2: Un cuarto con un sol escondido

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Yeonbin

Soobin nunca había sido particularmente un chico hablantín, desde que era pequeño rara vez se le escuchaba gritando o hablando hasta por los codos, incluso era un poco extraño escucharlo reír a carcajadas, normalmente solo bufaba, sonreía y soltaba pequeñas risillas casi inaudibles o simplemente reía sin sonido. Soobin era callado por naturaleza sumandole que era un poco tímido con todos, incluso personas que podrían ser consideradas cercanas, su timidez estaba presente siempre pero había podido manejarla.

Tampoco era precisamente sociable, tomando en cuenta las dos características anteriores y su escaso interés con entablar conversaciones que, según él, eran innecesarias su círculo social era pequeño y preciso. No cualquier había logrado mantenerse al lado del azabache por el mero hecho de que Soobin no fuese alguien insistente con mantener una conección, algunos varios terminaban creyendo que era alguien frío y malagradecido por lo tanto se alejaban mayormente enojados con él.

Claro que no podría importarle menos, después de todo Soobin no buscaba amistad eterna con todo aquel que se le acercaba por lo tanto no le afectaba en nada cuando estos solían irse de su vida.

Su mejor amigo en realidad era su primo de su misma edad, habían crecido juntos y aunque hubo un tiempo donde no tuvieron contacto por una estúpida disputa familiar que se arreglo a los 3 años (o al menos quedó tácita en el aire) ellos seguían siendo los mismos niños y seguían teniendo la misma relación cuando se volvieron a reunir tiempo después.

También tenía dos amigos del colegio, los únicos que sobrevivieron a tan particular forma de ser del azabache. Ellos no lograban comprender tampoco al 100% a su alto amigo, sin embargo eso no les impedía quererlo y seguir aprendiendo de él cada vez más.

Para Soobin eso era suficiente, sus tres mejores amigos y su padre. No necesitaba más que eso para sobrevivir en este mundo, sin embargo no entendía porqué su padre insistía tanto en que fuese más sociable, que buscara más amigos, que saliese más de casa. Le resultaba abrumador pero gracioso, normalmente escuchaba como los demás se quejaban que sus padres no les daban permiso para salir, regañándolos por llegar unos minutos tarde a sus casas por haber estado jugando y haberseles pasado el tiempo, quejándose que sus hijos solo se la pasaban en la calle y debían dedicarle más tiempo al estudio en lugar de estar perdiendo el tiempo, pero para Soobin era al revés.

Estaba seguro que si le pedía permiso a su padre para salir e ir a una fiesta que durase hasta la madrugada, seguramente su padre inclusive le diría que no se atreviese a volver a casa hasta que hubiesen pasado al menos 4 horas desde que se haya ido, pasaba lo mismo cuando llegaba tarde a veces por jugar con los chicos un rato, llegaba a su casa disculpándose por la demora pero su padre siempre le preguntaba si no había querido quedarse más tiempo.

"–Solo está preocupado Soo. le había dicho su amigo, Taehyun, una vez— Te la pasas en casa sin querer salir por días y parese que siempre tienes un palo metido en el culo con esa cara de amargado que pones. Es normal que quiera que te diviertas más."

Innecesario.

Eso era lo que pensaba el azabache. Salir para divertirse era innecesario, aunque admitía que muchas veces se aburría encerrado en su hogar pero no era que le molestase eso realmente.

Además, salir casi siempre le hacía sentir...no muy bien. La mayoría de las veces que sabía debía salir de su casa sentía una sensación extraña por su cuerpo que no le gustaba, especialmente en su pecho, y entonces se encontraba negándose profundamente a poner un pie fuera prefiriendo volver a sus pijamas e ir a su cuarto.

Ese día no era la excepción.

Se encontraba tirado en su cama revisando su teléfono por millonesima vez en el día, era un sábado por la tarde y no tenía nada que hacer. Sus deberes los había terminado no precisamente porque fuese el más aplicado ni un estudiante excelente, en realidad era promedio y solo pasaba porque tenía que, los había terminado porque estaba aburrido y no encontró algo mejor que hacer. Sin embargo ahí estaba nuevamente, tirado y otra vez aburrido.

