y detiene el auto.

-Amor ¿quieres una selfie conmigo? -pregunta Sabito quitandose sus lentes y haciendo ojitos de cordero.

-Sabito... -Giyuu se queja, no desea verse en la cámara ahora.

-Pero bebé, casi nunca te tomas fotos conmigo, me pondré triste si dices que no. -pero Sabito no se rinde y usa su última arma: el chantaje.

-No es no, Sabito. -Giyuu frunce su ceño, serio. Eso no funcionará con él.

Sabito suspira, aburrido, y vuelve a poner el auto en movimiento. Definitivamente su marido es demasiado amargado, pero bueno, así lo ama y no puede hacer nada al respecto; vuelve a poner la música para que no haya tanto silencio y continúa el trayecto.

Bien, Giyuu no se esperaba eso. Tal vez si Sabito hubiera insistido una vez más le hubiera aceptado, y no lo hizo.

-¿Sabito? -Giyuu llama a Sabito un poco nervioso.

-Dime.

-Yo... Bueno, perdón, simplemente no quería una foto y...

-Nah, no es nada, Giyuu, mejor disfruta el viaje que muy pronto volveremos. No quiero que vaya a llover. -Sabito se coloca sus lentes de sol.

Giyuu hace un puchero molesto y se cruza de brazos. Es muy infantil de su parte, pero no tiene mejor manera de hacer que en algún momento Sabito le preste atención, cosa que sí pasa, porque su esposo suspira y coloca un mano sobre su pierna.

-¿Entonces? -pregunta Giyuu.

-¿Nos devolvemos? Tengo miedo de perderme siendo sincero. -susurra Sabito.

-Yo también, pero no me cambies de tema ¿me perdonas? -Giyuu arquea una ceja.

-Ay, Giyuu, sabes que no tengo nada de qué perdonarte.

-Pufff, no tienes remedio, Sabito. -el mencionado ríe sonoramente.

Luego, ambos disfrutan el viaje durante unos minutos, ya que Sabito detiene el auto para que puedan tocar tierra. Giyuu se baja seguido de Sabito y los dos se quedan parados frente al camino que lleva a una playa que se alcanza a ver.

-Giyuu, sospecho que viajamos más de unos 5 kilómetros, Indah me golpeará. -ambos sueltan una carcajada.

-No lo sé, Sabito, pero si Indah te golpea la mato.

-Claro, ¿entonces tú eres el único que tiene derecho a golpearme? -pregunta Sabito, divertido.

-Correcto. -Giyuu responde con orgullo.

-Sanemi me comentó que debería demandarte por maltrato animal. -bufa Sabito al recordar el chat del grupo.

-Ese idiota... -gruñe Giyuu.

-O sea, no es por meterme en su relación de exs, pero deberían darse más cariño, yo que sé. -Sabito se encoge de hombros.

-Sabito, lo intentamos. -señala Giyuu.

-Ajá... Oye ¿es mi parecer o esas nubes grises se están acercando aún más? No es como que desconfíe de Dian, pero...

-Es extraño. En realidad, parece que si lloverá. -Giyuu interrumpe a Sabito mientras los dos miran el cielo y se quedan en silencio.

-¿No te parece caliente? -pregunta Sabito de repente.

-¿La lluvia?

-Sí.

-La lluvia es fría, no es caliente. -Giyuu se encoge de hombros y Sabito lleva sus dedos al puente de su nariz.

-Joder ¿porqué eres tan despistado? Quiero llorar. -susurra Sabito.

-¿Qué? -Giyuu se siente confundido- Sabito.

-Olvidalo.

Giyuu hace una mueca y lleva sus manos al rostro de Sabito, acunandolo. Sabito baja su mirada y se detiene a observar los ojos azulados de Giyuu, que lo miran espectantes.

-No voy a olvidarlo, quiero entenderlo, amor. -murmura Giyuu con su calmada voz.

El pecho de Sabito se agita, su esposo se ve muy hermoso desde esa posición, más de lo que ya es, porque Giyuu es una belleza de otro mundo. Aún se sigue preguntando cómo logró conquistar a un chico tan lindo y delicados como él.

-¿De verdad quieres saberlo? -pregunta Sabito, llevando sus manos hacia las caderas de su esposo.

-Sí... -Giyuu asiente.

