━━ 𝟏𝟗

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【𝙲𝙰𝙿Í𝚃𝚄𝙻𝙾 𝟷𝟿】


𝐦𝐚𝐫𝐭𝐞𝐬, 𝟑𝟎 𝐝𝐞 𝐞𝐧𝐞𝐫𝐨 𝐝𝐞 𝟐𝟎𝟐𝟒


𝓓afne

𝐄𝐒𝐓𝐀𝐁𝐀 𝐓𝐀𝐍 𝐄𝐗𝐇𝐀𝐔𝐒𝐓𝐀 𝐐𝐔𝐄 𝐍𝐈 𝐒𝐈𝐐𝐔𝐈𝐄𝐑𝐀 𝐓𝐔𝐕𝐄 𝐋𝐀 𝐄𝐍𝐄𝐑𝐆Í𝐀 𝐏𝐀𝐑𝐀 𝐃𝐄𝐒𝐏𝐄𝐑𝐓𝐀𝐑𝐌𝐄 𝐓𝐄𝐌𝐏𝐑𝐀𝐍𝐎 𝐘 𝐃𝐈𝐒𝐅𝐑𝐔𝐓𝐀𝐑 𝐃𝐄𝐋 𝐀𝐌𝐀𝐍𝐄𝐂𝐄𝐑. Sin embargo, al revisar mi teléfono, me sorprendí al encontrar una hermosa foto del amanecer enviada por Matías.

Me sumergí en su chat durante un buen rato, repasando nuestras escasas interacciones hasta el momento, que se limitaban a dos impresionantes fotos de amaneceres que me había enviado y mis respuestas. Me detuve especialmente en la última imagen, la cual me había enviado unas horas atrás. 

La imagen capturaba la magia de los primeros rayos de sol, pintando el cielo con colores cálidos y evocando una sensación de serenidad. A pesar de mi cansancio y de no haber tenido la energía para levantarme y disfrutar del amanecer por mí misma, la foto de Matías me ofreció una visión especial de ese momento mágico, de alguna manera compensando mi falta de actividad en la mañana. 

Pero estaba agotada, y con razón. 

La tarde de ayer con Juani fue increíblemente divertida. Estuvimos charlando sobre un montón de cosas, disfrutamos nadando en la piscina, le hice un par de ahogadillas (aunque no sé quién terminó más ahogado de los dos) y, lo más importante, recuperé mi bolso negro. 

Cuando quise ir a casa, me di cuenta de que no había ningún medio de transporte disponible. La caminata desde la casa de Juani hasta la mía era de aproximadamente 20 minutos, así que decidí emprender ese trayecto a pie. Además, no quería molestar a Juani más de lo que ya lo había hecho durante toda la tarde.

Al llegar a casa, solo me quedaban energías para darme una ducha y quitarme el cloro y el calor del día, como si el agua pudiera llevarse consigo todo el cansancio acumulado. 

Después de la ducha, simplemente me desplomé en la cama, sin fuerzas siquiera para levantarme a cenar. La agotadora jornada había dejado sus huellas no solo en mi cuerpo, sino también en mi mente, y la perspectiva de una noche de descanso reparador se volvía cada vez más atractiva. 

Me levanté rápidamente de la cama, sintiendo la necesidad imperiosa de despejarme. La cocina se convirtió en mi destino, y la idea de disfrutar de un café con leche se volvía tentadora. Me dispuse a prepararlo con tranquilidad, y pronto, el irresistible aroma del café recién hecho comenzó a llenar el espacio.

Con la gran taza entre mis manos, subí de nuevo a mi habitación. Al llegar, coloqué la taza en mi escritorio, junto con un papel en blanco, un lápiz y una paleta de colores; preparándome para dar vida a mis ideas. 

Tomé asiento en la silla, dejando que mi cabello cayera en una coleta medio desecha. 