Alguien tocó la puerta de su cuarto suavemente haciendo que levantase la vista por unos segundos de la pantalla de su teléfono antes de decir un ligero "Pasa" lo suficientemente fuerte para ser escuchado. Su padre entonces abrió la puerta y se asomó por el hueco observando al muchacho quien no movió ni un solo músculo ante la precencia del hombre.

–Hijo, venía a decirte que saldré un rato. —anunció abriendo un poco más la puerta para poder adentrarse.

–Mm, ¿a dónde irás?

–Iré a visitar a tu tío, quiero hablar unas cosas con él. —le explicó parándose a un metro de la cama.

–¿Llegarás muy tarde? —preguntó levantando por fin la vista de su celular para prestarle atención a su padre.

–No lo sé, quizás me inviten a cenar que es muy probable.

–Entiendo. —reposó sus manos en su estómago haciendo un puchero mientras pensaba— Si es así supongo que puedo calentarme de las sobras que salieron de ayer, no te preocupes por eso.

—su padre suspiró colocando sus manos en su cadera— Verás, me preguntaba...¿no te gustaría acompañarme?

Dejó la pregunta flotar en el aire esperando pacientemente a que fuese contestada, sabiendo que se encontraba ahora en un especie de campo minado donde si pisaba mal podría llegar a explotar, aunque quizás solo estaba exagerando pero de igual forma debía saber escoger sus palabras.

–Yo estoy bien aquí. —contestó pestañando.

–Lo sé, sé que lo estás. —se acercó más para poder sentarse a la orilla de la cama y palmear el muslo del chico— Pero tu tío no solo me invitó a mi sino que a ti igual, dijo que hoy iba a haber carne azada.

–Así que si pensabas quedarte a cenar. —ahí el hombre supo que había pisado mal y ahora tenía que saber cómo quitarse de la bomba sin que explotase.

–No estaba seguro. —miró a su hijo con ojos suaves, casi poniendo cara de perro atropellado— Beomgyu estará ahí, llevan días sin verse ¿no? —intentó ahora que una nueva táctica.

–Lo vi la semana pasada, no ha sido tanto tiempo.

–Bueno pero ¿no te gustaría verlo otra vez?, tu tío me dijo que ha estado triste porque al parecer su primo favorito no le ha hecho mucho caso ultimamente.

Soobin hizo una mueca, no le había respondido los mensajes a su primo desde hacía cuatro días por el simple hecho de darle pereza hacerlo, tambien la última vez que se vieron el alto chico no andaba con muchas ganas de socializar ni de hablar por lo que Beomgyu se la paso hablando sin recibir mucha respuesta a cambio. Sabía que su primo podía llegar a ser sensible y dramático por lo que muy probablemente si se haya sentido mal después de haberlo ignorado la mayor parte del tiempo, aunque Beomgyu también lo conocía a él siendo tan...Soobin, debía de tener en cuenta que habían períodos de tiempo así donde el alto y pelinegro chico se escondía nuevamente en su cueva cuando ya había tenido suficiente del exterior.

Oh pero no lo mal interpreten, Soobin no es que fuese antipatico ni un antisocial, más bien era asocial. Tenía una manera un poco fuera de lo común de ser, pero seguía teniendo sentimientos y se preocupaba por quienes él quería aunque no lo pareciera a simple vista y por esa misma razón jugando con un hilo de su camisa entre sus dedos solo dijo.

–Iré, dejame me arreglo.

Y eso fue suficiente para que su padre le sonriera abiertamente y asintiera para dejarlo solo.

Dejó caer su cabeza en la almohada arrepindiéndose de inmediato por haber aceptado, sin embargo sabía que no había marcha atrás teniendo que cumplir con su palabra. De todos modos quizás salir ese día no le iba a sentar tan mal, había tenido una semana estresante por sus exámenes de fin de semestre y justo el día anterior había tenido el último de ellos por lo que salir y convivir en familia sonaba a una buena distracción...o eso quería convencerse mientras rebuscaba entre su ropa algo para ponerse.