-Bueno... Más o menos, con mi pregunta de si te parece caliente la lluvia, me refería a que si no te parece excitante la idea de que te folle bajo la lluvia... No lo sé. -Sabito sonríe.

-Oh, ya veo -las pupilas de Giyuu se dilatan de solo pensarlo-. No me aparece tan malo, de hecho, tú y yo tenemos una cuenta pendiente desde hace meses.

Sabito deja salir una risa. -Mmm ¿y de casualidad no quieres que la saldemos aquí? -baja sus manos hasta los glúteos de Giyuu y los acaricia de manera incitadora.

-¿Yo? -Giyuu deja de acunar el rostro de Sabito para enredar sus brazos en el cuello de su esposo- Dime, ¿tú qué crees? -mueve sus caderas hacia adelante, provocando que Sabito sienta su erección contra la suya.

-Giyuu, me estoy controlando para no ponerte en cuatro contra el capó del auto y follarte hasta que se me quiten las ganas que te tengo durante estos meses. -susurra Sabito en un jadeo por la fricción através de la ropa.

-Sabito, yo no quiero que te controles... Necesito que liberes nuestro estrés. -Giyuu muerde su labio inferior, intentando verse sexy.

-Mierda, eso no es justo. -por la voz ahogada de Sabito, Giyuu sabe que ganó.

-Sí es justo, ahora bésame. -masculla Giyuu y Sabito no tarda en obedecer, primero mordiendo el labio inferior de Giyuu y luego chocando sus labios en un intenso beso.

Giyuu da un brinco que le ayuda a enredar sus piernas en la espalda baja de Sabito y disfrutar aún más de la placentera y caliente boca de su esposo. Sabito no quita sus manos del trasero de Giyuu, mientras mueve sus caderas hacia adelante, haciendo que Giyuu gima entre el beso y se ponga aún más dolorosamente duro.

Las piernas de Sabito lo guían hacia el auto, y sienta en el capó a Giyuu. Realmente, sí tiene planes de ponerlo en cuatro ahí mismo, no quiere manchar el interior del auto de Indah. Además, le daría mucha vergüenza.

Dándole una mordida en el labio inferior a Giyuu, se separa del beso y sonríe al ver el rostro sonrojado de su esposo. Su cabello está un poco despeinado, pero eso no le quita lo atractivo, de hecho, se ve más sexy que nunca.

-Oye... -Giyuu se queja bajo la atenta mirada de Sabito- no quiero que dejes de besarme.

-Te besaré, pero no solo será en la boca. -Sabito le da una lamida a sus labios antes de bajar hasta su cuello.

Giyuu respira profundamente cuando siente la respiración de Sabito contra su piel, su cuello siempre ha sido una parte muy sensible de él, y Sabito sabe cómo hacerlo temblar solo estimulandolo

Las manos de Sabito bajan hasta sus bermudas, quitando el cinturón y desabrochando los botones de una forma tan tortuosamente lenta que Giyuu siente que primero morirá antes de sentir un poco de alivio.

-Estás muy desesperado hoy... Amor. -susurra Sabito, dando una lamida a la franja morada recién hecha que adorna la piel lechosa de su esposo.

-Huh, por favor... Necesito que me toques. -Giyuu habla con su voz rota, necesita sentir las manos de Sabito.

-Lo que pida mi amor, son ordenes. -Sabito sonríe socarrón y saca de la ropa interior el miembro erecto de Giyuu.

-Ah, joder... -Giyuu muerde su labio inferior ante el contacto.

El dedo pulgar de Sabito se desliza por la punta antes de subir y bajar su mano, causando olas electrizantes de placer a Giyuu. Por primera vez, no le importa gemir tan alto, ha deseado esto por tanto tiempo que no cabe en su mente evitar su voz.

-¿Te gusta como te toco? -Sabito deja de besar el cuello de Giyuu para mirarlo directamente a los ojos.

-Mmm, ngh... Si, si... Ah... -gime Giyuu en respuesta, con los ojos llorosos. Normalmente, nunca se ha dejado llevar tan fácil, pero lleva tanto tiempo sin ser atendido por Sabito que está muy sensible.

-Eso, gime para mí, déjame escuchar tus sensual voz. -gruñe Sabito, y Giyuu nota la mirada oscurecida de su esposo por la lujuria.

No es justo, no durará mucho si Sabito sigue hablando de esa forma.

-Déjame tocarte. -susurra Giyuu entre su lío de gemidos, necesita darle placer a Sabito.