Me quedé mirando el papel en blanco, sumida en la indecisión sobre qué dibujar. Las posibilidades se extendían frente a mí, como un lienzo lleno de opciones creativas. ¿Un vestido formal con detalles elegantes? ¿Un atuendo informal y cómodo? ¿Quizás unos pantalones con una camiseta casual? La idea de plasmar faldas o accesorios añadía aún más opciones al abanico de ideas. Mis pensamientos danzaban entre las distintas opciones que podía crear, cada una con su propio encanto y expresión.

Tomé un sorbo del café, como si eso fuera a ampliar mi imaginación. El sabor amargo recorrió mi boca y, por un momento, me quedé absorta en la sensación reconfortante que proporcionaba. La taza caliente entre mis manos, se convirtió en una fuente de inspiración. Observé el líquido en su interior, y la tonalidad profunda y rica del café me sugirió que lo que fuera a dibujar, debería reflejar ese mismo color y esa misma calidez. 

Dejando la taza a un lado, decidí comenzar con trazos suaves, permitiendo que la creatividad fluyera naturalmente. El lápiz se deslizó por el papel, dando forma a lo que sería mi creación.

Tuve que usar la goma de borrar en algunos momentos, pero una hora después, cinco siluetas de mujeres se veían claramente en el papel. El dibujo comenzaba a tomar forma, y ahora solo faltaba añadir los detalles que darían vida a cada figura. 

Mi mente se sumergió en la creación, visualizando rápidamente las prendas que cada silueta llevaría. Imaginé una falda larga ondeando levemente, un vestido corto con un toque juvenil, un vestido largo que emanaba sofisticación, una falda con una camiseta para un estilo casual y un top combinado con unos pantalones largos, todos teñidos del mismo color que el del café de mi taza. 

Pensé en añadir detalles significativos a cada conjunto, como bordados sutiles o patrones que añadieran una capa adicional de complejidad visual. También reflexioné sobre los accesorios, considerándolos como piezas clave que realzarían la estética general; los zapatos, por ejemplo, eran una parte esencial para completar cada look.

No obstante, el verdadero desafío se presentó al llegar a los rostros. La tarea de dibujar expresiones auténticas, capaces de transmitir emociones genuinas, requería una atención meticulosa a los detalles. 

Roxana, la profesora, expresó su deseo de obtener dibujos que capturaran fielmente la realidad, y eso fue suficiente para motivarme. Siempre me proponía dar lo mejor de mí en cada tarea, pero esta vez sentía una chispa adicional de inspiración. 

La concentración se apoderó de mí mientras me sumergía en el desafío. Comencé con la primera silueta, enfocándome en dibujar una falda larga que ondeara con gracia. A medida que los trazos y los colores cobraban vida me perdí en la creatividad y, sin darme cuenta, ya había completado el primer dibujo.

Aunque sabía que no iba a terminarlo entero en un solo día, decidí tomarme un merecido descanso cuando noté que ya casi había llegado la hora de comer. Guardé mis herramientas de dibujo para seguir después y agarré mi teléfono móvil, el cual había dejado abandonado durante toda la mañana. 

Me encontré con un montón de notificaciones de Juani en Instagram, pero antes de revisarlas, decidí echar un vistazo a su cuenta de Twitter. Mi risa se escapó de manera natural al ver su tuit, claramente destinado a mí.

Presioné las teclas con rapidez, dejando que mis pensamientos sarcásticos fluyeran a través de mis dedos y, casi sin pensarlo mucho, le di a enviar.

Ingresé a Instagram y mi pantalla se abarrotó de mensajes de Juani en un abrir y cerrar de ojos. Su entusiasmo se manifestaba en cada comentario y emoji.

Claro, seguramente Melanie estuviera dispuesta a unirse. Aunque al principio tuvo un pequeño roce con Juani en Twitter, la noche en la que lo conocimos en persona, parecieron llevarse mucho mejor.

Cuando revisé la ubicación que me había mandado, me di cuenta de que no coincidía con el lugar al que fui ayer, su casa. Una sensación de confusión se apoderó de mí mientras intentaba descifrar dónde se suponía que debía estar.






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