A él le gustaba verse bien, no se consideraba un seguidor de modas ni le interesaba realmente ese mundo pero tampoco era completamnete ignorante sobre el tema además de tener buen gusto y estilo, según sus amigos era quien mejor se vestía entre ellos y eso ya era decir demasiado considerando lo orgullosos y narcisistas que podían llegar a ser. Así que se esmeró por encontrar un buen atuendo a pesar de sus pocas ganas de salir ese día.

Pasado un par de horas donde sacaba ropa de su armario, se la probaba, no le gustaba, sacaba más y repetía el bucle sacándolo de quicio se resignó a la segunda opción que le había gustado, no era nada más que un pantalón formal café claro con una camisa de centro blanca y una camisa tipo hawaiana roja por encima. Era sencillo pero funcionaba.

Acomodó su cabello viéndose en el espejo, aunque sabía que al final no importaba ya que siempre terminaba despeinado de alguna forma pero al menos quería llegar y mantener un buen peina aunque fuese media hora, ya luego no importaba.

–¡Bin, ya vamonos! —le gritó su padre desde la planta baja.

–¡Voy! —respondió de vuelta, dándo un último vistazo a su espejo para asentir y salir de su habitación.

Revisó una dirección que se encontraba anotada en el block de notas de su celular verificando si estaba en el lugar correcto, tenía años de no haber pisado aquel lugar por lo que era normal que su memoria tuviese pequeñas grandes lagunas del camino hacia aquella casa, sin embargo logró encontrarla sin mayor problema a pesar de que parecía la habían pintado por fuera con ahora un color blanco hueso un poco manchado por las posibles lluvias, vientos y de más. El blanco es un color muy delicado.

Aparcó en frente de la casa para lurgo quitarse el casco que llevaba puesto revolviendo un poco sus cabellos negros, luego marcó un número con su celular y esperó a que la otra persona respondiera quien no tardó mucho en contestar.

–¿Hola? —se escuchó del otro lado de la línea.

–Hey, ya estoy aquí a fuera.

Oh, ya te abro. ¿Vienes con tu moto?

–Claro que si, ¿puedo dejarla en su cochera?

Dale, no hay problema.

Se escuchó entonces cómo la puerta de la cochera se abrió de par en par mostrando a un joven de largos cabellos negros atados en una pequeña coleta baja. Se adentró entonces empujando la moto mientras iba saludando al chico con un asentimiento de cabeza y una sonrisa, después de acomodarla dejando su casco atado en el asiento y las puertas de la cocheran hayan sido cerradas se acercó feliz al otro azabache abrazándolo con fuerza siendo correspondido con la misma intensidad de alegría.

–Wow, tanto tiempo sin verte. —habló risueño el más alto de los dos.

–Haz crecido mucho idiota, ahora eres mucho más alto que yo.

–Te dije que lo sería.

Ambos se separaron riendo, tenían quizás 5 años desde que se habían visto por última vez, era obvio el cambio que cada uno había tenido durante ese tiempo y lo sabían, pero a pesar de haberse visto en fotos era diferente cuando lo ves en persona con tus propios ojos como el tiempo va cambiando a las personas.

–Te ves más guapo Gyu, antes eras un renacuajo con frenillos e imperactividad. —se burló el mayor mientras caminaban hacia la puerta de la cochera para entrar a la casa.

–Mira quien habla, tu tenías acné en toda tu carota y tu voz se desafinaba peor que gallo cantando en las mañanas.

–Pero aún así era guapo. —sonrió el alto sin pudor y con toda la confianza del mundo.

–Agh, como tú digas.

Caminaron por el comedor hasta llegar a la sala donde el padre de Beomgyu miraba la tele perezoso pasando canales sin encontrar nada bueno que mirar, hasta que se dio cuenta de la tercera presencia y al voltear se topó con un alto, bien parecido y sonriente muchacho no pudo evitar la sorpresa y alegría así como no pudo evitar pararse del sofá he ir a darle un gran abrazo al chico.

–¡Yeonjun, mírate! —exclamó aún sorprendido— Eres todo un muchacho ahora, recuerdo que la última vez que te vi eras un mocoso ruidoso y malcriado.

–¿Quién dice que he cambiado? —se separó mientras bromeaba— Al menos mis padres se quejan dicendo todo el tiempo que sigo siendo un poco ruidoso.

–Igual te prefiero así, sería terrible si hubieras cambiado a alguien callado y serio, dejarías de ser tu completamemte.