Una leve gota cae sobre su piel, y Giyuu mira el cielo de inmediato, una gran nube gris los está cubriendo, y no es la única gota que cae, pronto muchas más están comenzando a caer.

-Giyuu, va a llover, yo creo que...

-¡No! Estoy muy caliente para que me dejes así y necesito, enserio, que me folles. -Giyuu agarra el cuello de Sabito y lo obliga a acercarse a él.

-Amor... Podremos seguir en la habitación -susurra Sabito rozando sus narices-. Habría más libertinaje y...

-No me importa, no aguantaré hasta llegar al hotel, Sabito. -Giyuu hace un puchero, y Sabito no puede negarse a esa mirada tierna y llena de excitación al tiempo que le da su esposo.

-Mmm, entonces así lo quieres... -Sabito sonríe vuelve a reanudar el movimiento en el miembro de Giyuu- Dijiste que querías tocarme, adelante.

Giyuu gime y deja de agarrar el cuello de Sabito para bajarlas hasta sus pantalones.

-Uh... S-Sabito, necesito que dejes de tocarme para... Mierda... -Giyuu maldice, Sabito ha acelerado el movimiento.

-No bebé, jamás. -gruñe Sabito y él mismo desabrocha con su mano libre su pantalón, bajando el cierre y luego, sacando su pene erecto, que ya estaba dolorosamente duro bajo su ropa interior.

Giyuu no puede evitar morder su labio inferior por la vista, e imaginarse a Sabito empotrandolo contra el auto lo excita aún más y hace gemir involuntariamente.

-¿Te gusta el panorama? -pregunta Sabito, mordiendo el lóbulo de su oreja.

-Ahhh, sí... -Giyuu extiende su mano para acariciar el miembro de Sabito.

-Mmm... -Sabito suelta un leve gemido que hace sonreír a Giyuu, le gusta escuchar a su esposo. Su voz suena tan varonil que lo pone a mil.

-Acerca tus caderas. -pide Giyuu, ocultando su rostro en el hombro de Sabito, sintiendo si camisa húmeda por la lluvia.

Su esposo logra entender lo que quiere hacer, por eso, hace que Giyuu se resbale un poco en el capó y junta sus dos miembros. Giyuu jadea completamente excitado, el roce de su pene contra el de Sabito y el agua resbalando por sus cuerpos es demasiado.

Sabito comienza a masturbarlos a ambos, subiendo y bajando su mano con rapidez. La vista obscena de su líquido preseminal mezclándose, las gotas de agua y el placer que le brinda Sabito logra que su mente se vuelva en blanco y no se permita pensar en nada más que no sea su esposo, él es lo único que puede llenar su mente.

-Giyuu... Bebé -llama Sabito-. No te corras aún.

Entonces, la pequeña burbuja de placer en la que se encontraba, fue rota abruptamente cuando Sabito deja de masturbarlo, impidiendo que no pueda llegar a la cumbre más alta del clímax.

-Sabito... -susurra con reproche.

-Ya, tranquilo -Sabito le da un beso rápido en los labios-. Sé un buen chico y tendrás lo que quieres...

Giyuu gime, las palabras de Sabito suenan tan tentadoras que no puede negarse y asiente con rapidez. Muy pronto, la lluvia se vuelve más intensa, y la ropa de ambos se comienza a empapar.

-Seré un buen chico. -murmura y Sabito agarra su cuello para atraerlo a él y darle otro beso intenso que le quita el aliento.

En un movimiento rápido, Sabito baja a Giyuu del resbaladizo capó y le da vuelta dejandolo de espaldas a él. Sabito termina de bajar las bermudas de Giyuu hasta sus rodillas junto con su ropa interior, deleitandose con la magnífica vista.

-Joder... -Sabito toma un puñado del trasero de Giyuu, viendo como sus dedos se hunden en la piel blanda húmeda por la lluvia- Solo yo puedo verte así ¿verdad?

-Sí... -asiente Giyuu, jadeando. Se siente desesperado, la fricción que siente de su pene colgando y goteando duro entre sus piernas con las gotas de agua es exasperante- Soy solo tuyo.

Una sonora risa retumba desde la garganta de Sabito. Y separa ambas nalgas, pasando la yema de su dedo pulgar por la entrada de Giyuu, que se contrae debido al contacto.