Ambos soltaron una ligera risa estando de acuerdo con esas palabras, Yeonjun no sería Yeonjun si no fuera un ruidoso y energético chico.

Los tres se mantuvieron en la sala dejando la televisión encendida como fondo donde pasaban lo que parecía ser una novela turca mientras ellos conversaban y se ponían al día de sus vidas. En casi 6 años sin verse seguramente habían pasado demasiadas cosas para contar, tanto así que seguramente no les alcanzaría una sola tarde para terminar aunque eso no podría preocuparles ni un poco, ahora por fin tenían todo el tiempo del mundo para hacerlo.

La casa de su primo alguna vez fue como su segundo hogar, desde que era pequeño y su padre llegaba a dejarlo ahí para ser cuidado por la nana mientras éste se iba a trabajar junto a su tío. La familia Choi era dueña de un comedor siendo heredado de generación en generación, a la par el tío de Soobin y padre de Beomgyu también trabajaba arreglando casi todo tipo de cosas de vez en cuando para poder terminar de cubrir todos los gatos. Ahora que ambos chicos están grandes Beomgyu ayuda en el comedor y Soobin intenta safarse de esa "maldición" como le suele llamar él, realmente no estaba en sus planes quedarse con el negocio familiar aunque de alguna forma le haya terminado teniendo algún tipo de afecto al establecimiento al haber crecido ahí, él quería hacer algo más con su vida y su padre como siempre le apoyaba aunque el resto de su familia no estuviera muy de acuerdo.

Volviendo a la actualidad, ambos padre e hijo habían llegado por fin a su destino y el azabache pudo ver a su tío asomándose por la ventana para verificar que fuesen ellos antes de dirigirse al garaje y abrirles el portón. Soobin iba tarareando la canción que sonaba en la radio mientras su padre le contaba alguna anécdota que había sucedido en el trabajo el día de ayer. Realmente dejó de prestarle atención a ambas cosas cuando al comenzar a entrar en el garaje distinguió una motocicleta que se le hacía extrañamente familiar, sabía que ni su tío ni su primo sabían andar en moto o al menos no tenían una así que estaba descartado el hecho de que de la nada alguno tuviese una. En realidad nadie de su familia conducía moto excepto una prima lejana que no veía desde navidad de hace tres años, dudaba que mágicamente la chica haya decidido reaparecer y más aún con ese lado de la familia.

–¿Y esa belleza? —preguntó su padre al también notar la moto parqueada— ¿Decidiste volver a intentar andar en una?

–Ojalá fuese el caso pero ya estoy muy viejo como para aprender. Terminaría quebrándome todos los huesos antes de saber a penas cómo equilibrarme. —bromeó el hombre mientras se acercaba a su hermano y se daban su típico saludo "varonil", Soobin por otro lado se tomó su tiempo en salir del auto y bajar algunas cosas de los asientos de atrás que su padre había llevado— No, un viejo amigo de Beomgyu llegó de visita. Creo que lo llegaron a conocer de hecho, es Yeon-

Pero fue interrumpido por el grito de su ruidoso hijo quien alegaba que no sabían cómo prender el fuego de la parrilla y que llegase inmediatamente para ayudarlos sacando un suspiro del hermano mayor y una carcajada del siguiente. Entonces todos entraron a la casa para socorrerlos siendo seguidos por un alto pelinegro totalmente desinteresado por la situación, sabía perfectamente que su primo podía hacer esa simple actividad él solo pero simplemente era un holgazan de primera. No fue hasta que escuchó resaltar una voz diferente a todas las que ya estaba acostumbrado que se detuvo en seco en medio del comedor a punto de salir al pequeño patio. La risa que acompañó después hizo que cada vello de su cuerpo se crispara.

Normalmente Soobin no tenía una buena memoria, claro que si fuiste algo cercano a él en algún momento pasado de su vida te recordará pero quizás no tan claramente como debería. Usualmente no recordaba a las personas que en su opinión eran un cero a la izquierda, aquellas que llegaron y se fueron tan rápido como un tren bengala o aquellas que a pesar de haberlas conocido por un largo tiempo no marcaron nada en el cerebro del chico. Sin embargo existía alguien muy específico que fue más que todos los números juntos armando infinitas colecciones de cifras, su pequeño secreto, ese el cual parecía resurgir de sus recuerdos y se materealizó en el patio de su tío.

–Diablos Siwon, ¿no le enseñas a este niño nunca nada? —escuchó a su padre bromear.

–Oiga, eso es un insulto para mi también. —y esa voz volvió a resonar en toda la casa, ¿o en todo el planeta tierra?

–Apuesto mi costilla izquierda a que nunca le enseñaste a Soobin cómo prender un azado. —su tío retó seguido de la risa escandaloza de su primo dejando deslizar un comentario como "Soobin cocinando, quiero ver eso".

–¿Soobin?, ¿vino hoy? —preguntó el desconocidonotandesconocido.

El primer instinto que tuvo fue, literalmente, darse la vuelta en su mismo eje y huir de ahí sin embargo sus neuronas no parecieron conectar bien provocando que volviera a quedarse parado ahí cual estatua oxidada. Realmente quiso golpearse a sí mismo en ese momento y aún más cuando escuchó pasos acercarse donde seguramente alguien lo vería hacer el ridículo ahí en medio del comedor. ¿Si aplicaba el dichoso "si no los veo ellos no podrán verme" también le funcionaría?

–¿Qué demonios haces ahí parado como idiota? —no, no funcionó.

Se dio la vuelta encarando a su primo quien le miraba totalmente confundido pero con esa malicia característica de él, listo para burlarse y reírse en su cara por cualquier cosa. Esa situación no era la excepción.

–Me atonté por un momento, no me hagas caso. —se paresuró a decir cuando su cerebro pareció reaccionar acercándose a la mesa— Trajimos sodas y vasos.

–¿Seguro que nada pasa?, te siento raro. —Beomgyu se acercó también sacando las botellas de la bolsa pero aún prestándole atención.

–Creí que siempre era raro. —bromeó tratando de desviar poco a poco el tema, realmente no tenía importancia.

–Lo eres, pero hoy más.

–Solo me haz visto por 1 minuto máximo y ni siquiera me haz saludado. No puedes juzgar mi persona solo con eso.

–Te he juzgado toda tu vida querubín, ahora tengo un nivel superior donde con solo sentir tu presencia puedo saber cuándo estas raro normal y cuándo estás raro raro. —puso una mano en su cadera enfatizando sus palabras mientras miraba fíjamente al más alto— Estás raro raro, dime porqué.

Con sus dedos golpeó ligeramente el dorso de su mano cinco veces antes de simplemente sacar los vasos desechables de la bolsa y dirigirse a la cocina ignorando olimpicamente al chico junto con su insistencia. A veces le hartaba cuando su primo suponía que algo le pasaba e insistía e insistía hasta que le contase, por más mínimo que fuese.

No lo tomen a mal, realmente podría ser un gesto tierno y agradable, pero el caso es que por el más pequeño detalle de variciación en la actitud del azabache Beomgyu armaba un escándalo como si el mundo se fuese a terminar porque ese día le pintaba estar más serio o más alegre o más triste. A veces sentía como si debía tener un ánimo líneal todo el tiempo para que su primo no pensase que algo sucedía. Nada nunca sucedía en realidad, jamás sucede nada en su vida pero para su exagerado primo parecía que si, y realmente no solo era él quien se comportaba así sino que su familia tendía a quizás...sobrereaccionar ante las emociones del chico. Nunca terminó de entenderlo.

De igual forma sus intentos por evadir todo tema se habían ido, un poco, a la mierda cuando al entrar a la cocina tratando de huir un chico con cabellos negros y sonrisa de lado también entró desde la puerta del patio provocando que ambos se quedaran estáticos por unos segundos cuando se toparon, ¿o fueron minutos?

–Oh, no puede ser. ¿Soobin?

¿Era demasiado tarde para decir que ya no quería estar ahí e irse a casa?, podría tomar el auto de su padre y solo salir huyendo, el único detalle es que nunca había manejado en su vida y ni siquiera sabía cuáles eran los padelas ni para qué servían cada uno pero nada que no pudiese aprender en una emergencia. Esa era una emergencia sin duda.