-Nuh-h -Giyuu gimotea y menea su trasero de un lado a otro, para incitar a Sabito.

-¿Quieres que te folle? -pregunta Sabito, con una sonrisa socarrona.

Giyuu lo mira por encima de su hombro con ojos suplicantes. Algunas lágrimas acumuladas se deslizan por sus mejillas, su cabello está húmedo y Sabito gruñe molesto, siempre sucumbirá ante la mirada desesperada y excitada que le dedica Giyuu.

Sin embargo, jugará un poco más.

Sabito deja de sujetar la nalga derecha de Giyuu para meter sus dedos en la húmeda boca de su esposo. De inmediato y casi automático, Giyuu lame y chupa los dedos de Sabito, pasando su lengua por ellos de manera provocativa.

Luego, Sabito empuja su pene erecto hacia el trasero de Giyuu, sin penetrarlo, y pasando por sus glúteos hacia arriba y abajo; Giyuu se tensa al sentir el miembro de Sabito rozar su entrada. Es malo, sabe cómo volverlo loco.

-Mmm... -murmura y Sabito saca sus dedos llenos de saliva de su boca.

-Dime bebé. -llama Sabito con voz dulzona, dejando de tocar su trasero con su miembro.

-S-Sabito. -gime con desesperación su nombre. Las frías gotas de lluvia lo reciben después de que Sabito se aparta de él.

Su esposo lleva sus dedos hacia su entrada con lentitud y presiona con suavidad, sacando otro gemido de Giyuu.

-¿Ya te parece caliente la lluvia? -pregunta Sabito de repente y Giyuu vuelve a mirarlo por encima de su hombro.

Mierda. Giyuu nunca podrá describir lo sexy que se ve Sabito con su cabello mojado, con la camisa pegada al cuerpo y con una sonrisa y mirada llena de lujuria en su rostro. Es demasiado.

-Huh, sí... Mmm -Giyuu cierra sus ojos cuando un dedo entra en el. Duele un poco, pero no es nada que no pueda soportar, ya que no ha sido abierto en demasiado tiempo, sabe que pasará.

-¿Quieres otro? -Sabito se inclina hacia su esposo y lame el caparazón de su oreja.

Espera a que Giyuu abra la boca para decir por favor para meter otro dedo, interrumpiéndolo y sacando un gemido destrozado de él.

-¡Ahhhh! Joder, Sabito. -Giyuu intenta aferrarse a algo, pero no puede, lo único que logra hacer es colocar sus manos en el resbaladizo capó del auto mientras los dedos de Sabito lo abren.

Muy pronto, Sabito deja de pasar las yemas de sus dedos para hacer tijeras con ellos. Los ojos de Giyuu se abren de par en par por la impresión y el intenso placer que le causan los movimientos descontrolados de Sabito. Abre más sus piernas y pega su rostro al metal.

-Estás tan apretado... -Giyuu gime por las palabras.

-Sabi-to... Por favor... -suplica, sus dedos no son suficientes.

-¿Por favor qué, Giyuu? -pregunta Sabito con una sonrisa.

-Por favor, por favor, fóllame, lo necesito. -ruega Giyuu tan alto como su voz le permite.

Sabito levanta la pierna de Giyuu y la coloca sobre su hombro húmedo, agarrando su pene para alinearlo contra la entrada de Giyuu.

-¿Quieres esto? -pregunta Sabito, jadeando, y hundiendo la punta, disfrutando ver a Giyuu retorciendose contra él.

-¡Huh! Mmm, dulzura, fóllame. -Giyuu usa sus palabras como un arma de doble filo, y por primera vez, Sabito no siente la necesidad de besar con amor a Giyuu cuando lo escucha decir dulzura.

Ahora, solo quiere follarlo y marcarlo tanto que no quede duda de que le pertecene.

-Juegas sucio. -menciona Sabito con una sonrisa, entonces, mueve sus caderas hacia adelante, hundiendo su miembro en el placentero calor que le proporciona el interior de Giyuu.

-Mmm, mmm, sí... -Giyuu muerde su labio inferior con fuerza, siente un poco de ardor, pero es más el placer que le brinda el peso del pene de Sabito en sus entrañas.

Hoy, Sabito no se toma la molestia de esperar a que Giyuu se acostumbre. Desea acabar con él hasta dejarlo exhausto, porque está seguro de que su esposo se lo agradecerá.