–¿Te acuerdas de mi? —pregunta al no tener ni una respuesta de parte del alto— Soy Yeonjun, eramos amigos de pequeños ¿recuerdas?

"Y como olvidarte" piensa pero no se atreve a decirlo, no podía. Simplemente tomó aire disimuladamente para hacer que llegase un poco a su cerebro y hacerlo reaccionar. Maldecía el día en el que rechazó la oferta de su tía para enseñarle a conducir.

–Te recuerdo. —dice por fin— Vagamente, pero lo hago. Ha pasado mucho tiempo ¿no?

–Cinco años pueden ser mucho tiempo, si. —soltó una sonrisa de lado. Soobin juró que había sentido una cachetada imaginaria en su cara.

–No sabía que estarías aquí. ¿Cómo haz estado? —Soobin el plan es huir no hacerle plática, reprocha su voz interna.

–Beomgyu y yo nos reencontramos en instagram hace unos meses y aproveché que me estoy mudando de vuelta por aquí para venir a visitar. —explicó apoyandose en el marco de la puerta— Y pues he estado bien, no ha pasado la gran cosa la verdad pero si extrañaba aparecer por aquí.

–Ah... —rápido piensa en algo— Me alegra verte de nuevo por aquí entonces. Beomgyu debió estar muy feliz también, me sorprende que no me haya contado.

–¿No te dijo nada de nada? —había sorpresa en su tono de voz aunque, a la vez, tamb8én había diversión— Mm quizás quiso dejarte la sorpresa.

o quizás es un cobarde de mierda Bueno al final si fue una gran sorpresa, realmente me da gusto verte Yeonjun.

Ambos sonrieron pero había una incomodidad extraña flotando en el aire, Soobin tenía la pequeña ansiedad de que fuese por su culpa o la esperanza de que el contrario no la pudiese sentir y solo fuese él el paranoico. Realmente no esperaba que así fuese la primera vez que hablase con el chico después de tanto tiempo aunque nunca antes se había parado realemmte a pensar en cómo le hubiese gustado que fuese, estaba seguro que así no era.

–¡Yeonjun, el encendedor! —gritó su padre como el milagro que los sacaba de ese sofocante momento.

Antes de que el mayor pudiese excusarse Soobin ya había escapado de la cocina para ir rápidamente a la segunda plata, caminar unos 5 pasos y encerrarse detrás de la segunda puerta a mano izquierda. Claramente que su escapatoria no pasó desapercibida por los ojos de su primo quien solo suspiró y decidió que iba a darle un momento antes de seguirle el paso.

Los tres hombres en la casa siguieron con la carne, hablando entre bromas y anécdotas tanto para poner al día al invitado de ese día como para recordar momentos pasados con carcajadas y cervezas frías. Al rededor de dos horas después ya todo se encontraba listo para poder comenzar a comer, pusieron la mesa con todos los platos, sacaron más cervezas y una botella de soda luego los recipientes humeantes donde estaban la carne junto al arroz.

–Iré arriba. —anunció el segundo adulto— Tengo que ir a traer a la bestia. —bromeó haciendo ademanes con sus manos como si tuviera garras.

–Yo voy tío. —se levantó apresurado Beomgyu, quien ya se había sentado a la par de su amigo— Soy más rápido para sacarlo de ahí y de todos modos es mi cuerto. Tengo más derecho de sacarlo a patadas.

El hombre sonrió un poco dudoso pero terminó asintiendo para luego sentarse a comer mientras el joven caminaba sin prisa hacia las gradas y las subía igualmente con calma mientras planeaba como obligar a su gigante primo a salir de ahí.

–¿Soobin está bien? —preguntó el invitado— No se ha asomado desde que llegó.

–Está bien, no te preocupes. —aseguró el padre— Es solo que le gusta encerrarse y estar con su celular y esas cosas. —le restó importancia, sin embargo parecía que había algo más allá de sus palabras que no dijo y Yeonjun lo intuyó pero no insistió.

Soobin era peculiar.

O al menos así lo describía su padre. Desde pequeño le dio pánico salir fuera de casa, no era tampoco muy sociable y tampoco estaba interesado en serlo aunque sí era alguien amable y cálido una vez llegabas a conocerlo incluso si fuese muy superficialmente, bastaba con solo tener un pequeña charla con él para darte cuenta del precioso corazón que cargaba consigo y lo interesante que podría ser. Aunque a menudo se le veía muy metido en su mundo perdiendo seguido el hilo de las conversaciones o simplemente ignorándolas, inmerso en quien sabe qué ni en quien sabe donde, solo él lo sabía y tampoco nadie se molestaba en preguntar, así era mejor según él y quizás por eso también no muchos se le
acercaban.

Soobin realmente veía su mundo como una pelota grande donde cupiera él y todos sus intereses, nadie ni nada más. No necesitaba otra cosa más dentro porque siempre le bastó con su sola existencia en su pelota, de igual forma no es como si las personas estuvieran interesadas en meterse a la pelota con él, ni siquiera sus amigos, ni su padre o familia, ni siquiera su primo quien era su mejor amigo y confidente, la persona que mejor le conocía y cuidaba.

Era cómodo estar en la pelota, era como un cuarto lleno de mantas acolchonadas, con algunos libros que él amaba a un lado, su teléfono, algunos intereses más, música tranquila sonando siempre de todas partes y muchas estrellas. Su lugar seguro y su zona de confort, quien realmente era él. Nadie entendía eso y estaba bien.

Al final, Soobin era como un pequeño sol escondido en una habitación oscura.

La puerta fue tocada con un poco de fuerza obligandolo a abrir los ojos y quitarse un audífono a pesar de que hubiese preferido ignorar por completo el llamado. Le habían enseñado que no podía hacer eso, era de mala educación.

–Binbin, debes bajar ya está la comida. —la puerta fue abierta de par en par haciendo que la luz entrase y le molestase los ojos— ¿Eres un vampiro a caso?, ya te dije que al menos abras las cortinas si te vas a encerrar en mi cuerto. —regañó adentrándose para justamente abrir las cortinas y dejar que más luz pase iluminando la habitación.

Soobin se quejó y pusó su antebrazo encima de sus ojos rehusandose a salir de la pequeña burbuja que había formado con mucho esmero regresando el audífono a su oído. Justo estaba pasando una de sus canciones favoritas en ese momento, ¿por qué siempre interrumpian cuando estaba en lo mejor de algo?

–Sabes que no temo usar la fuerza bruta para sacarte de ahí. —le advirtió el chico quien se paró frente a la cama con los brazos cruzados, sin embargo no recibió respuesta alguna ni siquiera una mirada de soslayo así que suspiró y se arrodilló para poder quedar a la altura del contrario, luego con cuidado sacó nuevamente el audífono de su oído aún sabiendo que eso podía molestarlo— ¿Me dirás que te hizo meterte en tu cueva?

La última estrofa de Cheek to Cheek estaba sonando, terminando con una piano un poco alegre acompañando las voces de Ella y Louis con su vibrato. Le hubiese gustado apreciar un poco mejor esa parte pero ahora tenía a su primo mirándole a los ojos fijamemte esperando su respuesta, él por su parte no pudo mantener el contacto visula por más de 3 segundos antes de desviar sus iris al cabello largo del chico. Necesitaba un corte, ya parecía un casco.

–Simplemente quise meterme. —dijo respondiendo ambiaguamente.

–¿Y si mejor me dices toda la verdad en lugar de evitarlo?

–¿Y si no tengo nada que decir?

–Mejor dicho, nada que no quieras. —corrigió suspirando— ¿Te molestó que Yeonjun haya llegado?

El azabache no era realmente alguien transparente, era un poco difícil leer entre sus páginas y saber la reacción que tenía con las cosas. Sin embargo esta vez le fue un poco difícil aparentar cuando esa pregunta lo tomó por sorpresa y sus ojos temblaron así como sus dedos pararon de jugar con la cuerda de los audífonos por un par de segundos, segundos que el contrario notó.

–Lamento no haberte avisado, realmente no lo consideré. Es solo que sabía que te caía bien, al menos de lo que recuerdo no se hacía difícil hablar con él en aquel entonces, por lo que creí que no sería problema. Supongo que debí suponer que tanto tiempo sin verlo te debíste desacostumbrar.