Sabito sale del interior de Giyuu casi por completo, recibiendo una queja por su parte, pero no lo hace esperar más y arremete contra él; un gemido destrozado retumba desde la garganta de Giyuu.

-¡Ah! Si, Sabito ¡Más fuerte! ¡Fóllame más fuerte! -pide y no tiene ganas de arrepentirse por decir esas palabras obscenas.

Sabito gruñe y se aumenta el ritmo. Giyuu arquea sus espalda y baja la mirada, viendo cómo las caderas de Sabito se mueven contra él.

-¡Uh- Sabito ¡J-joder! Ah-ahhh

-¿Se siente muy bien no? -jadea Sabito, observando con una sonrisa victoriosa el rostro de éxtasis de Giyuu.

-¡Sí! ¡Ah... Más fuerte! -Giyuu muerde su labio inferior con fuerza, las gotas de agua comienzan a resbalarse por su rostro, mezcladas con el sudor.

Sabito se deleita con la vista, viendo cómo abre a Giyuu y de paso, su glorioso cuerpo. Se ve muy sexy con su playera blanca pegada al cuerpo, que se ha vuelto casi transparente por el agua, y no puede evitar lamerse los labios con hambre, notando como los pezones rosados de Giyuu resaltan.

Aumenta el ritmo, causando sonidos obscenos que hacen ver estrellas a Giyuu. Hace tanto que no sentía a Sabito que con el más mínimo movimiento que hace con su miembro lo vuelve loco de placer.

-Lo encontré. -susurra Sabito.

-Mmm ¿qué encontras...? Ahhh, carajo. -Giyuu no puede preguntar, es interrumpido por una embestida contra su punto dulce.

El pene de Sabito se estrella contra él, y se clava con fuerza contra su próstata. Giyuu chilla de placer al sentir una intensa y caliente sensación en lo profundo de su vientre, está llegando a su punto máximo, y más embestidas de Sabito no se detienen.

-Sabito, voy a...

-Córrete por mí, bebé. -susurra Sabito en su oído y Giyuu no puede contenerse más. Gimiendo tan alto como su garganta se lo permite y salpicando su estómago y un poco de su rostro.

-Lléname. -es lo único que alcanza a articular mientras disfruta el intenso placer que le brinda su orgasmo.

-¡Joder-joder! Nhn... Giyuu. -gime Sabito con su voz ronca cuando las paredes de Giyuu se contraen y lo llevan a su propia corrida, derramándose en el interior de su esposo.

-Sabito... -Giyuu jadea por la sobre estimulación y deja su boca abierta, soltando leves sonidos ahogados.

Sabito deja caer su cabeza en el hombro húmedo de Giyuu.

-Mmm... Giyuu, está lloviendo. -susurra Sabito levemente, suspirando con su respiración agitada.

-Eres muy sensual con tu cuerpo mojado, Sabito. -murmura Giyuu y Sabito sonríe, saliendo de su interior.

Giyuu se pierde por un momento en la estimulante sensación de cómo la escencia de Sabito se escurre por sus piernas.

Ambos se quedan en un silencio cómodo, los dos están cansados y no tienen intenciones de moverse, aunque la lluvia los esté mojando aún más y pronto sufran de una gripa. Solo esperan que Indah no los busque aún, no desea que los vea en esta situación.

-Giyuu, no tenemos ropa seca, parece que tendremos que irnos así. Ni hablar del interior del auto de Indah. -menciona Sabito, ajustando sus pantalones.

-Al menos no está manchado de nada raro. -bufa Giyuu por un momento y sube sus bermudas totalmente empapadas.

Ya más tarde tendrían tiempo para pensar en que decirle a Indah.

Nota: ¡Hemos llegado al final! Realmente este fue el capítulo más largo que superó todos mis records con un total de 13 mil palabras y algo más. No es mucho, ya que una amiga llegó a las 19 mil, pero sigo feliz por eso.

Las imágenes lograron su límite, creí que no alcanzarían, pero estuvo apenas jsjsjakekf.

Espero que haya valido la pena leer tremendo texto, porque sinceramente, este fue el capítulo que más amé escribir y que disfruté como nunca (me reí como loca mientras escribía la escena dónde Giyuu besa a Sabito porque estaba celoso).

Nos leemos, o bueno, no sé porque me aplicaron la segunda dosis de la vacuna y es probable que nunca me vuelvan a ver.

Sisisisi, ya me despido :p

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