–No es nada de eso. Me tomó por sorpresa claro, jamás me esperé volver a verlo pero tampoco es como que deba afectarme que esté aquí. —y en parte no mentía, había hablado alguna que otra vez con ese chico en el pasado así que que volviese así como así no debería porqué afectarle, pero lo hace, aunque fuese un poco y aunque no quisiese admitirlo— Solo no me siento con ganas de socializar hoy, es todo.

Beomgyu le observó por unos momentos no convencido con la respuesta pero sabiendo que no podría sacarle nada más aunque lo obligara, cosa que tampoco quería hacer, así que se resignó, quizás realmente no era nada y él solo estaba exagerando nuevamente todo pero le era un poco inevitable no exagerar todo cuando de Soobin se trataba. Debía aprender a calmarse aunque le costase, siempre tenía la necesidad de cuidarlo como si fuese un hermano pequeño que era en realidad como lo veía después de todos esos años juntos y aunque el pelinegro fuese mayor por meses.

Acercó entonces su mano al rostro ageno y le proporcionó un zape grande en la frente sin provocación alguna haciendo que el azabache se quejara y frunciera el ceño molesto.

–¡Hey!, ¿eso por qué?

—se encogió de hombros— Se me pegó la gana.

–Eres insoportable en serio. —se quejó sobando su frente.

–Como digas querubín, ahora vámonos que hay comida esperando por nosotros. Me importa una mierda que no tengas ganas de socializar, si quieres llevate la nintendo pero quiero tu trasero en el comedor. —se levantó dejando de lado la conversación y su pequeña preocupación burbujeante en su pecho para tomar el brazo del alto chico y jalarlo con fuerza.

–¡Ya te oí, ya te oí!, ¡suéltame! —seguía quejándose— Puedo levantarme solo maldita sea.

Riendo lo soltó haciendo que cayera al suelo al estar un poco más de la mitad de su torso ya fuera de la cama, rápidamente salió de su habitación siendo perseguido por el gran chico escaleras abajo entre risas y maldiciones que pararon de inmediato al llegar al comedor donde los demás esperaban. Los dos adultos ni siquiera reaccionaron ante el escándalo, siguieron hablando y cortando su carne despreocupadamente mientras conversaban, quien se asustó con la llegada de los dos fue Yeonjun casi tirando su bebida.

Soobin al darse cuenta en dónde y con quien estaba dejó de perseguir a su primo y se quedó tiezo por unos momentos frente a la mesa, si no hubiese sido por otro jalón a su brazo para que se sentara probablemente se hubiese quedado ahí. Debería considerar en trabajar como estatua, le iría de maravilla.

El azabache de pelo largo hizo que se sentara al verlo ahí parado como idiota, luego comenzó a servirse su propia comida ya que el hambre lo estaba matando, había sido muy difícil esperar esas dos horas a que todo estuviera listo. Sus ojos se desviaron por un momento de manera un poco discimulada hacia el tercer chico en la mesa y encontró que éste estaba observando a Soobin curioso.

–¿Vas a comer? —le preguntó Yeonjun al notar que el alto simplemente se había quedado sentado observando la mesa.

–Ah, si si.

Pudo levantar su mirada por un momento y cuando lo hizo se topó con la del otro pelinegro, usualmente hubiese apartado la vista tan pronto ambas pupilas conectasen porque nunca había podido mantener algún tipo de contacto visual resultándo un poco incómodo para él pero esos ojos eran extrañamente cálidos y entonces una pequeña sonrisa se asomó por la comisura de sus labios. Oh jesucristo, ten piedad de mi.

Comenzamos con la historia Yeonbin.

Si les soy sincera no se miy bien para donde se dirige la historia jsjs solo la escribo y la conozco poco a poco como ustedes así que si en algún momento hay incongruencias será por eso, de vez en cuando estaré releyendo mi propio trabajo para corregir cosas si son necesarias y quizás cuando termine la historia (de aquí a que las vacaa vuelen) se someterá a una corrección más exhaustiva. De momento espero les esté gustado y perdonen la tardanza pero ya aclaré que me tardaré lo que tenga que tardarme para publicar capítulos tan largos.

Sin más, no vemos en el próximo capítulo 🦋

©_prayBluesoul_

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